PUES SI, CABÍA MÁS



F. Javier Blasco Robledo, coronel (r)

30 de abril de 2024

 

Hace bien poco publiqué un trabajo en esta misma web y red, que titulé “rien ne va plus” en el que consideraba que nuestro prolijo y nada fiable presidente del gobierno había llegado al sumun de sus, llamémosles “fechorías y que su grado de ignominia, atrevimiento y de emitir graves y grandes falacias y burlas de todo tipo al personal en general no podían alcanzar cotas superiores; pues bien, solo han bastado unos pocos días, para demostrarme a mí mismo y a todo el mundo, que me volví a confundir; que su capacidad de creación y actuación con tales malas artes es inagotable y que siempre está dispuesto a volver a atacar con nuevos y viejos eslóganes o maniobras torticeras y que su posibilidad de atrevimiento y de mentir publica y notoriamente ante la historia, los ciudadanos y las hemerotecas no tienen límite ni parangón.

Sigue a pies juntillas los predicamentos de su guía y maestro en estas lides de la mentira, la falacia y la exageración en las malas artes y la falta de seriedad, Rodríguez Zapatero, a quién, hace años, se le pilló con un micrófono abierto por accidente aquello de “hay que meter más presión en la sociedad para poder ganar”, el personaje que nos ocupa la atención estos días, debió considerar, que estaba de nuevo en esa misma situación y se lanzó a su enésima representación teatral, dramática, casi estertórea para engañarnos otra vez a todos los que, erróneamente le quisimos o tuvimos que escuchar, aunque con diverso interés e intencionalidad.

Cogió por los pelos una noticia sobre las “artes y tejemanejes” de su esposa Begoña Gómez -noticia, a la que realmente no se le había dado mucha publicidad, por su poco interés y ser cosa ya casi superada por diversos motivos- y la convirtió en su fingido casus belli personal, oficial, nacional y casi internacional. Con tal motivo, el pasado miércoles montó en una fingida y sobrepasada cólera y acto seguido, nos mandó una carta a los españoles, en la que anunciaba tomarse un periodo de reflexión personal, para determinar -junto a su mencionada esposa- si merecía la pena continuar en el cargo o abandonaba la política al sentirse tremendamente ofendido porque alguien  habia osado meterse con su vida familiar y la "profesionalidad de su adorada pareja".

Primera gran mentira, porque ayer hemos sabido por boca de él mismo -durante una jabonosa entrevista en la 1 de RTVE- que su esposa no sabía nada de la carta y que cuando, ella se enteró de su existencia, como todos nosotros, hasta le recriminó haberla escrito y publicado.

En su enlatado, fingido, mal estructurado, leído y poco o nada creíble discurso de ayer mismo en el que nos presentaba, sin preguntas, los motivos de su continuidad, el nefasto cúmulo de mentiras, falsedades, medias verdades y despropósitos fue extremadamente grande, grave y a la vez, muy peligroso.

Discurso, del que destaco solo tres puntos por considerarlos los más importantes o trascendentales; en primer lugar, nadie, absolutamente nadie ha dicho antes o después de este periodo melodramático -al mejor y más puro estilo inglés- que las mujeres no pueden dedicase a los negocios y a ejercer sus carreras, pero, sobre todo, si estos puestos están bien fundados en conocimientos, preparación y capacidades reales y personales. Nadie las quiere relegar a ocupar un lugar exclusivamente entre las cacerolas o haciendo las labores propias de la casa. Afirmar eso, como hizo Sánchez y además, en dos ocasiones, es totalmente pueril y gravemente mal intencionado. Jugar muy sucio con este punto y, hacerlo adrede y de forma reiterativa, es totalmente imperdonable.

En segundo lugar, quisiera resaltar que según él, ha basado su decisión de continuar en el gobierno en el “masivo y caluroso apoyo popular" recibido en toda España, cuando a pesar de los esfuerzos del el PSOE y de los medios afines, todos hemos podido ver que ningún presidente ha recibido un apoyo tan escuálido, residual y fuera de foco, a pesar de la necesidad de calor en  estos momentos y sobre todo, de las melodramáticas situaciones pintadas por su partido, el gobierno en pleno y los muchos medios de comunicación que tiene totalmente entregados o vendidos a su causa y del esfuerzo de animación a la exaltación popular, de algunos de sus ministros, quienes deberían hacérselo mirar por su exagerada y poco elegante postura, rayana con alguna grave enfermedad mental, que no me atrevo a calificar.

Y por último, decir que en este capítulo de amenazas, barbaridades y despropósitos del susodicho discurso, no tiene cabida que un presidente del gobierno de España, que se supone lo es de todos los españoles, marque claras diferencias entre ellos y nos separe en dos grupos o bloques enfrentados como propios y enemigos; que no haga ningún tipo de autocrítica ni se acerque a dar una mínima explicación de lo ocurrido y que, sin embargo, lo llene de semi veladas amenazas sobre los grupos o entidades (judicatura, medios y partidos de la posición) no afines a su autarquía, por el mero hecho de no tragar con sus preceptos o por denunciar y defender la verdadera democracia.

La situación vivida esta pasada semana, con su apoteósica, pueril y bura decisión final de ayer mismo, no es más que el resultado de un autogolpe de Estado con todas las de la Ley -aunque incruento de momento- al crear ficticiamente una situación insostenible de incomprensible acoso para quien ejerce el poder legalmente; lo que le obliga a tomar con urgencia decisiones graves y dictar, sin más explicaciones, todas las medidas que estime necesarias para defenderse él y la institución que preside y, tras enrollarse en la bandera de su propia versión de democracia, hacer e imponer de forma cuasi con manu militari, todo lo contrario a lo que dicha sagrada palabra y concepto encierran.

Visto lo visto, comprobamos que sí, al menos para Sánchez, hay espacio para realizar más jugadas a pesar de que el crupier se esfuerce en que dejemos de apostar sobre el tapete. No obstante, mucho me temo, que esas jugadas, fuera de momento y lugar, producirán muchos y graves efectos nocivos para la convivencia de los españoles entre sí y, sobre todo, pueden acabar con la democracia que nos dimos en 1978 por altísima ilusión y unanimidad y que tanto esfuerzo, sacrifico y problemas trajo poderla alcanzar.

Puede que esta sobreactuación de Sánchez solo haya servido para avergonzarnos algo más frente al mundo por nuestra escasa y pueril calidad política y para alertar a nuestros pares, vecinos o iguales de que aquí está ocurriendo algo gordo y fuera de lo normal y ya me gustaría,y mucho, que la inoperante UE dejara de atender solo a los problemas económicos de sus miembros y a algunos menores y poco rentables escarceos en política exterior y defendiera con ahínco, como así figura en sus estatutos y compromisos reales, la democracia y la aplicación de las libertades de todo tipo en sus países miembros y entre ellos en sus relaciones.

Esperanza, que debo confesar, es muy poca y cogida con pinzas, dado que, en estos momentos nos enfrentamos dentro y fuera de España a diversas e inminentes campañas electorales, amén de otros duros y diversos problemas con salidas o  soluciones difíciles de alcanzar o tomar. Hechos estos que, sin duda, en absoluto no hayan pasado desapercibidos a Sánchez a tenor del momento elegido para poner en escena esta gran performance. Cosa, que por cierto, no es la primera vez a la que recurre ya que loha  protagonizado repetidas veces y siempre que se ha visto con el agua al cuello, lo que con frecuencia, le ha propiciado exitosas salidas, aunque gracias a falsas y exageradas sobreactuaciones.