SIRIA,LA NUEVA VERSIÓN DE LA GUERRA RELÁMPAGO
F. Javier Blasco, coronel (r)
8 de diciembre de 2024
Es a partir de 1947 cuando tras no pocos años de muchos vaivenes, nuevas iniciativas, idas o vueltas políticas y revueltas militares de mayor o menor entidad -incluidos dos golpes de Estado-, el general sirio Hafez al Asad fue profundizando en la arena política del país, llegó a encabezar el segundo de los mencionados golpes aunque fue preciso un tercer golpe -conocido como el "movimiento correctivo"- el 16 de noviembre de 1970, para que llegara a ser impulsado al frente del Estado.
Con posterioridad al que sería el golpe definitivo, Al Asad fue elegido presidente de la República mediante un amañado referéndum en 1971 y gracias a él, permaneció en el poder hasta su muerte, en junio del año 2000, mientras tanto y durante 23 años, mantuvo en la cárcel al derrocado presidente, Nureddin al Atasi.
A lo largo de aquellas tres sangrientas y nefastas décadas, Siria se fue cerrando sobre sí misma reduciendo el número de países amigos o protectores a un pequeño núcleo, formado fundamentalmente por Rusia e Irán. Durante tal periodo no dudó en imponer barbaridades como decretar el Estado de emergencia, amordazar a la oposición y a la prensa y prohibir las manifestaciones públicas contra el gobierno y sus políticas.
A la muerte del dictador, su hijo Bashar al Asad -medico oftalmólogo de apariencia tímida y mucho más sensible que su padre- llegó al poder mediante un referéndum, celebrado sin oposición, con lo que estableció una dictadura hereditaria tipo Corea del Norte al asumir los mismos poderes y políticas represivas de su padre.
Contrario a lo que se aparentaba, Bashar ha venido gobernando Siria con mano férrea durante 24 años y no ha titubeado en reprimir con violencia -usando hasta armas químicas en grandes cantidades- una revuelta político democrática en 2011; revuelta, que se transformó en una de las guerras más sangrientas y fratricidas del siglo, la que llevó a la amenaza de intervención directa de EEUU y forzó la aparición y el respaldo mundial de la Organización para la Armas Químicas (OPAC) por primera vez en un conflicto real y de importancia.
En cualquier caso, aquel hecho y otros de menor entidad que le han sucedido, han venido a propiciar que Siria se haya convertido en un tablero de ajedrez donde las escaramuzas y las acciones militares de diversa entidad no han dejado de existir. Hecho este, que se une a la variedad y complejidad de los pueblos de diversa procedencia y creencia religiosa que habitan Siria. Pueblos, que tienen bastantes enemigos u apoyos internos y externos; lo que, sin duda, ha venido dando lugar a muchas escaramuzas o enfrentamientos en diversas zonas del país.
Sus principales y casi únicos amigos y aliados regionales, guiados cada uno de ellos por diversos o diferentes intereses y razones políticas, religiosas o geoestratégicas (Rusia, Irán y Hezbollah) han venido manteniendo al régimen autocrático con respiración asistida durante muchos años, porque realmente ellos sacaban mayores beneficios de sus alianzas que los costos que les suponía. Siendo, además, una forma de poner en jaque a su enemigo común, EEUU y a los aliados de este en la zona, principalmente a Turquía y a Israel.
Apoyos que han venido siendo mermados grandemente hasta llegar a casi desaparecer por la evolución de los diferentes escenarios bélicos actuales (Ucrania y las reacciones israelíes a los ataques sobre su territorio). Hoy en día, no hay ninguna duda que tales actividades militares de alta intensidad y prolongadas en el tiempo han originado un gran desgaste de todos y cada uno de ellos.
Es por tanto, el momento de poner en valor el papel y el esfuerzo de todo el elenco de actores que intervienen en cada conflicto contra los amigos de Siria y, ahora vuelve claramente a aparecer el papel realizado por Turquía y Jordania en favorecer el desgaste de aquellos que soportaban inquebrantablemente a Al Asad.
En medio de esta situación de debilidad militar del régimen o de falta de previsión real o como resultado de una nefasta inteligencia tanto por parte de Al Asad como de sus principales apoyos externos -sin que casi nadie se diera cuenta- hace once días, el 27 de noviembre, empezó una fulgurante ofensiva llevada a cabo por unos casi desconocidos islamistas, que no tardó en conquistar varias ciudades del noroeste y centro del país, que habían sido fácilmente controladas por el régimen durante más de cincuenta años.
Han sido estos rebeldes de variopinto pelaje parecido al Estado Islámico, liderados por cierto islamista, un tal Hayat Tahrir al Sham (HTS) -terrorista cuya cabeza tiene un poco elevado precio por la CIA-, los que han hecho caer las principales ciudades y posiciones militares sirias y hoy mismo, el 8 de diciembre han anunciado y televisado su entrada en Damasco, al mismo tiempo que Irán certifica que Basar al Asad ha abandonado por avión el país, que dicho avión pronto dejó de lanzar su traza de transponder (localizador) mientras se apercibía un fuerte descenso de nivel para no volar a alta cota, y evitar con ello, ser derribado.
A las horas de escribir este pequeño análisis-relato el toque de queda impera sobre Damasco y realmente es muy incierto el futuro del país, así como la entidad y calidad de las represiones que sin duda se puedan llevar a cabo, aunque hoy la mayoría de los sirios aparezcan en las calles de las grandes ciudades rebosantes de alegría, porque estos casi desconocidos islamistas, no tienen muy buena fama que digamos y algunos expertos, incluso opinan, que sus reacciones pueden ser mucho más severas que las llevadas a cabo por el Estado Islámico en otras zonas vecinas o sobre la población civil en Afganistán tras su forzada liberación de la protección norteamericana y de la OTAN.
No es todavía el momento para analizar con profundidad y llegar a conclusiones válidas o de peso que nos permitan descubrir las causas de tan fulgurante derrota como: si ha podido ser debido a la mala preparación de las fuerzas regulares, por su agotamiento debido al cansancio de combatir tantos años en malas condiciones, por la escasa capacidad militar real de las fuerzas regulares sirias, por la falta de una adecuada inteligencia o que finalmente, se les haya vendido por Rusia y/o Irán a un mejor o menos exigente postor.
El tiempo nos dará la solución, pero si queda claro que, parece imposible que una fuerza, casi chusma, sin cuantificar de momento, dotada con un escaso o mal armamento de pequeño calibre y alcance, sin aviación, artillería ni carros de combate en cierto número, haya sido capaz de tomar la correosa y combatiente Siria en tan solo once días.
No obstante y puede que sea solo una casualidad, creo que no hay que descartar la posible influencia de Trump en la sombra para favorecer o catalizar la desaparición de los tradicionales apoyos a Al Asad -para evitar males mayores de cara el futuro- al decir que no quería intervenir en el conflicto, que les dejaba a su suerte mientras apoyaba en Paris a Zelenski -en la reapertura de Notre Dame-, luciendo una aparatosa corbata de color amarillo (casualmente el color de los rebeldes yihadistas, amos actuales de Siria), cuando generalmente las usa de tonos rojos.
De ser así podría ser una nueva forma de intervenir en los conflictos o de favorecer su cierre al precio que sea, usando como herramienta la antítesis del Cid Campeador para ganar las batallas sin intervenir en ellas, antes de estar en su puesto, mientras el otro las ganaba, después de muerto.
En cualquier caso, habrá que estar muy expectante al desarrollo de los acontecimientos inmediatos, porque sin lugar a dudas, todos buscarán recolocarse, aunque para algunos no será nada fácil y Europa con su Mediterráneo pueden sufrir graves consecuencias o salpicaduras por disturbios vecinos o migraciones masivas huyendo del horror.