INCREIBLE, PERO CIERTO

F. Javier Blasco

31 de octubre de 2017

Mucho, muchísimo; demasiado diría yo, se ha hablado y escrito durante los últimos tiempos, y en especial durante este largo, pesadísimo y seco mes de octubre sobre el denominado proceso en Cataluña. Un tema que nos tiene hastiados a propios y ajenos y que de verdad solo sirve para dar pábulo y negocio a los periodistas, los tertulianos y las cadenas de televisión. Un proceso, que por otra parte, ha llenado de ilusiones, desengaños y desesperaciones tanto a los seguidores como a los detractores de este fenómeno político social ya que por increíble que parezca, está ocurriendo en el seno de una de las mayores potencias de Europa durante la ya bastante avanzada segunda década del siglo XXI.

Si alguien se atreviera a predecir la mitad de los pasos dados durante este fenómeno, tan solo hace quince días, seguro que se le llamaría desproporcionado, estúpido y poco formado como analista de cualquier tipo de acontecimientos. Hubiera sido descalificado para siempre y su palabra u opinión no formaría nunca parte de una sosegada y clarividente predicción política o sobre el desarrollo de eventos de importancia.

Pero, aquí estamos, en medio de uno de los más grandes ridículos nacionales, internacionales y mundiales. Una pequeña región española con unos pocos millones de habitantes, comandada por un villano, desnortado, tremendamente cambiante –en cuestión de horas o minutos- visionario de la nada como gobernante, que ha sido capaz de atraer y acaparar la atención mundial durante muchos más meses y con mayor intensidad que cualquiera de los grandes conflictos internacionales recientes o actuales. Persona que ha sembrado sus tierras y gentes de tanto odio que se ha alcanzado el punto de partirlas -durante mucho tiempo- ambas en dos mitades y, al mismo tiempo, ha propiciado en ellas una de las mayores quiebras económicas, que aunque aún es pronto para calcularla, seguro que alcanzará elevadas cifras en millones de euros a corto y medio plazo.

Sus dirigentes, alumbrados por unas ideas decimonónicas, totalmente caducas y fuera de toda validez y comprensibilidad en el mundo mundial contemporáneo y apoyados por unos partidos políticos y politicastros de poca o mísera monta, nula visón del futuro y cuyo único propósito es la rotura de su región, de España y hasta de Europa para lo que han ido tejiendo entre todos una maraña cuasi impenetrable y llena de engaños y falacias como consecuencia y fruto del adoctrinamiento de muchos años y de un montón de estómagos agradecidos, que por cierto, hemos y seguimos pagando todos los españoles.

En esta última labor y, a fuer de ser sincero, debo decir que a esta cuadrilla de descamisados les han venido precediendo otros muchos en sus mismos puestos, quienes, con el mismo grado de responsabilidad y ocultando sus verdaderos propósitos colectivos y muchos de tipo personal, supieron aprovecharse de la necesidad de unos gobiernos centrales débiles y llenos de vanagloria a los que no les importaba cualquier sacrificio para España o de injusticia para el resto de los españoles. Todos, absolutamente todos ellos han ido dejando o propiciando que el monstruo creciera hasta alcanzar las dimensiones actuales.

Los políticos catalanes de la mano del ungido, que no electo para ello, Puigdemont, han llevado a los suyos al borde de la desesperación prometiéndoles todo hasta lo humanamente imposible; y a la parte contraria, escondida, arrinconada y atemorizada durante muchos años les ha forzado a la histeria y a la búsqueda de apoyos externos, que si bien saben que los tienen, es solo en sus manos, voluntad y votos donde se encuentra la verdadera solución del problema. Aunque, según las encuestas, no parece que sea suficiente el actual deseo y voluntad de estos para ganar la partida a los traidores en las próximas elecciones a celebrarse el próximo 21 de diciembre.

Espero y deseo, que como viene siendo habitual últimamente, dichas encuestas erren y que sea el temor que hoy mismo levantan el que les haga reaccionar de una forma colectiva y eficaz en dicho día. Repito, solo en sus manos está la solución; aunque, me temo que el fuerte arraigo entre los secesionistas y la gran desunión de los partidos constitucionalistas, su poca visión de lo que deben ser las cosas bien dichas y hechas, la precipitación, exceso de autoconfianza y el ansia desmedida en uno de ellos y la constante y maliciosa ambigüedad del otro no dará lugar a un buen fruto en dicho proceso electoral.

Como parte positiva de todo este embrollo, vemos que se ha despertado el concepto de Patria unida y fuerte -que ya no es solo cosa de fachas- y creo que una gran mayoría de españoles ahora ya son capaces de entender lo que es la división de los Poderes en un Estado democrático, la correcta tipificación de los delitos graves, quien los redactó tal y como están, quien es el responsable de actuar y como en cada momento y que entre aquellos no se pueden interferir ni ningunear. Hace unos días publiqué un trabajo al que titulé “Mantengamos la Calma”[1] en el que trataba que llamar la atención sobre lo anterior; pero a tenor del número de visitas y comentarios que obtuvo, no creo que despertara mucho interés y así, las voces exigiendo lo imposible a todos los poderes sin distinción han seguido siendo patentes durante muchos días entre los partidos políticos, periodistas y la gente de a pie. Debo decir, que he sentido mucha vergüenza por ello; sobre todo, cuando dichas voces venían de personas o entidades de los que se sobreentiende que están debidamente formados y de entre los que destaca la prensa considerada como seria y aparentemente neutral.

Espero que los errores cometidos el día de la votación ilegal del 1-O ya estén claramente identificados[2], sean si no están ya corregidos y no nos pongamos, de nuevo, al mundo por montera y nos traten como tercermundistas o un país de atrasados y desproporcionados. Cosa, que por otro lado, a tenor de la auténtica realidad de los hechos y la verdadera responsabilidad en que algunas acciones se hubieran forzado por las propias "victimas", es bastante incomprensible tanto bombo y platillo internacional creado. Ya me gustaría haber visto a todos aquellos que, en su día, se rasgaron las vestiduras y nos pusieron a caldo, actuar en sus respectivos países en casos similares.

El efecto de la propaganda internacional comprada con muchos millones de euros durante bastantes años y una muy mala labor por parte del gobierno para contrarrestarlos ha sido letal; tanto, que ahora tenemos las manos completamente atadas y hasta las cosas legales y de justicia se deban pedir por favor aunque haya cualquier atisbo de resistencia activa o pasiva. Quedan por ver y llegar muchas sorpresas al respecto.

Pero, volviendo a los principales protagonistas de este maremágnum, debo decir, que sus actitudes, reacciones y posturas adoptadas han sido de tal calibre que no encuentro en el rico vocabulario castellano la palabra adecuada para calificarlo; todas, hasta las más duras, se quedan cortas. Movimientos y actos llevados a cabo por auténticos cobardes, rállanos en la ilegalidad constante y premeditada, envueltos en las masas autoritarias que ellos llaman "pacíficas", maniobras para actuar a escondidas, diciendo, sin decir y haciendo sin hacer no son propias de personas cuerdas y, ni mucho menos, de aquellas que hubieran sido educadas en la legalidad y lo que es peor, que hayan tenido legalmente en sus manos el gobierno de una región y la representación de Estado durante más de dos años.

Los baños en loor de multitudes para no significarse, los constantes cambios de decisión, las huidas a escondidas y con premeditación acompañados de publicaciones de tweets o entrevistas falsas o enlatadas, la no aceptación de la Ley y las decisiones de los Tribunales y las infumables ruedas de prensa dentro fuera de España son y, por lo que veo, seguirán siendo esperpénticas, burlescas, totalmente infundadas, llenas de mentiras, vulgares o manidas exageraciones y que solo tratarán de mostrar que en España no se respetan los derechos y legalidades y se persigue a los “legales”.

Ahora estamos ante un cansino y recalcitrante Puigdemont; un hombre cobarde y atemorizado -que hasta en su Parlamento se movía rodeado por un mínimo de tres escoltas-, que solo busca engañar a todos y mucho más a los suyos. Un hombre que no tiene reparos ni vergüenza en exigir constantemente “garantías” para él y su total inmunidad, cosas que sabe que nadie se las puede conceder aunque se ponga en manos de abogados expertos en defender terroristas y se esconda entre los más extremistas flamencos belgas, por cierto muy cercanos a sus políticas y formas de entender el caos.

Daba pena verlo hoy en una estrecha oficina de un club de prensa –porque nadie le ha cedido un espacio o despacho oficial-, haciendo declaraciones sobre lo suyo y sobre lo malos que somos en España donde, según sus propias palabras, no se respeta nada y no existe la más mínima legalidad e independencia judicial. Obviando, claro está, que aquí, el principal ilegal y malhechor es él. Ha pasado al record Guinness de los más ilegales y mentirosos del mundo, tanto es así que ya casi nadie le cree, salvo algunas poco honrosas excepciones que prefiero no mencionar. Espero que esto de su credibilidad siga siendo así por mucho tiempo y que todos estos delitos de nuevo cuño que continúa cometiendo se le acumulen a la larga lista de ellos que ya ha cometido.

Hoy escuchaba y veía en diversos medios las opiniones de los catalanes ante tal despropósito. Unas personas avergonzadas al ver a su nefasto líder rodeado de medio gobierno poniéndose a cubierto lejos de su república de chicha y nabo, tratando de convencer a tiros y troyanos de que siguen trabajando según su mandato, cuando en realidad solo tratan de ganar tiempo para que no pongan sus traseros a buen recaudo en Soto del Real. Ya veremos, quien paga todo este estipendio y como reaccionan al plazo acabado de otorgar para que comparezcan ante la Audiencia Nacional al ser ya formalmente acusados de Rebelión, Sedición y Malversación.

Por otro lado debo resaltar que me repugna el seguidismo de los medios a las intervenciones pseudo-políticas de dicho personaje. No se afanen, no corran, llegan siempre a tiempo a recibir un montón de mentiras y de sus palabras y declaraciones no podrán interpretar cuál será su próximo paso o patraña, porque ni él mismo lo sabe. Empieza a ser la hora de abandonar las palabras, gestos y declaraciones de este falso mesías, al que ya todos conocemos de verdad y del que nada nos interesa, salvo que sea juzgado y penado por todos y cada uno de los delitos que haya cometido. Lo de abandonar al ostracismo a los salva patrias o visionarios se ha hecho en otras muchas ocasiones similares tanto y menos graves y, empiezo a poner en duda cuáles serán las razones para que hasta ahora no les lleve a ello.

Es una pena ver este espectáculo y da mucha más pena comprobar que la cordura y la coherencia entre los políticos en España haya desaparecido para siempre. Allí – en Cataluña- todos ellos siguen como si no hubiera pasado nada, a lo suyo, y ya en plena campaña electoral para el 21-D. En el resto de España, continúan pensando y actuando de acuerdo a sus pequeñeces, multitud de naciones dentro de España, juegos de sillas, estrecheces de miras y presiones cortoplacistas. No importan para nada la integridad del suelo patrio, los ideales y sueños de todos los ciudadanos, recuperar verdadera y eficaz enseñanza y remontar de una vez por todas la economía.

Aplaudo la jugada del presidente del Gobierno en este caso. Jugada, a la que hasta se puede calificar de genial por calmar, de un solo golpe de efecto, con verdadera decisión y protagonismo a tanto desaprensivo, e insolidario dentro y fuera de España –sobre todo, entre aquellos que dicen que le apoyan-. Lo malo de todo esto es que nuestra Constitución, a la que por cierto, hemos visto que ha funcionado correctamente como un ajustado reloj suizo hasta en situaciones tan difíciles, nos la queremos cargar so pretexto de buscar un encaje a esos catalanes que no quieren saber nada de España y que solo buscaron, buscan y buscarán solo su independencia. Pero, al parecer, y ojo con ello, cada vez son más los que están empeñados en destruir España, su Constitución y echar abajo el trabajo y los logros que tanto esfuerzo y apoyo exterior han sido necesarios para lograr nuestro mejor periodo de la historia reciente. Lo importante, para muchos y cada vez son más, es destruir España. Increíble, pero Cierto.

[1] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/mantengamos-la-calma-1

[2] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/lecciones-aprendidas-del-1-o