INDEPENDENTISMO Y TERRORISMO, SEMEJANZAS Y PROXIMIDADES

F. Javier Blasco

10 noviembre 2017

La simple lectura del título de este trabajo puede llevarnos a pensar que su autor ha perdido gran parte de su capacidad de razonamiento, se encuentra bajo la influencia de la exageración o es víctima de cierta visión partidista. Pero creo, que tras el análisis de lo que expongo a continuación, algunos, si no todos, podrán cambiar de opinión.

Ambos movimientos surgen de un espíritu o sentimiento más o menos arraigado en todos sus actores y fundamentalmente en las mentes de los protagonistas que los lideran. Normalmente, dicho sentimiento no nace por generación espontánea, salvo entre los guías o padres iniciales de la idea; es fruto de años de adoctrinamiento que, poco a poco, se viene extendiendo entre la sociedad aprovechando todos los elementos posibles de penetración y captación.

Son movimientos que brotan dentro del odio exacerbado hacia lo o los que se oponen a su implantación y generan cada vez más odio a medida que avanzan en su desarrollo o aplicación. Sus consecuencias sociales, económicas y políticas suelen ser nefastas a corto y medio plazo para la zona donde fructifican porque generan una profunda situación de inseguridad personal, jurídica y, sobre todo, de convivencia o paz social y el desarrollo laboral.

En la mayoría de los casos, se suele empezar por levantar una especie de pequeña lucha progresiva ensalzando y exagerando la desigualdad, la pobreza o la opresión por parte del poder que legítima o ilegalmente lo ejerce, con más o menos acierto, en dicha sociedad. En otros casos, lo que se busca minar son las raíces religiosas o los valores conquistados, sociales y morales de las personas presentando, al mismo tiempo, una amplia panoplia de otro tipo de posibilidades o salidas que corrijan determinadas desviaciones, muchas veces infundadas, o la necesidad del retorno a los “añorados valores perdidos” que, siempre y a juicio del instigador, fueron mucho más puros y bastante mejores que los actualmente asentados y practicados en la zona y sobre su sociedad.

Tampoco falta, y este es un punto muy importante, la exaltación y tergiversación de la historia y las raíces del pueblo y su terruño. Una historia, que normalmente ha sido previamente dibujada a su imagen y semejanza, sin importarles -lo más mínimo- caer en la exageración, la mentira, la falacia o la posverdad.

Su “historia” queda representada como una época llena de gloria, valores, respeto, libertad e incluso de gran potestad frente a la “pobre” realidad en la que hoy dicho pueblo, región o país vive por culpa de los por ellos considerados como verdaderos “malvados opresores”. Historia, que se han preocupado mucho en dibujar con detalle y exageración hasta tal extremo, que la situación actual nadie la pueda identificar con lo que fue años o siglos pasados.

Para la exaltación de los mencionados valores, cualquier cosa es válida, incluso ahora aún más. Se sabe que es muy importante -en razón del ingente personal que arrastra- la participación de deportistas, artistas, gentes de la cultura o las ciencias e incluso de clubs o asociaciones deportivas; quienes, sin el menor reparo, no dudan en abjurar de todo su pasado e identificarse con el "sol que más calienta en estos momentos”.

La evolución de los tiempos con la entrada en escena y la verdadera influencia los diferentes medios y redes de comunicación hace que estos sean empleados con auténtica y creciente profusión. Para ello, no dudan en engañarlos e incluso comprarlos al precio que sea. Es la forma de hacer llegar el mismo mensaje a muchos lugares y a más personas al mismo tiempo; siendo, además, un método muy eficiente por la dificultad de su control interno y externo lo que les hace, que sea prácticamente inviable reducir su impacto en la formación, adoctrinamiento, difusión de mentiras y en la amalgama de adeptos.

Muchas veces, para poder alimentar el éxito de lo que acabo de referir, hay que ir sembrando la misma semilla en las mentes de las personas desde sus primeros pasos de la vida en la formación y el raciocinio; por eso, penetrar en las mentes de los niños y continuar durante todo el proceso formativo de los jóvenes es fundamental para lograr el éxito. No hay que olvidar, que aunque inicialmente ambos movimientos vienen representados o protagonizados por personas de cierta avanzada edad, es en la fuerza, el ímpetu, el desparpajo y la perseverancia de los jóvenes donde se encuentra la llama que alimenta las acciones más violentas, pertinaces o persistentes y sin temor a ninguna de sus consecuencias. Normalmente, estos no tienen ataduras sociales, económicas ni laborales e incluso, su participación en estos actos puede hasta resultarles anecdótica, graciosa e ilusionante; por lo que todo ello, les lleva a verse implicados de hoz y coz en todos los eventos, movimientos, andaduras y sacrificios que supongan una participación activa, ruidosa o combativa.

Otros grupos de personas potencialmente interesantes y relativamente fáciles de convencer y aunar a estas causas son: la conocida como la clase obrera industrial, y el trabajador rural por cuenta ajena. Personas, que debido a su generalmente relativa baja formación intelectual, las presiones laborales en las que normalmente desenvuelven su labor cotidiana y a unos no muy elevados salarios, tienen las mentes muy abiertas a recibir, encajar, apoyar y defender todo aquello que les prometa mayores facilidades para el desarrollo de sus vidas y les lleve a un mundo ideal en el que, con poco o nulo esfuerzo, todo les será otorgado y, casi de un plumazo, terminen todos sus males y penares. Son aquellos que, por razones bastante fundadas en muchos casos, anidan graves resquemores sobre el empresario o el propietario que les explota por lo que, es relativamente sencillo encontrar su apoyo y comprensión en la lucha contra cualquier “opresor”.

Ambos movimientos en estudio necesitan de una financiación y un apoyo logístico para poder nacer, crecer y multiplicarse. Apoyos que pueden venir de fuentes endógenas o exógenas. De países que están dispuestos a desestabilizar cualquier zona o país por razones propias o determinados y específicos intereses políticos o estratégicos -más o menos ocultos- por lo que, no dudan en proporcionarles todo tipo de apoyos y una importante cobertura política, comunicativa o en poner a su disposición ciertos avances tecnológicos, sobre todo, en los aspectos de propaganda partidista y en la difusión y profusión de noticias y mensajes por complejas redes a nivel mundial aunque aquellas sean totalmente falsas.

Por otro lado, la transversalidad en la que vive el mundo actual, hace que por todas partes haya movimientos hermanos o muy similares -aunque estos se basen en principios totalmente diferentes- que están dispuestos a darles cobertura, difusión y apoyos, incluso legales, para servir de altavoz y poner en un brete a quien pretende combatirles o desprestigiarles. Cosa que hacen por mutuo interés ya que, al mismo tiempo, les sirve de propaganda propia u obtienen otro tipo de beneficios. Fenómeno este, que aunque muchas veces pueda ser contraproducente para el prestigio del que los requiere por las ideas que aquellos otros albergan y defienden, no deja de darles un cierto carácter de internacionalidad y diluye su propia soledad.

Determinados movimientos disfrazados de ONGs o encubiertos como ramas espurias de algunas Organizaciones Internacionales mundialmente reconocidas y respetadas suelen acusar rápidamente -sin analizar las causas y acciones que lo motivaron- de culpables, dictadores e irresponsables a los gobiernos que, estando legalmente establecidos, luchan contra los movimientos que ponen en peligro su estabilidad e integridad. Una vez lanzadas este tipo de forzadas “denuncias”, casi siempre enmarcadas en la profanación y violación de los derechos humanos o las libertades, es muy difícil contrarrestarlos, ya que su opinión y juicio, aunque la mayoría de dichos organismos sean irrelevantes, serán usados a bombo y platillo en defensa de la causa emergente enmascarándola de un cierto tipo o grado de legalidad internacional.

Cosa similar ocurre con algunos tribunales internacionales dedicados a este tipo de juicios, que normalmente tienden a decantarse por el “más débil” por aquello de una ligera o laxa aplicación de la Ley o una muy mala interpretación del precepto legal establecido en el Derecho Procesal “in dubio pro reo”. A esto, hay que añadir la existencia de países que tienen a gala y presumen de ser mucho más garantistas que el resto de sus vecinos y, por ello, se convierten en el cobijo y asilo de delincuentes de toda calaña proporcionándoles todo tipo facilidades y trabas legales e interpretativas para oponerse, como mínimo, a su extradición.

No hay que olvidar, que para llevar a cabo cualquier movimiento independentista o terrorista hacen falta una serie de elementos fundamentales: un espacio de aplicación más o menos abonado y ablandado, un plan estratégico[1] y el tiempo necesario para su siembra, implantación y desarrollo. En lo referente a estos dos últimos aspectos, no se debe despreciar la correspondencia y similitud en el uso de las necesarias tácticas, técnicas y procedimientos. Aunque, bien es cierto que su intensidad, grado de aplicación y la aparición o no de la extrema violencia o el acoso sistemático a las personas, la oposición, las fuerzas y cuerpos de seguridad e incluso al ejército -si fuera necesario-, varían mucho de unos casos a otros y no siempre aparece en todos ellos.

Veamos algunas de estas: el empleo de personas débiles como niños, mujeres, lisiados o gente de avanzada edad para interponerse al “opresor” como escudos humanos e incluso, como combatientes o manifestantes encolerizados, es un hecho muy común en ambos casos. La utilización de la Iglesia como elemento “protector” o “impulsor” de las teorías del oprimido siempre aparece de alguna forma.

Portada de diario LA RAZÓN del 9 de noviembre de 2017 en la que se denuncia el empleo de niños y bebés para los cortes de carretera durante la huelga en Cataluña del día 8 de los corrientes[2]

Otra herramienta muy efectiva es la constante y multitudinaria agitación callejera, con a sin razón, para llevar a situaciones de mucha presión sobre los gobiernos o los jueces con la finalidad de influir gravemente en sus decisiones y, sobre todo, para generar en el resto de la población –que es totalmente ajena al proyecto- auténticas situaciones de estrés y repulsa contra todos los inconvenientes; pero, principalmente, contra aquellos que no les garantizan la seguridad y la normalidad en las calles. El gobierno.

La penetración, captación y adoctrinamiento entre las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, los servicios de inteligencia e incluso entre las fuerzas armadas, si fuera preciso, es capital para establecer y mantener un claro control de la situación y asegurar un apoyo -encubierto o no tanto- de todos sus movimientos, acciones y manifestaciones.

La búsqueda de subvenciones oficiales o de particulares entre personas adineradas o empresarios afines o extorsionados, les proporcionan los medios económicos necesarios y suficientes para alimentar su lucha, las carestías económicas de sus seguidores u otro tipo de necesidades a modo de "cajas de resistencia".

Por último; pero no por ello menos importante, la intervención y participación activa de los medios de comunicación libres y a ser posible, también de los oficiales, así como de intransigentes y recalcitrantes periodistas dispuestos a defender su causa en contra del gobierno de turno, es una práctica perfectamente estudiada y aplicada. Además, es muy efectiva porque, para nuestra desgracia, a pesar de presumir de que estamos ante las generaciones más formadas y capacitadas de la historia, la realidad, es que las masas sociales se mueven mucho más en función de la opinión publicada que, de la suya propia.

Opinión publicada, que suele emplear “movimientos pendulares” para seguir atacando a los gobiernos por sí mismos cualquiera que sea su reacción en cada momento. Movimientos, que se basan en criticar con fuerza las “acciones represivas” de los gobiernos, si estas se producen, al considerarlas como “un exceso, inoportunas o muy desproporcionadas” aunque, en realidad no lo fueran tanto; pero también, a renglón seguido y con la misma o mayor vehemencia, no dudan en criticar las posibles “acciones blandas” que, normalmente, se derivan del éxito de la semilla sembrada por sus propias quejas y presiones en anteriores actuaciones.

Se haga lo que se haga, lo fundamental es criticar al gobierno. Postura esta que, por otro lado y tristemente, es también muy empleada por los partidos políticos, que de una manera muy irreflexiva y bastante cainita, solo buscan arañar un puñado de votos aunque se encuentren al mismo lado o en apoyo de este en tamaña singladura.

Muchas veces, los medios por seguir la línea marcada por su editorial, no son conscientes, o si, del daño que producen contra los gobiernos y ,sobre todo, entre la población expectante al sembrar aún más el desconcierto entre aquellos a los que van dirigidos sus mensajes y provocarles una mayor desconfianza sobre los que, por obligación, deben tomar las decisiones de calado para corregir dichas situaciones anómalas.

Dominar o al menos ser capaz de contrarrestar la opinión publicada a nivel nacional e internacional, es fundamental para los gobiernos que quieren corregir cualquier tipo de movimiento que distorsione su estatus y el desarrollo político de su país en paz y dentro de la Ley. Es algo patético pero, tan real como la vida misma, el que estos formadores de opinión suelen invertir importantes esfuerzos y con todo el desparpajo en criticar constantemente al que puede o debe legalmente emplear la fuerza y solo de soslayo, nunca o casi nunca, critican a los verdaderos artífices y culpables de la situación generada. No hay que olvidar, que en base a estas opiniones, muchas de las capitales del mundo occidental y, sobre todo en las que sus gobiernos son poco estables políticamente, de forma más o menos forzada, crean sus puntos de vista y de ellos se derivan las presiones y opiniones sobre el estado que se encuentra con el problema en casa, sin importar que este sea amigo o aliado.

Ante todo este tipo de actuaciones y acciones; cualquier estado que se encuentre en situación de afrontar un problema de este tipo, debe ser consciente de que una importante labor informativa veraz y contundente tanto a nivel interno como externo y una auténtica acción diplomática son dos herramientas imprescindibles para asegurar su éxito o, al menos, contrarrestar en parte la acción del contrario. Aunque, en la balanza contraria, hay que tener presente que la lucha contra el poder de difusión y de falta de veracidad de la mayoría de las redes son elementos de muy difícil solución, sobre todo, siempre que no exista voluntad de ello por parte de sus dueños y explotadores. Auténticos lobbies insensibles y parcialmente asépticos, que solo buscan aumentar sus balances de resultados.

No quisiera terminar este trabajo de análisis y comparación sin mencionar que en muchos casos, sus principales cabecillas suelen mostrarse como personas bravas, valientes lenguaraces y dispuestas a todo cuando se encuentran al frente de numerosas manifestaciones o rodeados de grandes masas de seguidores e incondicionales adeptos exaltados; pero, se suelen “arrugar” rápidamente negando y abjurándolo todo al encontrarse declarando seriamente ante un juez o incluso “huyen” a otros países para evitar verse en dicha situación.

Pronto y fácilmente, quedan atrás muchos de los instigadores plenamente convencidos y dispuestos a todo. No sé si será por pura cobardía; pero, creo que la libertad personal o su propia economía pesan mucho más que sus tantas veces anunciadas “fuertes” convicciones y un inquebrantable “compromiso” hasta el final. Casos de estos hay muchos y conocidos entre terroristas y ayer, todos fuimos testigos de lo dicho por parte de algunos “inquebrantables” separatistas.

Por todo lo expuesto, creo sinceramente, que la similitud en sus orígenes, desarrollo y en las tácticas, técnicas, procedimientos y modos de actuación entre los movimientos independentistas y los terroristas es muy grande por no decir que es bastante similar y que, además, comparten un mismo fin o situación final perseguida, la desestabilización de un Estado; si bien, el grado de aplicación de los anteriores varía en cuanto a su intensidad y uso de la violencia tanto aparente, como de forma real.

P. D. A todo lo dicho anteriormente, hay que añadir que no son pocos los casos que apresados y confesos terroristas que, una vez juzgados y cumplidas sus penas, se integran en la vida social encabezando, liderando o apoyando a partidos políticos, grupos o sindicatos tremendamente activos y de claro corte e ideología independentista.

[1] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/de-la-estrategia

[2] http://www.larazon.es/espana/usan-a-menores-como-piquetes-DJ16864564