“ Una voz grita en el desierto ”
El Adviento nos lanza a ponernos en camino. ¡Hay tantos desiertos que regar para que brote vida! Pero lo primero es llenar la regadera de nuestro interior, cultivar la oración, el Encuentro, disponernos a ser vasijas en las que se pueda derramar el amor de Dios en las situaciones más desérticas de nuestros contemporáneos y en las nuestras propias.
Adviento es tiempo para llenarse de Dios e inclinarse ante el otro para servirlo. Inclinarse ante el débil, el que no cuenta, el que es excluido. Inclinarse ante el que la vida se ha convertido en un inhóspito desierto. Adviento es tiempo para vivir con el corazón y transformar los desiertos. Así prepararemos el camino al Señor.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tretarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio ttetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán rebajador;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».