SÁNCHEZ, LA ANTÍTESIS DEL LIDERAZGO


 

F. Javier Blasco, coronel (r)

23 de abril de 2023

 

Tanto por orientación profesional como por vocación personal, he pasado muchos años dedicado al estudio, puesta en práctica y a la enseñanza del concepto de liderazgo, sus cualidades, principios, virtudes y de los perniciosos errores que llevan a convertir el ejercicio del propio concepto en algo que no se parece en absoluto y, por tanto, destruyen la imagen y el legado del mismo y, sobre todo, de la persona que lo ejerce, si actúa contra dichos e inamovibles principios.

En primer lugar, un líder no es alguien que lo sepa todo, que su primera, ultima o única palabra, no es la más docta en cualquier tema que se trate abordar. Siempre trabaja en equipo; un equipo, que debe ser seleccionado entre los mejor preparados en diversas facetas y aspectos y que se compenetren y complementen entre ellos de forma habitual.

Equipo, cuyo número y composición debe ser el adecuado, evitando un gran tamaño para poder manejarlo en consonancia a la capacidad de la esfera de control y procurando mantenerlo integro durante el mayor tiempo posible por cuestión de compenetración y funcionamiento, y porque los continuos cambios en el número y personas, suponen constantes adaptaciones o que, en su día, dicho equipo se eligió de forma superficial, precipitada o totalmente inadecuada .   

El líder debe esforzarse en que su equipo trabaje perfectamente ajustado para el cumplimiento de la tarea común como meta final y en evitar las fricciones entre sus miembros, de tal forma y manera, que nadie intente sobresalir ni les duela a unos lo que se decide, de forma colegiada, según la opinión de otros.

La elección y designación del círculo de colaboradores o equipo no se debe basar en cuotas por sexos u otras estupideces, sino en sus capacidades reales para, de forma equilibrada, poder para mantener -dentro de ciertos límites- los contrapesos.

El equipo y su líder suelen trabajar bajo el formato de reuniones de grupo para abordar los temas globalmente, desde diferentes puntos de vista y así poder encontrar, sin aristas, la mejor solución al problema en ciernes. Reuniones de trabajo, donde el propio líder escucha -jamás impone- las diversas opiniones y las líneas de acción que se deriven de las anteriores. Una vez sean aceptadas como factibles, se procede a su confrontación con la necesidad a cubrir y a la comparación entre ellas para determinar cuál es la mejor o, si cabe una mezcla de varias de ellas, como mejor solución. Elegida la mejor de todas, se procede a la elaboración de un plan, el reparto de tareas y se marca y acota en el tiempo y el espacio los hitos importantes para llegar al resultado final.

Salirse del anterior método no debe ser habitual y mucho menos, actuar al margen de las opiniones del grupo; porque ello, supone imprimir al trabajo y a las soluciones un carácter personalista, impositivo y cuasi dictatorial en el que, al ser algunas opiniones excluidas, nadie se ve implicado total y realmente y, por tanto, los problemas y las consecuencias derivadas de las decisiones así tomadas suelen traer graves consecuencias o frecuentes rectificaciones. Cosa que también ocurre, si se le otorga vía libre a cada miembro a actuar por su cuenta, sin consultar con el resto de los miembros, especialmente, a los más expertos y adecuados en materias sensibles.

No por mucho abarcar, se hace un mejor trabajo; más bien al contrario. Resultan actuaciones poco elaboradas, hechas sin los plazos precisos y generalmente, sin atender a las consideraciones u objeciones del resto del equipo u obviando las derivadas de las mencionadas preceptivas consultas, vinculantes o no, a organismos externos que inciden en auxiliar la labor del equipo.

Con respecto a los trabajos elaborados, corresponde al líder velar por la franqueza, limpieza y pulcritud en su ajuste a la legislación, usos y costumbres y en no esconder nada de ellos. La opacidad y el oscurantismo, no reportan más que sospechas sobre la idoneidad del líder y/o de su equipo, suelen provocar rechazo y hasta recursos legales en su contra; por lo que su definitiva y pulida implantación se suele retrasar, provocando daños no deseados previa y aparentemente.

Un auténtico líder, debe ser valiente y responder siempre de los trabajos presentados por su equipo una vez estén estos adoptados y transformados en las pertinentes acciones; él es el máximo responsable de todos ellos; no debe buscar o delegar las responsabilidades en los demás y está obligado a reconocer públicamente y en su justa media los apoyos externos recibidos y a afrontar sin cortapisas ni vericuetos, con valentía y generosidad los resultados, las posibles culpas y sus reclamaciones o rectificaciones.

Siempre debe estar dispuesto a reconocer, sinceramente, sus limitaciones, incapacidades o clamorosos errores, con coraje y a adoptar las medidas necesarias para que situaciones similares no se repitan. Dejar aparcados o escondidos los elementos perniciosos o los errores adoptados para que sea el tiempo quien los tape con el manto del olvido, no es digno de un buen líder. Es precisamente él, quien debe velar en todo momento por la confección y puesta a punto de las lecciones aprendidas de sus actuaciones y procedimientos, para así evitar caer de nuevo en el mismo error o, al contrario, cómo camino a adoptar por los buenos resultados obtenidos en situaciones similares.

Una vez trazado un plan general de actuación -salvo que este demuestre su incompetencia o graves errores antes de su puesta en escena- debe ser seguido con el máximo rigor posible. El líder debe velar por evitar los cambios de dirección de los esfuerzos o de las reglas de juego a mitad de la acción iniciada. A pesar de lo anterior, cuando sea preciso algún cambio, por imposición forzosa o por mero albur personal, forzosamente debe ser bien explicado y justificado tanto al equipo, como a quienes depositaron su confianza en ellos.

Utilizar sin recato y abusar de los medios puestos a su disposición por satisfacción personal o por mejora de imagen y endeudar desorbitadamente la empresa o el país que se dirige, son parte de los mayores errores en los que un líder puede caer. Tras sus actuaciones, debe dejar la economía que maneja totalmente saneada, limpia y clara; sin grandes pufos oficiales y millones de facturas ocultas en los cajones, porque estas graves consecuencias constituyen una prueba manifiesta de gran desidia e ineptitud para ejercer liderazgo alguno.

El trabajo del líder es preparar, mantener y mejorar las capacidades de su equipo y organismos auxiliares en beneficio de la empresa para la que trabaja; nunca debe ser visto como una oportunidad para enchufar en cargos, carguitos o cargazos a personas cuya única valía es ser pariente o amigo íntimo del líder.

Por último, y por no expenderme más -cosa que mis buenos amigos siempre me reprochan y les agradezco- mientras ejerce su trabajo, el líder no debe tomarlo como un escaparte en beneficio de sí mismo y mucho menos, como un trampolín para saltar a puestos ajenos de mayor enjundia o que le proporcionen pingues beneficios, porque estas situaciones, casi siempre le obligan a esforzarse en ocultar sus errores y dejar aparcados los pufos para que no disminuya su prestigio.

Aunque quedan muchas cualidades positivas y negativas en el tintero, creo que no hace falta que añada mucho más para dejar bien claro el 'liderazgo' de Pedro Sánchez para cualquier tarea que se le encomiende por mínima que esta sea.