¿ESTÁ MUERTO EL ESTADO ISLÁMICO?

F. Javier Blasco, Coronel en la Reserva

2 de octubre de 2016

Cuando hace algo más de dos años (verano de 2014) apareció en fuerza el autoproclamado Estado Islámico (IS por sus siglas en inglés) la mayoría de los estrategas y bastantes agencias de inteligencia daban por fácilmente combatible y extirpable dicho movimiento yihadista.

Centrándonos en este trabajo en su lucha en terreno iraquí, la coalición formada al efecto y sobre todo su principal valedor EEUU pensaron que mediante una simple estrategia que suponía en síntesis un cierto grado de apoyo por el aire, cesión de productos de inteligencia y determinados apoyos en material e instrucción a las fuerzas locales, se estimaba que en el plazo de unos doce meses, las fuerzas paramilitares del IS habrían desaparecido del mapa y podríamos estar hablando de otra cosa.

Sin embargo, algunos nos mostramos ciertamente incrédulos y en sucesivas ocasiones hemos criticado dicha estrategia en todos los foros posibles. Pocos nos hicieron caso y pensaban que nuestras “catastrofistas” predicciones y análisis iban por el mal camino. Pero, la cruda realidad nos ha venido dando la razón.

Llevamos más de un año vendiendo la teoría de que el IS ha perdido más del 40% del territorio conquistado, que su caída era cuestión de días o, a lo sumo, de semanas. Pero, allí siguen dando la lucha por no perdida, manteniendo el terror entre las gentes bajo su dominio y poniendo en jaque a miles de combatientes de variada y diversa procedencia.

Nuestras teorías se basaban en que el malamente formado e inexperto ejército regular iraquí, humillado y atemorizado por los yihadistas hace dos años, necesitaría mucho tiempo para recomponerse, adiestrarse y quitarse el miedo del cuerpo; que la ingente cantidad de material bélico abandonada por estos en manos de aquellos sería clave en la lucha armada; que no basta con este tipo de fuerzas locales para luchar contra aquellos que hacen de la lucha desigual e hibrida su forma de trabajo y estrategia; que se precisarían importantes contingentes de fuerzas especiales para el mantenimiento y éxito en una lucha desequilibrada y el combate en poblaciones llenas de trampas de todo tipo, incluso las humanas; que los apoyos por el fuego deben ser mucho más directos y cercanos con importante participación de las fuerzas aeromóviles a base de helicópteros de transporte y ataque para poder actuar donde se requiera en cada momento, cambiar la dirección o de centro de gravedad del ataque en busca del definitivo punto decisivo; que la artillería de campaña autopropulsada y de gran calibre jugaría un gran papel fundamental para el reblandecimiento de las intrincadas posiciones y túneles de escape y enlace preparados con mucha antelación y tino; que los instructores de las fuerzas locales deberían convertirse en auténticos directores de las operaciones, luchando codo con codo con los encargados de entrar en el combate cuerpo a cuerpo, para insuflarles confianza, mantener las decisiones adoptadas y corregir etas en función de los cambios en la situación o las reacciones del enemigo; que la unidad de acción y de mando era fundamental por lo que la intervención de diversos tipos de fuerzas con diferente principios y conceptos, no estandarizas y realmente coordinadas podría traer problemas en los momentos decisivos del combate y que los apoyos en información e inteligencia deben ser sobre la base de drones y satélites combinados con delatores locales a los que habrá que comprar o convencer.

Solo algunas de estas recomendaciones de carácter militar fueron poco a poco siendo adoptadas aunque ninguna lo ha sido completamente. EEUU ha tenido que ir aumentando su presencia de militares propios en el teatro de operaciones; aunque su verdadero papel jugado en el mismo nunca ha sido desvelado, muchos nos lo suponemos. Pero lo peor de todo lo no adoptado queda aún allí; la amalgama de unidades de diversa procedencia, ideología e intenciones (iraquíes chiitas, iraníes, peshmergas kurdos y algunas facciones cristianas) sigue en el campo de operaciones. Ahora, todos ellos confluyen sobre Mosul atacando la ciudad por diversos sectores sin aparente coordinación ni unidad de acción. A todos estos, hay que unir los recientes despliegues de tropas regulares turcas en las fronteras comunes para estar en disposición de actuar cuando sea preciso y, sobre todo, para evitar que sus eternos enemigos, los kurdos, ocupen un terreno favorable para las pretensiones de apoyo al PKK y el establecimiento de un Kurdistán libre de yugos externos.

Los recientes combates se anuncian en la prensa internacional con grandes titulares en los que se dice que las “fuerzas de elite” iraquíes de apresuran a entrar en combate contra los yihadistas, cuando, en las escasa fotos que vemos publicadas aparecen algunas columnas de carros de combate, pero la mayoría muestran gentes de todo tipo y condición, variopintamente armadas y malamente uniformadas amontonadas en vehículos civiles y militares dando más la sensación de pertenecer más al famoso ejército de Pancho Villa que a otra cosa.

Hoy nos desayunamos con la noticia de que los precipitados ataques de ayer tuvieron que ser parados por la llegada de la noche y por las dificultades que proporciona una importante tormenta de arena sobre el lugar. Y, yo me pregunto, ¿Si la planificación del combate está en “manos expertas”, no se podría haber sabido esto antes? Por lo que veo o no se planificó con suficientes medios y el preceptivo estudio de los factores, o los que lo hicieron, no tienen ni idea de cómo hacerlo. Peor sería el resultado, si es que esto se debió a que las diversas fuerzas han actuado en contra de las estimaciones y recomendaciones de los que planean las operaciones en un intento de ganar protagonismo o por no quedarse atrás en la lucha por “la victoria”.

Los yihadistas aún mantienen diversas iniciativas y cierta libertad de movimientos, su repliegue acompañado de ciertos contraataques parece bastante ordenado y las medidas que adoptan para ello, supondrán muchos sacrificios tanto para las fuerzas atacantes, como para los cientos de miles de civiles aún bajo su opresión y control, que siguen siendo usados como escudos humanos o asesinados por causas vánales como desobediencia, diferencia de culto, rehusar a integrarse en sus filas o abandono de la lucha ante el enemigo cercano.

Como es habitual en este conflicto, volvemos a vender la piel del oso antes de cazarlo y desangrarlo definitivamente. Además de que solo se ha conquistado una pequeña parte de Mosul, aún queda mucho territorio en manos del IS tanto en Irak como en Siria. La lucha final por el control de la ciudad más importante en sus manos puede ser larga; será muy sangrienta y llena de indiscriminados peligros y trampas (las famosas booby traps) que amenazan y se ceban tanto en civiles como en las “fuerzas militares”. El reparto o el control de la misma, si es que se lograra conquistarla, puede ser tremendamente disputado entre las diversas facciones en liza y veremos que ocurre con las ya famosas, aunque sibilinamente ocultadas, represalias sobre los combatientes vencidos y los propios ocupantes civiles atrapados en sus garras.

Cuando se actúa sin orden ni concierto o cuando los intereses para actuar obedecen a fines totalmente diferentes e incluso divergentes, los males posteriores pueden ser muy grandes y, seguramente, supondrán un enrome costo añadido a los ya tremendos horrores de esta cruenta guerra tanto civil, como ideológica y religiosa. La cultura del odio en las personas y el recuerdo de lo sufrido por sus congéneres y allegados, serán elementos muy difíciles de contener por lo que el exterminio de muchos de los sunitas en la zona volverá a ser la pieza clave para que su odio hacia los chiitas se exacerbe e incremente de forma que se vuelva a sembrar el deseo de mantener su califato e ideología al precio que sea.

En todo conflicto bélico debe ser preceptivo un estudio de los factores que nos llevaron a él; es muy recomendable y yo diría que obligatorio, evitar que estos se recrudezcan y desarrollen por ser una pieza clave para que el postconflicto sea lo más corto y productivo posible. Si dejamos las manos libres en este aspecto a los “vencedores”, si no se mantiene la ley y el orden tras el conflicto o los subsiguientes cambios políticos y sociales introducidos en el territorio se encuentran muy alejados de una democratización y pacificación duradera, los resultados finales pueden ser mucho más destructivos que el origen y el propio conflicto en sí mismo.

Cosa similar a lo dicho en estos dos últimos párrafos es perfectamente trasportable a la guerra actual en Siria donde se han mezclado varios conflictos al mismo tiempo y el número y la razón de ser y estar de los actores principales y secundarios en ellos son tan variopintos y divergentes que, a veces, resulta muy difícil definir claramente quienes son y qué es lo que pretenden.

En cualquier caso, el IS sabe que puede perder esta batalla, pero no está dispuesto a perder la guerra. Por ello, en estos dos largos años de existencia, ha venido buscando nuevos territorios donde extenderse y afincarse. Han entendido, que por razones obvias, tanto Irak como Siria son territorios muy apetecibles a gran parte de la comunidad internacional y que esta hará todo lo posible para expulsarlos de ellos por lo que su existencia solo puede estar garantizada en aquellos que no atraigan tanta atención e intereses internacionales.

Razón esta última por lo que avanzan cada vez más sobre diversos países del centro y el cuerno de África, Libia, Egipto y Afganistán. En ellos pueden sembrar más fácilmente su semilla para crecer y expandirse con posterioridad a otros países vecinos donde los intereses y los réditos internacionales no sean tan grandes y, por lo tanto, encuentren una menor resistencia a su existencia y pervivencia.

Por otro lado, las recomendaciones que se venían haciendo de tipo religioso para combatirles dentro de su mismo entorno y religión no se han llevado a efecto en absoluto. Han sido muy pocos los líderes musulmanes incorruptos los que les han combatido con la palabra en defensa de la verdad haciendo un claro panegírico de lo errados que están estas almas al confundir plenamente el verdadero sentido de la religión musulmana y de su mensaje. Los diferentes intereses, derivaciones y tendencias dentro de esta religión no son capaces de lograr un frente común para combatirles; quizá, porque no les interese combatirlos y así no nos preocupemos por lo que hacen estos mismos o, porque en ello, puede estar su perdición al generar con su postura contraria verdaderos odios sobre los que prediquen dichas teorías refutatorias. Odios, que incluso, pueden ser más fuertes que el que aquellos ejercen sobre los cristianos.

Cosa similar podríamos decir del incumplimiento de las recomendaciones en el campo social. Sabemos que sus mayores adeptos nacen de entre aquellos sin arraigo donde viven, clases marginadas, poco integradas y sin futuro. Poco o nada se está haciendo en estos campos allá donde más florece este tipo de personas. No cortaremos nunca esta mala hierba sin el empleo del herbicida adecuado y ello supone además de una intensa y eficiente actuación policial y de inteligencia, una mayor integración y confluencia política, religiosa y social de nuestros hábitos, usos y costumbres con sus necesidades y reclamaciones. Una vez establecidos en los territorios, hasta ahora hostiles para ellos, lo que debemos hacer con ellos son reales políticas de integración y no dejar a millones de personas libremente y al albur de aquellos que pueden atraerlos fácilmente mediante promesas y mentiras que les “solucionen” para siempre su inestabilidad personal y social.

En definitiva, el IS no está muerto en absoluto, siguen combatiendo en varios escenarios, y principalmente, en Siria e Irak; lo seguirán haciendo por mucho tiempo a pesar de los esfuerzos de las diferentes coaliciones o países que les combaten de forma conjunta o individualmente. Pensar que solo cortándoles el acceso a los pozos petrolíferos supondría su defunción por inanición, ha sido una mera quimera. Los muchos métodos y procedimientos que ellos emplean para obtener el dinero con el que sufragar sus gastos son muy variados y tanto o más productivos que la engorrosa explotación y transporte del petróleo. Militarmente cuentan con el fanatismo de sus seguidores quienes luchan hasta la última de sus fuerzas y con las ventajas que les da el buen empleo de las nuevas tecnologías para conocer nuestros movimientos y sembrar el pánico entre los que osan combatirles.

Son capaces, tal y como así lo están haciendo, de extenderse a otras zonas más seguras y siempre contarán con la posibilidad del empleo de sus fanáticos seguidores para seguir llevando, aisladamente o en pequeños grupos, el terror a zonas o países muy alejados de los conflictos donde y cuando ellos estimen oportuno actuar.

Ni en sus orígenes, raíces, tendencias, predicamentos y, ni siquiera, en el campo militar, la comunidad internacional ha sabido o querido actuar con la contundencia, los medios y los procedimientos que un problema tan grave y enquistado como este requieren. Mientras sigamos vendiendo las “victorias pírricas” como totales; continuemos sin actuar con contundencia en todos los campos (social, económico, militar y religioso) y no sepamos ir cerrando las heridas causadas por su existencia y presencia, todos los factores que favorecieron su germinación, florecimiento y crecimiento seguirán intactos o, quizá, se transformen en algo aún más fuerte y deplorable.