CAMPAÑAS ELECTORALES Y EMBUSTES



F. Javier Blasco, coronel (r)

1 de mayo de 2023

 

Siempre se ha dicho, y además se conoce bien por ser totalmente cierto, que las campañas electorales son una cortina de humo y no valen para nada, salvo para llenar el aire de los mítines y las compradas mentes de los que concurren a estos, las portadas de los periódicos, las tertulias y para abrir los telediarios con millones de promesas que, jamás se cumplen por imposibles o disparatadas e irreales o por su desorbitado costo, lo que las hace inviables para la, generalmente, maltrecha economía del país al que ciertos malvados energúmenos dicen querer ‘salvar’.

Cuanto peor está la situación política, la económica, la internacional y la social y apenas se mal vive -tan solo gracias a la supervivencia familiar y a los donativos o limosnas de un variopinto elenco de organismos- mayores son las promesas electorales, las macro ofertas de empleo, las constantes pujas por diversas subidas de sueldo, una gran e inagotable gama de inexistente vivienda social a precios de regalo, ciertos beneficios directos y multitud de prebendas varias y de otro espectro de cosas  que, solo una mente muy perversa, puede imaginar.

A pesar de que se conoce la realidad de que análogas promesas, en anteriores situaciones similares, han sido sistemáticamente incumplidas en un alto porcentaje o en su totalidad, la gente sigue creyendo en los falsos Reyes Magos, los conejos salidos de la chistera, en el político que miente más que habla o en aquel que nos tiene comprados con regalías o patrañas, porque no vaya a ser que no salgamos en la foto con los demás o que alguna vez, suene la flauta, aunque fuera por pura casualidad.

Este año con dos campañas electorales a la vista y con un presidente, maestro en el engaño, el corto plazo y en la búsqueda de motivos para embaucar a tiros y troyanos, lo tenemos muy claro. Aún no ha empezado de verdad la campaña para las elecciones regionales y locales, y el cesto de las increíbles, diabólicas y multifacéticas ofertas está ya a rebosar.

Aunque los líderes políticos se esfuercen en decirnos y una y otra vez, que las próximas elecciones no se deben tomar como ejemplo y guía de lo que a final de año ocurrirá a nivel nacional, las ofertas generales aparecen y se solapan en cuestión de horas y por ello, ya estemos inmersos de lleno, en el maléfico juego del quién da más.  

Las ofertas e ideas geniales aparecen a mansalva y no importa que nunca hayan sido ni siquiera citadas durante la legislatura o que la inmensa mayoría de las muchas promesas realizadas durante los años de gobierno no hayan sido cumplidas, ni lo serán a corto y medio plazo o jamás; que haya más pobreza que nunca; que la deuda y el déficit suban diariamente a una velocidad de vértigo; que la enseñanza esté totalmente depravada y abandonada; que a pesar del alto índice de paro, haya falta de personal laboral en general, sanitarios, jueces y demás miembros necesarios en la administración de justicia o de funcionarios para que funcione la más que imprescindible Seguridad Social en particular; que el campo se desangra por falta de agua debido a una pertinaz sequía y a la falta, durante años, de un plan general para arreglarlo o al menos, tratar de paliarlo; que los bosques por el excesivo calor, la ausencia de cuidados previos y por la maldad de la mano del hombre, se quemen con la misma facilidad que arde una cajetilla de cerillas al acercarle una ligera llama; que el paro juvenil alcance cotas inauditas; que sobrevivamos a costa de un permanente incremento de la ya mencionada deuda o de las limosnas que nos dan los demás o, que estemos sumidos en una crisis económica, política o de identidad nacional e internacional. Aquí no pasa nada, el gobierno no tiene ninguna responsabilidad y que nadie ponga en duda, que absolutamente todo, tiene cabida en cualquier campaña electoral.  

Siempre queda exonerado el mismo gobierno que, ilegalmente y sin remordimiento alguno, emplea todos los medios oficiales de propaganda estatal para hacer campañas en su beneficio, engañar a los contribuyentes y embaucar a los pobres de espíritu o a aquellos con muy poca memoria y corto nivel intelectual.

Mientras tanto, la oposición a duras penas resiste y hará bien en no caer en la provocación de optar a dar más de lo que ofrece el gobierno -esos cartuchos suelen salir mal-; debe centrarse en descubrir el pastel y la parafernalia montada en torno a tales mentiras, en airear, demostrar y denunciar la irresponsabilidad de quienes las mencionan o que las exponen alegremente, sin recato ni dignidad.

Pero, por desgracia, en España este camino no siempre es el bueno ni produce el efecto deseado. Aún recuerdo uno de los más importantes debates electorales pretéritos en los que el Partido Popular desbrozó, una por una, las falsarias teorías económicas del Partido Socialista en tiempos de Zapatero, de la mano y en boca de un señor llamado Solbes, que tanto mal hizo a España por ser un vendido lacayo al mentir sir ruborizarse, a sabiendas que todo lo que decía no era verdad.

Por lo tanto, creo entender que es la propia ciudadanía la que, antes de depositar sus votos, debe resolver, analizar y pensar lo que le llega por diversos canales para dilucidar lo que es o no verdad, lo que es puro engaño, que mensaje encierra realmente tal información y lo que puede llegar a suponer dejarnos embaucar.

Pero, da la casualidad, que España no es un país donde se conozca, use y predique las ventajas ni los modos del Pensamiento Crítico; esa forma de pensar, desmenuzar y analizar la información que nos llega por la vista, el oído o el tacto, para descubrir que lo que realmente oculta detrás y poder desenmascarar el verdadero mensaje que se nos quiere trasladar.

El gobierno se ha pasado toda la legislatura mirándose a ombligo, dándose besos así mismo y procurando tomar por la fuerza o a base de sucias regalías los medios de comunicación, las voluntades individuales y colectivas de ciertas regiones y la mayoría de los diversos organismos y estamentos que controlan la independencia y el buen funcionamiento de la sociedad civil en un régimen democrático.

No hemos sido capaces de descubrir a tiempo sus patrañas y tacticismos; y aunque lo hubiéramos hecho, no supimos denunciarlo con la suficiente fuerza y claridad con la que ganar una posición de ventaja, que les hiciera descarrilar.

Ahora ya es tarde, todo o casi todo medio de comunicación, organismo o entidad está copado, controlado o gobernado por peleles que ponen y pondrán toda la carne en el asador, porque de su supervivencia, además del prestigio, les va la continuidad en un cargo desde donde presumir y medrar, que, además, está bien remunerado y donde no se suele trabajar mucho salvo en época electoral.  

Tan solo les faltaba que las siempre vendidas a las izquierdas y bien amamantadas organizaciones sindicales, aprovechen el día de hoy -en un momento muy difícil para el trabajador o el emprendedor que quiere prosperar- pongan todo su empeño en ensalzar a un nefasto gobierno y su política laboral -que no ha hecho nada de lo que prometió y promete y se ha limitad a acribillarnos a impuestos- quien ya se ha encargado de nutrirles a manos llenas para cuando llegara el momento, en el que cómo ha ocurrido, les pudieran necesitar.