AL MUNDO LE TIEMBLAN LAS CANILLAS


F. Javier Blasco, coronel (r)

26 de febrero de 2022

Hemos acabado hasta el moño de ver, oír y escuchar a nuestros dirigentes nacionales y a las asociaciones, organismos y alianzas internacionales proclamar a todos los vientos -al son de las grandes trompetas de Jericó, bombos como para amenizar cualquiera de las famosas tamborradas en España y platillos tan grandes como los volantes- que la Comunidad Internacional no iba a consentir a Putin invadir un país libre y democrático y, que si osaba quebrantar y pisotear sus libertades, las medidas que caerían sobre él y Rusia, iban a ser de tal tamaño, que se arrepentiría de haberlo hecho, recordándonos a los tiempos y amenazas de la última guerra contra Irak.

Las reuniones presenciales, visitas parlamentarias, así como, las amenazas individuales y colectivas para evitar el conflicto o sobre las medidas a adoptar, se han venido sucediendo a todos los niveles; de tal modo y manera, que no ha quedado ni un resquicio por donde poderse escapar del palo justiciero, que iba a caer sobre la cabeza de Putin, sus más directos asesores y sobre la aborregada nación rusa que, acostumbrada a ello, le sigue ciegamente sin apenas rechistar.

Pero, a la hora de la verdad, la triste realidad es tan penosa, vergonzosa, inútil o fútil y banal, que hasta me da vergüenza comentarlo y hacerlo ver a los demás.

Militarmente, tal y como estaba previsto, nos escudamos tras la pantalla de la OTAN para decir que, "legalmente" no podemos intervenir por no ser territorio de la Alianza; olvidándonos, que en su día, tampoco lo era Serbia y Kosovo, pero, entramos en fuerza en Kosovo y bombardeamos dichos territorios, incluso Belgrado, sin miramientos ni contemplación, con daños colaterales incluidos en dicha campaña para bombardear.

Ayer daba auténtico pavor, escuchar que el Tío Sam aprobaba mandar más armamento a base de misiles y otros medios efectivos a Ucrania, cuando en Kiev y otras ciudades ucranianas se repartían simples fusiles en la calle a quien pasaba por la acera y los que quería recoger; mientras, al mismo tiempo, se pedía a la gente que fabricase sus propios cócteles Molotov para defender la ciudad ¿De qué servirá dicho armamento sofisticado, si cuando llegue, si es que llega; no habrá nada que defender ni quien lo pueda emplear?

Ahora que la estructura militar ucraniana ha sido desbaratada o destruida sin piedad ni capacidad alguna para poder defenderse de tales ataques selectivos y certeros, parece ser, que es el momento en que pensamos que los cinco mil "cascos" individuales de combate -que les remitió la magnánima Alemania- no eran suficientes para mejorar su capacidad defensiva.

La UE pronto enarboló la Bandera Blanca; porque si la OTAN no intervenía, con mucha más razón, no lo haría la Unión; esgrimiendo al mismo tiempo, que aún no tiene capacidad de combate suficiente, a pesar de que lleva años planeando y tratando de conseguir un ente militar -para poder desligarse de la OTAN- que se parezca a un Ejército europeo; que sirva para algo más, que para llevar a cabo -de forma parcial- misiones de paz de corta duración o pequeña entidad.

Biden, de carrerilla en carrerilla sin parar, hablando con los medios todo el día y quitándose la mascarilla en público, para que se le viera la cara de enfado y gran preocupación; pero, de mandar tropas a combatir por y en Ucrania, ni pensar.

Parece ser que los norteamericanos ya no están por la labor de apoyar a las democracias atacadas o en peligro de serlo y no interesa meterse con un león, hasta ahora algo dormido, al que llevan muchos años ninguneando y que, recientemente, se ha despertado hambriento y con ganas de romper el falso equilibrio en su entorno y ciertos delirios de varios de sus vecinos, que quieren jugar a ser mayores e írsele de sus mansos. Está bien claro, que Putin no se lo va a consentir, tanto en aras de alimentar su orgullo, como para mantener su propia seguridad.

Bueno, pues entonces; si militarmente no podíamos hacer nada, salvo dejar a Ucrania a su maldita suerte, por lo menos económicamente, parece que había y hay muchas herramientas que se podrían utilizar, o al menos eso creíamos los ilusos, que nos tragamos los muchos mensajes envenenados con todo tipo de falsedad.

Se habló de varios tipos de medidas, de aplicación inicial y hasta progresiva, en función de los pasos dados por el nuevo Zar; y resulta, que a pesar de haberlos dado todos y muchos más de los esperados; ayer mismo cuando las tropas rusas llegaban a las puertas de Kiev, las bolsas de todo el mundo, incluida la rusa, subieron varios enteros y hasta recuperaron las pérdidas del día anterior.

Para más inri, ese mismo día, Rusia vendía más petróleo que cualquier otra jornada antes del conflicto y, varios países europeos, precisamente, la mayoría de los más grandes, se les arrugó el ombligo y no han permitido, de momento, que los bancos rusos sean desconectados de la propia red de intranet, Swift; el «arma nuclear económica» que, realmente nadie se atreve a activar.

Rusia puede seguir vendiéndonos de todo y nosotros se lo pagaremos en efectivo, aunque nos engañemos diciendo que ellos, no nos puede comprar tecnología punta. Todos sabemos, que eso no será cierto; porque la economía es la economía, la pela es la pela y los votos del ciudadano sosegado y sin sobresaltos son los que alimentan los egos, les calientan los riñones y multiplican las prebendas a esos mequetrefes que nos pretenden gobernar.

Tan solo el mundo del deporte, limpio y claro como casi siempre, de momento, anuncia que muchos premios, torneos y mecenazgos suprimen sus lazos con Rusia y todo lo que huela a ruso.

A estas horas del partido, no sé si ese paso será fruto de un calentón, una precipitación en sus decisiones o el haber caído en la trampa saducea de que las medidas coercitivas y punitivas del mundo iban a ser totales y en serio. Pronto veremos si repliegan velas, o mantienen su posición.

Por lo demás, basta ya de tanta miseria individual y colectiva, de tamaña hipocresía y de engañar a propios y extraños con tantísima sinvergonzonería e impunidad.

En cualquier caso, y ya que la pandemia ha demostrado que las videoconferencias, son mucho más efectivas, rápidas y sencillas de organizar que engorrosos encuentros presenciales; creo que ha llegado la hora en la que nuestros dirigentes dejen aparcados sus aviones presidenciales y a sus numerosos sequitos y asesores en casa; porque tanto vano desplazamiento a Bruselas, solo sirve para reconfortarse y apoyarse el uno en el hombro del otro, generalizar su inmensa debilidad, gastar mucho dinero del erario público y para infectar el espacio aéreo de polución y gases que queremos erradicar.

Ninguno tiene vergüenza, ni torera ni de otra calidad, son unos trileros y engañabobos que nos llenan la cabeza de pajarillos y de falsa dignidad; como nuestro ministro de exteriores, que ayer se paseó por todos los medios posibles hablando de la posición y el falso papel de España en una serie de drásticas medidas que él sabía a ciencia cierta, que no se iban a aplicar.

Mucho me temo, que la fiera se ha despertado totalmente, ya ha comprobado claramente la gran debilidad e hipocresía internacional y que lo hecho hasta ahora, por mucho que fuera y sea criticado o amenazado, pronto será un hecho consumado, sin más.

No habrá reacción que merezca la pena o le escueza de verdad y que otras víctimas propiciatorias, que ya están anunciadas y clavadas en su tablero de ambiciones, pronto, en sus redes caerán.

Ya veremos qué ocurre cuando se quede con todos los recursos naturales ucranianos que ahora les compramos a ellos y en breve, pasarán bajo su control y precio de verdad.

Mucho me temo, como ya ha ocurrido en otras ocasiones anteriores, que aquellos que se han visto obligados a emigrar por causa de la guerra y ahora acogemos y apoyamos con las manos abiertas, pronto empiecen a estorbar, nadie les quiera dar asilo, se les olvide y hasta obligue a sus casas regresar.

Lo peor, como siempre, es para el más débil; los ucranianos y la propia Ucrania; por lo que no me extrañaría nada que, como consecuencia de esta vergonzosa actuación internacional y lo que aún falta por llegar, aumente el número de ucranianos que desprecien todo lo que venga de la UE, la OTAN u otro Organismo internacional y acaben abrazándose a Rusia porque, al menos, en Putin, el engañarles como a chinos, no está en su afán.

Finalmente, y me arriesgo a asegurarlo porque sé que estoy en lo cierto, esta guerra de Gila o conflicto de PlayStation para todos, menos para Ucrania y sus pobladores, enseguida será aprovechada como excusa por la mayor parte de los dirigentes y organismos económicos internacionales para tapar sus incapacidades e inutilidad a la hora de hacer sus previsiones o de sacarnos del pozo tan profundo en el que nos encontramos sumidos por culpa de una gran crisis económica a nivel global, que no supieron o no quisieron ver llegar.