ESPAÑA ESTÁ PERDIDA


F. Javier Blasco, Coronel retirado

09 de agosto de 2021

No es precisamente muy recomendable e incluso sería fatuo, empezar un trabajo de análisis y opinión -por muy particular que sea- hablando de uno mismo y menos, si dicha mención se hace casi en exclusiva. Pero si es conveniente recordar al grupo, no muy numeroso, de personas entre las que me encuentro, que a diario sentimos muy dentro lo que es y representa España, lo que nos duele verla vilipendiada y el hecho de que ante tanta basura y escupitajo tratamos de combatirlo con palabras, actos de repulsa o artículos de opinión.

Son ya muchos los años en los que dicho grupo, de pseudo predicadores en el desierto, lleva desgañitándose casi en solitario, tratando de alertar y despertar las mentes dormidas, a los distraídos, a los que viven permanente mirando para otro lado, a aquellos que siempre esperan que sean otros los que protesten o les arreglen las cosas y, sobre todo, a los que con sus votos, de forma directa o indirecta, sostienen en el poder a los que más daño hacen a España, a su verdadera historia, costumbres y tradición.

En 1978 los españoles de buena fe creímos dar un paso de gigantes; pero, como siempre que hacemos algo más o menos importante, solemos mirarnos al ombligo e inmediatamente pensamos que éramos los mejores, que nos convertimos en el ejemplo y guía de otros quienes con sana envidia por nuestra decisión, seguirían los mismos pasos y lo que es aún peor, que con dicho acto político, todo o casi todo mal que durante años llevábamos arrastrando y los defectos inherentes o pecados mortales habrían sanado y quedando para siempre olvidados.

Cómo a la hora de celebrar o conseguir algo, los españoles nunca solemos escatimar en gastos, esfuerzos y fastos, en aquella ocasión no iba a ser menos y otra vez, tiramos la casa por la ventana a pesar de que entendimos mal, muy mal lo que encierra y supone la democracia.

No nos paramos a pensar ni a comparar que habían hecho muchos de nuestros vecinos y aliados que nos precedieron en adoptar dicha sublime postura política y nosotros, en nuestro espléndido entender, creímos firmemente que en democracia tienen cabida absolutamente todos, por lo que no cerramos la puerta a nadie ­-aunque en otros países de nuestro entorno, algunos partidos como los fascistas y el Comunista, la tienen cerrada a cal y canto-, para que nos acompañaran en las bancadas de las Cortes y del Senado.

Tras algunos cabreos, muchos aplausos y demasiados abrazos, abrimos las ventanas y puertas de par en par para que entrara aire fresco con la esperanza de que los siempre declarados enemigos de España, esos que sólo le desean el mal y la quieren ver despedazada, al sentirse acogidos en nuestros regazos y alegría, olvidarían su pasado, se remangarían las mangas y se unirían a bogar para llevar, entre todos, esta pesada barca a buen puerto en una no muy larga singladura.

De nuevo, nos volvimos a equivocar; como experimentadores, inventores o aventureros no tenemos igual, pero también es cierto, que nunca nos suelen salir bien las hazañas, ensayos y proezas en solitario contra los auténticos expertos en hacer daño y con los que constantemente buscan el desorden o desconcierto y el mal.

Nos olvidamos de las feas experiencias recientes que sin quererlo, nos habían llevado a una execrable y dolorosa guerra, que como todas las guerras entre hermanos, se les llaman "guerras civiles", aunque en ellas mueren muchos soldados perfectamente encuadrados y cumpliendo los deseos de unos políticos totalmente desbocados.

Para no perder la costumbre, nosotros a lo nuestro y así decidimos sentar en la misma mesa a todos por igual, sin pensar que algunos, muchos quizás, llevaban grabado a fuego en su frente y mente el espíritu de revancha, que debían recuperar su tiempo perdido, cambiar la historia como sea y ser los protagonistas de una nueva era, en la que los vencedores de aquella campaña se tornaran en vencidos, y viceversa.

Mal genérico que forma parte del ADN de aquellos que no suelen tener mucho respeto y mostrar dolor por sus seres queridos aunque, a miles, hayan hayan recientemente fallecidos en la presente pandemia por culpa de la mala gestión del gobierno de la nación desde el primer momento en el que esta apareció en nuestra vidas y, sin embargo, parece que sí no saben dónde se encuentran los restos de sus bisabuelos u otros familiares, desaparecidos en la mencionada contienda, no son capaces de vivir ni dormir como Sánchez, sin sentir una grave depresión o un gran dolor en el alma por la falta de su presencia y del consuelo que les atenaza.

Estos energúmenos, vividores y aprovechados de todo ser vivo o muerto, pronto tras aparecer sosteniendo una pancarta o sentados en el suelo en asambleas callejeras, hicieron carrera, buscaron sus vericuetos para llegar a la universidad y copar puestos en la política, los medios de información y en las tertulias en las que usaban y usan todo tipo de artimañas, frases inventadas e historias falsas o deformadas con las que agitar y engañar desinformando a un público poco formado y muy aburrido de ver que todo lo prometido por los sucesivos próceres de la patria a su bolsillo no llegaba y sus bocas no alimentaba.

La tormenta perfecta apareció cuando sus teorías y palabrerías se apoyaron fuertemente en innumerables casos de corrupción en los dos partidos políticos que se alternaban en el gobierno de España, aunque, a decir verdad, unos supieron taparlo y esconder bien sus vergüenzas pronto, despistando al ávido expectante a base de hacer mucho más grande la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Los avatares y vaivenes de la política, los naturales cambios en la situación y la progresiva pérdida de calidad política y personal de los dirigentes hizo que todos los gobiernos formados en la España democrática, debieran apoyarse en lo peorcito que tiene el hemiciclo, los partidos nacionalistas y los separatistas, quienes como bien sabemos, hacen leña de todo árbol caído o recogen las nueces del árbol movido por otros.

Favores con favores se pagan y a medida que aumentaban aquellos, más grande era la factura sobre la mesa presentada sin vergüenza y con mucho descaro a ser cobrada en efectivo y sin demora, lo que nos llevó a que todo, poco a poco, pero de forma constante y creciente se pusiera patas arriba hasta que llegó el peor personaje que en la vida política puede existir, el presidente Sánchez; un digno discípulo de Zapatero quien realmente fue el que marcó la senda y alzó el testigo para que sirviera de guía a un partido socialista que estaba dispuesto a perder su dignidad y corporativismo democrático para convertirse en un partido puramente dictatorial, personalista y muy anti español hasta la medula.

Sánchez ha demostrado ser un hombre sin escrúpulos ni dignidad, que se mueve a base de ideas espontaneas o forjadas durante años en lo más oscuro de la mente y al que no le tiembla el pulso hacer, en cuestión de horas, hasta lo contrario de todo lo prometido durante sus sucesivas campañas y el tiempo en la oposición. Es alguien que pone en duda todo; que no respeta a nada ni a nadie, al que le importa bien poco lo que deba hacer para seguir en el sillón de la Moncloa y que se alía hasta con los filo etarras por seguir gobernando a su manera a costa del respeto a la unidad de España o a la separación de poderes e incluso en contra de la salud o el dinero de los ciudadanos. Un hombre que ha pedido todo su prestigio personal y que está dejando el nombre de España por los suelos, como un país poco fiable, aislado y menospreciado en la arena internacional, un vulgar mendigo y pedigüeño y que, a pesar de ello, no para de gastar el dinero que no tiene y el que le dan o prestan los demás.

El concederle tanta vía libre a las ensoñaciones de los separatistas y comunistas por parte del gobierno, la falta de atención, acción y reacción de los gobiernos precedentes y el sucio trabajo de un nefasto y falso buhonero que, habiendo sido presidente del gobierno por dos legislaturas, vive haciendo el Tancredo y el hazmerreír por las Américas, favorecieron aún más que ese odio a España traspasara los limites naturales invadiendo Europa y hasta saltaron el charco de manos de unos “bisoños” maestros, que disfrazados de aprendices o simples jóvenes consejeros, hicieron sus personales Américas, mientras extendieron el odio a España, allá donde pudieron.

De aquellos vientos, vienen -de repente- todas estas tempestades. No es casualidad que en muchas partes de España y en varios países del Continente americano no se respete al unísono nuestra bandera, se humille al Rey, se derrumben estatuas de ancestros ilustres y se profanen monumentos que recuerdan el paso de ellos por aquellas tierras. Paso, que por mucho que los interesados lo quieran disfrazar y envilecer, primordialmente le llevó la cultura, la religión, el idioma común y la civilización, incluso mucho antes que a bastantes tierras europeas, y les sacaron de un gran atraso, de costumbres ancestrales y hasta de cultos en los que hasta se ofrecían sacrificios humanos con total naturalidad.

España ha sufrido durante siglos la famosa “leyenda negra”; fruto principalmente de la envidia y la mala baba británica, con la que mientras ocultaban las formas, modos, usos y costumbres de aquellos otros países europeos, que durante décadas o siglos dominaron grandes partes del mundo, las expoliaron hasta la extenuación y trajeron al mundo la esclavitud, centraban sus falacias y mentiras en los españoles y su corona y a la par, tapaban sus propios y execrables excesos.

Leyenda negra, que ha vuelto a resurgir fuera de España con una virulencia terrible, porque los mencionados malnacidos la han sabido recuperar para exportarla muy agrandada como su contribución personal para hacer posible la generación de un odio atroz hacia la otrora "Madre Patria" y desviar la atención de unos pobres ciudadanos despistados y subyugados, que habiendo tenido la suerte de nacer en unas ricas tierras, viven ahora dominados por un sistema comunista y bolivariano, mandados por analfabetos, saqueadores y tiranos y cuyas casi inagotables reservas han quedado esquilmadas o comprometidas a capitales y potencias extranjeras hasta la saciedad.

La continua falta de atención política, la escasez de verdadera preparación profesional en la Administración y en ciertos poderes del Estado, una pésima, nula o muy mal intencionada política exterior, la nula preparación de unos dirigentes totalmente negligentes y egocéntricos, así como el ruin revanchismo de aquellos despreciables españoles que odian a su patria y lo que representa, nos ha llevado a este punto y mucho me temo que esto, si Dios no lo quiere, ya no tiene solución.

Nuestro llamado centro derecha, sigue envuelto en sus cuitas, dimes, diretes, pieles demasiado finas, denuncias en los tribunales o en agarrarse a una silla que le proporcione su sustento personal, aunque su partido desaparezca o se quede en algo residual. Se les llena la boca de la palabra España, dicen amarla con todas sus fuerzas y prometen hacerle recuperar su política interna y externa, economía y esplendor; pero de momento, no arriman el hombro sinceramente unos a otros y ahí siguen agazapados en su rincón, esperando que su competidor se descuide para darle el golpe de gracia que les deje sin sentido y tumbado en la lona como un mal perdedor.

Mientras, el principal urdidor de toda esta patraña y maloliente situación, ahí sigue engañando y toreando a los españoles a diario; de veraneo en la Mareta con familia y amigos a costa de nuestros impuestos y en espera de que en septiembre le lleguen los prometidos millones de Europa que, bien repartidos a su modo y entender, le garanticen el voto de muchos miles de personas y cientos de empresas compradas para vivir hoy y cuando llegue el inexorable mañana, a la hora de devolver el dinero regado, ya veremos que hacer o de qué forma corresponder por los servicios, los favores y todos los apoyos prestados.

Entre tanto, con el país sumido en una gran quiebra, hemos acabado los Juegos Olímpicos con un resultado demasiado discreto; resultado, que no merece una nación como la nuestra, por falta de cuidado y atención a nuestros deportistas y atletas; aunque, por otro lado, somos medalla de oro en el paro juvenil en toda Europa y en el precio de la luz -precio, por cierto muy criticado en tiempos pasados por aquellos que ahora estando en el gobierno, la tienen al doble que en el país vecino- y muy cercanos a tal galardón en la gestión de la pandemia. Y Sánchez, impasible al ademán, nos bombardea con un cartel a sus espaldas cada vez que habla, que no son pocas, que reza "Cumpliendo" por si no nos hubiéramos enterado de lo mal que hace las cosas. Lo dicho, en España ha desaparecido la vergüenza y está perdida de todas maneras.