A LA FUERZA AHORCAN

F. Javier Blasco

24 de septiembre de 2016

Cuando alguien emplea esta frase lo que quiere decir es que, en determinadas circunstancias, la situación a la que se enfrenta le obliga a hacer o decir algo que en otras circunstancias no haría, pero que como no le queda más remedio, lo hace. En definitiva, lo empleamos para expresar nuestro inesperado cambio de postura u opinión, aunque se haga sin querer hacerlo o de mala gana pero que, por fuerza y, muchas veces sin convicción total, se hace porque no hay más remedio dado que las consecuencias negativas por no hacerlo, serían superiores a las que acarrearía el haberlo hecho.

Esta cita viene al caso para dibujar claramente la situación política vivida en España durante casi todo este último año. Llevamos más de trecientos días sin gobierno en plenas funciones, dos procesos electorales fallidos hasta la fecha, millones de mensajes en las redes sociales, miles de horas de acalorados e improductivos debates televisivos, millones de litros de tinta y toneladas de papel publicado sin conseguir nada positivo en las cabezas y pensamientos de ciertos máximos dirigentes, que no líderes políticos.

El cambio de postura sobre la cerrazón y la falta de cordura de estos, al parecer casi por unas horas, no nos ha llevado a una nueva convocatoria electoral con todos los problemas internos y externos que ello supone. Hasta hora no había importado nada de lo que los votantes les demandábamos a los representantes políticos, ni que se acababan unos presupuestos, a todas luces insuficientes y desfasados, para afrontar con su prorroga todo lo que se nos avecina.

Tampoco han pesado nada o casi nada: las exigencias de la propia Unión Europea en cuanto a una estabilidad política en España para poder estudiar la aplicación o no de ciertas medidas coercitivas sobre nuestras cabezas; la necesidad de tomar el toro por los cuernos en lo referente a la continuidad o reforma del sistema de pensiones; la mejora del sistema electoral; la reforma laboral que realmente se necesita para acabar con la lacra del paro que nos atormenta; la verdadera autonomía y eficiencia de la justicia; un adecuado y efectivo sistema de reparto de cargas y derechos económicos que muestre la solidaridad y la verdadera responsabilidad del gasto entre los diferentes territorios de esta nuestra España; un permanente y adecuado sistema educativo que nos saque de los puestos de cola en los que estamos enganchados desde hace varios lustros; la reorganización de la estructura y el imparable gasto de la administración y las adecuadas reformas de nuestra Constitución para que, de una vez por todas, claramente se delimiten las atribuciones de las autonomías y se corten sin titubeos los intentos separatistas e independistas de determinadas regiones.

Todo lo anterior, era pecata minuta, cosas sin valor alguno. Para su resolución se podían esperar cuantas elecciones fueran necesarias y, entonces, serían tomadas en consideración. Hacíamos como el avestruz, esconder la cabeza en un hoyo, para no darnos cuenta de la proximidad, gravedad e inminencia del peligro.

Lo importante eran los sillones y cargos ocupados por muy menguantes que la cruda realidad venía demostrando. Lo fundamental era que no gobernara la derecha a la que se le describe como lo peor del mundo; que se desayuna cada día con medidas contra las mujeres, los ancianos, los niños; que ha vaciado, porque le viene en gana, la hucha de las pensiones y que ha destrozado todo, hasta la propia Seguridad Social y así, según ellos, ya no quedan hospitales a los que uno pueda acudir sin su tarjeta Visa.

Todo esto y miles de insostenibles barbaridades más, que poco a poco, a fuerza de repetir un discurso calculado y calculador, han ido calando en los oídos y mentes de aquellos poco informados o que solo quieren oír los que estos “predicadores del mal” le regalan cada día en las asambleas, tertulias y protestas pancartistas, aunque aquellos basen sus teorías en la mentira y en recetas políticas fracasadas antaño o que todavía se aplican en algunos rincones del planeta, donde sufren las peores condiciones de vida y las menos democráticas, jamás vistas.

Ha sido precisa una revolución interna, poco entusiasta y a medias tintas en el seno del partido político que tenía en su mano la llave para que todo aquello no ocurriera. En un proceso un tanto pintoresco y lleno de maldades por todas partes, dicho partido, tras la obligada renuncia de su Secretario General, se ha roto en casi dos mitades. Ni siquiera el empleo y aplicación de sus sistemas internos de decisión han sido capaces de aplacar los ánimos y acercar posturas entre las partes.

Ayer vimos como esto ocurría y hoy continuamos escuchando declaraciones de todo tipo que muestran a las claras, que las decisiones democráticas internas de los partidos, no siempre se aplican por unanimidad una vez adoptadas por una mayoría de casi el 60%.

La lucha será encarnizada en el futuro inmediato porque seguirán sin darse cuenta de que lo que dicho partido precisa es una reconsideración del camino andado en los últimos tiempos, una vuelta a sus principios y posiciones y tratar de ocupar el puesto que sus homólogos europeos vienen adoptando con bastantes buenos resultados, como se viene viendo, por ejemplo en Alemania, donde los ciudadanos alemanes están premiando la adopción de posiciones serias y por el bien general. Todo esto precisa mucho reposo y dialogo, de un tiempo bastante largo, máxime a la vista de los porcentajes y cerrazón de las dos posturas.

Muchos de los aún recalcitrantes no son conscientes de que la constante sangría en número de votantes les puede llevar a la irrelevancia tal y como ya les ha ocurrido a partidos hermanos en países de nuestro entorno. No, lo importante es mantener la postura y no enmendarla sin darse cuenta de que España necesita todas aquellas reformas y que hasta su propia poltrona está en peligro en un futuro inmediato. Que esto ocurrirá porque los votantes, hartos de tanto postureo y mentira, les abandonaran, o lo que es peor, se irán a aquellos otros partidos que les quieren devorar, como ya han hecho con algunos “colegas” de la izquierda.

Aunque demasiado tarde, tras haber perdido mucho tiempo y demasiado dinero colectivo, la decisión está adoptada y por aquello de que nos enteremos, como si no lo supiéramos ya, en una primera votación dirán no a la formación de un gobierno y, en una segunda, no todos, pero si la mayoría de ellos, se abstendrán. Que ganas de seguir marcando posturas y de realizar gestos inútiles, desaprovechando posiciones de mucho más valor intrínseco para sus propios intereses como partido político y poder recuperar los millones de votos de las personas que lo que buscan no es el lío de las élites políticas, lo que quieren, porque lo necesitan, es que se les solucionen sus problemas y se les garantice un futuro digno para ellos, sus viudas, hijos y nietos.

Aplaudo la decisión adoptada ayer, aunque me reafirmo en que no hacen falta más gestos para demostrar su archiconocida postura política. Lo importante es ponerse las pilas, remangarse y empezar a trabajar porque tras un año sabático y muy bien remunerado para ellos, queda mucho trecho político por recorrer. Deben ser muy conscientes de la responsabilidad que tienen en sus manos y dejarse de negativas y posiciones que obstruyan el “normal” desarrollo de todo lo que, anteriormente he mencionado que es, más que necesario, para seguir adelante. Es una oportunidad de oro para lograrlo que no se debe despreciar provocando, a la fuerza por ingobernabilidad, unas nuevas elecciones en el plazo de unos meses.

No deben hacerlo por dos motivos; porque no lograremos avanzar en nada y así los enumerados problemas se agravarán y porque, a la vista de cómo está el patio interno en dicho partido, hará falta bastante tiempo para recuperar la estabilidad y tomar el necesario impulso para alcanzar cotas positivas. Si continúan en la cerrazón por la cerrazón, no solo habrán roto su partido, sino que se habrán engañado, una vez más, a ellos mismos y a sus votantes y no lograran la necesaria y precaria recuperación que precisan. Hay que darle tiempo al tiempo y no actuar con vehemencia y, mucho menos, con prisas que, como todos sabemos, nunca fueron buenas consejeras.

Lo dicho, a la fuerza ahorcan, porque la verdad de todo esto, es que ese casi 60% de responsables políticos de dicho partido lo que verdaderamente han entendido es que, el ir a unas terceras elecciones en tres meses, con un partido roto, donde los cuchillos vuelan a todos los niveles, no será nada bueno para ellos y los más que previsibles malos resultados les llevarían a una situación de muy difícil justificación y de indiscutible menor peso político.

Lo que no es de recibo, son las declaraciones “patrióticas” de aquellos dirigentes del partido, que aunque hoy han cambiado de postura, hasta ayer mismo pregonaban y justificaban su abstención a ultranza; mucho menos las alabanzas que veo hoy en casi toda la prensa y sobre todo, las calificaciones que se lee en la editorial de uno de los diarios de mayor tirada en España, quien viene a decir que este gesto es una muestra de la “altura política y la responsabilidad institucional” del dicho y no mencionado partido. Un poco de seriedad y coherencia, por favor.