ÁNIMO PEDRO, YA QUEDA MENOS
F. Javier Blasco Robledo, coronel (r)
10 de octubre de 2025
A nuestro ínclito e incansable presidente del gobierno se le puede reconocer por muchas propiedades, que, aunque la mayoría de ellas son desde malas a nefastas o de difícil explicación y seguimiento; sin dar lugar a la menor duda, lo más característico de todos sus actos, actuaciones o decisiones es que prevalece su persistencia, insistencia, poco tino y singular trascendencia negativa para España, para los españoles e incluso para los pacientes y cada vez menos seguidores que le van quedando al PSOE.
Por supuesto que no es mi intención enumerar todas y cada una de ellas; y no lo hago, por diversas razones o motivos como podría ser el generalizado conocimiento y sufrimiento de todas ellas por los verdaderos sufridores; por necesitar dos o tres artículos o trabajos de esta envergadura para enumerarlas todas y porque muchas me producen tal desasosiego y desazón que me resulta francamente difícil volver a recordarlas con toda su plenitud, desgracia y esplendor hoy y otrora en su momento.
Pero si, me gustaría destacar algunos de aquellos elementos que son comunes a la mayoría de ellas, como puedan ser las graves repercusiones nacionales e internacionales de sus decisiones, el elevado coste material de la mayoría, la poca desazón y nula reflexión que le provocan todas ellas, el alto grado de incumplimiento de sus promesas y ofertas y, sobre todo, la orientación a la insana significancia o mal entendido prurito personal del susodicho personaje que, tras no mucha reflexión e incluso a bote pronto, las máquina, elabora más o menos -más bien poco- y las lanza al público como una idea genial, relevante y original aunque valgan poco o nada, sean contraproducentes para el prestigio y valoración de España, constituyan una mera copia o repetición de otras similares o iguales o lo haga exclusivamente a modo de chaleco salvavidas personal e incluso, buscando el mínimo y estrecho espacio necesario por el que salir del mal trago o como el método más rápido y eficaz para sacrificar a sus peones de brega cuando ya no le sirven o están más que achicharrados.
Es un dirigente, déspota, ególatra, autócrata y ácrata (esta última definición tomada en el sentido que le otorga el diccionario panhispánico del español jurídico ‘Persona que defiende la supresión de las reglas de derecho y de cualquier Gobierno’). Además, es totalmente insensible al sufrimiento ajeno, salvo para disimular o encontrar réditos personales, temeroso de los demás por su cercanía física u opinión manifiesta real y sincera, que precisa siempre de una cohorte de escoltas, seguridad y protección personal que supera a la de muchos mandatarios de mayor prestigio y solera y, sobre todo, de una multitud personas de baja cualificación intelectual para trabajar a su lado y también, de unificados aduladores en todos los medios de comunicación posibles de forma constante.
No le gusta que se le lleve la contraria o le digan la verdad sobre su irrelevante camino o por la equivocada dirección adoptada en su política por muy patética y clara que esta sea.
Le gusta pavonearse cual gallo en un gallinero y cultivar en exceso su físico o apariencia; tanto, que empieza a desfigurarse en sus escasas apariciones en las mal llamadas conferencias de prensa -sin preguntas- o con ellas tasadas y con todas las cartas marcadas. Solo aparece en medios afines a los que riega con todo tipo de prebendas posibles y tiene un gran ‘corazón’ y mucho tino para colocar a sus ‘amigos del alma’ en sustanciosos y muy rentables puestos o destinos dentro y fuera de España, sin importarle su grado de preparación, valía personal o experiencia demostrada en dicho u otro sector.
Últimamente, como tiene conquistadas la mayor parte de las instituciones y organismos de rigor y con capacidad de decisión en España y ya le quedan pocos trastos y regalías que ceder a los que forman parte de su gobierno o le apoyan votando sus felonías con los dedos en la nariz, parece que ha encontrado cierto gusto a trabajar en solitario o dando la nota contraria a todos los demás y con apoyos muy puntuales, si se da el caso y según las circunstancias. Lleva tres años sin presentar presupuestos generales, a pesar de ser preceptivo constitucionalmente; no parece por el Senado -en manos de la oposición- desde hace más de un año y se salta multitud de obligaciones naciones cuando le viene en gana o estima que pueden serle molestas u origen de manifestaciones callejeras ante su mera presencia por mucho que se rodee de potentes y cada vez más alejados cordones policiales y dispuestos a no dejar pasar a nadie.
La Postura esta de ir por libre o peor aún, a contracorriente, no solo se ha limitado a su actuación como jefe del gobierno en lo que es el territorio nacional y las políticas de gobierno, económicas, de cohesión nacional o energéticas; sino que también se ha extendido e incluso, intensificado a los aspectos internacional.
Parece que para rellenar su estantería de trofeos, en los dos o tres últimos años, se ha volcado a dar la nota en todos los foros internacionales y en las relaciones bilaterales que ha mantenido con todos los vecinos, amigos y aliados como Marruecos con el tema del Sahara, Reino Unido con el de Gibraltar y su futuro, con la UE en varios foros y decisiones e incluso mintiéndoles en los informes del grado de cumplimiento de nuestros compromisos, estado democrático del país, acoso al poder judicial y planes de futuro en política energética con respecto a la desnuclearización de España contra la re nuclearización de Europa, el cambio climático, la política de defensa común, los apoyos a Ucrania y en cómo afrontar los problemas derivados de la masiva inmigración desde países del sur a toda Europa, principalmente.
Pero hay dos figuras fijantes y recalcitrantes en su camino que han pasado de ser meras chinas en sus zapatos a tremendas rocas infranqueables que le producen malos sueños, vómitos y le impiden su descanso personal; estas son Trump y Netanyahu. Personas que, desde el principio, han calado sus pasos y actos de verdadero trilero y no le toleran sus delirios con respecto a los problemas en Palestina y las aportaciones para la defensa en la OTAN.
Ayer mismo, mientras Trump anunciaba la firma del alto el fuego en Gaza y el principio de una posible paz más o menos duradera en la zona, el gobierno azuzaba a sus huestes propias y subyugadas para aprobar el embargo -aunque meramente ficticio- de armas y tecnología militar y de seguridad con Israel y por la noche recorrió como la pólvora la sugerencia -hipotética y nada factible según los propios estatutos- de Trump de que España debería ser expulsada de la OTAN por su negativa a unirse, aunque solo sea en un acto de voluntad a cumplirse o no, para aumentar los gastos de defensa cercanos al 5%.
Pero, en esta vida todo llega, y los frutos de las actuaciones y propuestas fuera de contexto empiezan a cosecharse; así, hoy mismo, la propia Comisión de Venecia advierte a España de que el modelo creado por el gobierno para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no cumple los estándares europeos y la Comisión Europea dictamina que España no puede incluir el gasto climático en el apartado de defensa tal y como pretendía Sánchez tanto para la UE como la OTAN.
En definitiva y a modo de resumen, cortar amarras y tratar de navegar a remo contra una fuerte corriente, no conduce a ningún buen puerto u objetivo, sino más bien todo lo contrario. España está siendo víctima de los excesos, reproches y desprecios de su presidente de gobierno. La Comunidad Internacional (CI), parece ser ciega, muda o insensible; pero, realmente dispone de herramientas claras y efectivas para mostrar su descontento con los socios díscolos, molestos o que se han salido de la vereda; herramientas, que van desde dejar de ponerte una silla en los foros más importantes en los que por, entidad económica y militar, te debería corresponder, hasta en dejarte sin fondos de cohesión o sacarte los colores ante propuestas e intentos de legislaciones fuera del contexto y los estándares de la propia CI.
A Sánchez parece que aún nadie le ha advertido y como doy por sentado que él no va a cambiar por iniciativa o convencimiento propio, desde hoy mismo, auguro un mal porvenir para este aficionado de mago y vendedor de humo; aunque lo malo es que si algo gordo no ocurre y le aparta de la Moncloa pronto, cuando finalmente lo hagan las urnas, podría quedar muy poco de aquella nuestra España, por la que tanto hemos luchado y trabajado muchos dentro y fuera de ella.