COHERENCIA Vs CORPORATIVISMO

F. Javier Blasco, Coronel en la Reserva

17 de febrero de 2017

Últimamente llevo dándole vueltas e insistiendo en el mismo concepto; pero al parecer, debo seguir porque no solo no está claro sino que observo que se sigue incurriendo en el mismo error, si no se agranda y profundiza. He hablado y escrito mucho, y más últimamente, sobre los problemas que entrañan la llamadainfoxicación y el fast thinking (continuo bombardeo público de ideas, noticias o intenciones) para conseguir un análisis reposado y bastante veraz de la información que nos llega.

También he advertido que, en mi opinión, sólo siguiendo el método y los procedimientos del Pensamiento Crítico podremos vencer en parte, ambos problemas y llegar a conclusiones mucho más cercanas a la realidad porque, de este modo, se puede descubrir cuál es el verdadero propósito, intención y mensaje del que nos proporciona dicha idea o información y saber si estas realmente, se basan en falacias o asunciones fuera de toda rectitud y con mala intención.

A los dos problemas o males referidos, hay que unirle otro muy, pero que muy importante; la Coherencia. Palabra femenina que se podría definir como “Relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas “. Pero que también tiene una segunda definición o acepción que se traduce en la “Cualidad de la persona coherente o que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa”.

Últimamente, el Presidente Trump nos tiene a todos completamente entretenidos, asombrados y apesadumbrados con sus declaraciones, modos, gestos y con la aplicación o puesta en práctica de aquello que ya prometió durante su campaña electoral. Ya he escrito que jamás un personaje ha conseguido fijar la atención de tantos, durante tanto tiempo y provocar la ira de la mayoría de los ciudadanos y fundamentalmente, de medios de comunicación.

Ayer mismo en una rueda de prensa, él se refirió a los medios a los que tachó como “deshonestos y fuera de control”. No sé si refería a todos o sólo a algunas cadenas o medios televisivos o escritos en particular. Frase esta, que ha levantado las iras de todos o casi todos los responsables mundiales de este espectro. Espectro, que mueve pasiones e ideologías y “maneja” cientos de miles de millones de opiniones y, cómo no, de dólares en todo el mundo.

Es normal, que cuando uno se siente atacado, reaccione; pero, aquí es donde entran en juego la Coherencia y el Corporativismo. Al sentirte personalmente, pero fundamentalmente, como gremio afectado por una cosa, declaración o acusación; inmediatamente aparece lo que se conoce como “corporativismo”. Un comportamiento o forma de actuar muy normal y puede que sea hasta humano, que la RAE, al referirse a los profesionales de un sector o gremio, define como “Actitud de defensa a ultranza de la solidaridad interna y los intereses de sus miembros”.

A la vista de ambas definiciones, claramente observamos que ambos conceptos son difíciles de compaginar en un mismo sujeto o grupo porque ponen en contraposición lo que realmente entendemos o creemos con lo que nos vemos volcados a defender en razón de nuestra profesión o medio de trabajo.

No creo que se me pueda tachar de un seguidor y defensor a ultranza del citado personaje. He escrito y publicado en este y otros medios varios artículos sobre él, sus formas, campaña electoral, resultados, declaraciones y programas; así como sobre los odios y pasiones que levanta entre sus seguidores y detractores. He mencionado o intentado mencionar, que es un hombre de negocios, hasta ahora alejado totalmente de la política, que está acostumbrado a presentar acciones y propuestas de máximos y que quizá lo haga con dos claras intenciones; amedrantar a su oponente o partir de posición de superioridad a la hora de negociar, si la reacción del contrario no es la de apartarse, sino de plantarle cara.

También me he referido a que su programa de política exterior es muy ambicioso, demasiado sencillo o simplista, tremendamente difícil de cumplir y poco elaborado y desarrollado. Creo que no podrá cumplir la mayor parte de sus propuestas estrella en este campo y que se verá obligado a negociar, cambiar y mejorar en mucho casi todas sus propuestas. Que para cumplir en parte sus promesas internacionales, deberá invertir mucho más de lo que lo han hecho sus antecesores y que hasta puede poner en peligro el dilatado prestigio de EEUU y el “perdido orgullo” de sus compatriotas.

También he escrito, que es una persona acostumbrada a batirse en muchos frentes al mismo tiempo y que, al parecer, desprecia la resistencia pasiva o activa a sus ideas o pretensiones. Lo que le hace tremendamente irascible, maleducado y con muy poco tacto. No resiste ni admite que se le lleve la contraria en cualquier cosa y por ello, arremete contra todo aquel o aquello que pretende llevarle la contraria o presentar cualquier tipo de resistencia.

Por lo tanto, creo que no se me puede tachar de un pro Trump en absoluto. Pero, de ahí a que lo convirtamos en el pin, pam, pum de todos y sobre todo, de la mayoría los medios y tertulias de opinión, hay un trecho. Todo el mundo tiene derecho a confundirse –dentro de unos límites- como también, a que se le deje un espacio de tiempo a poner en claro sus ideas, formar un equipo y a que tome contacto con la dura realidad.

Algunos podrán pensar y decirme, que a la Política hay que llegar leído y aprendido; cosa que si bien es cierto, no es la primera vez que esto no ocurre a lo largo de la historia y también ante hechos consumados y muy recientes como el propio Brexit. Él es al que han elegido los norteamericanos y son ellos los primeros que le deben poner trabas a sus políticas y, el resto, en mi humilde opinión, debemos estar atentos a lo que ocurre, a la evolución de los acontecimientos, tratar de poner en marcha planes paliativos por si sus políticas finalmente se llevan a cabo y en proponer medios y fórmulas alternativas para tratar de convencer a un difícil personaje que además, está rodeado de un equipo ciertamente muy partidista y no muy bien preparado en todos los aspectos.

Al hilo de todo lo dicho y volviendo al tema que hoy nos ocupa, debo decir que, en mi opinión, todo tiene su límite. Trump ha anunciado reiteradamente, tanto por activa como por pasiva, y así oficialmente lo trasladó ayer al seno de la OTAN, que los Aliados deben cumplir con sus compromisos, pagar sus cuotas y contribuir como el resto de los miembros. Que a pesar de que todos ellos llevan muchos años prometiendo el incremento de los gastos individuales en defensa para llegar al, muchas veces acordado, dos por ciento de los respectivos PIBs, casi ninguno lo cumple. Que en EEUU están cansados de poner continuamente la mayoría de los medios materiales, económicos y humanos, mientras los europeos nos dedicamos a invertir el dinero ahorrado en este tema en incrementar unos servicios y atenciones sociales que los norteamericanos nunca podrán ni siquiera soñar en alcanzarlas porque invierten mucho, quizá demasiado, en su política exterior, su defensa y en la nuestra.

Una verdad inapelable y tan grande como una rueda de molino, que todos conocemos y sabemos y que, sin duda, se está convirtiendo en el mayor de los quebraderos de cabeza de los inestables y preocupados, por su futuro inmediato, gobiernos europeos. Un tema, que sin duda, será una de las armas arrojadizas de los crecientes populismos que amenazan con la toma del poder en muchos de los países de nuestro entorno y que puede llegar a ser gran parte del origen del fin del sueño, confort y progreso de Europa y los europeos.

Pero ahí está la apuesta lanzada sobre el tablero de juego, es lo que en el póker se conoce como un “all in” (apuesto todo) y ante esto, no hay más que dos alternativas; aceptarla y ponernos manos a la obra o buscar alguna fórmula paliativa. La primera de estas que se nos ocurrió fue la de crear un potente Ejército europeo; falacia donde la haya ya que si no somos capaces de cubrir nuestros compromisos con la OTAN, ¿Cómo vamos a ser capaces de gastarnos más para poder cubrir dichas necesidades, y además, sin contar con el apoyo desde el otro lado del charco?

Podremos construir una especie de tal; pero, estoy seguro que será poco efectivo, difícil de operar por las escasez en medios de proyección, apoyo logístico e inteligencia y porque los continuados y profundos recortes en materia de defensa hacen que nuestras fuerzas armadas, en general, sean escasas, bastante obsoletas, muy fatigadas por ser empeladas constantemente en diversos conflictos aunque estos sean de baja intensidad y, posiblemente, no muy bien dotadas de medios específicos y especiales que, son tremendamente necesarios para cubrir las exigencias del combate moderno.

Otra posible alternativa, posible consecuencia de la anterior, y al parecer la que puede tomar forma, es poner en cuestión la utilidad de la propia Alianza. Hoy mismo y sin ir más lejos, se me han puesto los pelos como escarpias cuando he escuchado durante una tertulia de la mañana en Antena 3 a un afamado, bien formado, muy leído y culto periodista, poner en tela de juicio la necesidad y la misión de la OTAN. Palabras suyas que han sido pronunciadas muy en serio; convencido de que la Alianza ya no sirve para nada y que debió desaparecer tras la caída del telón de acero, la consiguiente caída de la URSS y el fin de la guerra fría.

Y yo me pregunto, ¿Cómo un hombre de su talla y cultura, buen conocedor de todo lo que ocurre en nuestro entorno y en el mundo entero, ha podido decir y afirmar esto? No hay una explicación coherente salvo, que las proclame por ser un convencido defensor del mencionado Ejército europeo y, que al pronunciarlas, no sea consciente de las mencionadas dificultades para su formación y efectividad. Solo basta con dar una vuelta al horizonte de nuestro cercano, medio y algo lejano entorno para darnos cuenta de lo que ocurre.

El mundo está lleno de graves problemas en ebullición: Irán sigue proliferando y amenazando a Europa pretendiendo conquistar la vacante hegemonía en Oriente Medio y apuntalar la expansión del chiismo; Corea del Norte, embebido en miles de intrigas, sigue su camino hacia la consecución de misiles de largo alcance con capacidad nuclear; China continúa enredando y jugando al doble juego en su área y aguas de influencia; el ISIS aún sigue ahí y cada vez más cerca, amenazando a países separados de Europa tan solo por una estrecha franja de mar, que hasta las simples pateras son capaces de atravesar; Rusia, con Putin a la cabeza, no cesa en tratar de engullir territorios en Ucrania y amenaza con continuar su camino expansivo con una clara intención de recuperar ciertos controles en territorios vecinos, siendo algunos de ellos parte de la EU y la propia OTAN; el futuro de Turquía y las intenciones de Erdogan por recuperar el esplendor del antiguo imperio Otomano son tan inciertos que habrá que estar muy atentos a la evolución de estos acontecimientos; los forzados cambios en las rutas migratorias desde los países del continente africano y de Oriente Medio, claramente se traducen en recuperar viejas vías de escape que se trasladan cada vez mucho más hacia el Sur de Europa y en especial hacia las plazas españolas en dicho continente –anoche tuvimos un claro ejemplo de ello con el asalto masivo de una de las vallas- y, por último, aunque no menos importante, habrá que afrontar el problema en Afganistán; por mucho que Trump se empeñe en dejarlo de lado por entender que a él no le afecta, sigue allí latente, produciendo adeptos y sicarios de Al Qaeda que, más tarde se transforman en terroristas yihadistas a integrarse en el ISIS o que vienen a nuestras tierras a provocar el caos y el desaliento. Y alguien con conocimiento aún se pregunta ¿para qué sirve la OTAN? No me lo puedo creer.

Pero, también encuentro otra explicación a esta forma de expresarse y espero, que no de pensar; que haya podido ser el resultado de lo que se conoce como “un calentón”; una reacción corporativista para poner a bajar de un burro a Trump. Porque este señor para muchos es doblemente culpable al: tratar de poner seriedad y eficacia en la OTAN y por llamar deshonestos y fuera de control a los medios. Medios, que salvo algunas excepciones, desde antes de su llegada al poder no han cesado ni un instante en poner en tela de juicio y criticar duramente todo lo que dice, hace o quiere hacer.

Si su realidad es que fuera así, debo decirle un rotundo NO, señor periodista, no hay que rasgarse las vestiduras por todo. Si uno es coherente, se da cuenta de que no todo vale. No por sentirse ofendido personalmente y, mucho menos, por corporativismo debemos rechazar, criticar o menospreciar absolutamente todo lo que dicho personaje dice o propone. Seguro que él, como todos, incluso los medios, se equivocan y equivocarán a lo largo de su vida e historia. No hay nadie puro, ni siquiera el gremio de los periodistas y usted lo sabe. Pero, de ahí a poner en tela de juicio la continuidad de la OTAN y la necesidad de ponerla en orden en unos momentos de gran incertidumbre, solo porque lo diga Trump, hay un largo, muy largo trecho. Por otro lado, la otra solución, solo sería un mal parche que Vd. debe y puede analizar.