EVANGELIO 20N





PARA INFANTIL Y PRIMARIA:

Este domingo concluimos al año litúrgico, donde hemos vivido los diversos acontecimientos de la vida de Jesús y nos hemos empapado de su mensaje a través del evangelio de san Lucas. Jesús no es un rey a la manera de la que estamos acostumbrados. En él no brilla el poder o la grandeza sino el servicio y la humildad. Jesús es rey desde la Cruz, que es una forma muy distinta de ejercer la realeza. Cristo crucificado perdona y acoge, invita a participar en el Reino. Jesús, el Mesías que llega como un bebé, alegra en su fragilidad y pequeñez el universo. Paradojas de la fe. Lo pequeño es lo que nos engrandece. Y el “Rey-pequeño” transforma los corazones del universo. Él tiene otra manera de reinar.

Al celebrar la fiesta de Cristo Rey planteémonos para quién es nuestro tiempo, quién es de verdad el rey de nuestro corazón.

Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.


PARA ESO Y BACHILLERATO:

Este domingo concluimos al año litúrgico, donde hemos vivido los diversos acontecimientos de la vida de Jesús y nos hemos empapado de su mensaje a través del evangelio de san Lucas. Jesús no es un rey a la manera de la que estamos acostumbrados. En él no brilla el poder o la grandeza sino el servicio y la humildad. Jesús es rey desde la Cruz, que es una forma muy distinta de ejercer la realeza. Cristo crucificado perdona y acoge, invita a participar en el Reino. Jesús, el Mesías que llega como un bebé, alegra en su fragilidad y pequeñez el universo. Paradojas de la fe. Lo pequeño es lo que nos engrandece. Y el “Rey-pequeño” transforma los corazones del universo. Él tiene otra manera de reinar.

Al celebrar la fiesta de Cristo Rey planteémonos para quién es nuestro tiempo, quién es de verdad el rey de nuestro corazón.

Texto: Fernando Cordero ss.cc.


Evangelio del DOMINGO, 20 DE NOVIEMBRE.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 23,35-43

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:

«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero:

«Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:

«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».

Y decía:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo:

«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».