EL RETO


F. Javier Blasco Robledo, coronel (r)

21 de enero de 2022

A la vista de las alarmantes noticias, los titulares y el nerviosismo que impera a nivel político en las cancillerías de gran parte del mundo, parece que estamos al borde de empezar la III Guerra Mundial; cuando en realidad, no creo que, de ninguna manera, eso se pueda dar.

Llevamos años observando la arena internacional y a los muchos gallos que pretenden gobernar el único gallinero que hay en el mundo, porque hoy en día, debido a la rápida expansión de las cosas, la globalización y el que todo se nos queda corto o estrecho, ya nadie se contenta con su Imperio por grande o fructífero que este pueda llegar a ser o alcanzar.

Hace tiempo, demasiado quizás, que China, Corea del Norte, Rusia e Irán compiten, cada uno a su manera y según sus capacidades armamentísticas, políticas o económicas en tratar de desplazar al Tío Sam de su posición de líder mundial.

En EEUU, a pesar de que en la última década o algo más, rehúye los conflictos, no los reducen e incluso, podríamos decir, que le aumentan en entidad, capacidad de molestar y en el grado de riesgo en el que incurren si los abandonan, los dejan enquistar o pretenden que no se expandan aún mas de lo que ya lo están.

El Nobel de la Paz, Obama pasó por el mundo dando discursos sonados y esquivando todo compromiso e implicación bélica seria para acogotar, de una vez por todas, a quien le quiso estornudar.

Su seguidor, el bocazas Trump empastró el ambiente internacional amagando, pero no dando nunca jamás. Sembró la semilla de las vergonzosas retiradas de Oriente Medio y Afganistán y mostró de nuevo el verdadero valor que tiene la palabra de Washington a quien les jura fidelidad y se creen su protección de verdad.

Biden, el anciano caduco; débil física -por mucha carrerilla que haga frente al público cuando se dirige a un estrado o a la escalerilla del avión- y hasta puede que mentalmente, ha tenido que completar las chapuzas inacabadas de su antecesor con ambas retiradas más que vergonzosas y totalmente impropias de la primera potencia mundial.

Ahora se encuentra empeñado en lanzar su mirada y esfuerzos hacia el Mar de China para frenar la expansión de dicho país sobre dicho mar y, en mantener cierto ojo sobre el Ártico, sin descuidar para nada, la guerra de las galaxias o del más allá.

Mucho tomate para tan poco huevo, tal y cómo diría el clásico, máxime cuando está mas que demostrado que empeñarse en combatir seriamente en más de un frente, histórica y realmente, a la larga, nunca ha sido muy beneficioso para el que se ha empeñado o visto forzado a luchar.

Biden está sufriendo grandes y graves reveses internos y personales, por lo que debe andarse con pies de plomo si no quiere terminar como el rosario de la aurora y pasándole los trastos anticipadamente a Kamala Harris.

Un traspiés gordo en la arena internacional, sería fatal para sus intereses personales. Sabe bien, que la otrora orgullosa población norteamericana, ya no se traga tan a ciegas el ir repartiendo o imponiendo democracia por el mundo sin importarles el precio y el coste que sea.

En definitiva, el todavía líder mundial, se encuentra en situación de franca debilidad y no es casualidad que todos los gallitos mencionados anteriormente, lleven tiempo armando mucho ruido, solos o a la par.

Corea del Norte, lanzando misiles casi a diario para demostrar que está ahí, que mejora sus capacidades y para avisar a todo el que quiera meterse con ellos de que, ese asunto, le puede ir mal.

Irán, con su nuevo gobierno, gobernando un país empobrecido, lleno de drogadictos y resistencias internas; pero, demostrando bemoles ante el mundo en general y EEUU en particular; porque sigue sin apearse de su programa nuclear, por mucho que los perros ladren tras él y las trompetas de Jericó anuncien la caída de sus murallas.

China, sigue con su expansionismo por el Mar de China, el continente africano y Suramérica, sin olvidarse para nada del espacio y el Ártico por si puede pescar algo allí también. Amenaza a Hong Kong y Taiwán y a todo aquel que ose invadir lo que considera su espacio aéreo o marítimo, sin miramientos ni consideración y por toda respuesta está el no rechistar.

Y solo faltaba el último ingrediente a este potaje, la Rusia de Putin, un país que lleva su cruz particular, que resuelve todo problema interno por la fuerza, que domina junto a China el mundo de la amenaza cibernética. Manejada por un dictador que pretende eternizarse en el poder a cualquier precio y que debe hacer un poco de ruido y/o mover alguna ficha en un tablero, que lleva mucho tiempo congelado o helado en la nevera, aunque trata de incordiar en cualquier lugar, mientras recibe veladas amenazas de EEUU y la OTAN por su flanco Suroeste a la par.

Putin, poco a poco, aumenta su expansión en territorios americanos y comparte muchos intereses con China en África, le dio un gran Zarpazo a Ucrania en 2014 y consiguió que nadie moviera un dedo real por aquella vergonzosa y flagrante invasión y anexión territorial.

Cada uno de los anteriores, ha lanzado su reto a Biden. Pero, Putin ha querido ir un poco más lejos que los demás; sabe que, si mueve el cajón de los ratones y saca a pasear sus viejos medios acorazados y mecanizados, la gente se echa a temblar y muchos débiles enseguida muestran su poca fortaleza y casi ruindad.

La UE de la que es mejor no hablar sobre el asunto, sobre todo, con Borrell a la cabeza, no está ni se la espera, por mucho que sus mandatarios frunzan el ceño y digan lo que digan, sobre el papel que debe desempeñar la Unión, a pesar de que visto lo visto, en este tema, haya quedado relegada a convertirse en un convidado de piedra sin más.

El recién estrenado canciller alemán y el decreciente presidente francés rápidamente han sacado la bandera blanca y, sin mediar palabra, están dispuestos a negociar lo que sea sin pedir mucho o nada a cambio. A Sánchez ni le han llamado porque, tras quedarse en un rincón calladito y sonriendo, si le dieran pie, solo haría sacar pecho y molestar.

La OTAN juega al sí, pero no; moviendo buques y aviones de aquí para allá por aquello de aparentar, porque Ucrania no es miembro de la alianza y por tanto, no hay que defenderlo, si fuera atacado externamente y, además, porque precisamente, para no enfadar a Rusia, lleva años posponiendo la adhesión de Ucrania de tal modo y forma que ya se está haciendo patética y demencial.

Solo el juerguista del primer ministro británico, ha sacado los pies del tiesto porque sabe que, tras tanta juerga durante la pandemia, su culo peligra y si se entrara en conflicto, su expulsión hasta se podría llegar a olvidar.

Firmemente; no creo que vaya a suceder nada, salvo lo que ya se palpa claramente; un destrozo más en la economía; que la energía suba un peldaño más; que Putin tenga garantías de que va a vender más; no le van a molestar con sus ductos; que sea considerado como un “hombre de paz” y de una vez por todas, le dejemos de incordiar por su forma de manejar la CEI, la adhesión de Crimea y, si se tercia, de algunos territorios más.

Ucrania, se quedará, de nuevo sola, llamando a la puerta de la OTAN y de la UE. Habremos montado un pollo general, desviado la atención sobre la crisis económica y financiera que tenemos encima, aunque la hayamos ayudado a hundirla un poco más, concederemos a Putin casi todo lo que pida y, algunos partidos volverán a sacar sus consignas caducas y fuera de tono para contentar a su parroquia, que está un poco harta de tanta pantomima y ruindad.