SÁNCHEZ Y SUS PRISAS POR LEGISLAR



F. Javier Blasco

8 de diciembre 2022

Todo legislador, por orgullo, prurito o por necesidad, suele tener prisa en que sus aportaciones legales vean pronto la luz. Para evitar que se actúe con excesiva celeridad, máxime cuando no hay prisas que lo aconsejen, nuestra Constitución y otras leyes Orgánicas marcan una serie de procedimientos para la realización y puesta en práctica de tamaños partos. Peo, como suele ocurrir, hecha la Ley, hecha la Trampa y por ello, siempre hay excepciones que nos llevan a poder legislar de forma más rápida, incluso precipitada, cuando la situación o la exigencia del tema lo aconsejen.

Está claro que cuanto más deprisa se legisle, menos filtros obligatorios y vinculantes o no, se encontrará la Ley en ciernes a la hora de ser aprobada y, posteriormente salga a la luz.

Filtros, que en su día, no fueron colocados en el camino legislativo por casualidad, azar ni por molestar; sino que están ahí, precisamente para garantizar que los cuasi inmensos poderes del ejecutivo a la hora de legislar deberán someterse a la opinión o juicio crítico de otros estamentos como el Consejo General del Poder Judicial o el Consejo de Estado; que pueden poner en solfa la validez democrática o las pegas de confrontación con otra legislación ya aprobada anteriormente, sin derogar todavía y, por lo tanto, vigente a la hora de colocar esta nueva ley en el candelero legal.

Aplicar procedimientos de urgencia cuando esta no está justificada en absoluto es una autentica patraña o salir por el atajo y puede llevar a que el Ejecutivo dicte normas que luego sean fácilmente tumbadas, o como mínimo, altamente criticadas, por el Tribunal Constitucional u otros estamentos de poder judicial, como ya ha ocurrido, y por lo tanto constituyan un borrón más en la carrera de un gobierno que no cesa en su empeño de legislar a machamartillo, con nocturnidad y con cierta alevosía. Aunque suela suceder, es totalmente en vano, que la poca libertad de expresión y de prensa con cierto grado de libertad saquen a relucir los instantáneos proyectos a nada que se filtren los primeros flecos de lo que el gobierno trata de encajarnos de matute.

Errores o contraposiciones que con la práctica se van haciendo ilegales, más patentes o que llevan a declaraciones de inconstitucionalidad a hechos o actos regulados por el gobierno, con plena impunidad y en muchos casos, a sabiendas de que eran ilegales o alégales con toda certeza; pero que mientras son declarados como tales, ya han surtido su efecto, dado sus frutos o llevado a los ciudadanos a situaciones de indefensión y abuso que nunca se justifican y mucho menos, se revierten con actos de reconciliación o compensación justa y necesaria.

Ejemplos de lo dicho, los tenemos por doquier; situaciones que a pesar de su gravedad son dejadas pasar con total desprecio y sin reconocer siquiera, que fueron fruto de un error o una necesidad mal calculada. Ni una sola palabra de arrepentimiento, la mínima petición de excusas o asunción de responsabilidad, y lo que es mucho peor; ni un momento de repulsa o protesta por parte del ciudadano que ha visto conculcados sus derechos en varias ocasiones.

No sucede nada, nadie pide excusas ni da explicaciones; además, estos graves errores o abusos provocados premeditadamente, al parecer, no tienen ningún tipo de repercusión en la intención de voto ni en la disminución del número de votantes que volverían ciegamente a votar a un gobierno incapaz de rectificar, insistente en el error, en el abuso y en la prevaricación; que recurre a estos artificios o añagazas para favorecer sus maniobras o agendas ocultas o lo que es peor, para satisfacer las exigencias de aquellos que son declarados o que ellos mismos se declaran enemigos de España.

Recurrir a tópicos como normalización, modernización o equiparación con el resto de países de nuestro entorno, cuando en la mayoría de los casos, no es verdad, es un recurso rastrero, vacío y lleno de insana intención porque sólo se hace con el ánimo de engañar al inepto que no sabe nada de nada, al conformista que vive del pan que le regalan puntalmente cada mes o al recalcitrante seguidor que se lo cree todo porque su incontrolado seguidismo le lleva a tragar con todo tipo de ruedas de molino que se le pongan por delante. Y ya no digo nada si se hace como justificación del “apaciguamiento” de territorios en manos de antiguos terroristas o golpistas, hoy colabores de Sánchez para mantenerle en su sillón.

Es tan frecuente el uso del procedimiento de urgencia, que ya salvo aquello, que, aun siendo un compromiso electoral o de coalición, realmente no se quiere legislar, todo se hace por ese modo, se acortan los plazos se abusa de Real Decreto, el proyecto de Ley y de todo tipo de artimañas para cargarse aquellos filtros que el legislador puso para evitar que sucediera lo que estamos viviendo.

Hoy el gobierno, ya no hace nada por disimular su hambre legislativa en beneficio propio y en favor de los que le apoyan. Se da la paradoja, que hasta son ellos, los enemigos de España los que le dictan el contenido de las leyes que quieren publicar.

España es así, un mar de gentes que ya no piensan en su patria, en su país o en la moralidad de las personas, las leyes y en su aplicación correcta en aras de la convivencia la democracia y el bien aparentar, ser o estar. El conformismo y el pasotismo son dos características invencibles del español de hoy en día. Nos da igual todo, aunque no haya para comer y se tenga que recurrir a las colas del hambre, aunque se esté sin trabajo y se cobre el paro, pero ténganos en nuestro bolsillo un contrato que dice que somos fijos discontinuos porque hace unos meses trabajamos tan solo unas jornadas y debemos esperar a que de nuevo caiga ese u otro maná similar.

Si el pan y el circo lo inventaron los romanos, para calmar a su población cuando la política daba grandes signos de debilidad; de nuevo volvemos a las andadas patrocinando la retransmisión de cualquier tipo de deportes gratis o del futbol, si es que somos capaces de durar mínimamente compitiendo u para que mientras nosotros sigamos la pelotita en el césped y 20 personas en calzón corto corran tras ella ; el gobierno, a espaldas y con nocturnidad nos clave por la espalda, leyes que pronto se verán que son duras de tragar o hasta inconstitucionales, y que sin ninguna duda, los tribunales se encargaran de tumbar .

Las prisas nunca fueron buenas consejeras, suelen traer desorden y mucho malestar; abusar de ellas para justificar lo injustificable, sume a los pueblos en una modorra ante la vorágine legislativa de un ejecutivo, que suple sus deficiencias, miedos o deudas en una serie de bodrios infumables, que en lugar de favorecer a los ciudadanos o engrandecer a España, la empequeñecen, fraccionan, empobrecen o fracturan y dan alas a todos aquellos que la desprecian o escupen sobre ella, con toda franqueza y sin ocultar sus intenciones por muy malas, ruines o deleznables que puedan ser o aparentar.