¿SON LAS ALIANZAS LAS CAUSAS MÁS COMUNES DEL AUGE Y CAÍDA DE LOS IMPERIOS?

¿SON LAS ALIANZAS LAS CAUSAS MÁS COMUNES DEL AUGE Y CAÍDA DE LOS IMPERIOS?

Resumen

El presente trabajo tiene la finalidad de reunir en un solo texto, de forma sucinta, la mayor parte de hechos históricos que han acaecido a lo largo de la historia de la humanidad por los que los hombres, etnias, religiones o naciones han llegado a construir relevantes imperios, determinadas alianzas o verse inmersos en grandes conflictos; tratando de encontrar la ligazón de si para llegar a dichos imperios, en la mayoría de los casos, se han visto forzados a recurrir a algún tipo de alianzas, forzadas o no, como único medio de realizar sus guerras o extender su prestigio o dominio. Además, trata de descubrir las verdaderas razones de su ocaso; bien las propias alianzas o por el contrario, fueron otras causas las que propiciaron los efectos necesarios para la desestabilización de su centro de gravedad.

Palabras clave

Alianzas, nación, imperio, colonia, política, religión, dominio, grandes conflictos, expansión geográfica, decadencia, traición, guerras intestinas y consecuencias.

Desde que el hombre es hombre ha tendido a luchar contra su entorno con el fin de defenderse de agresiones, combatir a sus enemigos, extender su prestigio, alimentar sus ansias de poder, aumentar sus dominios creando Imperios o simplemente por subyugar a los más cercanos (familia, vecinos, amigos o enemigos). El éxito en dicha lucha o capacidad de defensa en su caso, muchas veces, se ha llevado a cabo a base de las propias fuerzas, pero en la mayoría de las ocasiones, se ha sentido la necesidad de buscar alianzas para ello. Alianzas, que le proporcionaran mayores posibilidades de éxito, aumentaran la rapidez en conseguirlo o como medida de fuerza o coacción frente a su oponente para que este desistiera de su empeño en atacarle o dé por perdida la batalla antes de que esta comience.

La hipótesis de trabajo para el tema en consideración consiste en demostrar que, por regla general, son las alianzas las que han jugado un papel importante en el auge de los imperios, el logro de una determinada paz o en la iniciación de los grandes conflictos. Por otro lado, se pretende determinar si el papel jugado por dichas alianzas ha sido la causa principal de la disolución o caída de dichos imperios o por el contrario son otros motivos, de no menor relevancia, los que realmente han tenido una mayor trascendencia en este hecho.

Para comprobar la validez de dicha hipótesis analizaremos los orígenes, el auge y la caída de os principales imperios, de las más importantes alianzas conocidas a lo largo de la historia y de los más cercanos conflictos de carácter mundial precisamente porque es en ellos donde se han originado alianzas relevantes y, porque en muchas ocasiones, han sido los propios imperios los que han intervenido en las mismas en coalición con otros imperios o con países y fuerzas de diversa índole.

A fin de poder completar este trabajo de análisis y, dadas las limitaciones personales de su autor sobre el conocimiento de la Historia de la Humanidad y sin intentar que el trabajo sea un preciso, completo y extenso compendio de historia, se ha tenido que recurrir a diferentes y, mencionadas en cada caso, fuentes abiertas y recoger de ellas (algunas veces literalmente) los hechos más destacados en los que se pudiera apoyar la referida hipótesis de trabajo. Como es natural y por cuestión de espacio y comprensibilidad del mismo, no se va a hacer una mención extensa y detallada de todos y cada uno de los imperios, alianzas y de las grandes confrontaciones conocidas; y por ello, en muchos casos, solo se darán unas pinceladas de los mismos. Su estudio se realizará por orden cronológico de aparición en la historia.

El Primer imperio de importancia mencionado como tal en la Historia del Mundo se forjó entorno a Mesopotamia y se conoce como el Primer imperio Mesopotámico-Imperio Acadio[1] (2340 - 2190 a. C.). Los acadios eran Nómadas de raza semita, pueblos originarios de la Península Arábiga, que coincidiendo con la prosperidad de las primeras poblaciones conocidas como ciudades-estado en Mesopotamia comenzaron a moverse hacia la creciente y fértil región extendida entre los ríos Tigris y Éufrates; en cuya llanura floreció la agricultura y una potente civilización urbana.

Sargón se convirtió en el primer Monarca histórico que conseguía unificar toda la cuenca de Mesopotamia bajo un mismo mandato. Pese a que es probable que esta unidad fuese más teórica que real, la figura de Sargón fue un referente constante para los Monarcas de la región de Mesopotamia. Se sabe que se lanzó a la conquista de las ciudades sumerias del sur. Las conquistas anteriores de Lugalzagesi de Umma pudieron facilitar el camino del conquistador acadio, al encontrarse ya vencida la independencia de las distintas ciudades sumerias. El primero de los objetivos de Sargón fue Uruk, ciudad célebre por sus grandes murallas.

La Dinastía de Sargón de Acad fue la primera a lo largo de la historia que consiguió el dominio sobre pueblos diversos culturalmente, con lo que se puede decir que constituyó el primer imperio de la historia. Sus conquistas dejaron una impronta imborrable sobre las generaciones posteriores, cuyas tradiciones le considerarían el mejor Monarca de la historia, el arquetipo de rey longevo y de gobierno eficaz. Se elaboraron leyendas que le otorgaban un linaje divino y las historias de sus conquistas circularon mucho más allá de las fronteras de sus dominios. Sargón acabó dominando una extensa región de Mesopotamia que incluía a toda Sumeria y que fue conocido como el Imperio Acadio. El máximo apogeo del Imperio ocurrió bajo el mandato de Naram-Sin (nieto de Sargón I).

Pero no fue un imperio largo en el tiempo, Así, tras algo más de 100 años se derrumbó casi tan rápido como se había desarrollado. Este hecho coincidió con el final del reinado de hijo del Naram-Sin, Shar-kali-sharri y fue claramente propiciado por la invasión de pueblos bárbaros procedentes de los montes Zagros conocidos como "Los Guti" y los llullubis procedentes del este del Tigris (posibles ancestros de los kurdos), quienes habitaban en dichos montes desde finales del tercer milenio a. C. Algunos historiadores opinan que la verdadera causa del final del período acadio (y primer período intermedio del antiguo Egipto) no fue debida a la invasión como tal sino que por la aridez de las tierras como consecuencia de terribles y persistentes (casi durante cien años) sequías en la región del Cercano oriente antiguo, el imperio se debilitó tanto que no contaba con la adecuada capacidad de defensa. Se sabe poco sobre el período Guti desde la caída de Akkad o Acad (2083 a. C.) hasta la llegada del renacimiento sumerio para constituir lo que se conoce como el Segundo Imperio Mesopotámico.

El Imperio egipcio[2] se desarrolló a las orillas del río Nilo a lo largo de casi tres mil años. El río discurre por un estrecho valle al que los egipcios llamaban Alto Egipto. Poco antes de su desembocadura, el Nilo se abre en un ancho delta, el Bajo Egipto. En tan prolongado periodo de tiempo los egipcios fueron capaces de crear una brillante civilización, cuyas características básicas se mantuvieron con escasos y puntuales cambios a lo largo de los siglos.

La influencia del Nilo en la civilización egipcia fue decisiva. La necesidad de regular el curso del río y sus crecidas anuales (de junio a septiembre) obligó a los egipcios a construir diversas obras de alta ingeniería para canalizar adecuadamente sus aguas, organizar los trabajos para aprovechar correctamente el ciclo agrícola y a estudiar en detalle los movimientos de los astros para prevenir los cambios estacionales tras descubrir que eran ellos los que los producían; todas estas acciones fueron capaces de ser desarrolladas gracias al establecimiento de un poder político centralizado. Además de ser la fuente de la vida en medio de un territorio desértico, el Nilo sirvió durante miles de años como vía de comercio y comunicación. Por todo ello el historiador griego Herodoto llegó a calificar a Egipto como un «don del Nilo».

El imperio fue comandado por los Faraones a lo largo de casi tres mil años de historia. Hacia el año 3100 a. C. el rey Narmer (llamado Menes por los griegos) unificó los reinos del Alto y el Bajo Egipto, por lo que se le considera el primer faraón. Pero ralamente los historiadores distinguen tres grandes etapas en la historia del Imperio egipcio:

El Imperio Antiguo (2800-2200 a. C.), en el que destacan los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, los constructores de las grandes pirámides de Gizeh.

El Imperio Medio (2000-1780 a. C.), en el que los faraones conquistaron tierras en Nubia, al Sur de Egipto, tras la invasión de los hicsos (1650 a. C.).

El Imperio Nuevo (1570-1065 a. C.), en el que destacaron los faraones Tutmosis III y Ramsés II, que extendieron el Imperio egipcio en Oriente (Palestina, Siria).

En los últimos siglos de su historia, Egipto fue dominado varias veces por pueblos extranjeros, como los persas y los griegos, hasta su conquista definitiva por los romanos en el año 31 a. C.

El faraón concentraba en sus manos todo el poder. Los egipcios le consideraban un dios y no podían mirarle ni tocar su cuerpo. En torno al faraón estaba la clase privilegiada, formada por: los nobles, que poseían parte de las tierras y ocupaban los cargos más importantes, como los de visir o primer ministro; los escribas, funcionarios que sabían leer, escribir y contar y que, por ello, administraban los dominios del faraón y los sacerdotes, dedicados a los ritos religiosos. El resto de la población, la gran mayoría, eran campesinos, que cultivaban las tierras del faraón y de los templos, a los que debían entregar parte de la cosecha, y un número respetable de artesanos y arquitectos-constructores que desarrollaron y mejoraron unas técnicas que aún hoy en día precisan de cierta explicación. También había esclavos, pertenecientes en su mayor parte al faraón, que los utilizaba en la construcción de los grandes monumentos, en el trabajo de las minas y en el ejército.

La capital se estableció en Menfis y el periodo de mayor esplendor económico se desarrolló a partir del 2400 a. C. con la quinta dinastía. El comercio fue una pieza fundamental para ello: el trigo se cambiaba por madera de ébano, oro y especias. La artesanía gozó de un gran auge. Posteriormente se vivió un periodo de descentralización, en el que se llegaron a formar pequeñas dinastías territoriales hasta la aparición de los príncipes de Tebas que volvieron a unificar el país y crearon el llamado Imperio Medio que duró hasta 1700 a. C. En este momento el país se extendía desde las primeras cataratas del Nilo (Kush) al mar Mediterráneo, extendiendo una gran influencia en todo oriente y norte de África.

Aumenta la producción agrícola y hacia 1990 a. C., bajo el faraón Amenemhat I época en la que se alcanza el máximo desarrollo económico. En el 1830 a. C. se restablece el primer plan de regadíos en el Bajo Egipto que garantizará en el futuro reservas de agua que permitan los cultivos en la estación seca.

Al final de esta etapa se produce la penetración de los hicsos desde Palestina que se instalan en el Delta y se apoderan del gobierno con sus propias dinastías, aunque las ciudades y sus tierras de Kush y Tebas permanecen independientes, no siendo expulsados hasta el 1550 a. C. por Amosis I, con quien comienza el Imperio Nuevo.

Con el faraón Amenhotep I hacia el 1500 a. C. el imperio recobra su importancia, a pesar de los graves costes que había supuesto el enfrentamiento con las tribus palestinas. Es el momento en el que se produce la mayor expansión del imperio, donde gran parte de Kush queda bajo el poder autocrático del faraón así como buena parte de Siria y la ribera occidental del Éufrates por el norte. No obstante la fuerza de los hititas hará perder buena parte de los dominios norteños y mantendrá en jaque al imperio, al igual que los libios quienes les amenazaban por el Este y Sur.

Con Ramsés II se produce la última época de poder absoluto de los faraones. Después le sucede un periodo caracterizado por la gran influencia y poder de los sumos sacerdotes de Amón, hasta tal punto que alrededor del 1000 a. C. dos dinastías se reparten el control del imperio, con la persistencia en Tebas de los sacerdotes de Amón como herederos y gobernadores independientes, con el apoyo ocasional de los libios.

A las puertas del 800 a. C. comenzó un periodo en el que el proceso de descentralización fue imparable, llegándose a contabilizar hasta veinte reinos distintos, gobernados por los nomarcas[3], absolutamente independientes Los enfrentamientos entre los mismos eran constantes hasta que en el 715 a. C., Sabacon, procedente de Kush, volvió a unificar bajo su mando buena parte de los nomos y reincorporó a Kush que llevaba 500 años de independencia.

Esto no acabó con los procesos desestabilizadores procedentes de los asirios en el Norte y los etíopes en el Sur. El avance del imperio Persa hacia el 520 a. C. de la mano del rey Cambises II dio al traste definitivamente con el imperio faraónico y la dependencia de Egipto por vez primera de reyes extranjeros. Pero sería Alejandro Magno quien, en el 332 a. C. terminaría por conquistar el país. Algo más tarde el 31 a. C. El emperador romano Octavio Augusto derrota a la reina Cleopatra en Actium y conquista Egipto.

Como síntesis de la larga historia del imperio conviene destacar las siguientes fechas clave:

    • 3100 a. C. Unificación de Egipto por Menes. Inicio de la época tinita (dinastías I y II).

    • 2660 a. C. Inicio del Imperio Antiguo (dinastías III-VI).

    • 2200 a. C. Primer periodo intermedio (dinastías VII-X) e inicio del Imperio Medio (dinastías XI y XII). Con Sesostris, la influencia egipcia se extiende hasta la baja Nubia.

    • 1780 a. C. Segundo periodo intermedio (dinastías XIII y XIV).

    • 1650 a. C. Invasión de los hicsos (dinastías XV-XVII).

    • 1570 a. C. Inicio del Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX).

    • 1468 a. C. Tutmosis III lleva el poder egipcio hasta el Éufrates y hasta la cuarta catarata del Nilo.

    • 1364 a .C. Inicio del reinado de Amenofis IV o Akenatón, instaurador del culto a Atón.

    • 1290 a. C. Empieza el reinado de Ramsés II, que vence a los hititas y ordena construir el templo de Abu Simbel.

    • 1065 a. C. Comienza el tercer periodo intermedio (dinastías XXI-XXVI).

    • 662 a. C. El rey asirio Asurbanipal conquista Egipto. Comienza el periodo saíta (XXVI dinastía).

    • 525 El rey persa Cambises II conquista Egipto. Comienza la época baja (dinastías XXVII-XXXI).

    • 332 a. C. Alejandro Magno conquista Egipto. Fin de las dinastías de faraones y comienzo de la época helenística con Ptolomeo. 31 a. C. El emperador romano Octavio Augusto derrota a la reina Cleopatra en Actium.

    • 31 a. C. El emperador romano Octavio Augusto derrota a la reina Cleopatra en Actium.

El Segundo imperio Mesopotámico[4] (2050 a. C.) Tras la caída del Imperio Acadio las ciudades sumerias recuperaron su independencia. Pese a la ya mencionada irrupción de los nómadas gutis y llullubis, que provocaron continuos saqueos, arrasaron ciudades y campos dificultando el comercio, el fin del imperio no trajo la decadencia total del mismo. Las distintas ciudades se mantuvieron activas y se organizaron pequeños reinos independientes desarrollándose así cada uno de ellos de diferente manera. El renacimiento sumerio comprende los años entre la caída del Imperio Acadio y el período de las dinastías amorritas de Isín y Larsa entre los siglos XXII a. C. y XXI a. C.

Este periodo está marcado por la recuperación de la independencia de los sumerios y la expulsión de las tribus gutis y llullubis. Se le atribuye a Ur-Nammu ser el artífice del nuevo imperio, un general del rey de Ur, Utu-hegal, quien se rebeló contra él, lo destronó y fundó la III dinastía de Ur, con la que vendría el renacimiento sumerio y una nueva etapa de esplendor en Mesopotamia que no se veía desde Sargón de Acad. Utu Se dio a sí mismo el título de «rey de Sumer y de Acad». También sometió la ciudad de Uruk, se proclamó rey de Uruk y a su vez sucesor de los reyes míticos de la ciudad, es decir llegó a inventarse que era parte de una sucesión ininterrumpida con los anteriores reyes del primer imperio Acadio.

Durante su reinado se edificó el primer zigurat como torre escalonada que albergaba el santuario del dios al que estaba dedicado en lo más alto de ésta. Este primer zigurat se dedicó al dios de la luna sumerio, Nanna o Sin. Nombró a su hija Ennirgalanna sacerdotisa de dicho templo. También engrandeció el templo de Enlil en Nippur. Otro de sus logros fue la creación de un código de leyes, el código de Ur nammu, basado en la reparación económica de los daños, que tenía como fin aunar los criterios legales de todo su territorio, y garantizar el buen funcionamiento de la economía. Es el código de leyes más antiguo en Mesopotamia.

El máximo apogeo del Imperio se llevó a cabo bajo el reinado de Shulgi (Hijo de Ur nammu. Sin embargo, el ocaso o Fin del 2º Imperio Mesopotámico llegó tras una derrota contra los elamitas. Como consecuencia de ello, la mayoría de las ciudades sufrieron diversos asaltos por tribus nómadas y que tras ser tomadas, se sublevaron contra el imperio fundando varios reinos por separado. En 2003 a. C. la propia Ur caía ante otro de los pueblos nómadas de los Zagros, los Amorritas o amorreos, quienes arrasaron la ciudad saqueándola. El imperio de Ur no fue sucedido por otro Estado que abarcase toda Mesopotamia.

Los orígenes de Grecia[5] están envueltos en misterio y datan del tiempo de Abraham, en el siglo XVIII a. C., y quizás incluso desde antes. Los historiadores discuten sobre cuál es el origen de los griegos; puede que haya sido un pueblo que migró desde Asia hacia Europa y que se asentó en las Islas griegas, o quizás fue un pueblo marino que se asentó sobre la costa.

En cualquier caso, los primeros habitantes de Grecia (llamados micénicos a causa de una serie de excavaciones que fueron realizadas en un lugar llamado Micenas) desarrollaron una cultura avanzada. Alrededor del año 1100 a.C., unos bárbaros llamados dóricos invadieron a los micénicos y toda la civilización desapareció; Grecia entró en lo que se conoce como la "Era o Edad Oscura", de la cual reemergió cientos de años después

Con el final de la Edad Oscura (año 776 a. C.) surgieron en lo que hoy conocemos como Grecia varios reinos y ciudades-estado, los cuales se extendieron hasta las costas del mar Negro, el sur de Italia (Magna Graecia) y Asia menor llegando a constituir lo que se conoce como el Imperio Griego. Estos estados y sus colonias alcanzaron un gran nivel de prosperidad que dio paso a un florecimiento cultural sin precedentes —periodo conocido como la Grecia clásica— más evidente en la arquitectura, el teatro, la ciencia, las matemáticas y la filosofía. En el 508 a. C., Clístenes introdujo el primer sistema democrático del mundo en Atenas.

Para el 500 a. C. el Imperio persa controlaba el territorio entre el actual Irán hasta las zonas que hoy forman parte del norte de Grecia, Macedonia, el sur de Ucrania, Bulgaria y Rumania, por lo que se convirtió en una amenaza para los griegos. Las ciudades-estado helénicas ubicadas en Asia Menor fracasaron en sus intentos por expulsar a los persas; en 492 a. C. el ejército persa invadió los estados de la Grecia continental, pero se vio forzado a retirarse luego de su derrota en la batalla de Maratón en 490 a. C. Diez años más tarde lanzaron una segunda ofensiva. Pese a la heroica resistencia de los espartanos y otros griegos en la batalla de las Termópilas, los persas lograron tomar Atenas.

Tras una serie de victorias griegas entre el 480 y 479 a. C. en las batallas de Salamina, Platea y Mícala, los persas se vieron forzados a retirarse por segunda ocasión. Estos conflictos militares, conocidos como las Guerras Médicas, fueron liderados en gran parte por Atenas y Esparta. El hecho de que Grecia no fuese un país unificado dio lugar a varios conflictos entre los estados helénicos envueltos varios de ellos en determinadas traiciones de las que se hablará con posterioridad.

Dentro de éstos cambios de liderazgo destacan los siguientes: el enfrentamiento más importante fue la Guerra del Peloponeso (431–404 a. C.), donde la victoria de Esparta marcó el final de la supremacía del Imperio ateniense sobre la Antigua Grecia. Posteriormente, la batalla de Leuctra (371 a. C.) le brindó el poder hegemónico a Tebas, pero poco después le fue arrebatado por Macedonia. Este reino logró unificar al mundo griego en la liga de Corinto —también conocida como la «liga helénica»—, bajo el mando del Filipo II, líder del primer estado griego unificado en la historia.

Tras el asesinato de Filipo II, su hijo Alejandro Magno asumió el liderazgo de la liga de Corinto, y en 334 a. C. lanzó una invasión al Imperio persa. Cuatro años después y tras salir victoriosos en las batallas de Gránico, Issos y Gaugamela, los griegos marcharon hacia Susa y tomaron Persépolis, la capital ceremonial de Persia.

El imperio creado por Alejandro Magno se extendió militar y/o económicamente por casi todos los territorios costeros de los mares Mediterráneo y Negro, cosa que a la que contribuyó de forma efectiva el hecho de que la civilización griega fue básicamente marítima, comercial y expansiva. Una realidad histórica en la que el componente geográfico jugó un papel crucial en la medida en que las características físicas del sur de la península de los Balcanes, que por lo accidentado de su relieve, que dificultaba la actividad agrícola y las comunicaciones internas, y por su dilatada longitud de costas favorecieron o provocaron su expansión hacia ultramar. Un fenómeno sobre el que incidirían también de forma sustancial la presión demográfica originada por las sucesivas oleadas de pueblos (entre ellos aqueos, jonios y dorios) a lo largo del III y II milenios a. C.

La repentina muerte de Alejandro Magno, acaecida en el 323 a. C., condujo al colapso del Imperio, que se dividió en varios reinos: el Imperio seléucida, el Egipto Ptolemaico, el Reino grecobactriano y el Reino indogriego. Muchos griegos emigraron a Alejandría, Antioquía, Seleucia y a muchas otras ciudades helenísticas en Asia y África. Aunque no se pudo mantener la unidad política del Imperio de Alejandro Magno, si permaneció en tiempo el dominio de la civilización helenística y el idioma griego a todos los territorios conquistados por al menor dos siglos, y en el caso de algunas regiones del este del Mediterráneo, por un periodo mayor.

La muerte de Alejandro Magno fue seguida por un periodo de confusión. En el 276 a. C. la dinastía Antigónida, descendientes de uno de los generales de Alejandro, tomó el poder en Macedonia y en la mayor parte de las ciudades-estado griegas. Desde el siglo II a. C. la participación de la república romana en los asuntos internos de los helenos desembocó en las Guerras Macedónicas. La derrota de Macedonia en la batalla de Pidna (168 a. C.) puso fin al poder Antigónido en Grecia. En 146 a. C. Roma se anexionó Macedonia como una provincia, y el resto de su territorio se convirtió en un protectorado romano. El proceso terminó en el 27 a. C. cuando el emperador romano César Augusto se hizo con el resto de Grecia para convertirla en la provincia senatorial de Acaya aunque con personalidad y consecuencias propias.

La cultura de Grecia tuvo una poderosa influencia sobre el propio Imperio romano, el cual la adoptó y difundió a través de muchos de sus territorios de Europa. La civilización de los antiguos griegos ha sido enormemente influyente para la lengua, la política, los sistemas educativos, la filosofía, la ciencia y las artes en toda la humanidad.

Como síntesis de una dilatada historia podemos añadir que la historia de la Antigua Grecia suele subdividirse en varios períodos en función diversos sucesos políticos, sociales y culturales:

    • La Edad Oscura (h.1100-h.750 a. C.).

    • La Época Arcaica (h.750-h.500 a. C.) se suele considerar que la Época Arcaica termina al derrocar al último tirano de Atenas en el año 510 a. C.

    • El período clásico (h.500-323 a. C.) el Partenón se construyó durante esta época.

    • El período helenístico (323-146 a. C.) es cuando la cultura y el poder de Grecia se expandió en el Oriente Próximo y el Oriente Medio. Este período comienza con la muerte de Alejandro Magno y termina con la conquista romana tras la Batalla de Corinto (146 a. C.).

    • La Grecia romana, comprendida entre la conquista romana y el restablecimiento de la ciudad de Bizancio y su nombramiento, por el emperador Constantino I, como capital del Imperio romano (la Nueva Roma) renombrada Constantinopla en el año 330.

    • La Antigüedad tardía, hasta inicios del siglo VI, con el declive del politeísmo romano frente al avance del cristianismo. El final de este período suele simbolizarse con el cierre de la Academia de Atenas por parte de Justiniano I bajo el edicto del año 529, que además prohibía el paganismo, el judaísmo y cualquier religión no cristiana

El Imperio Persa[6] en el siglo XII a. C, el pueblo persa de lengua aria, procedente de Asia Central, se estableció en la meseta de Irán, (lo que es actualmente Irán y Afganistán), entre el mar Caspio y el golfo Pérsico, estableciendo su capital en Susa.

Esta situación perduró hasta mediados del siglo VI a. C., en que la situación se revirtió, bajo el reinado de Ciro II, el Grande, que venció a los medos, cuyo rey era Astiages, y los sometió a su autoridad. Autoridad, que fue aceptada sin grandes problemas por los medos lo que les reportó un gran respeto por parte de sus conquistadores llegando incluso hasta Astiages, a quien se le perdonó la vida.

Sentaron las bases de un nuevo imperio al conquistar Lidia, en el Asia Menor, las colonias griegas del Asia Menor, y la Mesopotamia, conquistando Babilonia. Realizaron una gran reforma militar, convirtiendo a la Caballería en la principal fuerza de choque. Ciro falleció en el año 529 a. C., durante una campaña militar.

Egipto fue sometido bajo el reinado de Cambises, hijo de Ciro, en el año 525 a. C., quien no realizó un buen gobierno. Adoptó los dioses egipcios, a los que luego insultó, tal vez ofuscado por sus derrotas en Nubia y Cartago. A su muerte, le sucedió su primo lejano, Darío, que siguió la política de expansión territorial, restableciendo el orden interno, de modo violento, hasta que halló freno en las ciudades-estado griegas que finalmente y como ya se ha visto les vencieron en las guerras médicas, lo que posibilitó la conquista del imperio persa por Alejandro de Macedonia, en el año 330 a.C.

Como ejemplos de traiciones y/o cambios de bando más famosos en la historia conviene recordar lo que ocurrió durante la segunda guerra Médica cuando el poderosísimo ejército persa (unos 300.000), comandado por su rey Jerjes I, fue detenido en el año 480 a. C. por una pequeña fuerza de coalición griega durante tres días en el famoso e inaccesible paso de las Termopilas. Se trataba de un pequeño ejército griego de coalición formado por unos 300 espartanos, 700 tespios y 400 tebanos dirigidos por el rey de Esparta Leónidas I formado específicamente para impedir el acceso de los persas a las diferentes ciudades-reinos griegas. Los soldados griegos y el rey murieron en la batalla al ser traicionados por un soldado griego (Efialtes) que abandonando el combate les enseñó a los persas un camino para atacar a sus correligionarios por la espalda y solo así se pudo llegar a conquistar la ciudad de Atenas. Sin embargo, pocos años más tarde, en el 386 a. C. en la guerra entre ciudades griegas, la denominada <<guerra corintia>> se llevó a cabo una coalición de varias poblaciones griegas contra Esparta para favorecer el resurgimiento de Atenas en la lucha interna por recuperar la hegemonía en Grecia. Es en esta ocasión en la que la propia Esparta (antaño defensora de todos los griegos) y para evitar las intenciones del resto de sus compatriotas, se vio obligada a realizar una alianza con los persas por la que, tras reconocer la dominación y el poderío persa sobre todas las ciudades griegas, recibieran a cambio la promesa de ser apoyados por estos para que Esparta pudiera mantener su hegemonía sobre las demás[7].

La civilización o Imperio Maya[8]. La historia de los mayas comienza aproximadamente en el segundo milenio a. C. cuando se registraron los primeros asentamientos sedentarios en el norte de Guatemala. Tanto en Belice como en el sur del estado mexicano de Chiapas se han encontrado restos de poblaciones de carácter permanente, capaces ya de producir cerámica. Para el año 250 a.C., cuando los romanos se preparaban para extender su república por el Mediterráneo, una docena de reinos-estado mayas comerciaban y competían entre sí en un área geográfica con más de 200 mil kilómetros cuadrados. Ejemplos de esta era Pre-Clásica los podemos ver en Komchen, que presumía de Sacbes, o caminos pavimentados, antes de que los romanos llegaran a construir sus famosas calzadas. Entre otras cosas, los arqueólogos han encontrado vestigios del que por aquel entonces ya era un producto muy popular, el cacao y al igual que también surgieron los primeros jeroglíficos mayas. Por razones que realmente se desconocen, muchas de dichas ciudades fueron abandonadas hacia el primer siglo de nuestra era aunque algunas de ellas fueron re-ocupadas en etapas posteriores.

El Periodo Clásico (250 d.C.- 900 d.C.) fue el auge de la civilización maya, extendiéndose desde los estados mexicanos de Chiapas y Tabasco, toda la Península de Yucatán hasta el oeste de Honduras y el norte de El Salvador. Numerosas ciudades estado independientes surgieron entre la selva aprovechando los numerosos recursos naturales y la riqueza de la misma, construyendo colosales monumentos de piedra y desarrollando una cultura científica y artística que bien podría competir con las más avanzadas de Europa y Asia de la época. Ciudades como Caracol, TikalPalenque, Copán, Tikal, Calakmul y Uxmal comerciaban con jade, obsidiana, cacao, conchas y sal con otros grupos mesoamericanos, incluidos los habitantes de Teotihuacán, a más de mil kilómetros de distancia. El único sistema de escritura encontrado en la América pre-colombina, los ya mencionados jeroglíficos mayas fueron un importante vehículo para el comercio así como para la expansión y consolidación de la ciencia y la cultura en una civilización que se distinguía por la independencia de sus distintos reinos, cosa no muy diferente a lo que como ya hemos visto, sucedió en la Grecia Clásica.

Igual que en muchas otras culturas antiguas, la estructura social de los mayas mezclaba la política con la religión. Los reyes llevaban a sus pueblos a la guerra en nombre de los dioses y las consecuencias para los perdedores podían ser brutales. Como hicieran los aztecas varios siglos después, los mayas llevaban a cabo sacrificios humanos rituales para “pagar” la deuda de sangre en la que, según su pensamiento, el pueblo había incurrido al momento de la creación de la propia humanidad.

Hasta la segunda mitad del siglo XX, los expertos no se pusieron de acuerdo en determinar las causas del colapso de la civilización maya, es más, algunos todavía las discuten. Más recientemente, estudios científicos han logrado dar con un culpable más que razonable del declive. Desde el principio se ha mantenido descartada la posibilidad de que fuera debido a un enemigo externo, pues no se han encontrado rastros de ningún vecino lo suficientemente poderoso ni de ataque alguno. Tampoco hay vestigios de una única catástrofe natural, como sucedió cuando el volcán Thera acabó con los micénicos. La teoría más aceptada actualmente apunta más bien a un largo ocaso del poderío maya provocado por extensos periodos de sequía. Investigaciones climatológicas y no arqueológicas basadas en el estudio de sedimentos acuíferos, sugieren que reducciones paulatinas de la pluviosidad, aunadas por la deforestación ligada a la agricultura y a las necesidades de consumo de las poblaciones, fueron las causantes del descenso de la población en los grandes centros urbanos. Para cuando los españoles fondearon sus galeones en las costas yucatecas, el imperio maya ya casi había dejado de existir. Pero no sus gentes y su cultura. En la actualidad, más de cinco millones de mayas pueblan los mismos territorios que en el pasado y su lengua y tradiciones perduran a pesar de la hegemonía hispánica. No es extraño para los turistas que visitan Mérida o las cristalinas aguas de Can-Cún o Playa del Carmen escuchar en bocas de los indígenas que trabajan en los hoteles y restaurantes (y en oficinas), la dulce cadencia de su lengua ancestral.

El imperio Inca[9], fue un gran imperio y una cultura avanzada que se desarrolló en el continente americano en la época precolombina. Llegó a extenderse desde el norte del Ecuador a la parte central de Chile y desde los Andes hasta la costa del Océano Pacífico. Los Incas fueron una tribu Peruana, que se cree, hablaba el Quechua que procedían del sur y se asentaron en la llamada Cuenca de Cuzco. Todo apunta a que los Incas extendieron su dominio sobre tribus vecinas alrededor del año 1100 a. C.

A pesar de toda la grandeza que alcanzó el imperio Incaico escasamente duró más de un siglo. Con anterioridad al año 1430 los Incas gobernaron solo sobre el Valle del Cuzco. Tras haber entablado una guerra con los Chankas por algún tiempo, finalmente los derrotaron en una gran victoria en dicho año. Se puede considerar que fue este hecho el que marcó el comienzo de una gran expansión militar. Finalmente, conquistaron e incorporaron la mayoría de las culturas en el área. Abarcó cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados entre el océano Pacífico y la selva amazónica, desde las cercanías de San Juan de Pasto en el norte hasta el río Maule en el sur. El imperio incaico fue el dominio más extenso que tuvo cualquier estado de la América precolombina. Estuvo subdividido en cuatro partes (Suyus): el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte, el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo (Anti Suyu) al este y Contisuyo (Kunti Suyu) al oeste. La capital del imperio fue la ciudad de Cuzco, en el Perú.

Tras dicho periodo de apogeo el imperio entró en declive por diversos problemas, siendo el primero de ellos la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac, los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Finalmente Atahualpa vencería en 1532, pero su ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, quienes tras duros combates desequilibrados en medios y tácticas finalizaron con la captura del rey Inca y su posterior ejecución. Con la muerte de Atahualpa en 1533 culminó el imperio incaico. Aunque, varios incas rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.

Desarrollaron una economía basada en una intensiva construcción de hileras de terrazas en las montañas, en las que consiguieron una maestría en el arte hidráulico y de irrigación de las aguas. Su civilización se congregó tanto en centros urbanos como en redes de caminos, lo que hoy en día se pueden denominar carreteras. Tuvieron una administración eficiente, y consiguieron la maestría en artes como en el refinamiento de metales trabajados, arquitectura eficaz y sobria, una artesanía singular en las telas y su posterior acabado, una extraordinaria mano de obra en la alfarería, y en fin, en otras diversas artes.

Con respecto al Imperio romano[10] se puede asegurar que hoy en día resulta innegable que su pasado tiene un enorme valor en la identidad del mundo y particularmente en la europea. La primera unidad cultural meramente europea fue el Imperio Romano (aunque no solo se ciñó a este continente al integrar vastos territorios en el norte de África y Oriente Medio). Roma unificó Europa como continente, hasta entonces un territorio disgregado, y le concedió unas pautas culturales comunes que todavía hoy identifican a sus pueblos.

Según la tradición romana, la ciudad de Roma fue fundada en el año 753 a. C. por los gemelos Rómulo y Remo a las orillas del Tíber. Esta pequeña ciudad floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada, durante la época previa a la República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se expandía y apoderaba de más territorios. Ya en la época de la República, alrededor del año 270 a. C. Roma dominaba toda la península Itálica y seguía su expansión.

Este imperio que a partir del siglo I a. C. sería gobernado por emperadores, creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de cuarenta países, abarcando una distancia de cinco mil kilómetros, de un extremo a otro.

Dentro de su vida política, que se extiende por casi doce siglos desde su creación hasta su caída, ocurrida en el año 476, desarrolló varias formas de administración de gobierno: Monarquía, República e Imperio. Una de ellas, La República, fue la etapa de dominación romana en donde las principales instituciones fueron capaces de existir y cohabitar sin problemas. Es el tiempo del Senado, compuesto por los jefes de familia romana llamados “pater”.

Para administrar eficientemente el territorio, se crearon las Magistraturas, de las cuales destacan los cónsules, encargados de la presidencia de la república; pretores, administraban justicia y las finanzas; censores, vigilaban la moral pública y realizaban los censos, y por último, los cuestores, especie de asesor de los cónsules y pretores.

La sociedad republicana estaba dividida en patricios provenientes de las familias importantes romanas, y los plebeyos, mezcla de esclavos y extranjeros, los cuales lentamente querrán adquirir derechos políticos y una activa participación en la sociedad.

Un elemento muy importante para la creación y mantenimiento del imperio era el ejército, el cual fue la principal herramienta de expansión y conquista a la par que le proporcionaba la correspondiente protección ante las múltiples amenazas que se ceñían sobre él en todas las direcciones. Obtuvo victorias importantes sobre los demás pueblos que habitaban Italia, sobre los galos, en la actual Francia, y principalmente a los cartagineses en las llamadas Guerras Púnicas, tomando el control total del Mediterráneo empleando para ello tácticas revolucionarias y muchas veces siendo muy crueles con sus enemigos, aunque al aumentar la extensión de sus dominios, debieron recurrir a incluir en sus fuerzas a personal procedente de dichos territorios y a hacer alianzas con hordas armadas (bárbaros) que guerreaban bajo su mandato por determinadas prebendas o por los beneficios de sus rapiñas.

Otro de los logros acaecidos a lo largo del periodo es la expansión del cristianismo, religión que inicialmente no fue bien vista entre los paganos politeístas romanos e incluso cruelmente perseguida por parte de muchos de sus emperadores (entre los que destaca Nerón tras el incendio de Roma) pero que poco a poco se vio favorecida y apoyada destacando en esta labor los emperadores Constantino y Teodosio quienes permitieron el triunfo completo del cristianismo. El primero, mediante la edición del Edicto de Milán, por el que se les otorgó la libertad religiosa a los cristianos, y el segundo transformó tal religión en la oficial del Estado romano lo que pronto provocó una determinada influencia de la Iglesia en la sociedad.

La creación de una entidad política resistente, la concesión de la ciudadanía que igualaba a todos los miembros sin importar si eran griegos, hispanos o romanos, llegando a ostentar el cargo de emperador lo mismo un hispano que un africano, y la gran tarea de asimilación de los pueblos conquistados por Roma pueden ser las razones que explican la durabilidad de este imperio, superando a lo largo de su historia revueltas y guerras civiles que hubieran llevado al declive a otros imperios mucho más cerrados.

Sin embargo, a pesar de sus largos periodos de fortaleza, los motivos que le hicieron caer los encontramos en el famoso libro escrito por Edward Gibbon, la Historia de la decadencia y caída del Imperio romano (en inglés, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire). “Así, según Gibbon, el Imperio romano sucumbió a las invasiones bárbaras principalmente debido a la pérdida de las virtudes cívicas tradicionales romanas por parte de sus ciudadanos como ocurrió con el conocido programa conocido como “Pan y Circo para todos” lo que llevó a un abandono de las propiedades, la agricultura y otras actividades que hacían fuerte al Imperio y a concentrarse entorno de las grandes ciudades para llevar una vida fácil y subvencionada por el estado. Así los verdaderos romanos se habrían vuelto débiles, delegando la tarea de defender el Imperio en mercenarios bárbaros que se hicieron tan numerosos y arraigados en el Imperio y sus estructuras que fueron capaces de tomarlo al fin. Además, según él, los romanos tras la caída de la República se habían ido volviendo progresivamente "afeminados", poco deseosos de vivir una vida militar, más dura y "viril", al modo de sus antepasados. Ello habría llevado al abandono progresivo de sus libertades a favor de la tiranía de los césares, y habría conducido a la degeneración del ejército romano y de la Guardia Pretoriana[11]”.

Hay que decir que el fenómeno de la caída del Imperio romano ha sido estudiado por muchos historiadores de diversas tendencias y objeto de importantes discrepancias. Del estudio de los mismos se puede resumir en los siguientes seis puntos:

    • Importancia y trascendencia de la ruina económica: depreciación monetaria, carestía y contracción de la actividad, en especial de la comercial, lo que conduce a la autarquía.

    • Multitud de guerras civiles e intensificación de las rapiñas de una soldadesca cada vez más barbarizada y menos controlada.

    • Sucesivas e importantes plagas pestíferas y despoblación por abandono del campo.

    • Desórdenes internos, revueltas sociales, bandidaje terrestre y marítimo (piratería sajona).

    • Luchas por el poder entre el ejército bárbaro y los funcionarios civiles romanos por la dirección del Estado; con la victoria de los militares surgieron diversos caudillajes (Estilicón, Aecio, Ricimero).

    • Destrucción de las clases privilegiadas.

La India[12] emerge muy lentamente en la historia conocida por las civilizaciones occidentales por la casi total ausencia de fuentes tanto internas como externas. Sólo con la captura por parte de los persas aqueménidas de las regiones del extremo noroeste del subcontinente y su incorporación como satrapías de su imperio llegaron a occidente algunas noticias del país, sus habitantes y modos y costumbres las cuales las recoge Heródoto en su “Historia” (430-426 aC). Más tarde, Alejandro y sus lugartenientes agregan un testimonio directo aunque no siempre fidedigno que perdura de manera fragmentaria en las obras de los autores clásicos. Información más substancial sobre el país en su conjunto la proporcionan las fuentes budistas que afirman la existencia de 16 estados mayores (maha- janapadas) y multitud de otros menores en la mitad norte del país a mediados del primer milenio a. C. La mayoría se repartía el valle del Ganges, otros ocupaban el área centro-occidental y dos el noroeste, en los confines del Indo. La monarquía era la forma de gobierno usual, pero muchos de los estados más pequeños, conservando resabios de una organización tribal, estaban regidos por asambleas de notables, encabezadas por un jefe, pudiendo categorizarse como repúblicas oligárquicas.

El Imperio Mauria fue el primer gran imperio unificado de la India. Regido por la dinastía Mauria, duró desde 320 a. C. hasta 185 a.C. El imperio se expandió hacia el norte a lo largo de las fronteras naturales del Himalaya y al este hacia el estado actual de Assam. Al oeste, llegó más allá de Pakistán. El imperio fue expandido hacia el norte, a lo largo de las fronteras naturales del Himalaya, y al este hasta el hoy estado de Assam. Al oeste, alcanzó más allá de Pakistán e incluyó Beluchistán en Persia y partes significativas del ahora Afganistán, incluyendo Herat y las provincias de Kandahar. El Imperio fue ampliado en las regiones centrales y hacia el sur de la India por el emperador Bindusara, pero esto excluyó una pequeña parte de las regiones inexploradas cerca de Kalinga.

Después de la conquista de Kalinga, Ashoka el Grande termina la extensión militar del Imperio. Los reinos de Pandya y Cheras en el sur de la India conservaron así su independencia, aceptando la supremacía del emperador mauria. El Imperio mauria fue quizás el mayor imperio que haya gobernado el subcontinente indio hasta la llegada de los británicos.

Durante su existencia, el pueblo disfrutó de una era de armonía social, de una transformación religiosa por la incursión del budismo y de la expansión de las ciencias y el conocimiento.

La decadencia del Imperio se inició posiblemente en los últimos años de la vida de Ashoka, tal vez por las diferencias religiosas en las diferentes áreas debido a los privilegios otorgados por el monarca a la religión budista en detrimento del hinduismo. A la muerte de Ashoka, el reino se dividió entre su hijo Kunala y sus nietos Dasaratha y Samprati, a la vez que los territorios meridionales del Imperio se independizaron. Los Puranás mencionan otros tres reyes, el último de los cuales es Brihadratha, cuya muerte (y por tanto el final del Imperio maurya) se ha situado entre los años 187 y 180 a. C.

Por Imperio chino[13] se entiende el extenso periodo de la historia en la que China estaba gobernada por un emperador. Dicha etapa de la historia comprende los gobiernos entre la dinastía Qin (221 a. C.) y la dinastía Qing (1912), con breves interrupciones por guerras civiles o fragmentación del territorio en diversos reinos.

El primer Imperio chino o imperio temprano se inició en la Edad del Hierro con la unificación de China por Qin Shi Huang en el 221 a. C. Este acontecimiento puso fin a cinco siglos de guerras feudales que asolaron la dinastía Zhou y el territorio oriental de la actual China. Su corta dinastía fundada por él mismo introdujo un gobierno centralizado bajo el sistema de monarquía absoluta, liderado por el emperador de China. Después de abolir el feudalismo dividió su imperio en 36 provincias regidas cada una por 3 gobernadores, uno de los cuales era militar. Asimismo, construyó redes de comunicación entre los distintos municipios del imperio e introdujo determinadas medidas de estandarización de unidades de todo tipo, entre las cuales cabe destacar la de masa y la monetaria. China pasó a regirse por el mismo código de leyes. De entre todas sus reformas, quizás, la más significativa fue la unificación de la escritura. Durante esta época se comenzó la colosal obra de ingeniería de la Gran Muralla como elemento decisivo para proteger el imperio de amenazadoras invasiones.

Los Qin fueron derrocados en el año 206 a.C. y fueron sustituidos por la dinastía Han, que gobernó durante cuatro siglos e implantaron el confucianismo como la ideología del Estado. Este período terminó en el año 220, cuando el imperio fue dividido en los Tres Reinos (Wei, Shu y Wu) y posteriormente entre las Dinastías Meridionales y Septentrionales, comenzando así una época de total desunión conocida como las Seis Dinastías, un período de 400 años de continua guerra que duró hasta que la dinastía Sui consiguió derrotar a sus rivales en el año 589.

El imperio medio se inició con la reunificación de China por la recientemente nombrada dinastía Sui quienes, aunque fueron de corta duración reemplazaron el sistema de gobierno por el imperial y se embarcaron en grandes obras públicas, como la conexión de algunos canales acuáticos ya existentes para formar el Gran Canal.

Tras el derrocamiento de la dinastía Sui, la dinastía Tang gobernó prósperamente durante tres siglos. Su caída en 907 fue seguida de décadas de agitación conocidas como las Cinco Dinastías y los Diez Reinos. Varias tribus del norte se aprovecharon de la desunión para establecer las Dinastías del Norte. La mayor parte de la China interior fue reunificada por la dinastía Song en el año 960, que vio grandes avances tecnológicos, económicos y culturales y el surgimiento del neo-confucianismo. El período que abarca las dinastías Tang y Song también se le conoce como la Edad de Oro de China. China fue conquistada por el Imperio mongol en 1279.

El Imperio tardío se refiere al período entre el final del dominio mongol en 1368 y el establecimiento de la República de China en 1912 e incluye las dinastías Ming, Qing y Yuan.

El uso de los términos China Imperial temprana, media y tardía es el preferido por muchos historiadores económicos, culturales y sociales para delimitar las fases en el tiempo en las que se consiguieron determinadas continuidades sociales y económicas diferenciadoras entre dinastías. En particular, existe un consenso entre los historiadores que a diferencia de la dinastía Yuan, la invasión manchú no marca una discontinuidad relativamente fuerte en la historia de China y que la mayoría de las tendencias culturales y sociales de la época cruzaron la división entre los Ming y los Qing. No obstante todo lo dicho anteriormente, el imperio chino no quedó exento de múltiples alianzas entre sus pueblos, traiciones y levantamientos constantes contra sus emperadores y gobernadores.

Tras la caída del imperio, China ha pasado por dos periodos claramente diferenciados. El 10 de octubre de 1911 se produce el Levantamiento de Wuchang, rebelión contra la dinastía Qing en la actual ciudad de Wuhan, que provoca la Revolución de Xinhai, que acabará con el derrocamiento definitivo del último emperador Qing, Puyi, en 1912.

El primer presidente de la denominada República de China, Sun Yat-sen fundó la Academia Militar de Whampoa, en la que se formará el ejército que, bajo el mando de Chiang Kai-shek, quién conseguirá conquistar gran parte de China que se encontraba dividida en varios pedazos y establecer en Nankín la capital de la República de China. Posteriormente, Chiang Kai-shek se convierte en presidente de la República y, desde el principio, tendrá que enfrentarse a dos problemas. Por un lado, el Partido Comunista Chino, que a pesar de varios periodos de colaboración con el Kuomintang, lucha por establecer un régimen comunista. Por otro lado, el imperialismo japonés que constantemente presiona a China. En 1931 Japón conquista Manchuria, y establece allí el estado títere de Manchukuo. En 1937 el ejército japonés inicia una invasión a China.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Japón abandona sus conquistas en Asia, y China recupera Manchuria y Taiwán. Cuando parecía que el gobierno de Chiang Kai-shek podría ya lograr consolidar la estabilidad de la república, el partido comunista organizó una rebelión armada contra el Kuomintang. Éste se convierte en una guerra civil total a partir de 1947.

El 1 de octubre de 1949, el líder del Partido Comunista Chino Mao Tse-Tung proclama la República Popular China desde la puerta de Tian'anmen de la Ciudad Prohibida de Pekín. Mao fue el líder máximo de China hasta su muerte en 1976. Su periodo de gobierno estuvo marcado por profundas conmociones sociales y políticas, como las campañas del Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural.

El Impero Romano de Oriente o también llamado Imperio Bizantino[14], se originó en el año 395 cuando el emperador Teodosio dividió el Imperio Romano en dos: Oriente y Occidente. A diferencia del Imperio Romano de Occidente, que como sabemos fue destruido por los germanos en el año 476, el Imperio Bizantino logró sobrevivir a la amenaza germánica. Por eso perduró por casi diez siglos, hasta el año 1453 en el que los turcos otomanos ocuparon su capital, Constantinopla.

A lo largo de diez siglos, los bizantinos, que eran en realidad no eran un solo pueblo sino una pluralidad de ellos, lograron fusionar la cultura de los griegos y romanos, los elementos religiosos de cristianos y paganos y las costumbres occidentales y orientales. De esta manera conservaron los aportes culturales de la antigüedad y los re-elaboraron bajo nuevas formas.

Aunque hablaban griego, los bizantinos se llamaban así mismos romanos, pues se consideraban herederos de este antiguo imperio. Por tal motivo su capital, Constantinopla se le conocía también como la nueva Roma. Actualmente esta ciudad no existe con este nombre, hoy en día se llama Estambul. Fue construida por el emperador Constantino en el año 330, sobre la antigua ciudad griega de Bizancio. En sólo seis años edificó una ciudad cuyo tamaño y arquitectura eran equiparables a los de Roma en sus mejores tiempos. Ubicada entre el Mar Negro y el Mar Mármaro; así, estaba rodeada por el mar y era el paso obligado de todos los comerciantes que viajaban por mar o por tierra entre Asia y Europa. Hasta el siglo XIII fue una de las ciudades más pobladas del mundo: sólo Bagdag la gran ciudad del Islam la igualó.

Para proteger Constantinopla de los germanos, el emperador Teodosio II, construyó en el siglo V una muralla triple de unos 12 metros de altura que rodeo la ciudad. Esta muralla recorre unos 19 km y tiene 96 torres.

Desde la caída del Imperio Romano de Occidente, los gobernantes bizantinos añoraban los tiempos en que este imperio dominaba todo el Mediterráneo. Uno de ellos, el emperador Justiniano, intento restaurar la grandeza del viejo imperio. Justiniano, era sobrino del emperador Justino, llego al trono en el año 527, al igual que su tío, era hijo de un simple campesino. Sin embargo desde joven, recibió una excelente formación militar. Al momento de su ascensión al trono, el Imperio Bizantino incluía la Península Balcánica, Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto. No contento con ello y dado que pensaba que el mundo cristiano debía tener una única autoridad política: el emperador bizantino, se propuso dicha tarea.

Con estas ideas y con la ayuda de los generales Belisario y Narsés, Justiniano se apoderó de los territorios vándalos del norte de África, Córcega, Cerdeña y de las Islas Baleares; conquisto Italia y Sicilia, dominadas por los ostrogodos y por último ocupó el suroeste de la España visigoda. Posteriormente, emprendió la reforma del estado bizantino para renovar las bases sobre las que se asentaba el imperio. Reorganizó la administración central, residente en Constantinopla, que supervisaba a los funcionarios de provincias. Además, decidió clasificar y editar las leyes romanas. Para ello, encargo al jurista Triboniano la redacción del código Justiniano, que incluyó todas las constituciones dictaminaras desde la época del emperador Adriano. Por otra parte, mejoró la situación de la hacienda pública y de la recaudación de impuestos, para sostener una organización civil y militar más eficiente. Justiniano murió en el año 565, año en que concluyó uno de los periodos más brillantes de la larga historia bizantina.

Poco tiempo después de la muerte de Justiniano, los bizantinos perdieron las posesiones conquistadas en Europa Occidental y debieron afrontar el avance de los ávaros, eslavos y búlgaros que presionaban para internarse en la Península de los Balcanes. Los persas por su parte se adentraron cada vez más en las provincias orientales del Imperio Bizantino. Sin embargo, el peligro persa fue sustituido por el árabe, que se convirtió en el adversario más temible, ya que en el siglo VII ocupo Siria, Palestina y el norte de África. Entonces, el imperio se redujo a Grecia, Asia Menor y el sur de Italia. En el siglo XI la situación empeoró, cuando los turcos, en especial la tribu de los seldjúcidas se apoderaron del Asia Menor. Estos acontecimientos marcaron el inicio de la decadencia de Bizancio, que concluyó en 1453, cuando otra tribu de turcos, los otomanos, ocupó Constantinopla.

El imperio constituía una monarquía teocrática en la que el emperador o basileus era considerado el delegado de Dios en la Tierra y por lo tanto un personaje sagrado. Por eso fue el jefe de la Iglesia y como tal podía nombrar a los patriarcas. Tanto llegó a ser el culto que al emperador se le representaba como a los santos con la cabeza rodeada por un halo de luz. Con un poder absoluto, el emperador fue también el jefe supremo de la administración y del ejército bizantino. Para su acción de gobierno contaba con tres instrumentos:

•La burocracia civil, conformada por funcionarios que eran verdaderos profesionales de la administración pública.

•El ejército, muy numeroso, integrado por soldados de las más diversas nacionalidades. En las zonas de frontera la defensa se completó con una especie de tropas conocidas como estradiotas, que eran un tipo de soldados-campesinos a quienes se les pagaba sus victorias y servicios mediante la entrega de tierras.

•La iglesia bizantina, que a diferencia de lo que ocurría en Occidente, se encontraba completamente subordinada al emperador por lo que nunca se oponía a sus decisiones o acciones. Esta característica se le conoce como césaro-papismo.

La sociedad bizantina era profundamente religiosa: todas las actividades cotidianas estaban estrechamente ligadas a la región. Los pleitos o querellas solían envolver a todo el pueblo y creaba serios problemas políticos. Tal y como ocurrió, por ejemplo, con el monofisismo, una corriente religiosa que sostenía que Cristo poseía una sola naturaleza, la divina, y que contrariaba a la posición cristiana que invocaba la doble naturaleza de Cristo: humana y divina. El monofisismo llegó a ser muy popular en Siria y Egipto, razón por la que estas regiones trataron constantemente de separarse del imperio, lo que facilitó su conquista por los árabes al no ser consideradas como muy leales y por tanto, poco defendidas.

En el siglo VIII se originó otra querella promovida por los iconoclastas. Éstos sostenían que las imágenes religiosas o iconos llevaban a prácticas supersticiosas, porque se adoraba en ellas a la imagen representada y no al Dios verdadero. Además, los iconoclastas buscaban disminuir el poder económico y social de los monjes. A diferencia del monofisismo, los iconoclastas fueron protegidos y estimulados por algunos emperadores bizantinos. Este hecho provocó un distanciamiento entre estos monarcas y el Papa romano, que se oponía a esta corriente religiosa. El largo proceso en el que se prolongaros las discusiones culminó con el cisma de Oriente entre la cristiandad occidental y oriental, en 1054. En tanto que la primera aceptó como jefe espiritual al Papa de Roma, el Oriente reconoció como jefe supremo al patriarca de Constantinopla. La Iglesia de Oriente pasó a llamarse griego-ortodoxa.

A lo largo de diez siglos de historia, Bizancio fue uno de los centros económicos más importantes del mundo medieval. La economía bizantina fue mayoritariamente agraria. Las grandes propiedades agrícolas estaban en manos de la Iglesia y de la aristocracia, aunque al principio también había pequeños propietarios quienes con el correr de los siglos, fueron desapareciendo, incorporándose sus terrenos a los grandes dominios. Bizancio no descuido las actividades artesanales ni el comercio. El imperio desarrolló un importante comercio internacional. Gracias a esta actividad, en los mercados de Constantinopla y de otras ciudades importantes se podían hallar productos de zonas tan diversas como por ejemplo, China, Persia y España. Los artesanos bizantinos fabricaban a su vez numerosas piezas que se vendían al extranjero. Por ello, la moneda bizantina, el besante, fue aceptada en todos los mercados de la Edad Media hasta el siglo XI. Este hecho la convirtió en una moneda de carácter internacional.

La invasión de los turcos seldjúcidas en el siglo XI privó a Bizancio de una defensa de las zonas más ricas del imperio, el Asia Menor. A partir de este momento, el Imperio de Oriente vivió una lenta y paulatina decadencia que se manifestó en una severa crisis agraria y comercial. Los bizantinos descuidaron su armada, y como consecuencia de dicha indefensión no se puedo asegurar el tráfico comercial, que cayó paulatinamente en manos de genoveses y venecianos.

Así, la ruina del estado bizantino se hizo inevitable: debilitado en sus bases debió ceder territorios a las distintas potencias que le amenazaban o que vieron la oportunidad para lograr su emancipación e independencia. Por último, sufrió la rápida invasión de los turcos otomanos y cuando en el año 1453, los turcos tomaron Constantinopla, el imperio se hallaba ya casi reducido a la misma capital. La toma de la capital puso fin a mil años de historia.

El reino visigodo[15]. En el año 409, los suevos, los vándalos y los alanos cruzaron los Pirineos y se asentaron en la península Ibérica sin encontrar ninguna resistencia a su paso.

    • Los suevos y los vándalos asdingos se establecieron en Gallaecia (Galicia).

    • Los alanos se asentaron en la Lusitania.

    • Los vándalos silingos en la Bética.

Poco después, los visigodos, enviados por Roma para someter a los invasores, se asentaron también en la península Ibérica.

Anteriormente a este hecho los visigodos establecieron un reino con capital en Tolosa (Toulouse, Francia), que abarcaba amplios territorios de la Galia y de Hispania. En el año 507, derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, abandonaron la Galia y se asentaron en Hispania.

El nuevo reino visigodo tuvo su capital en Toledo y contó con guarniciones militares en las principales ciudades de la península Ibérica. Los suevos mantuvieron su dominio sobre el Noroeste y los bizantinos ocuparon toda la zona costera del Sureste. El número de visigodos que se establecieron en Hispania no sobrepasó los cien mil, frente a los cinco o seis millones de hispanorromanos que entonces habitaban el país. Esta desproporción explica que, pese a controlar el gobierno, los visigodos terminaran asimilando la lengua, la cultura y la religión de la sociedad hispana.

En lo referente a su organización política, al principio, los reyes visigodos eran elegidos por los nobles, pero en algunos momentos el cargo pasó de padres a hijos dentro de una misma familia. Las luchas por el poder fueron continuas, y muchos reyes fueron depuestos o incluso asesinados.

El reino visigodo de Toledo alcanzó la plenitud en la segunda mitad del siglo VI y la primera del VII, durante los reinados de Leovigildo y su hijo Recaredo. Leovigildo (573-586) consolidó la autoridad real, anexionó el reino de los suevos y estableció las mismas leyes para germanos e hispanorromanos. Recaredo (586-601) impulsó la unidad religiosa del reino al convertirse al cristianismo junto con los nobles visigodos.

El rey, cuyos actos podían ser sancionados por los Concilios de la Iglesia, estaba limitado en su poder por la ley, las normas morales y la justicia. Le auxiliaba en su tarea de gobierno el Aula Regia, constituida por los nobles, jueces y cortesanos designados por el propio monarca y encargada de: preparar las leyes y asesorar al monarca en asuntos políticos y militares; asistir a la promulgación de las leyes y ejercer junto con el rey funciones judiciales.

Leovigildo convirtió el arrianismo, considerado herejía por la Iglesia católica, en religión oficial del reino, lo que dio lugar a enfrentamientos con suevos y bizantinos. Éstos se aliaron con su hijo Hermenegildo, que se convirtió al catolicismo (579), y, tras proclamarse rey en Sevilla, inició una guerra contra el Estado visigodo. En el año 585 Leovigildo derrotó a los suevos en Braga y Oporto, con lo que consiguió la unidad política. Los bizantinos aún mantuvieron algunos territorios hasta las conquistas de Sisebuto (612-621) y Suintila (621-631). Posteriormente Recaredo, convertido al catolicismo, logró la unidad religiosa del reino. A partir del IV Concilio de Toledo (633), los reyes solicitaron el apoyo de los concilios en las tareas legislativas. Eran convocados por el rey y, con el apoyo del Aula Regia, preparaban las leyes, aparte de tratar los asuntos religiosos.

Una aportación destacada del reino visigodo fue la unificación del derecho con la promulgación de un código de leyes aplicable a godos e hispanorromanos. El Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo (654) recogió las leyes del Código de Leovigildo y representó la unidad jurídica del Estado.

Tras el reinado de Wamba (672-680), que venció a los francos en Septimania y la Tarraconense, las luchas entre la nobleza y la monarquía debilitaron el reino visigodo, que no pudo hacer frente a la penetración musulmana. En el año 710 las tropas de Tarik, gobernador musulmán del Norte de África, desembarcaron en lo que hoy es Tarifa. En julio del año siguiente, aliados con una facción de la nobleza visigoda opuesta a don Rodrigo, los musulmanes vencieron a este último rey visigodo en la batalla de Guadalete. Muerto don Rodrigo, los musulmanes iniciaron la ocupación de la Península, con lo que llegó a su fin el reino visigodo.

Fechas clave

409 Suevos, vándalos y alanos penetran en Hispania.

410 Los visigodos saquean Roma y muere su jefe Alarico.

413 Ataúlfo conduce a los visigodos al Sur de la Galia, donde se instalan como federados.

418 Valia funda el reino visigodo de Tolosa (Toulouse).

430 Se consolida en Galicia el reino suevo.

468 Bajo Eurico, los visigodos establecen un protectorado sobre España.

476 Odoacro, al deponer a Rómulo Augústulo, pone fin al Imperio de Occidente.

507 Los francos expulsan a los visigodos de la Galia después de la batalla de Vouillé.

573 Comienza el reinado de Leovigildo.

576 Leovigildo establece la capital en Toledo.

585 Leovigildo ocupa el reino suevo.

589 Recaredo abraza oficialmente el catolicismo en el III Concilio de Toledo.

629 Suintila pone fin a la presencia bizantina en España.

654 Recesvinto promulga el Liber Iudiciorum.

711 Victoria de los árabes sobre don Rodrigo en Guadalete. Sólo la región montañosa del Norte quedó en manos de los españoles. Desde allí los reinos cristianos se lanzaron a reconquistar su territorio.

A partir del triunfo de Covadonga, en el año 722, se iniciará un lento pero persistente avance hacia el sur. Surgieron los reinos de Asturias, Leon, Navarra, Portugal, Castilla y Aragón.

Aunque existen periodos intermedios de los que se hablará posteriormente, finalmente, en 1492, en tiempos de los reyes católicos, la toma de Granada, último bastión musulmán, pondrá fin a la reconquista y se completará la expulsión de los musulmanes de la península iberica.

El califato abasí, fue la segunda dinastía de califas suníes (750-1258) que sucedieron a los omeyas. También se conoce como el Imperio árabe o el Califato de Bagdad[16], ya que dicho califato fue fundado en Kufa en 750 y en 762 cambió su capital a Bagdad. Posteriormente, entre 1261 y 1517 se estableció en el Egipto mameluco una escisión del califato abasí conocido como el califato de El Cairo.

Los abasíes basan su pretensión al califato en su descendencia de Abbas ibn Abd al-Muttalib (566-652), uno de los tíos más jóvenes del profeta Mahoma. Muhammad ibn 'Ali, bisnieto de Abbás, comenzó su campaña por el ascenso al poder de su familia en Persia durante el reinado del califa omeya Umar II. Durante el califato de Marwan II, esta oposición llegó a su punto culminante con la rebelión del imán Ibrahim, descendiente en cuarta generación de Abbás, en la ciudad de Kufa (actual Irak), y en la provincia de Jorasán (en Persia, actual Irán). La revuelta alcanzó algunos éxitos considerables, pero finalmente Ibrahim fue capturado y murió (quizás asesinado) en prisión en 747. Su hermano Abdalah continuó la lucha, conocido como Abu al-'Abbas as-Saffah quien, después de una victoria decisiva en el río Gran Zab (un afluente del río Tigris que discurre por Turquía e Irak) en 750, aplastó a los omeyas y fue proclamado califa. El sucesor de Abu al- 'Abbás, al-Mansur, fundó en 762 la ciudad de Madinat as-Salam (Bagdad), a la que traslada la capitalidad desde Damasco.

La época de máximo esplendor correspondió al reinado de Harún al-Rashid (786-809), pero es a partir del mismo cuando comenzó una decadencia política que se acentuaría con sus sucesores. Es muy significativo que la desintegración del califato se produzca en el momento en que el Islam había sido asumido por la mayor parte de las poblaciones que habitaban en la zona. Minoritaria hasta entonces, el Islam comienza a ser la religión predominante entre los pueblos indígenas conquistados por los árabes tres siglos antes. La propagación de la fe trajo mayor uniformidad ideológica, pero también pronto se acentuaron varias divisiones sectarias.

El califato hacia el año 850

La definitiva crisis del califato abasí se desarrolló entre los años 908 y 945. Durante este periodo cinco califas se sucedieron en Bagdad, de los cuales cuatro fueron depuestos por métodos violentos. Los sucesos y vaivenes políticos que jalonaron esta crisis fueron complejos. De hecho, fueron las intrigas de una facción de la burocracia civil las que permitieron que se proclamara califa a uno de los miembros más débiles y fácilmente manejables del linaje abasí, al-Muqtadir (908- 932), cuyo gobierno estuvo controlado por los visires de los grupos rivales que luchaban por acaparar los beneficios de los recursos fiscales. El asesinato de este califa fue consecuencia de la crisis del poder central y desató de forma ya imparable la espiral de crisis interna.

La falta de recursos tenía unas raíces complejas. Para hacer frente a la recaudación fiscal, los califas echaban mano de los arrendatarios, familias que adelantaban una suma al califa (la estimación de lo que se podía recaudar en una determinada zona) y luego eran ellos los responsables de recaudar los impuestos a los ciudadanos. Estos arrendatarios normalmente daban menos de lo que en realidad recaudaban, por lo que acumularon grandes fortunas y explotaban como podían a los campesinos para reunir más ganancias. Atrapado el gobierno central por la necesidad imperiosa de hacer pagos, sobre todo a un ejército siempre dispuesto a rebelarse, tuvo que ceder ante las presiones y permitir a los militares que recaudaran ellos mismos los impuestos. Eso dio lugar a la concesión de iqtá (igar), que suponía la concesión de territorios en los cuales no podían ejercer su autoridad agentes del gobierno central, sino que el beneficiario recaudaba los impuestos y le enviaba al califa una cantidad fijada de antemano que no pasaba de ser una cantidad simbólica. Durante este periodo se hizo frecuente también la ilya o himaya, donde un campesino se ponía bajo la protección de un señor cediéndole sus tierras para evitar de esta forma las arbitrariedades de los agentes fiscales y las convulsiones causadas por las guerras. En algunas zonas este fenómeno contribuyó a imponer una situación servil sobre las poblaciones rurales similar a los dominios feudales en Europa.

En enero de 946 Ahmad b. Buya hizo su entrada en Bagdad al frente de un victorioso ejército. El califa abasí de turno no tuvo más remedio que cederle el poder efectivo, poniendo fin a varias décadas de lucha en las que los jefes de su ejército se habían hecho con todo el poder debilitando la unión del califato. Esta familia, los buyíes, eran oriundos de Daylam (al norte de Irán). Los tres hermanos buyíes, Alí, Áhmad y Hasán, supieron aprovechar el citado momento de debilidad y reclutaron un ejército formado por dalaymíes cuyas capacidades para la lucha les permitieron acumular éxitos militares en todo su camino hacia Bagdad. Una vez lograda la toma de la capital, obligaron al califa a entregarles títulos grandilocuentes y a confiarles el gobierno de los territorios que habían conquistado previamente.

Tuvieron que establecer un sistema de iqtas y enrolar a turcos para su ejército, sistema que sobrevivió hasta la llegada de los selyuquíes. Uno de los rasgos que más ha llamado la atención sobre los buyíes es el hecho de que, a pesar del ser chiíes, no manifestaron ninguna predisposición contra el califato abasí y permitieran que sobrevivieran, aunque evidentemente reducido a un papel simbólico y que -paradójicamente- por lo que este periodo pasaría a ser el punto de referencia espiritual de los musulmanes suníes por el descrédito de ocasionado a los chiíes.

Sin embargo el califa abasí no se resignó a aceptar esta humillación y para solucionarlo orientó sus amistades hacia las tribus turcas; así llegó a pedir ayuda a los selyúcidas para expulsar a los buyíes de Bagdad. En 1055 los selyúcidas conquistaron la ciudad y se aliaron con los abasíes. El califa, cuyo poder seguía siendo nominal, se vió forzado a ceder ante sus nuevos aliados por lo que nombró al jefe turco, Tugril Beg, Rey de Oriente y Occidente, y los turcos pasaron a ser soberanos del imperio. Gobernaban de forma represiva e intolerante con las diferentes ideas y religiones que campaban con cierto respeto mutuo en el califato, al que sumieron en una decadencia definitiva.

Los sucesores de la hegemonía abasí tuvieron que enfrentarse a más amenazas exteriores, como los hamdaníes (norte de Mesopotamia y parte de Siria), cuyos orígenes son una tribu árabe muy anterior que, coincidiendo con la crisis del califato, afianzó su linaje y se apoderó de Mosul, entrando posteriormente en conflicto directo con los buyíes. A esto se unió la toma de Alepo (944) por Sayf al-Dawla. La rama que gobernaba en Mosul sobrevivió hasta el año 979, cuando fue eliminada por los buyíes. Su frontera con el imperio bizantino también fue conflictiva, aunque su final llegó con la llegada de los fatimíes.

El último califa, al-Mu‘tasim, fue asesinado en 1258 por los mongoles, que habían conquistado Bagdad. Sin embargo un miembro de la dinastía pudo huir a Egipto y mantuvo el poder bajo el control de los mamelucos. Esta última rama de la dinastía se mantuvo hasta 1517 cuando los turcos otomanos conquistaron Siria y Egipto.

El Imperio Carolingio[17] es un término historiográfico que se ha utilizado para referirse al Reino de los Francos en el periodo de la dinastía carolingia. Esta dinastía se considera como la fundadora de Francia y Alemania. Dependiendo de esta perspectiva, este imperio puede verse como la historia posterior del Reino Franco o la historia temprana de Francia y del Sacro Imperio Romano Germánico.

El término "Imperio Carolingio" (imperio de Carlos) hace hincapié a la coronación de Carlomagno como Emperador en el año 800 por el Papa León II. Debido a que Carlomagno y sus antepasados habían sido los gobernantes del Reino Franco), la coronación en realidad no constituyó un nuevo imperio. La mayoría de los historiadores prefieren utilizar el término "Reino Franco" para referirse a la zona que hoy abarca partes de Alemania, Francia e Italia desde el siglo V hasta el siglo IX.

En Europa occidental, tuvo como núcleo el actual territorio de Francia. Para su formación se dio una alianza de intereses entre la iglesia y el imperio mediante la cual la primera justificaba el gobierno, las guerras, los saqueos del segundo a cambio de que defendiera los intereses económicos en los territorios pontificios. Era una alianza política-religiosa (Emperador-Papa) similar a la lograda por Constantino en Roma (312).

La base del imperio nace del reino Franco fundado por Clodoveo con quien también se inició la dinastía Merovingia que más tarde degeneró en los llamados "reyes holgazanes" porque básicamente dejaron el gobierno en manos de los conocidos como mayordomos de palacio (nobles) destacando de entre ellos Carlos Martel quien derrotó a los árabes en la Batalla de Poitiers. Su hijo Pipino "el Breve" destronó al último rey holgazán, Childerico III e instauró la dinastía Carolingia.

A la muerte de Pipino "el Breve" su hijo Carlomagno, emprendió el desarrollo de una vasta política de conquista, fundó el imperio que llevaría su nombre. Estableciendo su capital en la ciudad de Aquisgrán, Alemania.

Se economía y sociedad se basaban en un sistema de producción feudal sobre la explotación de los campesinos en calidad de servidumbre por la clase dominante que estaba conformada por los grandes terratenientes quienes usufructuaban la riqueza y los cargos principales del Estado. Por otro lado, el clero se dedicaba a controlar a la población, mediante la ideología cristiana y se convirtió en grupo de poder junto a los francos y adquirió extensas tierras (Estados pontificios) donde asumieron las costumbres feudales.

Las ciudades albergaban escasa población (50 a 100 mil habitantes) debido a la restricción económica y al retorno de la vida rural que imponía el feudalismo. Sin embargo, el imperio implicaba un determinado centralismo y un tipo de administración compleja; la aristocracia dirigía los asuntos del poder y de ellos salían los cancilleres y los Missi Dominici (inspectores reales). Carlomagno ejerció una "Monarquía Feudal" apoyado por una nobleza terrateniente, buscando controlar la autonomía de los dominios feudales ubicados en las diversas provincias.

Los sectores populares, campesinos y pastores, perdían sus tierras y debían aceptar las ordenes de los nobles, luchar, tributar, etc. Carlomagno intentó la estabilización de la moneda, pero sin conseguir que la emisión fuera monopolio real para evitar las devaluaciones, siendo uno de sus aciertos en esta materia la sustitución del trueque por la imposición del sistema monetario.

Carlomagno muere en el 814 y entonces empieza la desintegración del Imperio. Le sucede en el gobierno su hijo Luis el Piadoso (Ludovico Pio) que no tenía el carácter del padre e incluso tuvo problemas con sus hijos. Entregó propiedades a los grandes funcionarios para que le apoyaran aprobando luego que tales beneficios fuesen hereditarios (Edicto de Kiercy). Las luchas prosiguieron hasta el año 834 en el que llevó a cabo la división del imperio entre sus hijos a través del Tratado de Verdum de la siguiente manera: Lotario: Italia; Carlos el Calvo: Francia y Luis el Germánico: Alemania

Finalmente, la economía autárquica, el acrecentamiento del poder de duques, condes, obispos, etc. hizo que se convirtieran en poderosos señores feudales enfrentados entre sí para controlar el poder; la pugna interna entre la clase dominante y las discrepancias entre los referidos hermanos llevaron a la destrucción de los últimos vestigios del imperio.

El Sacro Imperio Romano Germánico[18] (en alemán: Heiliges Römisches Reich y en latín: Sacrum Romanum Imperium —para distinguirlo del Reich Alemán de 1871—, es también conocido como el Primer Reich o Imperio antiguo); en realidad consistió en una agrupación política ubicada en la Europa occidental y central, cuyo ámbito de poder recayó en el emperador romano germánico desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contemporánea.

Su nombre deriva de la pretensión de los gobernantes medievales de continuar la tradición del Imperio carolingio, el cual había revivido el título de Emperador romano en Occidente, como una forma de conservar el prestigio del antiguo Imperio romano. El adjetivo «sacro» no fue empleado sino hasta el reinado de Federico Barbarroja (sancionado en 1157) para legitimar su existencia como fruto de la santa voluntad divina en el sentido cristiano.

El Imperio se formó en 962 bajo la dinastía sajona a partir de la antigua Francia Oriental (una de las tres partes en las que, como se ha mencionado, quedo dividido el Imperio carolingio). Desde su creación, el Sacro Imperio se convirtió en la entidad predominante en la Europa central durante casi un milenio hasta su disolución en 1806. En el curso de los siglos, sus fronteras fueron considerablemente modificadas. En el momento de su mayor expansión, el Imperio comprendía casi todo el territorio de la actual Europa central, así como partes de Europa del sur. Así, a inicios del siglo XVI, en tiempos del emperador Carlos V, además del territorio de Holstein, el Sacro Imperio comprendía Bohemia, Moravia y Silesia. Por el sur se extendía hasta Carniola en las costas del Adriático; por el oeste, abarcaba el condado libre de Borgoña (Franco-Condado) y Saboya, fuera de Génova, Lombardía y Toscana en tierras italianas. También estaba integrada en el Imperio la mayor parte de los Países Bajos, con la excepción del Artois y Flandes.

Debido a su carácter supranacional, el Sacro Imperio nunca se convirtió en un Estado nación o en un Estado moderno; más bien, mantuvo un gobierno monárquico y una tradición imperial estamental. En 1648, los Estados vecinos fueron constitucionalmente integrados como Estados imperiales. El Imperio debía asegurar la estabilidad política y la resolución pacífica de los conflictos mediante la restricción de la dinámica del poder: ofrecía protección a los súbditos contra la arbitrariedad de los señores, así como a los estamentos más bajos contra toda infracción sufrida contra sus los derechos en el caso de que esta fuera cometida por los estamentos más altos o por el propio Imperio.

Cumplió igualmente una función pacificadora en el sistema de potencias europeas; sin embargo, desde la Edad Moderna, fue estructural y militarmente incapaz de emprender guerras ofensivas, extender su poder o su territorio y fue perdiendo sus capacidades de defensa. Así, a partir de mediados del siglo XVIII, el Imperio ya no fue capaz de seguir protegiendo a sus miembros de las políticas expansionistas tanto de las potencias internas como y externas. Esta fue su mayor carencia y una de las causas principales de su declive. Las guerras napoleónicas y el consiguiente establecimiento de la Confederación del Rin demostraron la debilidad del Sacro Imperio, el cual se convirtió en un elemento incapaz de actuar. El Sacro Imperio Romano Germánico desapareció definitivamente el 6 de agosto de 1806 cuando Francisco II renunció a la corona imperial para mantenerse únicamente como emperador austríaco, tras las derrotas sufridas contra Napoleón I.

El imperio Almorávide (1086-1145). En 1085 cae Toledo en manos de Alfonso VI de Castilla y León. El resto de los reinos taifas que poblaban gran parte de la península ibérica al verse amenazados buscan ayuda de los almorávides. Estos eran un movimiento de renovación religiosa del Islam impuesto entre las tribus bereberes del Atlas marroquí y que crearon un poder político con capital en Marrakesh.

La llamada de los musulmanes españoles es la excusa para desembarcar en la Península y eliminar los reinos de taifas. El imperio almorávide duró pocos años debido a la corrupción, el aumento de impuestos, el avance de los cristianos en la lenta pero progresiva recuperación de su territorio (en 1118 es reconquistada Zaragoza) y porque el Magreb fue conquistado por nuevas tribus bereberes, los almohades.

El imperio almohade (1147-1269). Los almohades fueron una dinastía marroquí de origen bereber que dominaron el norte de África y el sur de la península ibérica. Surgieron en el actual Marruecos en el siglo XII, como reacción a la relajación religiosa de los almorávides, que se habían hecho dueños del Magreb, pero habían fracasado en su intento de revigorizar los estados musulmanes y tampoco habían conseguido detener el avance de los estados cristianos en la península ibérica. Tras la derrota de los almorávides, una vez asentados en el Magreb, tardaron en decidirse y controlar efectivamente los reinos del Al-Ándalus. Una vez conseguida esta, mantuvieron férreamente la unidad andalusí hasta 1195, derrotan a los cristianos en Alarcos. Los almohades establecieron la capital de Al- Ándalus en Sevilla. Mientras que Marrakech era donde se estableció la capital del Imperio almohade.

Pero, pocos años después y tras su derrota en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212: En 1212 un ejército unido con tropas portuguesas, castellanas, navarras y aragonesas comandado por el Rey Alfonso VIII de Castilla, infligió una severa derrota a los Almohades en la Batalla de las Navas de Tolosa, en el paso de Despeña perros, actual provincia de Jaén.

Esta derrota supuso el hundimiento del Imperio Almohade y el inicio de las grandes conquistas de los Reinos Cristianos del Siglo XIII. El Reino de Portugal conquistaría el Algarve y los Aragoneses con Jaime I el Conquistador el reino de Valencia y las Baleares en 1238. Ambos reinos darían así por terminada su reconquista.

Los castellano-leoneses conquistarían Extremadura y las mayores y ricas ciudades del valle del Guadalquivir en tiempos de Fernando III el Santo. Tan solo quedaría enclavado entre las montañas béticas el Reino Nazarí de Granada, último testimonio del pasado musulmán, un reino independiente que sobrevivió hasta 1492 gracias a su ubicación estratégica y a los conflictos entre los cristianos en los siglos de la Baja Edad Media.

Así, el imperio almohade en la península ibérica se desmoronó por tres causas fundamentales: la muerte del califa al-Nasir y las subsiguientes luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político; una fuerte crisis interna (descontento popular, aumento de la presión fiscal, falta de soldados) y por la mayor ofensiva de los reinos cristianos que en cincuenta años redujeron el territorio islámico de la península a menos de su sexta parte.

En el Magreb, en 1216-1217, los benimerines se enfrentan a los almohades en Fez. A la vista de las derrotas en la península ibérica y ante la falta de una dirección férrea y eficaz las dinastías locales se fueron separando de la capital del califato y se imponían, como los Hafsíes en Túnez en 1229; los Abdalwadíes en el Magreb central en 1239; o los Merínidas que en 1244 capturaron Mequinez, situada en el oeste del Magreb. Estos retrocesos sucesivos y la desintegración del imperio sonaban a toque de difuntos de la dinastía almohade, que termina con Abû al-`Ula al-Wâthiq Idrîs, después de la toma de Marrakech por los Benimerines en 1269.

Para estudiar el Imperio mongol[19] deberemos empezar por conocer a su pueblo que procedía del noroeste de China, en torno al lago Baikal y al macizo del Altai. Compuesto por diversas tribus de pastores nómadas que trashumaban con sus carros y tiendas desmontables detrás de sus rebaños, mientras otros grupos se dedicaban a la caza en la taiga siberiana. Debido a la falta de cohesión entre las tribus, los mongoles protagonizaban frecuentes enfrentamientos internos por el control de los territorios de caza, los pastos y por el frecuente rapto de mujeres entre los diferentes clanes. El propio carácter belicoso de estos pueblos no favorecía su estabilidad.

Su estructura social, fuertemente jerarquizada, reflejaba el predominio de rasgos militares; sobre el conjunto de la clase de los guerreros se elevaba una aristocracia que constituía la minoría dirigente y que se encargaba de la elección del jefe de la tribu. Ocasionalmente, se elegía un jefe supremo del pueblo mongol, es decir, un Gran Kan. Magníficos jinetes, hábiles arqueros, infatigables y crueles, los mongoles no habían tenido apenas contactos con otras civilizaciones y sus creencias no sobrepasaban el nivel del chamanismo.

Este mundo disgregado y con rivalidades internas, rodeado por imperios hostiles (los kara-jitán al oeste, los uigures y tanguts de Si-Hía al sur, los jurchén al este), fue unificado y sometido a su autoridad por el jefe de uno de los clanes: Temujin quien, partiendo de su pequeño territorio y con una gran tenacidad, consiguió dominar entre 1198 y 1206 a las diferentes tribus existentes en Mongolia y hacerse proclamar soberano supremo del país por una asamblea general de jefes, que le otorgó el título de Gengis Kan. Hombre de mucho talante, gran luchador pero con ideas más avanzadas, lanzó a su pueblo a una política de expansión a costa de los estados sedentarios circundantes; su política, contrariamente a lo habitual en estas tribus, no tenía como objetivo la consecución de botín, sino la conquista permanente de su territorio para lograr así la formación de un gran imperio mongol.

Las primeras campañas se dirigieron hacia el este contra el reino tangut de Si-Hía y el imperio chino septentrional de los jurchén; finalizadas éstas, Gengis Kan se lanzó contra el reino de los kara-jitán en el Turquestán Oriental. De este modo, había conseguido controlar todas las grandes estepas asiáticas y disponía de un enorme poderío al ser reforzado el ejército mongol con los obligatorios contingentes aportados por los pueblos sometidos. Al parecer, Gengis Kan no tenía intención de entrar en conflicto con los sultanatos turcos del sur de su imperio (resultado de la disgregación del califato de Bagdad), y en unos primeros momentos procuró mantener buenas relaciones políticas y comerciales con estos vecinos.

Pero el ataque a una caravana mongola y el asesinato de sus componentes por parte de los turcos de Kahrezm alteró estos proyectos e inició una etapa de guerras y expediciones, en el transcurso de las cuales fueron arrasadas las ciudades y los campos de Transoxiana, Irán y Afganistán, asesinados en masa sus habitantes y desarticuladas las actividades agrícolas y comerciales. Algunos destacamentos mongoles llegaron hasta el mar Caspio y saquearon el reino cristiano de Georgia y el sur de Rusia. Gengis Kan regresó después a Mongolia y, en 1226, realizó su última campaña contra el reino tangut de Si-Hía que se había sublevado, falleciendo en el transcurso de la misma (1227).

El inmenso imperio forjado por Gengis Kan se repartió entre los cuatro hijos habidos de su principal esposa, aunque el título de Gran Kan recayó en el tercero de ellos, Ogodei, que, de este modo, ejercía el mando supremo sobre los diversos principados o kanatos. Durante el reinado de Ogodei continuaron las conquistas mongolas en China, donde culminó el control del imperio del norte de los Kin con la toma de la capital, Kaifeng. Se iniciaron además los primeros ataques contra el imperio meridional de los Song, se reconquistó Irán, independizado tras la muerte de Gengis Kan, y se consolidó el dominio del sur de Rusia con la creación del kanato de la Horda de Oro. Su capital, Saraï, se convirtió en un gran mercado internacional, donde venecianos y genoveses adquirían productos de Oriente, que eran trasportados por caravanas que recorrían toda Asia. Desde el sur de Rusia, los mongoles sometieron a saqueo y tributo a los principados rusos de Kiev y Moscú, y realizaron repetidas razias sobre Polonia, Silesia, Hungría y Dalmacia, aunque la muerte de Ogodei salvó a Europa del peligro mongol.

El reinado de Ogodei es también la época de la organización del imperio. Se instaló en una capital fija, Karakorum, y en ella estableció su corte y administración, contando con los servicios de chinos y especialmente de uigures, cuya lengua y escritura fueron las corrientes en los documentos oficiales. El sistema fiscal que garantizaba el mantenimiento de la administración pública fue regularizado sobre la doble base de un impuesto territorial de escala móvil, según la calidad del suelo y el resultado de las cosechas, y un gravamen sobre las transacciones mercantiles. El ejército fue estructurado en unidades decenales (décadas, centenas y regimientos) y dotado con nuevas armas tomadas de los chinos. Un eficaz servicio de postas y correos permitía conectar con gran rapidez los puntos más distantes del imperio.

Con Mongka (1251-1259) el imperio mongol alcanzó su máximo apogeo territorial; mientras el propio Kan iniciaba la conquista sistemática del imperio chino de los Song, su hermano Hulagu destruía el califato de Bagdad y controlaba Siria, aunque no pudo continuar hacia Egipto: los mamelucos derrotaron a los mongoles en Ain Yalut y consiguieron recuperar incluso Siria, aprovechando la retirada del grueso del ejército mongol.

El sucesor de Mongka, Kubilai Kan (o Qubilay Kan) se desentendió los asuntos del Asia Occidental y centró todos sus esfuerzos en culminar la conquista de la China meridional, objetivo que logró entre 1276, año de la toma de Hangz-Hou, y 1279, fecha en que se liquidó la última resistencia de los Song. Kubilai, que había reunificado toda China, trasladó la capital de su imperio a Pekín (Kanbalic o "ciudad del Kan") y se consideró sucesor de las 22 dinastías chinas, inaugurando la que llevaría el nombre de Yuan. Como heredero de los emperadores chinos, reclamó el homenaje de los Estados del Extremo Oriente (Corea, Indochina, Birmania) e intentó invadir infructuosamente en dos ocasiones el Japón.

El reinado de Kubilai coincide con una época de prosperidad que, en buena parte, se conoce gracias a los relatos del veneciano Marco Polo, que vivió en China entre 1271 y 1291. La actividad mercantil, favorecida por la paz, pudo aprovecharse del gran espacio comercial creado en el imperio mongol, y los contactos con Occidente proliferaron no sólo en las regiones limítrofes, sino también en el corazón del imperio, hasta el que llegaron los mercaderes europeos, sobre todo los italianos. Las relaciones entre la cristiandad occidental y el imperio mongol se habían iniciado años atrás, cuando el papado envió a Juan Pian Carpini, en 1246, y San Luis de Francia al franciscano Guillermo Rubruck, en 1254, con la finalidad de establecer una alianza contra el Islam. Alianza, que aunque no se logró, sí se consiguió establecer unas relaciones comerciales que se mantendrían largo tiempo.

A estas alturas, sin embargo, el imperio mongol daba ya síntomas de descomposición. Los kanatos de Persia y la Horda de Oro gozaban de hecho de una autonomía de actuación, mientras que, en la propia Mongolia, Kubilai tuvo que someter diversas sublevaciones de los descendientes de Gengis Kan. La sinización del Gran Kan y su concentración en los asuntos chinos le llevaron a despreocuparse del resto del imperio. A la muerte de Kubilai se consumó la fragmentación del imperio mongol, y cada entidad resultante tuvo una evolución diferente.

El Imperio Yuan se mantuvo hasta 1368, en que una reacción nacionalista china dio el poder a los Ming; el kanato de Persia, conquistado por la cultura irania y totalmente islamizado desde fines del siglo XIII, perduró hasta 1335; la Horda de Oro, debilitada por los ataques tártaros de Tamerlán entre 1385-1395, no pudo mantener el control de los territorios rusos ni hacer frente con éxito a los movimientos nacionalistas, y hacia 1420 se desintegró en varios kanatos menores, alguno de los cuales sobrevivió en Crimea hasta el siglo XVIII, aunque ya sin ningún protagonismo.

El imperio Turco-otomano[20] se organizó en su mayor parte alrededor del Mediterráneo, su existencia abarcó desde 1299 a 1922, alcanzando su cénit el siglo XVII. Llegó a mantener posesiones tanto en occidente como en oriente, durante su mayor extensión territorial abarcó tres continentes, desde Hungría al norte hasta Adén al sur, y desde Argelia al oeste hasta la frontera iraní al este y su centro de poder se encontraba en la región de la actual Turquía. En sus luchas con el Estado vasallo del kanato de Crimea, el poder otomano también se expandió por Ucrania y por el sur de Rusia. En total consiguió abarcar unos 5,5 millones de km2 de extensión, la mayor parte se mantuvieron como vasallos aunque algunos de los territorios conquistados llegaron a convertirse en aliados bajo el control indirecto del gobierno central.

La principal ocupación del Estado otomano era la guerra y su institución más importante era su Ejército. Las primeras fuerzas otomanas estaban compuestas por una caballería turca pagada a través de concesiones de ganancias del gobierno (normalmente ganancias en tierras) conocidas como timares. Cuanta más tierra era conquistada, más ingresos tenían los gazis turcos musulmanes. Pero la caballería ligera gazi no era suficiente para la guerra constante, y desde mediados del siglo XIV los otomanos comenzaron a reclutar otras tropas asalariadas de mercenarios, esclavos, prisioneros de guerra y desde mediados del siglo XV enrolaron una leva de jóvenes cristianos procedente de los Balcanes (los devsirmes). A partir de estas nuevas fuerzas surgió la famosa y muy disciplinada infantería otomana, cuyos miembros eran conocidos como los jenízaros, que fue el factor principal de los éxitos militares otomanos desde finales del siglo XV en adelante. Los otomanos avanzaron en las técnicas militares y por ello también crearon un cuerpo especialista de artillería e ingenieros. Desde el siglo XV se establecieron en la Península de Crimea por medio de implantación de las tribus túrquicas musulmanas, aliadas del Imperio Otomano quienes fijaron su capital en Bakchisaray, muy cerca del actual Sebastopol.

Llegó a obtener su máximo esplendor bajo el mandato de Solimán I el Magnífico. Durante su reinado Irak fue añadido al Imperio (1534), posteriormente se estableció el control otomano al este del Mediterráneo, y gracias a la anexión de Argel y de las constantes y sangrientas actividades de los corsarios de Berbería, el poder otomano fue empujado hacia el oeste del Mediterráneo. Los ejércitos otomanos también combatieron en Europa: Belgrado fue capturada en 1521 y los húngaros fueron derrotados en la batalla de Mohács en 1526. En 1529 Solimán llevó a cabo el sitio de Viena sin éxito, ya que fue derrotado por Fernando I de Habsburgo.

A partir de su muerte en 1566 es cuando comienza la decadencia del expansionismo del imperio al decrecer su capacidad naval como lo puso en evidencia el hecho de que en 1571 ocurriera la mayor derrota de su flota en Lepanto a manos de la Liga Santa formada por el Papado, Venecia y la Monarquía Hispánica (cuyo rey era en esas fechas Felipe II). Derrota, que les obligó a concentrarse más en mantener sus territorios ya conquistados con mayor o menor éxito durante casi trescientos años.

Paradójicamente, años más adelante entre 1854 y 1856 y como consecuencia de determinadas alianzas para frenar el expansionismo ruso, son los británicos y franceses los que acuden en apoyo del Imperio Otomano en la Península de Crimea y juntos se enfrentan a los rusos en la que se conoce como la Guerra de Crimea que fue escenario de duros y famosos combates como el de la Batalla de Balaclava”, librada el 25 de Octubre de 1854 donde tuvo lugar la famosa y desastrosa “carga de la Brigada Ligera” y el duro y largo asedio a la ciudad de Sebastopol. Finalmente. La guerra de Crimea terminó con la firma del Tratado de París el 25 de Febrero de 1856. Rusia había sido derrotada cortando de este modo sus aspiraciones imperialistas tras sufrir unas 50.000 bajas aunque los aliados, que por su parte habían ganado la contienda, pagaron un altísimo precio por ello, ya que entre Francia y Gran Bretaña sumaban unas 75.000 bajas y Turquía superaba las 80.000 lo que supuso el inicio del fin de Imperio Otomano.

Las causas de caída del imperio otomano son de varios tipos entre los que destacan: la decadencia del liderazgo y de su sistema político que mantenía una vasta extensión de países con diferentes raíces étnicas, religiosas, económicas y políticas sin un concepto de nación única sino de familia coaligada; la ausencia de modernización dado que mientras en occidente tiene lugar la Revolución Industrial, con la transformación de la economía feudal y desaparición de los gremios, el Imperio Otomano mantiene su organización medieval gremial. Gremios y producción artesanal frente al industrialismo y las grandes compañías comerciales. Feudalismo frente a Capitalismo. Pero fundamentalmente, hubo una revolución europea también en el campo del armamento y técnicas de guerra que terminó por dejar obsoleta la concepción de guerra otomana. Eso llevó al Imperio a perder territorios de forma progresiva y constante en largas guerras que agotaban sus recursos en la lucha contra sus antiguos vasallos o coaligados.

El colapso y la extinción definitiva del Imperio otomano fue consecuencia de la I Guerra Mundial. El gobierno cometió el error de entrar en la guerra del lado de los Imperios Centrales contra sus antiguos aliados en Crimea, y la derrota de Alemania significó el final de los otomanos con la partición artificial de sus territorios en el Norte de África y Oriente próximo en países que siempre han sido cusas de revueltas y luchas internas de carácter político, religioso o étnico y nido de dictadores; problemas que hoy en día se han agravado tras la denominada Primavera Árabe y la aparición del Estado Islámico. El 1 de noviembre de 1922 se abolió la dinastía otomana y el Imperio llegó a su conclusión. Un año después fue sustituido por la República de Turquía bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Atatürk

La civilización o Imperio Azteca[21], llamada también cultura Azteca o mexicas (descendientes de los mexicas) fueron un pueblo de cultura nahuat, de la zona de Mesoamérica, que se desarrollaron desde el siglo XIV hasta el siglo XVI. La cultura Azteca creó un gran imperio con su capital en la ciudad de Tenochtitlan, sobre una isla del lago de Texcoco (actualmente la ciudad de México). Los aztecas hablaban la lengua Nahuatl que expandieron por toda la región.

La influencia de los Olmecas sobre la cultura Azteca fue muy grande, sobre todo porque vivían en la misma región. Después de la hegemonía olmeca, la región sufrió varias invasiones de pueblos venidos de América del Norte. Los primeros en llegar desde el norte procedían de la región de los Nahua, construyeron, entre el año 500 – 600 una gran ciudad, Tenochtitlan con gigantescas pirámides en honor al Sol, la Luna y sus dios mayor, Quetzalcóatl. En ese centro urbano desarrollaron una sociedad azteca de la que tenemos muy poca información.

Los Toltecas, otra de las tribus nahuas del norte, llegaron a América Central entre el año 850 - 900 dieron continuidad a la construcción y manutención a la ciudad. Debido a lo gigantesco de sus construcciones muchos pueblos mesoamericanos consideraban que esta había sido construida por gigantes, antes de la llegada de los hombres a la región. Los toltecas organizaron un fuerte Estado y una rica civilización, que a pesar de ello no se libró de varias disputas internas, guerras externas e invasiones, llego a su fin en el 1194.

El pueblo Mexica, más conocido como azteca, es originario de la región de Aztlán (de ahí el origen de la palabra azteca), al sur de América del Sur, se estableció en el valle de México (específicamente en las islas del lago Texcoco) junto con otros pueblos mesoamericanos en el año 1168. Hacia el año 1325, los aztecas comenzaron la ampliación de la ciudad de Tenochtitlán de tal forma e interés que en el siglo XV llegaría a ser una de las mayores ciudades del mundo.

En realidad la formación y el empuje del imperio azteca se basó en la alianza de tres grandes ciudades estado: Texcoco, Tlacopán y Tenochtitlán. Así lograron extender su poder por toda la región de Mesoamérica. Las relaciones políticas que se establecieron entre los aztecas y las regiones que controlaban aun no son muy claras, pero podemos afirmar que no era una estructura rigurosamente centralizada, como la que se mantuvo por los Incas en Sudamérica.

En la Confederación Azteca convivieron innumerables comunidades con idiomas, costumbres y culturas diferentes (zapotecas, mixtecas, totonacas, etc.) La unidad entre ellas se daba en torno a aspectos religiosos y, principalmente, a través de la centralización militar de los aztecas y la contribución obligatoria de impuestos de los pueblos mesoamericanos sometidos al Imperio Azteca. Las diversas provincias de la región de Mesoamérica, además de los tributos, debían proporcionar contingentes militares y someterse a la justicia de los tribunales de la capital azteca, Tenochtitlán.

La civilización Azteca alcanzó su apogeo entre los años 1440 y 1520, fechas que coincidieron con la llegada de los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortez, quienes tras de diversas incursiones colonizadoras, en agosto de 1521 lograron la conquista total del Imperio Azteca. Tres son las principales razones llevaron a la derrota a los aztecas; la primera es propiamente militar:

La guerra, para los aztecas, tenía como objetivo la dominación político-militar, para los españoles la guerra era de conquista aunque para ello fuera preciso el exterminio de sus oponentes. Además, las estrategias militares y, principalmente, el armamento bélico de los colonizadores eran más avanzados tecnológicamente lo que les facilitó la victoria.

Otro motivo y además muy singular en este caso consistió en el contagio y expansión entre los aztecas de varias enfermedades y epidemias traídas por los europeos, que no eran conocidas en dicho continente por lo que no contaban con los mínimos medios ni procedimientos para su curación (la viruela fue la más fuerte de ellas).

Por último, un factor adicional que también contribuyó mucho a la derrota azteca fue la alianza establecida entre algunos pueblos de la región de Mesoamérica, descontentos con la dominación del imperio Azteca (tlaxcaltecas, totonacas, etc.), con los españoles. La intención inmediata de esos pueblos mesoamericanos era destruir la hegemonía de los aztecas en la región, y vieron en los españoles fuertes aliados para alcanzar ese objetivo no siendo conscientes de que al final ellos también serían colonizados.

Portugal también fue un país que debido a su espíritu costero y navegante se dedicó a la exploración de terrenos en ultramar y a la consiguiente apertura de importantes rutas de navegación para propiciar la llegada de las mercancías desde las mismas, fundamentalmente orientándolas hacia el oriente y con ello se dio lugar a lo que se conoce como el Imperio portugués (1415-1543)[22].

Con excesiva frecuencia tiende a situarse en 1492 con el descubrimiento de América el inicio de una nueva época. Sin embargo, la expedición de Colón forma parte de un largo proceso que casi un siglo antes había comenzado Portugal. En esa fecha mítica, Bartolomeu Dias ya había doblado el cabo de Buena Esperanza y poco después Vasco da Gama atravesaría el Indico, consiguiendo al fin alcanzar la ansiada ruta hacia las especias orientales. En los años de engarce de los siglos XV y XVI se abrió un nuevo sistema de relaciones marítimas intercontinentales hasta entonces desconocido, dado que hasta la fecha los intercambios comerciales a distancia se venían celebrando en base al Mar Mediterráneo. Como consecuencia de ello, la Monarquía portuguesa fue la encargada de la tarea de integrar África y la lejana Asia en los circuitos económicos con Europa, después de crear la ruta marítima de las Indias.

El Imperio portugués es el nombre que recibe el conjunto de Portugal y sus colonias en los siglos XV, XVI y XVII; se formó en la Era de los descubrimientos, durante la cual ocupó un lugar predominante conjuntamente con el Imperio español, siendo una de las más poderosas potencias de la época. Las primeras colonias portuguesas se establecieron primero en la India y en el sur africano. Este imperio, sobre todo durante sus comienzos, estaba conformado por las ciudades propiamente portuguesas; las factorías comerciales, o construcciones en ciudades no portuguesas realizadas exclusivamente para el comercio y las bases comerciales, o zonas de intercambio directo (ciudades no portuguesas sin edificios cuyo mercado lo realizaban desde los propios barcos y la costa).

Los soldados portugueses capturaron Ceuta en 1415. A lo largo del siglo XV, los barcos portugueses organizados por Enrique el Navegante exploraron la costa oeste de África, haciendo mapas del territorio y buscando comercio, particularmente en especias, oro y esclavos. Como ya se ha mencionado, en 1487, Bartolomeu Dias rodeó el Cabo de Buena Esperanza, y en 1498, Vasco da Gama alcanzó Calicut (actual Kozhikode) en la India y estableció los primeros puestos portugueses en este subcontinente, especialmente en la Costa de Malabar (Kerala) y en el Gujarāt). El descubrimiento de la ruta marítima alrededor de África hacia la India y el resto de Asia abrieron enormes oportunidades de comerciar para Portugal, y por ello se movió agresivamente para establecer puestos de comercio y bases fortificadas para controlar este comercio.

En África Oriental, pequeños estados islámicos junto a la costa de Mozambique, Malinda, Kilwa, Brava y Mombasa fueron destruidos y conquistados o se convirtieron casi de forma voluntaria en sujetos o aliados de Portugal; del mismo modo, las posesiones del sultanato de Zanzíbar quedaban prácticamente subordinadas al naciente imperio portugués. Pedro de Covilhã había alcanzado Abisinia en 1490. En el océano Índico y mar Arábigo, uno de los barcos de Pedro Álvares Cabral descubrió Madagascar, la cual fue parcialmente explorada por Tristán da Cunha (1507); la isla Mauricio fue descubierta en 1507, Socotra ocupada en 1506, y ese mismo año, D. Lourenço d'Almeida visitó Ceilán. La victoria naval portuguesa en la batalla de Diu le abrió paso a la hegemonía marítima absoluta en el Oriente, convirtiendo el Índico en un dominio portugués.

Con la conquista de Ormuz, los lusos tenían en su poder el golfo pérsico. Un intento de conquistar Adén en 1510 falló y obligó a los portugueses a retirarse. Sin embargo el segundo intento en 1516 fue un éxito, y durante 22 años los portugueses dominaron la ciudad. Esta conquista les posibilitó, junto al castillo de Socotora, dominar el Mar Rojo y controlar la totalidad de la Ruta de las Especias.

El Imperio portugués en el Este fue garantizado por el Tratado de Tordesillas, y Portugal estableció puertos comerciales en puntos lejanos como Goa, Malaca, las islas Molucas, Macao, y Nagasaki. Protegiendo su comercio celosamente de sus competidores europeos y asiáticos, Portugal no solo dominó el comercio entre Asia y Europa, sino también mucho del comercio entre las diferentes regiones de Asia, tales como India, Ceilán, Indonesia, China, y Japón. Misioneros jesuitas siguieron a los portugueses para difundir el cristianismo católico romano por Asia con éxitos dispares.

Brasil fue descubierto en 1500 por Pedro Álvares Cabral. Aunque inicialmente menos importante, Brasil llegaría a ser la colonia más importante del imperio, desde la cual Portugal reunió recursos como oro, piedras preciosas, caña de azúcar, café y otras cosechas.

El Imperio portugués pasó a pertenecer a la Monarquía Hispánica durante el reinado de Felipe II desde 1580 (bajo el título de Felipe I de Portugal) y se separó de la corona española sesenta años más tarde durante el reinado de Felipe IV. Portugal perdió las colonias que le quedaban cuando se independizaron en el año 1975, siendo ésta la fecha de disolución formal del Imperio portugués, si bien el Imperio fue perdiendo poder paulatinamente con el proceso de decadencia interna de la metrópoli iniciado en el siglo XVI, así como por la dificultad para un país no muy extenso de mantener su dominio y capacidad militar a tan largas distancias y en tan distintos frentes. Otras apetencias de determinados países europeos por usurparles algunos de sus dominios y las ansias de independencia de las colonias a medida que avanzaban en cultura y capacidades económicas también contribuyeron a ello. Se puede decir que la independencia de Brasil en el año 1822 fue la que más se hizo notar en la moral nacional y en la economía portuguesa.

“En España nunca se pone el sol"[23]. Esta frase pronunciada por el rey Felipe II[24] plasma la gran extensión y el gran poder que alcanzó el Imperio españolque comenzó a forjarse en la época en que gobernaban Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos, cuyo matrimonio en 1469 marcó el inicio del proceso de unificación de sus respectivas coronas. Fue durante el reinado de los Reyes Católicos cuando el nuevo país comenzó a levantar un imperio. Su expansión en ultramar se debe a varios motivos: por un lado, los monarcas deseaban afianzar su dominio sobre los territorios del norte de África, proteger el comercio de Castilla en el mar Mediterráneo y en el océano Atlántico y utilizar las zonas próximas como puertos para la exportación de oro y esclavos africanos; por otra parte, apoyaban la exploración de lugares remotos con el objetivo de extender el cristianismo e incrementar el potencial comercial de las dos coronas en el Lejano Oriente, lo que proporcionaría grandes riquezas y prestigio internacional.

Durante los siglos XVI y XVII España se convirtió en la primera potencia mundial. Castilla, junto con Portugal, estaba en la vanguardia de la exploración europea y de la apertura de rutas de comercio a través de los océanos. Los conquistadores españoles descubrieron y dominaron vastos territorios pertenecientes a diferentes culturas en América y otros territorios de Asia, África y Oceanía. España colonizó esos territorios y construyó con ello el mayor imperio económico del mundo.

Para estudiar las causas de la caída del imperio español[25] hay que buscarlas ya en las propias alianzas matrimoniales concertadas entre Fernando el Católico y Maximiliano de Habsburgo que determinaron la introducción de la dinastía Habsburgo austriaca en el trono español, quienes buscaban aislar y rodear a Francia, potencia hegemónica en el final de la Edad Media. Fue Carlos de Gante, nieto de ambos, el que reunió las herencias, convirtiéndose en rey de Castilla y de Aragón (con sus posesiones americanas y mediterráneas) en 1516, además de en señor de los Países Bajos, los territorios austriacos, el derecho al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, duque titular de Borgoña, soberano de Flandes y Brabante) (1519) bajo los títulos de Carlos I de España y V de Alemania.

Esta compleja herencia fue la que determinó la política de Carlos I y sus sucesores, con tan pobres resultados finales para Castilla como más adelante veremos. El rey tuvo que enfrentarse a Francia, al Papa Clemente VII, la República de Venecia, Inglaterra, el Ducado de Milán, y Florencia quienes formaban la conocida como Liga de Cognac para defender las posesiones aragonesas en Italia; tuvo otros frentes contra los principados alemanes rebeldes, la amenaza turca en el Mediterráneo y la extensión del protestantismo en Europa, fenómeno este que deshizo el lazo de unión del Sacro Imperio Germánico, reduciendo aún más la funcionalidad del gobierno Imperial. Todos estos problemas mantuvieron a España constantemente ocupada en guerras, a los que se añaden los problemas internos como la Guerra de las Comunidades de Castilla y las Germanías, al sublevarse la nobleza media contra las exacciones fiscales y la imposición de gobernantes flamencos y de las mercedes, al frente de los cuales figuraba el regente Adriano de Utrecht, despreciando a las Cortes, tanto castellanas como aragonesas. A todo esto hay que añadir la intransigencia religiosa, al acabar con la coexistencia de judíos, musulmanes y cristianos que tanto había enriquecido la cultura peninsular a lo largo de la Edad Media.

El enorme esfuerzo bélico tuvo un coste económico y humano incalculable. Las rentas procedentes de la exportación lanera y otros productos de la rica Castilla a Flandes, y la plata que venía de América, se dedicaban a pagar gastos de guerra olvidando cualquier inversión en España, pero no siempre eran suficientes o no llegaban a tiempo, y el rey recurrió a numerosos préstamos de banqueros alemanes y genoveses, lo que comprometió e hipotecó gravemente el futuro económico de sus reinos. Así, su hijo Felipe II a pesar del enorme imperio heredado, tuvo que declarar la bancarrota tres veces a lo largo de su reinado, en 1557, 1575 y 1597.

De hecho, además de las deudas, Felipe había heredado las guerras de su padre, aunque no el título imperial, que pasó, junto con las posesiones alemanas y austriacas, a su tío Femado (1555). El nuevo rey logró, no sin dificultades apartar definitivamente a Francia de sus intereses en Italia (Paz de Cateau-Cambrésis, 1559) y frenar el avance de los otomanos en el Mediterráneo (batalla de Lepanto, 1571). Asimismo, y como ya se ha mencionado anteriormente, como nieto de Juan III de Portugal, incorporó Portugal y sus colonias a España, (1580), con lo que el Imperio ultramarino español adquirió dimensiones colosales, aunque también iba a resultar aún más difícil de defender y le exigió esfuerzos adicionales que de momento supo mantener. Fue, sin embargo menos afortunado en la lucha contra los protestantes, ya que no pudo impedir la secesión de las Provincias Unidas del norte de los Países Bajos, en 1579, apoyados por Inglaterra y los numerosos enemigos de la hegemonía española, ni tampoco contener la expansión marítima de Inglaterra que derrotó a la Armada Invencible en 1588, y que mantenía la piratería a su servicio produciendo numerosísimas pérdidas a los barcos que alimentaban a España de recursos financieros y de todo tipo provenientes de sus colonias. Estos últimos fracasos marcan el comienzo de la decadencia española, aunque su hegemonía en Europa todavía se mantuvo durante cierto tiempo. Pero la economía castellana, principal sostenedora de estos esfuerzos, estaba ya totalmente arruinada a pesar de los envíos de oro, plata y especies que conseguían llegar de las colonias.

Conviene mencionar que una causa más que fomentó la destrucción de dicho imperio proviene de la tradición política de los Habsburgo, familia que había venido gobernando sobre diversos dominios no contiguos por lo que se vio forzada a delegar o proporcionar autonomía a administradores locales. Políticas feudales que se incorporaron incluso dentro de España, particularmente en el País Vasco y Aragón, por lo que los impuestos, mejora de infraestructuras y las políticas de comercio interior fueron definidas independientemente para cada región, llegando incluso a instaurarse aduanas interiores y peajes.

Entre 1648 y 1659, las paces de Westfalia y los Pirineos ratificaron el principio del ocaso de España como potencia hegemónica. Este declive culminó, en lo que respecta al dominio sobre territorios europeos, con la Paz de Utrecht firmada por Felipe V en 1713 España renunciaba a sus territorios en Italia y en los Países Bajos, lo que conllevaba a la pérdida de la hegemonía en Europa. Sin embargo, España mantuvo y amplió su extenso imperio de ultramar, acosado por el expansionismo británico, francés y holandés, hasta que sucesivas revoluciones la desposeyeron de sus territorios en el continente americano a principios del siglo XIX.

Otra posible causa para ello, fue el que la expansión del Imperio español en el Nuevo Mundo era llevada a cabo desde Sevilla, y el control de las Américas se ejecutaba por virreyes que funcionaban con efectiva autonomía. Los Habsburgo también consideraron sus colonias como sociedades feudales en vez de partes integrantes de España, abandonaron sus atenciones sobre ellas y propiciaron por su lejanía física y política, cierto desprecio o poco interés por sus problemas permitiendo así numerosos abusos de todo tipo (principalmente arancelarios) que propiciaron levantamientos sucesivos de proclamación de independencia. Movimientos, que no se supo o pudo aplacar dado que muchos de ellos eran alimentados o mal combatidos por los propios virreyes o porque casi nunca llegaban los requeridos refuerzos militares, por otra parte, ya casi inexistentes.

No obstante, España conservó algunas fracciones de su imperio en América, principalmente Cuba y Puerto Rico, como también Filipinas y algunas islas en Oceanía como Guam, Palaos, las Islas Carolinas y las Marianas. La Guerra Hispano-Estadounidense de 1898[26] supuso la pérdida de casi todos estos últimos territorios. El impacto moral de esta derrota fue duro y se buscó compensarlo creando, con poco éxito, un segundo imperio colonial en África, centrado en Marruecos, el Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial, que perduró hasta su descolonización en las décadas de 1960 y 1970. Descolonización, en la que, en muchos casos, también tuvo mucho que ver la mano americana y francesa en contra de los intereses españoles, las pocas capacidades de las fuerzas armadas españolas contra enemigos mayores en número y en el último caso, la agonía del General Franco.

Otro que no se libró de realizar múltiples alianzas fue el Imperio Británico[27] cuyo crecimiento se debió en gran medida a la continua competencia por la obtención de los recursos y los mercados existente durante siglos entre Inglaterra y sus rivales continentales, España, Francia y Holanda. Durante el reinado de Elizabeth I, Inglaterra estableció diversas compañías comerciales en Turquía, Rusia y las Indias del Este, exploró la costa de Norteamérica donde llegó a establecer colonias con intención de continuidad. A principios del siglo XVII esas colonias se expandieron y, al mismo tiempo, la colonización sistemática del Ulster en Irlanda se puso en marcha.

El primer Imperio Británico fue mercantil. Hasta principios del siglo XIX, el principal propósito de las políticas imperialistas era facilitar la adquisición de territorio extranjero tanto como fuese posible, como fuente de materias primas y para proporcionar mercados reales y potenciales para la exportación de las manufacturas británicas. Una balanza comercial rentable, se creía, proporcionaría la riqueza necesaria para mantener y expandir el imperio. Después de guerras, exitosas en última instancia, con los holandeses, franceses y españoles en el siglo XVII, Gran Bretaña logró adquirir la mayor parte de la costa Este de Norteamérica, la cuenca de San Lorenzo en Canadá, territorios en el Caribe, estaciones en África para la adquisición de esclavos e intereses importantes en la India. La pérdida a finales del siglo XVIII de las colonias americanas no fue compensada por el descubrimiento e intensa colonización de Australia, país que llegó a servir, después de 1788, como colonia penal donde trasladaban a sus reclusos nacionales y extranjeros.

Sin embargo, la pérdida influyó en la llamada “oscilación al Este” (la adquisición del comercio y bases estratégicas a lo largo de las rutas comerciales entre la India y el Extremo Oriente). En 1773 el gobierno británico se vio obligado a asumir el control de la Compañía de la India del Este, que se encontraba en problemas financieros y que había estado en India desde 1600, y hacia finales de siglo el control de Gran Bretaña sobre la India se extendió a los vecinos Afganistán y Birmania. Tras el fin, en 1815, de las Guerras Napoleónicas, la última de las grandes guerras imperiales que habían dominado el siglo XVIII, Gran Bretaña se encontró en una situación extraordinariamente poderosa, aunque complicada. Adquirió la parte holandesa de África del Sur, por ejemplo, pero vio sus intereses amenazados en la India por la expansión por el sur y este de los rusos. La protección de la India frente a los rusos, tanto por tierra como por mar, sería una preocupación fundamental de la política exterior victoriana lo que le llevó a la inversión de numerosos recursos materiales y humanos. En esta época, sin embargo, los imperios de los tradicionales rivales de Gran Bretaña se habían perdido o habían disminuido severamente de tamaño, y su posición o capacidad imperial era más que indiscutible. Además, se había convertido en la principal nación industrial e industrializada de Europa. Elementos estos que le ofrecían la posibilidad de que cada vez más zonas del mundo pasaran a estar bajo dominación del poder comercial, financiero y fundamentalmente naval británico.

El antiguo Imperio mercantil se debilitó durante finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX debido a un número de factores tales como: la abolición en 1807 de la esclavitud en Inglaterra, un movimiento llevado a cabo por los Evangélicos; la liberación en 1833 de esclavos en otras partes del Imperio; la adopción, después de un cambio radical en la perspectiva económica (debido en gran medida a la influencia de la riqueza de las naciones tal y como se refleja en la obra The Wealth of Nations de Adam Smith) del Libre Comercio, que minimizó la influencia de las antiguas sociedades comerciales oligárquicas y monopolísticas; y los diversos movimientos coloniales para una mayor independencia política y comercial. Los victorianos, entonces, heredaron tanto los vestigios del antiguo imperio mercantil como la red comercial más recientemente adquirida en el Este, ninguno de los cuales estaban seguros de querer, desde que el mencionado Smith sostuvo que “bajo el presente sistema de gestión Gran Bretaña no proporciona nada sino pérdida del domino que asume sobre sus colonias.”

En la cúspide del Imperio, sin embargo, los crecientes movimientos nacionalistas en diversas colonias presagiaron su disolución. El proceso se aceleró después de la 1ª Guerra Mundial, aunque en el periodo inmediato de postguerra el Imperio en realidad aumentó de tamaño y Gran Bretaña se convertía en administradora de los antiguos territorios alemanes y turcos en África y Oriente Medio. Aunque el Reino Unido emergió como uno de los vencedores de la guerra y su dominio se extendió a nuevas áreas, los elevados costes de la guerra minaron su capacidad financiera para mantener aquel vasto imperio. Los británicos habían sufrido miles de bajas y liquidado sus recursos financieros a un ritmo alarmante, lo que condujo al aumento de la deuda.

Dicho sentimiento nacionalista creció tanto en las colonias nuevas como en las antiguas, alimentado fundamentalmente por el orgullo derivado de la participación en el conflicto de muchos de aquellos súbditos, como tropas imperiales con todos sus honores y consecuencias. Las colonias de habla inglesa, Canadá y Australia, ya habían adquirido situación de dominio en 1907, y en 1931 Gran Bretaña y los dominios autónomos — Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, y el Estado Libre irlandés — acordaron formar la “Comunidad Británica de Naciones.”

A pesar o a causa de su situación política, los dominios también asistieron en auxilio de Gran Bretaña durante la 2ª Guerra Mundial en coalición o independientemente pero con el apoyo e incluso liderazgo británico, pero las pérdidas de todos ellos frente a los japoneses en el Extremo Oriente pusieron de manifiesto que la metrópoli ya no poseía la capacidad ni los recursos para mantener el antiguo orden de las cosas o poder proporcionar los necesarios apoyos. Al contrario, eran los americanos los que estaban en cualquier caso mucho mejor preparados, y de hecho se mostraban ansiosos, por copar y sustituir la influencia británica en muchas partes del mundo.

El control de Gran Bretaña en la India se había relajado paulatinamente. La India consiguió un gobierno autónomo capacitado en 1935 y la independencia en 1947. Irlanda, que había por fin conseguido la situación de dominio en 1921 después de una brutal guerra de guerrillas, logró la independencia en 1949, aunque la provincia septentrional del Ulster permaneció (como es hoy) formando parte de Gran Bretaña. En 1947 la India obtiene la independencia y convoca unas elecciones que gana el PN, en 1948. Este mismo año Paquistán se separa de la India, con dos territorios: uno en torno al río Indo y otro en la desembocadura del Ganges. Ceilán obtendrá su propia independencia, aparte, en 1948, gracias a un movimiento nacionalista. El proceso de descolonización en África y Asia se aceleró a finales de la década de los 50. En la actualidad, cualquier afinidad que siga habiendo entre las antiguas partes del Imperio es principalmente lingüística y cultural más que política.

A todo este proceso de sus colonias hay que añadir que el Reino Unido ha sentido una fuerte necesidad de energía para mantener su fuerte industria y obtener recursos energéticos suficientes para alimentar su flota (elemento decisivo para su supervivencia). Así, llevaron una fuerte y casi total desforestación de las islas británicas, para posteriormente explotar casi hasta la extenuación de sus propios recursos de carbón. Cuando el carbón estaba a punto de agotarse en las postrimerías de la 1ª Guerra mundial, comenzaron a aparecer y explotar los recursos derivados de los hidrocarburos procedentes del Mar del Norte.

El Reino Unido, junto a Noruega, resultó albergar en sus aguas el yacimiento de petróleo y gas del Mar del Norte, uno de los más importantes del Mundo en el ámbito de las aguas profundas, un sector de desarrollo del crudo que recibió importante impulso; además, tras las primeras crisis petroleras de los años setenta, generaron la carrera por un desarrollo más desligado del Medio Oriente que es donde se encuentran las mayores reservas conocidas. La extraordinaria riqueza de dicho yacimiento en sus aguas jurisdiccionales, con decenas de bloques de exploración en mar británico, llevó al importante crecimiento de los años 1980, de mano del "thatcherismo" y sus sucesores de ambos colores políticos, lo que incrementó la presión sobre la extracción del recurso, del que se obtenían importantes ingresos, llevando al país a una efervescente situación de abundancia basada en su capacidad fosilistica.

Al tiempo, el declinar del carbón llevó a su industria a niveles de producción prácticamente preindustriales, y entonces Gran Bretaña se centró en promover, desde su famosa City, la economía financiera de burbujas incesantes, cuya culminación ha sido la inmobiliaria en la primera década del siglo XXI, de especial incidencia también en ese país. De forma casi paralela a la consolidación de los ensueños de perpetua liquidez monetaria, en 1999, comienza a declinar el crudo del Mar del Norte, y desde 2001, también sus recursos gasísticos. Reino Unido se convierte en una economía que necesita ya importar el básico compuesto desde el año 2005, y que en los próximos años se hará cada vez más dependiente del gas ruso, noruego o de otras latitudes. En pocos años, la euforia petrolera está trayendo uno de los declives de extracción más proverbiales de la reciente historia.

Entre 1721 y 1917 el estado ruso se convirtió en un coloso conocido como el Imperio Ruso[28] con posesiones en Europa, Asia y el norte de América. El gobernante de este extenso territorio recibía el nombre de Zar. El hecho histórico que marca el inicio del imperio es la conquista paulatina de territorios desde el Mar Báltico hasta el Océano Pacífico. Esta expansión comenzó y llegó a su máximo esplendor bajo el reinado del zar Pedro I y terminó con el corto gobierno de Nicolás II, el último de los zares, como consecuencia de la explosión de la Revolución bolchevique de octubre de 1917, lo que además propició la irrupción del comunismo en el mundo.

El extenso imperio ruso alcanzó casi 23 millones de Km2 y su población en 1897 rebasaba los 125 millones. Además de la Rusia actual, abarcaba la Bielorrusia, una porción del reino de Polonia, todo el Cáucaso, Finlandia, casi toda Asia central y la parte oriental de Turquía, así como Alaska, más allá del estrecho de Bering.

Instituido como una monarquía hereditaria, el imperio ruso estaba gobernado por un zar de la dinastía Romanov, que además era jefe de la religión oficial, el cristianismo ortodoxo. La sociedad rusa de ese tiempo estaba muy estratificada y se dividía en: la clase aristócrata poseedora de la tierra, el clero, la clase comerciante, los cosacos o militares y los campesinos. Había un último estrato que lo ocupaban los grupos étnicos de Siberia y los extranjeros.

La construcción del imperio se debe, sin duda alguna a dos ilustres personajes Pedro I y Catalina II, ambos llamados “los grandes” aunque reinaron distanciados en el tiempo. Pedro I (1672 –1725), modernizó la antigua Rusia con leyes que disgustaron a la tradicionalista nobleza rusa. Su formación militar en Alemania lo “occidentalizó” y además le hizo considerar como tarea prioritaria de su gobierno tener un ejército sólido y disciplinado de acuerdo con los estándares europeos de la época, y soñó con hacer de Rusia un poder marítimo. Hizo campañas militares al sur del imperio para mantener seguras las fronteras con los tártaros y el Imperio otomano. Pedro sabía que Rusia no podía enfrentarse al Imperio otomano por su cuenta. En 1697 viajó a Europa de incógnito con una gran delegación rusa (la llamada Gran Embajada) para conseguir la ayuda de los monarcas europeos. Sin embargo, sus las esperanzas se vinieron abajo: Francia era un tradicional aliado del sultán otomano y Austria estaba deseando mantener la paz en el este mientras se ocupaba de sus guerras en el oeste. Además, había elegido el momento más inoportuno, puesto que los europeos se encontraban enfrascados en la sucesión del rey Carlos II en la Guerra de Sucesión Española. Finalmente no lo consiguió aunque dicho viaje le sirvió para adoptar ideas modernas aprendidas durante sus contactos. Por otro lado, emprendió una campaña contra Suecia apoderándose de algunos emplazamientos en Finlandia y también combatió contra Polonia.

Con Pedro I, el imperio ruso alcanzó su máxima expansión territorial, económica y cultural. Sus reformas dejaron un imperio de sólida economía y finanzas sanas, fundó la academia rusa de las ciencias y procuró occidentalizar a su población. Estaba fuertemente influido por sus asesores occidentales por lo que encontró una fuerte oposición interna a sus políticas, pero acabó brutalmente con toda forma de rebelión contra su autoridad: la rebelión de los streltsí, los baskires, los astracanes e incluso la gran revuelta civil de su reino, la rebelión de Bulavin.

Entre sus sucesores destaca Pedro II que logró que Rusia tuviera más presencia en las decisiones europeas y llegó a aliarse con Austria contra el Imperio Otomano.

Catalina la grande llegó al trono en 1762 tras dar un golpe de estado contra su esposo, el impopular zar Pedro III, que se había ganado las antipatías de las clases poderosas al atacar a la iglesia ortodoxa rusa. Con ella el imperio se enfrentó a largas y penosas guerras, como la Gran Guerra del Norte que con veintiún años de duración dejó sin recursos al estado. Con Catalina II se impulsó el comercio y la búsqueda de nuevas rutas que conectaran Rusia con China y la India, también se volvió a anexionar al imperio el territorio concedido a los tártaros tras la Guerra de Crimea, suprimió las autonomías financieras de sus estados y tomó el control total desde el centro del imperio. Creó reformas legislativas y enfrentó sublevaciones importantes como la de los cosacos del Don que impusieron un nuevo zar al que coronaron con el mismo nombre que su depuesto esposo, Pedro III. El levantamiento fue aplastado brutalmente. Catalina prosiguió con la occidentalización iniciada con Pedro I.

A su muerte, en 1796, subió al trono su hijo Pablo quien modificó las leyes de sucesión otorgándosele únicamente al primogénito varón o primer varón en la línea sucesoria, al que se le llamó zarévich. Murió asesinado en 1801.

Bajo el reinado del nuevo zar, Alejandro I, se firmó una alianza con Austria y Gran Bretaña para detener los afanes expansionistas de Napoleón Bonaparte. El emperador francés derrotó a Rusia en la Batalla de Austerlitz en 1805 y en la de Friedland en 1807, pero las cosas cambiaron en 1812 cuando Napoleón invadió Rusia al mando de 600.000 soldados. No contó con la crudeza del invierno ruso y su falta de conocimiento del territorio hizo que fuera la campaña más desastrosa emprendida por Bonaparte; regresó a Francia con menos de 30.000 soldados.

Los siguientes zares llevaron a Rusia por el camino de las guerras y la caída económica. El último de ellos, Nicolás II no tuvo tiempo de instaurar reformas al, ya herido de muerte, imperio; en 1917 tras una larga cadena de levantamientos comunistas y sangrientas represiones, se tomó el palacio de Invierno. De manera secreta, los últimos Romanov de la familia reinante fueron asesinados y tras una larga guerra el antiguo imperio ruso paso a convertirse en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de la que se hablará con mayor extensión más adelante.

Para analizar lo que se conoce como el Imperio francés o napoleónico[29] debemos retrotraernos al estudio del camino que condujo a Napoleón hasta el trono imperial que comenzó con el conocido como el golpe de estado de 18 de Brumario y la nueva Constitución del Año VIII según el calendario republicano francés (correspondiendo al año 1799)[30], que convertía a Bonaparte en Primer Cónsul tras su retorno de la campaña de Egipto. Bonaparte acaparó cada vez más poder al mismo tiempo que ganaba apoyos para llevar a cabo su visión sobre la reconstrucción de Francia y de sus instituciones. Gradualmente fue diluyendo a la oposición y el entusiasmo revolucionario, usando de forma sistemática el exilio, la dominación burocrática y las vías constitucionales. Napoleón fue un gobernante autoritario lo que no le restó capacidad para ser amado por el pueblo francés dado que era muy cercano a sus pasiones y sentimientos tales como: el aborrecimiento a los nobles exiliados, el miedo al Antiguo Régimen, la antipatía por los extranjeros, el odio a Inglaterra, un desmedido apetito por la conquista de nuevos territorio y enardecido por la propaganda revolucionaria a lo que hay que unir finalmente, su ansia personal por la gloria y caudillaje (facetas estas muy alabadas por los franceses).

El Directorio había sido incapaz de lograr la estabilidad. El régimen liberal había fracasado y se presentaba corno el continuador de los excesos revolucionarios. Napoleón Bonaparte, quien volvía a París con triunfos, se presentó como el héroe de la legalidad y de la paz, garantizando los derechos civiles y la prosperidad, instaurando su poder personal con la ayuda del pueblo, la burguesía y el ejército.

Una vez en el poder fue autor de innumerables reformas económicas, políticas, sociales e incluso en las infraestructuras del país. Supo atraerse con acierto a la Iglesia en apoyo del Estado como fuerza moral y, para apoyarse políticamente, creó una aristocracia e inició campañas militares en Europa. En el ámbito de la política popular redactó un Código Común, elaboró políticas de protección social y extendió el concepto de la enseñanza pública; todo ello le granjeó grandes réditos dado que consiguió levantar económica y moralmente al pueblo francés.

Las victorias obtenidas por los ejércitos franceses en las guerras de alianzas, y las mejoras introducidas por el Consulado, durante el cual se llevaron a cabo las denominadas guerras napoleónicas en toda Europa apoyadas en el empuje militar y las ansias imperialistas, dotaron a Napoleón de un extraordinario poder, que lo llevaron primero a ser cónsul vitalicio y posteriormente, a emperador de los franceses en diciembre de 1804.

Durante el periodo imperial sucedieron varios cambios importantes que cambiaron sustancialmente tanto su personalidad como su obra. Estos se materializaron en varias leyes importantes como la redacción del Código Napoleónico (1804), la reforma aduanera y agrícola, y mediante la eliminando de la Constitución la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano así como la división de poderes en el estado.

Así pues, el Imperio Napoleónico se convirtió en una dictadura. En ella se produjeron diferentes hechos de importancia como: el decreto de un indulto que permitió la vuelta de exiliados, la firma un acuerdo con la Iglesia Católica que comprometía al estado francés a mantener al clero y en sentido negativo, se restringió la libertad de prensa, anuló la libertad política, la libertad individual y la libertad de expresión. Así mismo, se limitaron las actividades intelectuales y espirituales. Apoyó su poder en una ideología, por lo que creó la Universidad Imperial, pretendiendo dirigir el desenvolvimiento de las artes, las ciencias y las letras, que debían expresar sus ideas. Utilizó a la Iglesia con la misma finalidad. Aunque por otro lado, elaboró sus famosos códigos: de procedimiento civil, de comercio y penal, que dieron a Francia un conjunto homogéneo de leyes, que llegaron a ser implantadas en otras regiones europeas y que pasaron a América, influyendo así en la legislación de las nacientes repúblicas.

La acción de Napoleón estaba dominada por una ambiciosa política imperialista, que lo llevó a intentar dominar Europa entera, y, sobre todo, a derrotar a Inglaterra, la enemiga tradicional de Francia. Para esto necesitaba grandes ejércitos, por lo que recurrió al sistema de conscripción, al servicio militar y a la incorporación de ejércitos de otras nacionalidades. En 1806, Napoleón inició la confiscación de bienes y el bloqueo a Inglaterra, cerrando cualquier acceso tanto de parte de los franceses como de sus aliados.

Las tropas napoleónicas invadieron Portugal, España, Austria y Prusia; el imperio napoleónico alcanzó su culminación en 1810, dominando el centro y el occidente de Europa, y estableció alianzas con Rusia, Dinamarca y Suecia y en ocasiones con España. Muchas personas dependían de Napoleón, el poder era mantenido por la fuerza. El bloqueo continental arruinaba tanto a Inglaterra como a Francia y a sus aliados, paralizando el comercio y creando trastornos sociales. Se perdían vidas y dinero por las constantes guerras. La reacción contra esta política imperialista provocó en el propio país y en toda Europa una creciente oposición al sistema.

Las monarquías absolutas de Europa temían la expansión del Imperio francés, sobre todo, por las ideas revolucionarias que podría propagar. Por tanto, en esta etapa hubo varias coaliciones[31] que trataron de plantarle cara a la expansión de dichos ideales, con un trasfondo de pugna entre Francia y Gran Bretaña por la supremacía en Europa; de entre ellas destacan las siguientes:

-Tercera Coalición, de 1805: Inglaterra, Austria, Rusia, Suecia y Nápoles.

-Cuarta Coalición, de 1806: Inglaterra, Rusia y Prusia.

-Quinta Coalición, de 1809: Inglaterra y Austria.

-Sexta Coalición, de 1813: Inglaterra, Rusia, Prusia, Austria, Suecia.

Todas ellas, salvo la última, fueron derrotadas durante las guerras napoleónicas. La Tercera Coalición fue desmantelada tras las victorias de las tropas napoleónicas sobre los austriacos en Ulm, y sobre el ejército austro-ruso en Austerlitz (conocida también como la Batalla de los tres Emperadores por enfrentarse en ella tres imperios)[32]. No obstante, en esta fase tuvo lugar la derrota naval de la armada franco-española en Trafalgar el mayor combate naval de la historia[33].

En 1806, el emperador de Francia acabó con el Sacro Imperio Romano y creó la Confederación del Rin. Ese mismo año se crea una nueva coalición, la cuarta, contra la expansión francesa. Nuevas victorias de Napoleón, en este caso sobre prusianos (Jena, Auerstädt) y rusos (Eylau, Friedland) llevaron al Tratado de Tilsit, mediante el cual Rusia se convertía en aliada de Francia y se unía al bloqueo continental contra Gran Bretaña. Esa misma razón llevó a la invasión de Portugal, eterno aliado de los británicos, y a la ocupación del territorio español que supuso el inicio de una guerra de guerrillas que culminó en la Guerra de la Independencia (1808).

La Quinta Coalición llevó a la derrota austriaca y a la firma de la Paz de Viena, por la que Napoleón contraía matrimonio con María Luisa de Austria. En ese momento el Imperio pasó a ser el Gran Imperio y Napoleón se aventuró a su mayor error: la invasión de Rusia.

La política de tierra quemada de los rusos y la crudeza del invierno obligaron a Napoleón a retirarse, regresando con tan solo 120.000 de sus 600.000 hombres con los que partió hacia la campaña. A su vez, los sucesos en España a partir de 1808 llevaron al llamado despertar de los pueblos, influenciado por la idea de un espíritu nacional que había surgido en España y que se extendió por otros estados europeos contra el invasor. Así se formó la última y decisiva coalición de 1813, cuyo punto de inflexión fue la derrota de Napoleón en la Batalla de las Naciones[34].

El pueblo francés había soportado y aclamado el régimen impuesto por Napoleón mientras estuvo respaldado por sus victorias militares, pero cuando percibieron que tales victorias fueron breves, y que sucesivamente se convirtían en derrotas, todos los franceses desearon su caída porque las incesantes campañas militares por Europa habían llevado a Francia a la pobreza, ocasionado la muerte de muchos miles de ciudadanos y por su pérdida de su liderazgo.

El Imperio perdió todos los territorios conquistados y la guerra llegó a suelo francés. La Capitulación de París se firmó el 31 de marzo de 1814, y el Emperador renunció en abril de 1814, tras abdicar, partió rumbo al exilio, a la isla de Elba. Luis XVIII fue proclamado rey y el ministro Talleyrand inició el tratado de paz, donde Francia se comprometió a devolver los territorios conquistados, entregar material de guerra, y desconocer a Napoleón y a la Revolución.

Napoleón decidió recuperar el poder y regresó a Francia e iniciando un nuevo reinado que se conoce como “Los cien días” (mayo de 1815). Ofreció la paz en Europa, así como el respeto de los derechos y las libertades individuales. No obstante lo anterior, se seguía desconfiando de él e Inglaterra estaba a la vista agrandar tanto su imperio como su control sobre Europa por lo que se formó la última coalición contra Francia impulsada por Inglaterra, y Napoleón fue derrotado en Waterloo. Otra vez fue sometido a un exilio, esta vez por los ingleses, en la retirada isla de Santa Elena en medio del océano Atlántico donde murió el 5 de mayo de 1821 por causas desconocidas; inicialmente se habló de un posible cáncer de estómago, casi confirmado por la relación familiar con dicha enfermedad, aunque siempre se sospechó del envenenamiento como la causa de ello. Napoleón fue enterrado en Santa Elena hasta que sus restos fueron repatriados a Francia en 1840 y actualmente está enterrado en un magnifico mausoleo en París.

Capítulo aparte merece el denominado Imperio Colonial francés que surge tras una “primera época colonial” que se encuadra en los años en los que los franceses llegaron a las costas de Norteamérica y conquistaron una vasta extensión desde Canadá hasta Luisiana (S.XVII-XVIII); el Imperio francés como tal alcanzó su máxima extensión en una “segunda época colonial” (S.XIX-XX), tomando el control de gran parte del Norte de África y varias zonas del sur de Asia.

Al final de las Guerras Napoleónicas la mayoría de las antiguas colonias de Francia fueron restauradas por el Imperio Británico, en particular, Guadalupe y Martinica en las Antillas, la Guayana Francesa en la costa de América del Sur, varios puestos comerciales en Senegal, la isla Bourbon (Reunión) en el Océano Índico, y unas pequeñas posesiones de Francia en la India. Pero finalmente el resto, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, las Islas Seychelles, y la Île de France (Isla Mauricio), fueron anexionadas por el Reino Unido.

A partir de 1830 bajo el mandato de Napoleón III tras la toma de Argelia comenzó el segundo imperio colonial de Francia. Se intentó ocupar México aunque se desistió en 1867. En lo referente al continente Africano en 1881 se estableció un protectorado en Túnez, y poco a poco el control francés se extendió por el Norte, Oeste y Centro de África, llegando a ocupar el territorio de los actuales Senegal, Malí, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Níger, Chad… y un largo etcétera. Además de esta región, también en el continente africano controlaron Madagascar y el enclave de Yibuti (la Somalia francesa), un auténtico punto estratégico en el Mar Rojo.

En el sureste de Asia también estableció el control francés sobre Cochinchina (la parte más meridional de la actual Vietnam, incluyendo Saigón) en 1867 y el 1874, así como un protectorado sobre Camboya en 1863. Además, Francia tenía una esfera de influencia durante el siglo XIX y el siglo XX en el sur de China, incluyendo una base naval en Kuangchow (Guangzhou). En el continente asiático, el Imperio francés también tuvo una importante presencia en la India. En el año 1901 la India francesa tenía una población de 275.000 habitantes. Eran enclaves puntuales en la costa oriental de la India, que se habían establecido en el S.XVII.

Las colonias francesas establecidas en el Pacífico Sur, incluían la Nueva Caledonia, los grupos de islas diferentes que componen la Polinesia Francesa (incluidas las Islas Sociedad, Islas Marquesas, Tuamotu), y se estableció el control conjunto de las Nuevas Hébridas con Reino Unido.

Sin embargo, fue sólo después de la guerra franco-prusiana de 1870-1871 y la fundación de la Tercera República (1871-1940) que la mayoría de las posesiones coloniales de Francia se desarrollaron. Desde su base en la Cochinchina, los franceses se hicieron cargo de Tonkín (en el actual norte del Vietnam) y Annam (en el moderno centro de Vietnam) el 1884-1885. Estos, junto con Camboya y Cochinchina, formaron la Indochina francesa en 1887 (a la que Laos se agregó en 1893, y Kwang-Chou-Wan en 1900). En 1849 la concesión francesa de Shanghái se estableció, que duró hasta 1946.

Durante la Crisis de Agadir en 1911, el Reino Unido dio su apoyo a Francia y Marruecos se convirtió en un protectorado francés. Así entre 1912-1956 se impuso el protectorado francés, y se acordó otorgar a España, para nivelar el balance de fuerzas entre Francia e Inglaterra en la zona, el llamado Protectorado de Tetuán o Marruecos Español. La ciudad de Tánger se convirtió en ciudad internacional.

Después de la Primera Guerra Mundial es cuando ganaron los mandatos sobre los antiguos territorios turcos del Imperio Otomano que conforman lo que hoy es Siria y el Líbano, así como la[fb1] mayoría de las antiguas colonias alemanas de Togo y Camerún.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de sus colonias fueron ocupadas por fuerzas del Eje y perdió el control de las mismas. Una vez recuperado el mismo tras dicha guerra, los conflictos en Vietnam y Argelia (1954), el incidente junto a los británicos del Canal de Suez de 1956 (al que se dedicará un apartado especial)y la Nueva Constitución francesa de 1958 que creó la denominada Comunidad francesa orientaron la independencia de las colonias mediante referendos que tuvieron parte en 1960.

Una característica distintiva del proyecto colonial francés a finales del siglo XIX y durante el siglo XX fue la misión civilizadora de los pueblos indígenas. Como tal, los funcionarios coloniales llevaron a cabo una política de franco-europeización en las colonias francesas, sobre todo el África occidental francesa. A los africanos que adoptaron la cultura francesa, incluyendo el uso fluido de la lengua francesa y la conversión al cristianismo, se les concedió la ciudadanía francesa de igualdad, incluyendo el sufragio. Todas estas medidas hacen que Francia siga manteniendo fuertes lazos y cierta responsabilidad contraída con la mayoría de sus antiguas colonias y por ello continuamente tenga que acudir en su auxilio, aún en nuestros días principalmente en territorio africano.

Por lo que respecta al Imperio Austro-Húngaro[35], hay que subrayar que fue un estado europeo nacido en 1867, tras el Compromiso Austrohúngaro que reconocía al Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio austríaco. En 1914 tenía una extensión de 676.615 km² y contaba con 52.799.000 habitantes y era considerada como una de las grandes potencias en el marco internacional, ocupando el 6º puesto por su capacidad económica.

Lo que era el Imperio austrohúngaro se reparte actualmente en trece estados europeos: Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina y las regiones de Voivodina en Serbia, Bocas de Kotor en Montenegro, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania y parte del Banato en Rumanía, Galitzia en Polonia y la Rutenia Transcarpática en Ucrania.

El Emperador, de la familia de los Habsburgo, era el jefe de los dos estados, sería entonces el Emperador de Austria y Rey de Hungría con lo que se consiguió la motivación de los austriacos. En Hungría esta denominación no fue fácilmente aceptada, requiriendo el gobierno de Budapest que el monarca fuera designado separadamente como "emperador" y "rey" atendiendo a que Hungría tenía oficialmente el rango de reino, para designar los asuntos de todo el imperio. Para su funcionamiento político y económico Austria y Hungría mantenían dos parlamentos separados, con sede en Viena y Budapest respectivamente, cada uno con su propio primer ministro. De la coordinación entre estos dos gobiernos se encargaba el Gobierno del Emperador, dotado en teoría de un poder absoluto, pero limitado en la práctica. En ambos territorios algunas regiones, como Galitzia-Lodomeria, en Austria, o Croacia-Eslavonia, en Hungría, tenían un régimen autónomo de autogobierno.

La invasión de competencias entre los ministerios conjuntos y los gobiernos de cada uno de los dos estados causó fricciones y desgobierno, especialmente entre las fuerzas armadas. Aunque el Consejo de Ministros Común se encargaba de todas las cuestiones militares, el gobierno austriaco y el húngaro se encargaban separadamente de los temas de reclutamiento, legislación del servicio militar, transporte de tropas y de la regulación de las cuestiones civiles de los militares. Por tanto, cada uno de los gobiernos tenía mucha influencia en cuestiones militares y cada uno podía desbaratar operaciones militares si lo juzgaba conveniente para sus intereses.

Austria propició un régimen parlamentario a partir de las reformas de 1860, 1862 y 1867, que reconocieron las libertades religiosas, de pensamiento y de asociación. Se creó un parlamento bicameral o Reichsrat es decir, cámara de diputados y cámara alta. Entre 1861 y 1897 se mantuvo el sufragio censitario e indirecto a través de cuatro curias de las que eran excluidos los trabajadores. En 1897 el canciller imperial, conde Badeni, creó una quinta curia para representar a los trabajadores, pero hubo que esperar a 1907 para que se concediera el sufragio universal y directo a los austriacos, lo que redundó en los grandes partidos de masas.

En Hungría, por el contrario, se mantuvo una rígida y centralista política de magiarización de las minorías (eslovacos, ucranianos, serbios, y rumanos) que quedaban sujetas a la autoridad del gobierno de Budapest exceptuando de estas políticas a las minorías de croatas y germanos, protegidos expresamente por el Compromiso de 1867.

Entre 1872 y 1890 las relaciones internacionales europeas estuvieron marcadas por la preponderancia de Alemania. Su canciller, Otto Von Bismarck, intentó mantener no obstante una política de equilibrio entre las potencias, que incluía el aislamiento de Francia.

El país galo era percibido por las potencias más conservadoras como el inspirador de las ideas revolucionarias que atentaban contra el principio de autoridad monárquica y el orden tradicional. La política bismarckiana recibió el nombre de “Realpolitik” (“Política pragmática”) y se llevó a la práctica mediante un complicado entramado de alianzas que es conocido como "Sistemas bismarckianos". A partir de 1890, tras el retiro de Bismarck, el Kaiser (emperador) Guillermo II tomó personalmente las riendas de la política exterior germana, modificando la del viejo canciller. Ya no se trató solamente de aislar a Francia, también se pretendió rivalizar con el Imperio Británico, apoyándose en la construcción de una potente marina de guerra. Es lo que se conoce como “Weltpolitick” (“Política mundial”). Las relaciones entre las potencias se fueron haciendo cada vez más rígidas y surgieron tensiones que se acrecentaron con los problemas coloniales. La situación propició la formación de alianzas o pactos de carácter político-militar cuyo fin fue proteger a los estados integrantes en una eventual contienda bélica. De estos movimientos nació la conocida como Triple Alianza que se formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck y estuvo constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia.

La unión dinástica de los territorios pertenecientes a la casa de Habsburgo en la Europa central y oriental que dio como resultado la creación del imperio austro- húngaro, mosaico de pueblos muy diversos nunca llegó a constituir un estado nacional integrado y sólido. El creciente descontento de los pueblos eslavos sometidos al imperio culminó en 1914 con el asesinato del heredero de la corona, el archiduque Francisco Fernando de Austria[36] y de su esposa en Sarajevo, hecho que desencadenó el estallido de la 1ª Guerra Mundial.

Durante el transcurso de dicha guerra, en noviembre de 1916 murió el emperador Francisco José I, que fue sucedido en el trono por Carlos I. El nuevo emperador, consciente del estado calamitoso en el que se encontraba el antiguo poderío de la monarquía dual, emprendió, sin el conocimiento de su aliado alemán, una campaña para conseguir una paz honrosa para su ejército. El alto mando enemigo, ante la inminencia de la definitiva victoria contra la alianza austro- alemana, se negó a sellar los compromisos de paz propuestos por Carlos I y la guerra continuó sin tregua hasta la derrota de los imperios centrales. El emperador, desesperado por no encontrar una solución satisfactoria que favoreciera los intereses de su monarquía y preocupado por la constante agitación nacionalista y revolucionaria de la tropa, cambió radicalmente la orientación de su política. En un último intento de apaciguar estas presiones se vio obligado a la publicación de un manifiesto editado el 18 de octubre de 1918, por el que el imperio se convirtió en un estado federal, plural y progresista que reconocía la diversidad de nacionalidades en su territorio, al tiempo que favorecía la consolidación de pequeños estados.

Sin embargo, los intentos de Carlos I por mantener de esta manera unidos los territorios de la corona fracasaron debido a las desavenencias de los distintos grupos políticos y nacionales. Los polacos de Galitzia se unieron a Polonia; Checoslovaquia se constituyó en república independiente; Croacia, Montenegro y Eslovenia se unieron para integrar el reino de Yugoslavia; y Rumania y Hungría también accedieron a la independencia, con lo que se consumaba la desintegración de la monarquía dual austro-húngara y de su propio imperio.

Se conoce como Imperio Japonés[37] al periodo comprendido desde el Orden de la Restauración (Restauración Meiji) el 3 de enero de 1868, pasando por la expansión de Japón por los océanos Pacífico e Índico, hasta la rendición formal el 2 de septiembre de 1945 cuando se firmó el Instrumento de Rendición del Japón tras los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Las razones que les llevaron a su expansión , además del intrínseco afán de poder, tienen un elevado matiz económico-industrial derivado de la escasez de recursos primarios en su territorio lo que les obligaba a importar materiales de otros países de Asia y a exportar sus productos manufacturados para equilibrar su económía. Por medio de la industrialización, Japón tuvo la capacidad de dominar la fabricación y venta de estos bienes, especialmente los textiles. Como un país que progresaba, Japón se preocupaba por llegar a ser un estado fuerte y no tener que depender de las importaciones y las oscilaciones de sus precios; por ello se pensó que lo mejor era conquistar los territorios donde se producían las materias primas. Otro aspecto que les aterraba era la posibilidad de tener que sufrir la dominación de occidente como en el caso de otros territorios de su entorno situados en el sudeste asiático y en China.

Antes de su participación en la Primera Guerra Mundial, el Imperio de Japón luchó en dos guerras importantes después de su establecimiento durante la Restauración Meiji. La primera fue la Primera Guerra Chino-japonesa (1894 y 1895); guerra, que giró en torno a la cuestión de control y la influencia sobre Corea. En dicha península cohabitaban los coreanos con emigrantes chinos y japoneses pero como consecuencia de una rebelión de aquellos campesinos el Imperio japonés decidió el envío de tropas hacia Corea con la excusa de estabilizar la revuelta pero con la verdadera intención de establecer un gobierno títere en Seúl. China, que hasta aquel entonces ejercía un determinado dominio y control sobre la península coreana se opuso a esta medida y como consecuencia de este choque de intereses tuvo lugar la guerra subsiguiente. El mayor enfrentamiento en tierra entre tropas de japonesas y las fuerzas chinas tuvo lugar en la batalla de Liaodong; batalla, que que perdieron los chinos a lo que hay que agregar además la destrucción de gran parte de la marina de China en la Batalla de Río Yalu. Como consecuencia de ambas derrotas, China se vio obligada a firmar el Tratado de Shimonoseki (17 de abril de 1895), en la que cedió el protectorado sobre Corea, parte de Manchuria, la Isla Formosa, la isla de Taiwán, así como la península de Liaodong. Sin embargo, la presión occidental (por parte de Rusia, Alemania y Francia) obligó al Japón a devolver Port Arthur y Manchuria a China (Triple Intervención del 23 de abril de 1895).

Tras la revuelta de los bóxers chinos de 1898, e incumpliendo la promesa hecha al Japón, los rusos negociaron con China un arrendamiento de 25 años de la base naval, un puerto libre de hielos para su flota de Extremo Oriente. Mientras tanto, soldados rusos ocupaban Manchuria y el norte de Corea, amenazando la influencia japonesa en Corea (cuyo gobierno seguía siendo controlado en la sombra por China, pese a la independencia que le otorgara Japón). El gobierno coreano concedió a Rusia una base naval próxima a las costas japonesas, en un intento de ofrecer una doble amenaza a Japón, la de Rusia y la de China.

Rusia aprovechó la desestabilización de la zona y en 1896 se firmó un acuerdo con China para el uso de Port Arthur como base ubicada al extremo de la península de Liaodong, ahora perteneciente a Manchuria, así como el libre acceso ruso a todos los puertos chinos. Más adelante, en 1898, los rusos impidieron el uso de Port Arthur a los mismos chinos, y empezó a ejercer el control que el Japón había deseado cuatro años atrás. Esto fue un desafío para el Imperio del Japón y provocó la desaprobación del Reino Unido, quien vio al gigante ruso como una amenaza a sus posesiones británicas y su provechoso comercio asiático.

Al considerar que la penetración rusa en Corea y Manchuria suponía un riesgo para su seguridad nacional, Japón exigió a Rusia que abandonase Manchuria, en cumplimiento de los acuerdos de 1900. Rusia dilató las conversaciones diplomáticas durante dos años y Japón, harto de esperar en vano una respuesta, rompió las relaciones diplomáticas el 6 de febrero de 1904.

Así Japón que en los años anteriores había multiplicado y modernizado su flota, principalmente con la ayuda de Reino Unido entró en guerra con Rusia. Dicha contienda se extendió ente el 8 de febrero de 1904 y el 5 de septiembre de 1905[38]; fue como se puede ver un conflicto surgido de las antagónicas ambiciones imperialistas de la Rusia Imperial y el Japón sobre los territorios de Manchuria y Corea y el mencionado Port Arthur. Los principales escenarios del conflicto fueron el área alrededor de la península de Liaodong y Mukden, los mares de Corea y Japón y el mar Amarillo.

El Ejército Imperial Japonés logró obtener varias victorias de manera consistente sobre sus oponentes rusos, lo que constituyó un hecho inesperado para muchos en el mundo, pues fue la primera vez que un pueblo no caucásico se enfrentaba y vencía a una potencia imperialista europea. Estas victorias transformarían drásticamente el balance de poder en el Este de Asia, lo que daría como resultado la consolidación de Japón como país importante en el escenario mundial. Las vergonzosas derrotas rusas generaron insatisfacción entre sus ciudadanos e iniciaron determinadas acciones y protestas contra el que ellos consideraban corrupto e ineficiente gobierno zarista; así, se puede afirmar que las mismas se consolidaron como una de las principales causas de la Revolución Rusa de 1905.

Mientras tanto, Rusia se vio obligada a negociar dando como resultado la humillación de una nación occidental. Se concluyó en un armisticio entre los dos gobiernos porque aunque los rusos ya se encontraban muy debilitados por mencionada revolución las finanzas japonesas estaban totalmente agotadas por la guerra y el Imperio nipón ya no disponía de los medios para destruir completamente al grueso de las tropas rusas del Extremo Oriente. Así se organizó una conferencia de paz en Portsmouth (EEUU) que se celebró el 5 de septiembre de 1905, gracias a la mediación del presidente estadounidense Theodore Roosevelt.

Como resultado de la conferencia Rusia debió reconocer la preeminencia de los intereses del Japón sobre Corea; ceder al vencedor su arrendamiento de la península de Liaodong, su base de Port Arthur, el ferrocarril meridional de Manchuria y la mitad sur de la isla de Sajalín. Aunque ambos países, de común acuerdo, se comprometieron a restituir Manchuria a China. Pero a pesar de la insistencia japonesa, no se contempló ningún tipo de restitución económica por parte rusa. El descontento japonés ante la ausencia de dichas compensaciones y de que la guerra en realidad no había supuesto nuevas adquisiciones territoriales condujo a una erosión de los buenos sentimientos hacia EEUU, constituyendo la semilla para el futuro conflicto con el país americano.

La sorprendente victoria japonesa le convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta. Las victorias continuadas exacerbaron el sentimiento nacionalista japonés y les llevó a fortalecer su ejército y a mejorar la manufactura del equipo militar.

Japón entró en la Primera Guerra Mundial en 1914, aprovechando la guerra de Alemania en Europa y queriendo ampliar su esfera de influencia en China. Declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914 y rápidamente ocupó los territorios bajo dominio alemán en la provincia de Shandong en China, las islas Marianas, islas Carolinas, las islas Marshall, las islas Belau/Palaos/Palau y las restantes de la antigua Micronesia española que en su día pasaron a ser soberanía alemana en el Pacífico. El sitio de Tsingtao, una rápida invasión de la colonia alemana de Jiaozhou (Kiautschou) dio buenos resultados y las tropas alemanas coloniales se rindieron el 7 de noviembre de 1914.

Junto a Japón se encontraban los aliados occidentales, en particular el Reino Unido, muy implicados en la guerra en Europa, esta posición de aliado le permitió solicitar más territorios para consolidar su posición en China en enero de 1915. Además de la ampliación de su control sobre las explotaciones de Alemania, Manchuria y Mongolia Interior, Japón solicitó también la propiedad conjunta de un importante complejo minero y metalúrgico en el centro de China y que se le concediera la prohibición a China de cualquier cesión o arrendamiento de las zonas costeras a una tercera potencia. Las exigencias de Japón tenían como telón de fondo el reducir a China a simple protectorado japonés. En vista de la lentitud de las negociaciones con el gobierno chino, del sentimiento anti-nipón generalizado en el país y de la condena internacional, Japón retiró el último grupo de demandas, y los tratados se firmaron en mayo de 1915.

Posteriormente, en 1931 y alegando igualmente liberar a los pobladores de Manchuria del yugo chino (a pesar de que la mayoría de los habitantes de la península eran de origen chino) ocupó totalmente la península y en 1936, Japón creó un Estado títere mongol en Mongolia Interior.

El comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, dio a Japón una nueva oportunidad para extenderse por Sudeste asiático, después de haber alcanzado varios acuerdos diplomáticos. En septiembre de 1940 Japón estableció una alianza tripartita con Alemania e Italia, el denominado Eje Roma-Berlín- Tokio, esta vez se aliaba con su anterior enemigo, Alemania. Esta alianza aseguraba ayuda mutua y total durante un periodo de diez años; siendo sus objetivos "establecer y mantener un nuevo orden de las cosas" en sus respectivas regiones del mundo y esferas de influencia, con la Alemania nazi en Europa, Japón Imperial en Asia y el Reino de Italia en el norte de África. El pacto también obliga a la asistencia mutua si alguna de las potencias fuera atacada por un país aún no implicado en la guerra, con excepción de la Unión Soviética, y al intercambio de tecnología y a la cooperación económica entre los signatarios. En septiembre de 1941, Japón firmó un pacto de neutralidad con la URSS.

El 7 de diciembre de 1941 sin aviso y mientras todavía se estaban celebrando negociaciones entre los diplomáticos estadounidenses y japoneses, varias oleadas de aviones japoneses bombardearon Pearl Harbor, en Hawái, la principal base naval estadounidense en el Pacífico; poco después se lanzaron ataques simultáneos contra Filipinas, la isla de Guam, isla Wake e islas Midway, Hong Kong, Malasia británica y Tailandia. El 8 de diciembre, Estados Unidos declaró la guerra a Japón tras la declaración del presidente Franklin D. Roosevelt en el senado a la que se unieron el resto de los poderes aliados, excepto la URSS. Inicialmente, Japón obtuvo grandes victorias y la guerra se convirtió en una lucha naval por el control de las vastas extensiones del océano Pacífico. Guerra en la que a pesar de determinadas victorias importantes por parte de los aliados sobre las tropas japonesas y en especial por parte norteamericana, para acortar la duración y el costo de esta guerra en los mares y en miles de islas y tras la capitulación del Alemania el presidente de EEUU, Truman se vio obligado al empleo, por primera vez en un conflicto, del arma nuclear lanzando dos bombas sobre las importantes ciudades de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 respectivamente; lo que llevó a la capitulación del Japón.

Dicha capitulación tuvo lugar el 10 de agosto en el acorazado norteamericano Missouri tras haber hecho pública su gobierno la siguiente declaración “El Gobierno japonés está dispuesto a aceptar las condiciones enumeradas en la declaración común publicada el 26 de julio de 1945 en Potsdam, por los Jefes de los Gobiernos de los EEUU, Gran Bretaña y de China, y firmada más tarde por la Unión Soviética, declaración que acredita no contener ninguna exigencia que afecte a las prerrogativas de Su Majestad como Soberano reinante. El Gobierno japonés espera sinceramente que esta interpretación de la declaración esté bien fundada y desea vivamente recibir a este propósito rápidamente una indicación explícita”[39].

El Imperialismo estadounidense[40] es un término generalmente utilizado para hacer referencia al expansionismo histórico, las invasiones, anexiones, compras de territorios y el colonialismo que forman parte de la historia y la influencia tanto pasada como actual en los aspectos político, cultural, militar y económico de EEUU a escala mundial.

El concepto moderno de imperialismo es la práctica de un tipo de dominación llevada a cabo por naciones con mayor poder económico y comercial, con el objetivo de ampliar sus influencias sobre naciones menos desarrolladas, así como en las alianzas de las que forma parte.

Doctrinas seguidas (y a veces propuestas por el propio gobierno estadounidense desde sus inicios) como la del Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe y su Corolario Roosevelt, el Gran Garrote, la Doctrina de seguridad nacional, etc., y hechos como la conquista del Oeste, la guerra mexicana, las guerras bananeras, la guerra Hispano-Estadounidense y, más recientemente, la guerra de Vietnam, el bloqueo estadounidense contra Cuba, la Doctrina de la guerra preventiva, la guerra de Afganistán, y otros conflictos internacionales han hecho que "imperialismo estadounidense" sea un término aceptado por la mayor parte de la comunidad internacional.

De entre las anexiones y compra de territorios por parte de EEUU cabe resaltar: la compra de Luisiana (1803); la compra de Florida (1819); la anexión de Texas (1845); la compra de la Mesilla (1853); la compra de Alaska a Rusia (1867); la Guerra Hispano-Estadounidense (1898)[41]; la anexión de Hawái (1898) y la anexión de la Zona del Canal de Panamá (1903).

Igualmente existen numerosas intervenciones de EEUU en el Mundo como: la guerra de Trípoli (1801 a 1805); la expedición naval contra la regencia de Argel (1815); la Invasión Estadounidense de México (1846-1848)[42]; el conflicto con Japón en la isla de Okinawa, que le concede la gestión de una concesión minera, las islas de Bonin, así como facilidades comerciales (1853 y 1854); la intervención en Nicaragua (1855); la segunda intervención estadounidense en México (1914); la invasión de Haití y la República Dominicana (1915)¸la Tercera Intervención Estadounidense en México (1917); la Intervención en la guerra civil de Rusia en apoyo al ejército Blanco (1917-1920); los apoyos al Kuomintang y a la dictadura de Chiang Kai Shek en Taiwán, y luego la de su hijo Chiang Ching-kuo en sus luchas contra China (1945-49) y el no reconocimiento de la República Popular China hasta 1976; la intervención Filipinas (1946-54) para repeler la revolución campesina comunista de los Hukbalahap en Luzón; la organización del golpe de estado en Irán (1953) para restablecer al Sah de Persia; el golpe militar en la República Democrática del Congo (1960) para derrocar a Lumumba; la Invasión de Bahía de Cochinos (1061); el apoyo al Régimen de Suharto en Indonesia (1965-1998); el apoyo a Irán en Omán, Rebelión de Dhofar (1970-75); numerosas intervenciones directas o indirectas en las caídas y subidas de varias dictaduras militares y en guerra sucia en América Latina; el apoyo a los Muyahidín (Afganistán) contra el gobierno comunista y el ejército ruso (1978-1989); la Invasión de Granada (1983); la Invasión estadounidense de Panamá (1989); la intervención en Haití (1994) para instalar al Presidente elegido, Jean-Bertrand Aristide. Además de su participación en varios conflictos internacionales de carácter internacional y de los que se hará mención en apartados por separado.

El 2º Imperio alemán[43]. El período histórico también conocido como Segundo Reich o Alemania Guillermina, es la etapa de la historia de Alemania en la cual tras una unión de varios de sus reinos, ducados y principados, se forma un nuevo estado unido bajo la corona de un soberano general, el Káiser o Emperador. El período se extiende desde la unificación el 18 de enero de 1871 hasta la abdicación del Káiser Guillermo II el 9 de noviembre de 1918. Tras la disolución de 1918, el Segundo Reich fue sustituido por la República de Weimar, primer período en el cual la nación se convirtió en una nación democrática.

Accionada por una disputa entre Prusia y Francia a causa de la Sucesión Española, en 1870 comenzó la Guerra Franco-Prusiana. La declaración de guerra llegó desde el lado francés, después de que Bismarck, el primer ministro de Prusia, publicase una versión editada del Telegrama de Ems, que comprometía políticamente a Francia. Los Estados del sur de Alemania se adhirieron a Prusia. Bismarck utilizó este acto para llevar a cabo la coronación del rey de Prusia como emperador de Alemania y, por lo tanto, la integración de los estados del sur como parte de una "pequeña solución alemana" en un reino unificado. Las tres guerras, que duraron desde 1864 hasta 1871, también se conocieron como las guerras de la unificación alemana.

La instauración del II Imperio Alemán coincidió con la proclamación del rey Guillermo I (1871-1888) de Prusia como (káiser) de Alemania; proclamación, que tuvo lugar en Versalles (Francia) en enero de 1871 tras la victoria de Prusia en la ya mencionada guerra franco-prusiana y como consecuencia del esfuerzo del Otto von Bismarck. Quien trabajó para conseguir la unidad alemana en el sentido de la "pequeña Alemania", es decir, con exclusión de Austria. De este modo, los Estados alemanes del Sur (Baviera, Baden, Hesse y Württemberg), llevados por el entusiasmo patriótico que despertó esta guerra, se unieron inmediatamente a la Confederación del Norte de Alemania e instituyeron el Imperio Alemán.

Otto von Bismarck, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Prusia y artífice de la unificación alemana, pasó a presidir la nueva organización política como canciller alemán. Con él se inicia un período de gran desarrollo de la nación alemana en todos los campos: económica, geográfica, política y militarmente.

El nuevo Imperio era una verdadera autocracia en la que el Reichstag (cámara baja del Parlamento) era elegido por sufragio universal e igual, en el que participaban todos los varones mayores de 25 años (en Prusia y en otros Estados federados siguió vigente el sufragio desigual, dependiente de los ingresos). Por consiguiente, puede hablarse de una democratización parcial de Alemania ya en el siglo XIX.

Uno de los efectos de las políticas de unificación fue la de aumentar gradualmente la tendencia a eliminar el uso de las lenguas no alemanas en la vida pública, las escuelas y el ámbito académico, con la intención de presionar a la población no alemana a abandonar su identidad nacional o salir del país, en lo que se llamó "germanización". Las políticas estrictas de germanización tuvieron a menudo el efecto contrario, el de estimular la resistencia, por lo general en forma de enseñanza en el hogar y de una mayor unidad dentro y entre los grupos minoritarios.

La política exterior de Bismarck después de 1871 fue conservadora y trató de mantener el equilibrio de poder en Europa. Su mayor preocupación era Francia, que quedó derrotada y resentida después de la Guerra Franco-Prusiana. Como los franceses no tuvieron fuerzas para derrotar a Alemania por sí mismos, buscaron una alianza con Rusia, con la que atraparían a Alemania entre dos frentes en caso de una guerra (cosa que finalmente ocurrió en 1914). Bismarck quería evitarlo a toda costa y mantener relaciones de amistad con los rusos, y formó una alianza con ellos y el Imperio austrohúngaro (que por la década de 1880 estaba siendo lentamente reducido a un satélite alemán), el Dreikaiserbund (Liga de los Tres Emperadores). Durante este período, algunos militares alemanes abogaban por un ataque preventivo contra Rusia, pero Bismarck sabía que tales ideas eran temerarias y no las aprobó.

Bismarck consiguió cierto número de posesiones coloniales para Alemania durante la década de 1880 en África y el Pacífico ("nuevo imperialismo"), pero dudaba del valor real de un imperio colonial de ultramar. Alemania adquirió África del Sudoeste Alemana (actual Namibia), Kamerún (Camerún), Togolandia y África Oriental Alemana (la parte continental de la actual Tanzania). Las islas se obtuvieron en el Pacífico mediante compras y tratados internacionales, así como con un contrato de arrendamiento por 99 años para el territorio de Kiautschou en el noreste de China. Sólo Togolandia y la Samoa alemana (después de 1908) se convirtieron en autosuficientes y rentables, el resto de los territorios necesitaron los subsidios de Berlín, que se dedicaron para construir una infraestructura con sistemas escolares, hospitales y otras instituciones. Bismark y la mayoría de sus contemporáneos eran de mentalidad conservadora y centraban su atención en la política exterior con los países vecinos de Alemania. La mayor parte del dinero alemán invertido en el exterior fue a naciones en desarrollo como Rusia, que carecían del capital o de los conocimientos técnicos para industrializarse por sí mismas, y por esta política resultó que las colonias de Alemania se mantuvieran mal desarrolladas.

Con la unidad se produjo un periodo extraordinario de energía y expansión económica. En 1871, el Imperio alemán contaba con 41 millones de ciudadanos. En 1913 había casi 68 millones, un aumento de más de la mitad. Pero su grandeza no se trataba sólo en la expansión de la población, los verdaderos cimientos de su fortaleza económica en el cambio de siglo se basaban en la producción de acero y de carbón, Alemania hizo grandes progresos en ambos casos: la producción de acero se multiplicó por doce en 30 años y la de carbón casi por cinco en 30 años. Las manufacturas se multiplicaron por cuatro. Las exportaciones se multiplicaron por tres, desatacando de entre ellas los productos químicos que se multiplicaron por tres y las de maquinaria que lo hicieron por cinco. En 30 años, la participación de Alemania en el comercio mundial aumentó en un tercio. En 1914, Alemania era la nación industrial más poderosa de Europa.

Así bajo el liderazgo de Prusia y de Bismarck, Alemania se había convertido en una nación y una potencia mundial. En 1871, 39 Estados independientes se unieron. Los reyes de Sajonia y Baviera, los príncipes, duques y electores de Brunswick, Baden, Hanóver, Mecklemburgo, Wurtemberg, Oldemburgo juraron lealtad al rey de Prusia, el Káiser.

En 1888 fallece el emperador Guillermo I; le sucedió su hijo Federico III de corte liberal y admirador de la política interna británica. Murió de un cáncer tan solo tres meses después de ser coronado. Le sucedió su hijo, el joven y ambicioso Guillermo II (1888-1918). En 1890 el nuevo soberano deseaba tener el poder real del Imperio en sus manos y que nadie le marcara el camino o le impusiera limitaciones como las que tuvo su abuelo, y para ello forzó y consiguió que Bismarck presentara su dimisión a pesar de que había permanecido 19 años al frente del Gobierno y de que durante ese tiempo combatió a la izquierda de la burguesía liberal, al catolicismo político, y en particular, al movimiento obrero. Instituyó una legislación social incluso ejemplar para esta época pero la clase obrera estaba excluida (jubilación obligatoria, seguridad social y un accidente para los trabajadores).

Guillermo II compartía las aspiraciones de muchos de los miembros de su generación al pretender aprovechar la fuerza de la recién constituida Alemania para consolidar a la nación como una de las principales potencias mundiales. Sin embargo, su el temperamento inquieto e impaciente, le impedía adaptarse a las tareas de gobierno. Tampoco los diferentes cancilleres que nombró consiguieron subsanar el problema ni supieron inculcarle el apego a las mismas.

Hay que decir que aparecieron otra serie de problemas; así partir de 1890 entre la sociedad alemana se fue agudizando el enfrentamiento entre las clases privilegiadas y el proletariado. El propio Ejército constituía "un estado dentro del Estado", ajeno al control del Reichstag y de los ministerios. Entre 1897 y 1916 se emprendió la construcción de una gran flota alemana que el Káiser pretendía utilizar para afianzar los intereses coloniales del Imperio sin tener en consideración que los elevados gastos del Ministerio de Marina supusieron un desembolso extremo para la economía del Imperio lo que repercutió negativamente en el nivel de vida de la clase trabajadora, dado que la mayor parte de los ingresos provenían de impuestos indirectos, lo que sembró el descontento entre ellos.

Hacia 1912, Alemania se encontraba ante una grave crisis tanto interna como externa. En la política interna la socialdemocracia, a pesar de ser la fuerza con el mayor número de electores, seguía estando prácticamente excluida de la participación política. A principios de verano de 1914, las tensiones habían aumentado entre las potencias europeas en el plano de la política exterior y el asesinato en Sarajevo de Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro y su esposa fue el detonante que provocó la I Guerra Mundial (de la que se hablará más extensamente en otro apartado) en la que intervino Alemania y que tan graves repercusiones tuvo para Alemania y para gran parte de los otros actores.

El plan de ataque alemán estuvo condenado al fracaso desde un principio. En 1917 EEUU entró en la guerra y selló el final de la contienda. Ni la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, ni la paz en el este alterarían ya el curso de los acontecimientos. En octubre de 1918 la derrota militar de Alemania era ya un hecho.

La revolución política interna alemana estalló en noviembre de 1918 como consecuencia de la mala marcha de la guerra y los problemas sociales y económicos que empezaban a estallar. No obstante, la Revolución Alemana de 1918/19 no puede inscribirse entre las grandes o clásicas revoluciones de la historia universal. En esta fecha, Alemania ya era demasiado "moderna" para una transformación política y social radical al modo de la Revolución Francesa de 1879 o la Revolución Rusa de octubre de 1917.

El II Imperio Alemán se disolvió ante el completo fracaso militar sufrido en el campo de batalla y la revolución interna a la que se tuvo que hacer frente. Guillermo II abdicó el 9 de noviembre de 1918 y buscó refugio al día siguiente en los Países Bajos. Ese día se proclamó la República en Berlín. En febrero del año siguiente se reunió en la ciudad de Weimar la nueva Asamblea Nacional Constituyente: había comenzado la llamada República de Weimar que sucedió al II Imperio Alemán.

La Primera Guerra Mundial[44]. También conocida como la Gran Guerra, fue un conflicto armado que estalló en 1914, entre las potencias de la Triple Alianza(Alemania, Imperio Austro-Hungaro, Italia[45]) y la Triple Entente (Inglaterra, Francia y Rusia). Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio Otomano y Bulgaria lo hicieron con la Triple Alianza. En total, más de 70 millones de militares, incluyendo 60 millones de europeos, se movilizaron y combatieron en la guerra más grande de la historia.

A finales del siglo XIX, el Reino Unido dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político. Alemania y EEUU le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX se produjo el reparto colonial de África (a excepción de Liberia y Etiopía) y de Asia Meridional entre las potencias europeas, así como el gradual aumento de la presencia europea y japonesa en China, un estado que para entonces se hallaba muy debilitado. Así, para aquel entonces era cada vez más patente la ambición de las potencias imperialistas por controlar las mejores colonias y semicolonias del planeta. Anhelaban y necesitaban poseer las ricas fuentes de materias primas en ellas producidas y ampliar los grandes mercados para vender sus manufacturas.

Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del conflicto se produjo el 28 de junio de 1914, día en que fue asesinado junto a su esposa el Archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro cuando visitaba Sarajevo. El crimen fue cometido por un grupo nacionalista serbio llamado "Mano Negra", enemigo del expansionismo austriaco en los Balcanes. En represalia, Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia (28-07-1914). Entonces, Rusia movilizó tropas para ayudar a Serbia, lo que provocó que Alemania le declare la guerra a Rusia (01-08-1914) y a su aliada Francia (03-08-1914). Cuando Alemania ocupó Bélgica (que se había declarado neutral) y Luxemburgo para invadir Francia, Inglaterra le declaró la guerra (04-08-1914).

Cuando Alemania invadió Francia se inició la sanguinaria batalla de Marne (setiembre de 1914). Los franceses contuvieron a los alemanes, pero estos evitaron replegarse, iniciándose así la cruenta “Guerra de las Trincheras” con el subsiguiente empleo masivo de armas químicas por ambos bandos que provocó la muerte de 100.000 soldados y otros 900.00 resultaron heridos; hechos estos que fueron el detonante para que se alcanzara el conocido como Protocolo de Ginebra de 1925 para la prohibición de estas armas y de las conocidas como biológicas[46]. En 1916, los alemanes intentaron tomar la fortaleza de francesa de Verdum, pero también fracasaron. El mismo año, ingleses y franceses lograron derrotar a los alemanes en la batalla de Somme.

En el frente oriental, Alemania atacó a Rusia y la derrotó en las batallas de Tannemberg y de los Lagos Masurianos. En 1917, los comunistas rusos derrocaron al zar Nicolás II y firmaron el tratado Brest-Litovsk restableciendo la paz con Alemania. El retiro de Rusia fue compensado con la incorporación de Italia y EEUU al bloque de la Entente. En marzo de 1918, Alemania lanzó una ofensiva en el frente occidental, pero los anglo-franceses los vencieron en la Segunda Batalla de Marne, y con la ayuda de las tropas estadounidenses hicieron retroceder a los germanos hasta obligarlos a firmar su rendición en el Armisticio de Compiegne (11 de noviembre de 1918).

Entre enero y junio de 1919 se reunieron en Versalles los representantes de los países que participaron en la guerra para decidir qué medidas se debían adoptar contra Alemania por haber causado tantas desgracias y nueve millones de muertos, dando origen a lo que se conoce como el Tratado de Versalles. En consecuencia, las potencias vencedoras impusieron duras condiciones a las naciones derrotadas. Por ejemplo Alemania tuvo que ceder Alsacia y Lorena a Francia, y el Imperio Austro-Húngaro, como ya se ha mencionado, se desintegró, dando origen a los estados de Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. Además, Alemania quedó obligada a pagar una millonaria indemnización a los vencedores, a limitar el número de sus soldados y a no fabricar ni importar armamento.

Por lo tanto, tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el austro-húngaro y el otomano. Los estados sucesores de los dos primeros perdieron una parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se descompusieron en varias naciones. El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron completamente y varias naciones se independizaron o se crearon como consecuencia de ello. Al calor de la Primera Guerra Mundial también se fraguó la Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer estado autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Como única parte positiva del conflicto se puede decir que fue la causa principal para la fundación de la Sociedad de Naciones[47], con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se volviera a repetir. Sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)[48]. Para entender un poco su nacimiento e historia conviene retraerse un poco más en la desaparición del imperio de los zares en Rusia como consecuencia de varios elementos; así en febrero de 1917, se produjeron en la capital manifestaciones espontáneas de protesta por las grandes diferencias sociales y la mala marcha de la economía en el país. Ante esta situación, el presidente de la Duma (Congreso) pidió al zar el nombramiento de un nuevo gobierno, a lo que el zar respondió clausurando la Duma. En poco tiempo, la ciudad entera quedó en manos de los sublevados y, ante la situación, el gobierno dimitió. Tras esto, se crearon dos poderes en Rusia, el de la Duma y el del recién creado Soviet de Petrogrado, que en marzo llegaron a un acuerdo para formar un gobierno provisional. En ese momento, Nicolás II abdicó dando por finalizado el zarismo en Rusia. A la desaparición del zarismo siguió una serie de gobiernos que, sin embargo, fueron de corta duración al no ser capaces de aplacar los descontentos en aumento entre la población y provocar determinadas sublevaciones entre las clases más oprimidas por la penosa repartición de las tierras incautadas a los poderosos.

Un mes después del derrocamiento de zar, el principal dirigente de los bolcheviques, Lenin, había regresado a Rusia desde Suiza, país en el permanecía en exilio. El gobierno provisional de turno acabó persiguiendo a los bolcheviques, lo que hizo que Lenin huyera de nuevo aunque esta vez lo hizo a Finlandia. El comandante en jefe del ejército intentó al final del verano un golpe de fuerza para constituir un nuevo gobierno que asegurase el orden. El primer ministro resultante consiguió derrotar la sublevación, entre otras cosas, gracias a la ayuda de los bolcheviques.

En este momento, Lenin regresa a Rusia esta vez de forma clandestina y convence al comité central de su partido de que la frágil situación constituía una oportunidad para la insurrección armada con la que tomar el poder. La noche del 24 al 25 de octubre de 1917 las tropas y las milicias bolcheviques ocuparon los puntos neurálgicos de Petrogrado y los ministros fueron arrestados. La misma noche, Lenin ofreció el poder al II Congreso de los Sóviets. Los mencheviques y los miembros del Partido Socialista Revolucionario abandonaron el Congreso y se eligió un nuevo gobierno, el Consejo de Comisarios del Pueblo, con Lenin como presidente.

En los días siguientes a su formación, el Consejo de Comisarios del Pueblo promulgó una serie de decretos que pretendían satisfacer las principales reivindicaciones del pueblo (decreto sobre el final de la guerra, decreto sobre la tierra y decreto sobre empresas industriales). A principios de 1918 se reunió la Asamblea Constituyente, la cual representaba para Lenin el modelo político burgués frente a la democracia de los sóviets, y por ello la disolvió. De este modo, el poder soviético y la dictadura del proletariado se convertían en los pilares básicos de la Rusia revolucionaria.

Más adelante se aprobó la primera Constitución soviética, en la que se declaraba la decisión de construir el socialismo sin clases sociales ni Estado y se confirmaba a los sóviets como la base del poder. La paz se convirtió en el primer objetivo del nuevo gobierno. Se firmó un armisticio con Alemania y Austria- Hungría y más tarde, tal y como ya se mencionó anteriormente, se firmó la deshonrosa paz de Brest-Litovsk por la que Rusia se vio obligada a aceptar las duras condiciones impuestas por Alemania en el transcurso de la Primera Guerra Mundial; hecho este que sería la semilla del odio desde el nuevo régimen ruso hacia Alemania.

Tras la finalización de la Guerra Mundial varias de las potencias apreciaron que este movimiento revolucionario también podía prender en diversas partes tanto en el continente europeo como en Asia y por ello Francia, Reino Unido y Japón decidieron frenar dicho contagio y castigar al nuevo régimen ruso. Para ello, aportaron capitales y armas a los ejércitos antirrevolucionarios rusos pro zaristas, conocidos como los Blancos, que se hallaban enfrentados al Ejército Rojo. La desorganización y el enfrentamiento en el bando del Ejército Blanco facilitaron la victoria del Ejército Rojo a finales de 1919.

El primer problema que tuvo que afrontar el gobierno ruso tras la guerra civil fue el del abastecimiento. Los campesinos fueron obligados a ceder parte de sus cosechas y esto provocó una situación de violencia en las zonas rurales. Millones de rusos murieron de hambre y de enfermedades durante la guerra civil. La situación de agotamiento del país tras la guerra civil suponía un enorme problema y para solucionarlo se recurrió a la conocida como Nueva Política Económica (NEP), cuya idea principal era restaurar un capitalismo limitado con el fin de reconstruir la economía. Mediante la aplicación de la NEP la economía se liberalizó en parte, pero el Estado seguía reservándose el control del crédito y de los sectores clave de la economía. Gracias a ello, la revitalización económica fue inmediata, pero la NEP trajo consigo problemas sociales, que dividieron al Partido Comunista ante el resurgimiento de una nueva burguesía enriquecida.

Tras la revolución de octubre de 1917, el movimiento obrero pasó a ser una amenaza real para las sociedades liberales y capitalistas. Los comunistas rusos eran internacionalistas y confiaban en una rápida expansión mundial de la revolución. La III internacional, conocida también como Internacional Comunista, fue creada en Moscú en 1919 trajo consigo una nueva división del movimiento obrero a nivel mundial. A partir de 1920 Rusia consiguió entablar relaciones con la mayor parte de las instituciones internacionales. No obstante, fue considerada el mayor enemigo ideológico y político por las potencias fascistas y también las naciones democráticas no terminaban de confiar en este régimen y les producía cierto temor. Temor, que no estaba desencaminado ya que el triunfo del comunismo en Rusia se extendió en gran parte de sus países vecinos antiguos pertenecientes al imperio ruso y así nació la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), también conocida como la Unión Soviética cuya historia comenzó en diciembre de 1922 tras suscribirse el Tratado de la Unión entre las repúblicas socialistas soviéticas entre: Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Transcaucasia (Georgia, Azerbaiyán y Armenia) con los bolcheviques dirigiendo los soviets (consejos) de cada nación. Se estableció su capital en Moscú. En 1924 se adhirieron Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán y en 1929 Tadzikistán.

No se puede decir que se trate de imperio como tal, dado que resultó de la adhesión “voluntaria” de diversos países para crear un Estado plurinacional y multiétnico que equivalía prácticamente a la extensión del antiguo Imperio de los zares. Estaba regida por un solo partido (PCUS), establecido en cada una de las repúblicas. Hasta 1945 la URSS constituyó el único estado comunista del mundo.

El órgano supremo legislativo residía en el Soviet Supremo (constituido por los delegados de los soviets de las repúblicas). Era elegido por sufragio universal e indirecto. El Soviet Supremo a su vez elegía el Presidium, cuyo presidente era el jefe del Estado de la URSS. Igualmente elegía al ya mencionado Consejo de los Comisarios del Pueblo, una especie de consejo de ministros cuyo primer presidente fue Lenin. Toda la organización política quedaba controlada por el Partido Comunista, muy jerarquizado, cuyo principal órgano era el Comité Central, dirigido por el Secretario General (Stalin fue elegido como tal en 1922). La misión del Partido era implantar la dictadura del proletariado como paso previo a la consolidación del socialismo y finalmente del comunismo. El control del Estado por parte del PCUS convirtió a la URSS en un Estado totalitario. En 1924 la URSS normalizó sus relaciones con el exterior y numerosos países la reconocieron.

Fallecido Lenin en enero de 1924 se planteó el tema sucesorio. Stalin no consiguió inmediatamente el control del Partido y el Estado soviético. El Estado quedó en manos de una dirección colegiada (Troika) que ya había asumido el poder durante la enfermedad del líder. Finalmente y sin no pocas luchas internas y muchas purgas humanas, Stalin consiguió hacerse con el poder en la URSS.

Con el gobierno de Stalin, la NEP fue abandonada y la planificación estatal de la economía fue presentada como la respuesta de la economía socialista frente al liberalismo capitalista. El I Plan Quinquenal se inició en 1928. Sus principales objetivos eran la desaparición del sector privado, la autofinanciación de las grandes inversiones industriales, la formación de técnicos y mano de obra especializada, y el desarrollo de la industria pesada, así como la construcción de gigantescas obras públicas. Para alcanzar estos objetivos se movilizó a la población de forma casi militar.

El campo constituía uno de los principales problemas del gobierno estalinista. Una serie de medidas pusieron en marcha el proceso de colectivización, que acabó en una guerra abierta con y entre los propietarios agrarios. Pero finalmente, Stalin consiguió su propósito de acabar con la propiedad privada. La colectivización acabó con los kulaks, pero con un coste enorme: centenares de miles de campesinos murieron en una deportación inhumana. Con el II Plan Quinquenal la producción industrial se dobló, la agraria aumentó considerablemente y se mejoraron las condiciones de vida de la población. El III Plan Quinquenal tuvo que ser modificado para atender a las necesidades de la Segunda Guerra Mundial.

Stalin instauró un régimen dictatorial mediante el empleo de métodos brutales y la eliminación de toda oposición. A partir de 1933, se llevaron a cabo depuraciones internas dentro del partido. Cualquier crítica se convertía en un complot que había que erradicar. Tres grandes oleadas resumen la represión estalinista. Las dos primeras depuraron el partido con la expulsión de una parte importante de sus militantes. La tercera fue la más significativa. En los llamados Procesos de Moscú, fueron juzgados y ejecutados, acusados de los crímenes más absurdos, la mayoría de los antiguos dirigentes bolcheviques y otros muchos dirigentes del partido y oficiales del Ejército. Como consecuencia de estas medidas represoras surgió un nuevo Partido Comunista, totalmente sometido a la voluntad de Stalin quien, a partir de entonces, fue objeto de un culto obsesivo a la personalidad.

Al producirse la invasión del ejército alemán, sin previa advertencia, en junio de 1941 se fomentó una exaltación del patriotismo soviético (particularmente el ruso), llevando la guerra hasta las puertas de las principales ciudades soviéticas, Moscú, Leningrado y Stalingrado. El Ejército Rojo, apoyado masivamente por la población civil, logró detener el avance alemán. Con la victoria sobre la ocupación alemana en Stalingrado en 1943, la moral del Ejército soviético se levantó; más tarde, Minsk y Kursk también fueron liberadas, lo que unido a la importantísima ayuda en material bélico que recibían de los aliados, principalmente los norteamericanos les impulso a seguir combatiendo a los alemanes fuera de su propio territorio llegando en su participación en la guerra hasta el mismo Berlín en abril de 1945.

Sin embargo, los resultados de la guerra fueron desastrosos en pérdidas humanas y materiales. De hecho la URSS fue el país que perdió más hombres durante la Segunda Guerra Mundial (27 millones aproximadamente). Pero se ganó políticamente (la URSS se anexionó unos 500.000 km² de territorio y ejerció dominio político en las naciones liberadas de la opresión de los nazis, en lo que ahora sería su esfera de influencia directa).

La nueva relación con los Gobiernos aliados —que en la Conferencia de Teherán (noviembre de 1943) y en Potsdam (julio de 1945) concedieron una «zona de influencia política» a la URSS— aconsejó a Stalin la disolución del Komintern (mayo de 1943)[49]. El carácter socialista de los regímenes que fueron estableciéndose en Europa Oriental al finalizar la guerra acabó con el aislacionismo político-geográfico de la URSS. De nuevo, pronto e incluso antes de que finalizara la contienda, sus doctrinas y políticas provocaron una grave inquietud entre sus aliados. La nueva inquietud de las potencias occidentales (capitalistas) fue expuesta claramente en la «doctrina Truman» del 12 de abril de 1947, que preconizó la necesidad de frenar la «expansión soviética», iniciando así la llamada «Guerra Fría».

Stalin reaccionó instituyendo en octubre del mismo año el Kominform[50]. La ruptura de relaciones con Yugoslavia (1948) se vio equilibrada por el triunfo de la Revolución china (1949), que extendió al Oriente asiático la influencia soviética.

El cuarto y el quinto Plan Quinquenal siguieron dando prioridad a la industria pesada y a las grandes obras de infraestructura. El desarrollo económico permitió a la URSS convertirse en potencia nuclear (25 de septiembre de 1949), lo que acabó con el monopolio nuclear estadounidense.

Tras la muerte de Stalin (5 de marzo de 1953), una reorganización inmediata del Partido y del Gobierno permitió la reprobación de los abusos autoritarios y la eliminación de las personalidades más comprometidas con el culto a la personalidad de Stalin. Beria fue fusilado. Paralelamente se anunció en el Soviet Supremo un aumento en la producción de bienes de consumo y decreció la tensión internacional con el armisticio de la Guerra de Corea (julio de 1953).

Gueorgui Malenkov, que había sucedido a Stalin, fue depuesto de sus funciones en febrero de ese mismo año. Nikita Jrushchov como primer secretario del Partido y Nikolái Bulganin como jefe de Gobierno impusieron un nuevo desarrollo a la política soviética. El 2 de junio de 1955 se anunció una declaración de amistad recíproca entre Yugoslavia y la URSS y unos meses más tarde se disolvió el Kominform. Este año también se creó el conocido como Pacto de Varsovia al que dedicaremos un apartado específico más adelante.

La Unión Soviética veía en todas las actuaciones de EEUU una forma sistemática de poner en peligro sus iniciativas en los aspectos ideológicos y económicos; por ello su mayor obsesión era la neutralización de dichos esfuerzos y en este aspecto, se afanó en la contribución a la reconstrucción europea, neutralizando al Plan Marshall de Estados Unidos con la creación del COMECON[51].

Por otra parte, la nueva política de «coexistencia pacífica» con Occidente permitía la reducción de los gastos militares y situar en un primer plano la competición económica con los países capitalistas. La actitud crítica de los regímenes chino y albanés hacia las posiciones internacionales de la URSS se agudizó después de la retirada de los proyectiles balísticos rusos establecidos en Cuba (octubre de 1962) tras la crisis del mismo nombre que estuvo a punto de provocar la primera guerra mundial nuclear entre la URSS y EEUU y del conocido como Tratado de Moscú (julio de 1963)[52] que se dedicó a la prohibición de determinados tipos de ensayos nucleares.

La sustitución de Jrushchov (octubre de 1964) por un triunvirato formado por Leonid Brézhnev, primer secretario del Partido, Kosyguin, jefe de Gobierno y Podgorni, presidente del Presídium del Soviet Supremo, en sustitución de Mikoyán (diciembre de 1965), no impidió la acentuación del conflicto ideológico con China.

Por otra parte, después de condenar la política imperialista de EEUU y de proclamar su apoyo a Vietnam del Norte y al Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur (Vietcong), Brézhnev se pronunció a favor de un programa de desarme mundial y de un pacto de no agresión con la OTAN. La diplomacia soviética obtuvo un notable éxito en su mediación en el conflicto Indo-Pakistaní de agosto de 1965, que condujo a los acuerdos de Tashkent (enero de 1966). En abril de ese año, Leonid Brézhnev consolidó su posición al ser reelegido secretario general del Partido. La búsqueda de la distensión, objetivo perseguido por la sugerencia soviética de disolución de la OTAN y del Pacto de Varsovia (mayo de 1966), fue el factor dominante de la política exterior soviética. Al estallar la Guerra de los Seis Días (junio de 1967), el Gobierno soviético rompió sus relaciones con Israel y apoyó decididamente a los países árabes.

Las posteriores tensiones originadas por los acontecimientos de Checoslovaquia llegaron a la invasión de este país por parte de las tropas del Pacto de Varsovia (agosto de 1968); la ocupación militar fue legalizada por un trato entre la URSS y Checoslovaquia (mayo de 1970). Sin embargo, la ratificación del Tratado de Amistad rumano-soviético (noviembre de 1970) evitó que las discrepancias entre ambos Estados llegaran al conflicto; así como la previa firma del Pacto germano- soviético de no agresión de agosto de 1970 contribuyó a consolidar el statu quo europeo.

Por otro lado, el antagonismo soviético-chino pasó de las disputas ideológicas a los conflictos armados fronterizos (marzo de 1969), que no se resolvieron, y de forma parcial, hasta el acuerdo comercial de noviembre de 1970.

En octubre de 1977, en coincidencia con el sexagésimo aniversario de la Revolución bolchevique, fue promulgada y entró en vigor una nueva Constitución, en la que se daba por realizada y superada la etapa de la «dictadura del proletariado» en la URSS y se reafirmaba el papel dirigente máximo del PCUS en la sociedad soviética.

La intervención soviética en Afganistán (diciembre de 1979) provocó el desarrollo de una nueva etapa de tensión en la Guerra Fría entre las dos superpotencias, que se agudizó con la instalación de nuevas bases de misiles en Europa. En el interior, la URSS recrudeció su represión contra los disidentes y afrontó una grave crisis económica durante 1980 lo que provocó que en octubre del mismo año dimitiera Kosyguin y Tíjonov se convirtió en el nuevo primer ministro de la URSS.

A la muerte de Brézhnev (noviembre de 1982), Yuri Andrópov, jefe de la policía secreta soviética (KGB) desde 1967 a 1982, fue nombrado secretario general del PCUS (noviembre de 1982), y designado jefe de Estado en junio de 1983. Andrópov, se propuso introducir cambios radicales en la economía antes de que, a finales de 1985, comenzara un nuevo Plan Quinquenal. Para ello tenía que modificar la composición de las estructuras de poder, lo cual consiguió parcialmente, sobre todo con la inclusión en el Politburó de dirigentes de menos de 50 años. No obstante, ni la grave crisis padecida por el país ni la ofensiva contra el burocratismo y la corrupción lograron cambiar algo en el funcionamiento de un sistema cada vez más dependiente de la economía militar. En lo internacional, el breve período de gobierno de Andrópov se caracterizó por el fracaso de la estrategia dispuesta para impedir la instalación de los primeros «euromisiles» en Europa Occidental (noviembre de 1983), lo que provocó la inmediata retirada soviética de las negociaciones de Ginebra sobre los euromisiles.

A la muerte de Andrópov (9 de febrero de 1984) le sucedió Konstantín Chernenko, continuador de la política de Brézhnev, de quien fue su «delfín». Durante su gobierno, que también fue breve, se operó una vuelta al burocratismo paralizante y se recrudeció el antisemitismo y la represión contra los intelectuales disidentes. En el exterior, el Kremlin se opuso a la participación soviética en los Juegos Olímpicos de Los Angeles en el verano de 1984, a la visita de Honecker a la República Federal Alemana, a negociar con Washington y a toda posibilidad de compromiso en el conflicto de Afganistán. Esta política aislacionista experimentó un importante giro tras el anuncio del presidente Reagan, en su reelección en noviembre de 1984, de desarrollar el nuevo programa militar denominado Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), conocido como la guerra de las galaxias, lo que impulsó que la URSS debiera volver a la mesa de negociaciones en Ginebra sobre el control de armamentos (12 de marzo de 1985). Ya enfermo desde antes de suceder a Yuri Andrópov, Chernenko finalmente murió el 11 de marzo de 1985.

Le sucedió Mijaíl Gorbachov, el miembro más joven (52 años) del Politburó. En política interior Gorbachov acometió una serie de reformas, definidas por cuatro palabras claves: glásnost (apertura, transparencia), democratizatsiya (democratización), uskorenie (desarrollo económico) y perestroika (reestructuración). Uno de los primeros frutos de la nueva política fue el fin del destierro de Andréi Sájarov (diciembre de 1986)[53], al que siguieron una amnistía que liberó a todos los presos de conciencia (febrero de 1987) y la rehabilitación de las víctimas de las purgas de Stalin. En el terreno internacional Gorbachov inició conversaciones sobre el desarme con el presidente estadounidense Reagan (noviembre de 1985), que culminaron con la firma de un acuerdo para eliminar los misiles nucleares de alcance intermedio estacionados en Europa (diciembre de 1987).

Tras la caída del muro de Berlín y la caída de los regímenes comunistas en la Europa Oriental, Gorbachov lanzó una nueva ofensiva reformista. El Congreso de los Diputados del Pueblo votó otra reforma constitucional que abolió el monopolio político del PCUS, instauró un sistema presidencialista y eligió al propio Gorbachov para el nuevo cargo de presidente de la URSS (15 de marzo de 1990). Las elecciones republicanas y locales (febrero-mayo) constituyeron un éxito para los radicales; Borís Yeltsin fue elegido Presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR).

El XXVIII Congreso del PCUS (julio de 1990), que reeligió a Gorbachov como secretario general, no pudo impedir que Yeltsin y otros dirigentes radicales abandonaran el Partido. Para hacer frente a la crisis nacional, Gorbachov propuso un nuevo Tratado de la Unión, que fue aprobado por el Congreso de los Diputados del Pueblo y ratificado en referéndum (17 de marzo de 1991) en nueve de las quince Repúblicas de la URSS, mientras las tres Repúblicas bálticas, Letonia, Lituania y Estonia, durante la llamada Revolución Cantada, organizaban consultas electorales en sus territorios respectivos para reafirmar su voluntad de independencia. El tratado soviético-estadounidense para reducir las armas nucleares estratégicas (START), firmado en Moscú con motivo de la visita del presidente George H. W. Bush (31 de julio de 1991), agravó las tensiones en el aparato del PCUS y el complejo militar-industrial.

El 18 de agosto del mismo año, cuando se encontraba de vacaciones en Crimea, el Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov fue confinado en su residencia y declarado «incapaz de asumir sus funciones por motivos de salud», en un intento de golpe de Estado en la Unión Soviética planeado por los conservadores del aparato, el KGB y algunos jefes militares. Guennadi Yanáyev, vicepresidente de la URSS, asumió interinamente la presidencia, y una dirección colegiada compuesta por ocho personas decretó el estado de urgencia, restableció la censura y publicó una proclama justificando el golpe. La resistencia fue encabezada desde el primer momento por el Presidente de la RSFSR Borís Yeltsin, quien, desde el Parlamento de Rusia, llamó a la desobediencia civil y a la huelga general. La creciente oposición popular en Moscú y Leningrado, el rechazo internacional y la defección de algunas unidades militares, que pasaron a obedecer a Yeltsin, dividieron y paralizaron a los golpistas. El golpe quedó abortado el 21 de agosto, cuando los miembros del Comité del Estado se dispersaron antes de ser detenidos. Gorbachov, liberado, regresó a Moscú y apoyó y estimuló decididamente los cambios radicales que la nueva situación requería.

Las actividades del PCUS fueron proscritas por el Tribunal Supremo (29 de agosto), se disolvieron los órganos del poder central y se abrió un nuevo período constituyente. El 6 de septiembre de 1991 el Consejo de Estado reconoció la independencia de Estonia, Letonia y Lituania. En los meses siguientes, las sucesivas proclamaciones de independencia de las Repúblicas y el colapso económico aceleraron la pérdida de autoridad política de Gorbachov, que fracasó en el intento de concluir el tratado que debía dar lugar a una Unión de Estados Soberanos para sustituir a la antigua organización del Estado.

El 8 de diciembre de 1991, los representantes de las tres Repúblicas eslavas —RSFS de Rusia, RSS de Bielorrusia y RSS de Ucrania— firmaron el Tratado de Belovesh que supuso la disolución de la Unión Soviética, constituyéndose la Comunidad de Estados Independientes (CEI), abierta al resto de las Repúblicas. Gorbachov presentó la dimisión el 25 de diciembre de 1991, y la Federación de Rusia asumió en el terreno internacional los compromisos y la representación del desaparecido Estado. Todas las Repúblicas de la URSS fueron reconocidas internacionalmente como Estados independientes.

Antes de cerrar este capítulo merece hacer especial mención a dos importantes programas desarrollados durante el tiempo de actuación de la URSS y que han llegado con determinadas transformaciones hasta nuestros días: el Programa Nuclear y el Programa Espacial.

El Programa Nuclear soviético debe su desarrollo a la tensión derivada del conflicto antagónico con los Estados Unidos y otros países del bloque occidental durante la Guerra Fría. Los cimientos del programa soviético de las armas nucleares fueron los trabajos realizados sobre la fisión nuclear por los físicos Yákov Zeldóvich y Yuli Jaritón, publicados en 1939. En los años treinta se realizaron también importantes investigaciones sobre radioquímica, sin las cuales hubiese sido imposible la comprensión de estos problemas, su desarrollo y, sobre todo, su aplicación.

En 1941, la investigación nuclear fue declarada materia clasificada. Ese año, el espía soviético Vladimir Barkovski obtuvo una copia del informe MAUD, un resumen de alto secreto acerca de los planes del Reino Unido para fabricar armas nucleares, así como los esfuerzos paralelos desarrollados por EEUU.

Al terminar la guerra contra Japón el programa soviético comenzó un acelerado proceso de avance. Lavrenti Beria fue nombrado para dirigir el proyecto en su totalidad, mientras que Ígor Kurchátov quedó a cargo de la investigación científica. El 25 de diciembre de 1946 se puso en funcionamiento el primer reactor nuclear soviético, el F-1, con el cual se obtuvo el plutonio necesario para la creación de una bomba nuclear.

Tras muchos años de experiencias y desarrollos se llegó a diversos caminos de obtención de dichas armas; así al mismo tiempo que se mejoraban las primeras bombas de fisión, se comenzó el desarrollo de la primera arma termonuclear soviética. Los científicos soviéticos ya habían hecho algunos avances teóricos en cuanto a la fusión nuclear, pero no fue hasta mediados de 1948, cuando se logró obtener mediante el empleo de espías una considerable cantidad de información proveniente del programa nuclear estadounidense, cuando se comenzó a planificar un proyecto para la construcción de una bomba de fusión.

En 1953 y 1955 se probaron las primeras armas termonucleares soviéticas. La creación de la bomba RDS-37 generó nuevas posibilidades para la construcción de armas termonucleares. Así mismo, a partir de las primeras armas nucleares tácticas se construyeron otras de menor tamaño. Hacia 1962 casi todo el arsenal soviético había sido renovado.

A lo largo de un largo periodo de tiempo, en concreto entre 1949 y 1990 se llevaron a cabo muchos tipos de pruebas con estas armas en total condujeron más de 700 pruebas nucleares (oficialmente 715), realizándose más de 980 detonaciones. Dichas detonaciones se realizaron en todo tipo de ambientes: 216 pruebas en la atmósfera, incluyendo 5 a gran altitud (sobre los 50 km); 496 pruebas nucleares subterráneas y 3 pruebas submarinas. Gracias a ellas lograron desarrollar un arsenal que llegó a superar la suma del resto del mundo conjuntamente, arsenal que se ha venido reduciendo de forma paulatina como consecuencia de la firma de diversos tratados de limitación de este tipo de armas, principalmente el START en sus diversas ediciones (el SATRT III o nuevo START actualmente en vigor) y debido a la dificultad de solventar dos problemas internos: la obsolencia de gran parte de sus materiales nucleares y los correspondientes sistemas de lanzamiento y el importante coste económico que supone su manteniendo en condiciones de eficacia y seguridad.

Además de lo anterior y en el campo de las Armas de Destrucción Masiva, Rusia junto a EEUU han sido las potencias que más armas Químicas, Biológicas y Radiológicas han desarrollado a lo largo de la historia; se puede asegurar que a pesar de sus declaraciones sobre la destrucción de las mismas, continúan manteniendo determinados arsenales y trabajan en los aspectos de la investigación de nuevas armas bajo la cobertura de lograr un buen sistema de defensa contra ellas.

El Programa Espacial soviético encierra las iniciativas astronáuticas desarrolladas por la URSS desde 1957 hasta el momento de su disolución. Las ambiciones espaciales rusas empezaron en el siglo XIX, tuvieron sus primeros estudios teóricos en el inicio del siglo XX y se desarrollaron principalmente durante la Guerra Fría en la Unión Soviética. Los soviéticos fueron pioneros de la carrera espacial al ser los primeros en enviar un satélite (Sputnik 1), una criatura viva (Laika), un hombre al espacio (Gagarin) y sondas interplanetarias a Marte (Marsnik 1) y Venus.

El 4 de octubre de 1957, el satélite Sputnik 1 fue lanzado con éxito por un cohete R-7. El primer satélite artificial puesto en órbita sorprendió a los estadounidenses, que rápidamente crearon la NASA para desarrollar su programa espacial e intentar alcanzar a los soviéticos. El principal ingeniero a cargo fue Serguéi Koroliov. Tuvo un gran equipo, otro miembro destacado fue Borís Yevséyevich Chertok, que estuvo a cargo del desarrollo de sistemas de guía y control.

Actualmente, Rusia venciendo muchos problemas económicos mantiene un gran programa espacial y se puede afirmar que en muchos aspectos ha superado en avances, tecnología y éxitos puntuales a los esfuerzos norteamericanos en este aspecto, dado que estos, debido al coste de los programas y a determinados estrepitosos fracasos han visto reducido grandemente las asignaciones presupuestarias a su agencia espacial, la NASA. En cualquier caso, debido a los costes y la imposibilidad de actuar completamente por separado como en un principio, ambos países han debido unir sus esfuerzos con otras potencias internacionales (la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial Europea) para la puesta en práctica de determinados proyectos conjuntos como la Estación Espacial Internacional (ISS) que está en construcción desde 1998 y en el presente es el objeto artificial más grande en la órbita terrestre.

La segunda Guerra Mundial[54]. Fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945. En él se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas denominadas como el Eje (Alemania, Italia y Japón) y losAliados (Inglaterra, Francia y Unión Soviética). Este segundo bloque fue reforzado con la participación de EEUU desde 1941.

Se podría afirmar que entre las causas principales destacan: las grandes crisis económicas que azotaban Europa y Japón, el espíritu de revancha existente en Alemania tras la vergüenza sufrida por el Tratado de Versalles con el que se finiquitó la Primera Guerra Mundial, una cierta debilidad de los estados democráticos, el surgimiento de los nacionalismos de forma casi simultánea e independiente en Alemania, Italia y Japón que propiciaron la aparición y auge de Adolf Hitler (Alemania), Benito Mussolini (Italia) e Hirohito (Japón) por el predominio económico y político del planeta, para tratar de recuperar sus status respectivos, arrebatar las colonias a las potencias aliadas pérdidas en anteriores conflictos y así recuperar determinadas fuentes de energía y, sobre todo, el auge del fascismo.

En 1933, el dictador nazi Adolfo Hitler llegó al poder en Alemania y poco después empezó a violar el Tratado de Versalles de 1919. Reactivó su industria militar aunque lo tenía prohibido, reorganizó sus fuerzas armadas y se anexó Austria. En 1938 se anexionó gran parte de Checoslovaquia[55]. Mientras tanto Italia invadió y conquistó Albania.

Sin embargo, el comienzo real del conflicto se suele situar en el 1 de septiembre de 1939, con la invasión alemana de Polonia, el primer paso bélico de la Alemania nazi en su pretensión de fundar un gran imperio en Europa, que produjo la inmediata declaración de guerra al Tercer Reich por parte de Francia y la mayor parte de los países del Imperio Británico y la Commonwealth. En los meses siguientes Alemania invadió Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda. En junio de 1940 cayó París, la capital de Francia. En agosto del mismo año la aviación alemana bombardeó Londres sin misericordia, pero no lograron la rendición de Inglaterra.

Desde que empezó la guerra en setiembre de 1939, Italia se mantuvo neutral, a pesar de la presión que ejerció Alemania para que cumpliera lo estipulado oportunamente en el Pacto de Acero[56]. Mussolini, maestro en el terreno de las palabras, definió su actitud declarándose no beligerante, fórmula ambigua y dilatoria que encerraba todos sus temores e incertezas en ese momento crucial de Europa y del fascismo. Italia no estaba preparada para la guerra y sus ocho millones de bayonetas eran en realidad un bluf que le sirvió para aumentar su prestigio en los años de entreguerras pero que ahora se le volvían en contra. Además, Mussolini, por su parte, desconfiaba de Hitler. Luego esa desconfianza se transformó en miedo a ser invadido desde la frontera austríaca por lo que ordenó fortificar toda la frontera italo-alemana hacia finales del año 1939.

El gran error de Mussolini, como por otra parte de Chamberlain y Daladier, fue ceder sumisamente a las pretensiones de Hitler entre 1935 y 1939, sin imponer un límite cuando todavía podía hacerlo a nivel militar. La anexión de Austria en marzo de 1938 tuvo consecuencias gravísimas para Italia que a partir de entonces quedó expuesta en su flanco norte a la prepotencia alemana. El 18 de marzo de 1940, Mussolini y Hitler se encontraron en el Brennero pero el Duce siguió sin definirse. Por otro lado, Roosvelt y Churchill lo presionaban para que se mantuviera neutral. Evidentemente estaba en una encrucijada con un panorama sombrío ante sus ojos.

Alentado por los avances alemanes y porque en Italia, además, los grandes diarios e incluso el rey que antes había apoyado la neutralidad, presionaron a Mussolini para que interviniera al lado de Alemania. Hasta los grandes industriales y destacados intelectuales dijeron que se trataba de una ocasión irrepetible y que era imperdonable no aprovecharla. Así en el balcón central del Palazzo Venezia, Mussolini anunció ante una gran multitud exaltada su declaración de guerra contra Francia e Inglaterra. A partir de ese día Italia dejaba de ser dueña de sus actos y unía su destino al de Alemania. El plan de guerra de los italianos era un gran secreto y nadie sabía cuáles serían las primeras acciones de Mussolini. Los servicios de inteligencia alemanes pronto descubrieron que ese gran secreto no se debía a la discreción del alto mando italiano sino a la ausencia de plan alguno. Con todo y con ello, envió tropas a invadir Grecia y Egipto, pero fueron derrotadas. Esto obligó a Hitler a enviar ayuda para controlar los Balcanes y el norte de África. Estas fuerzas fueron vencidas por los aliados en la Batalla de El Alameín (julio de 1942) y huyeron a Italia.

Tras las múltiples derrotas que sufrieron los italianos en la mayoría de las operaciones bélicas en las que participaron y los desplantes y humillaciones de Hitler hacia los italianos y Mussolini, el Gran Consejo Fascista le destituyó el 25 de julio de 1943, le detuvo al día siguiente y firmó en el mes de setiembre un armisticio con los aliados, que ya habían invadido el sur de Italia. Sin embargo, los alemanes le rescataron en setiembre de ese mismo año y Mussolini proclamó la República Social Italiana, efímero régimen radicado en Salò (norte de Italia) y que sólo subsistió por la protección alemana. El líder italiano intentó huir a Suiza con su amante, Clara Petacci, durante los últimos días de la guerra, pero ambos fueron capturados por miembros de la Resistencia italiana, quienes les fusilaron el 28 de abril de 1945, siendo sus cuerpos expuestos públicamente en las calles de Milán[57].

Inicialmente, en virtud de los acuerdos firmados entre los nazis y los soviéticos, la nominalmente neutral Unión Soviética ocupó o se anexionó territorios de las seis naciones vecinas con las que compartía frontera en el oeste. El Reino Unido y la Commonwealth se mantuvieron como la única gran fuerza capaz de combatir contra las Potencias del Eje en el Norte de África y en una extensa guerra naval.

En junio de 1941, Hitler ordenó la invasión a la Unión Soviética dando así inicio a la más extensa operación de guerra terrestre de la historia, donde desde ese momento se empleó la mayor parte del poder militar del Eje. Sus fuerzas avanzaron hacia Moscú, pero estando muy cerca tuvieron que retroceder por el contraataque ruso y la llegada del invierno. Mientras tanto los nazis aplicaban una política de exterminio contra los judíos en crueles campos de concentración.

En diciembre de 1941 el Imperio del Japón, que había estado en guerra con China desde 1932 y pretendía expandir sus dominios en Asia, atacó a los EEUU en Pearl Harbour y a las posesiones europeas en el Océano Pacífico, conquistando rápidamente gran parte de la región, provocando el ingreso de este país en la Segunda Guerra Mundial. La ofensiva japonesa les llevó a conquistar China, el Sudeste Asiático y casi todas las islas del Pacífico. Pero a partir de determinadas victorias estadounidenses los japoneses empezaron a perder posiciones aun elevado coste de vidas humanas.

El avance de las fuerzas del Eje fue detenido por los Aliados en 1942 tras la derrota de Japón en varias batallas navales y principalmente en el Batalla de Midway (junio de 1942), la de las tropas europeas del Eje en el Norte de África y en la decisiva batalla de Stalingrado. En 1943, como consecuencia de los diversos reveses de los alemanes en Europa del Este, la invasión aliada de la Italia Fascista y las victorias de EEUU en el Pacífico, el Eje perdió la iniciativa y tuvo que emprender la retirada estratégica en todos los frentes. En junio de 1944 los aliados iniciaron una gran contraofensiva con el Desembarco de Normandía, obligando a los alemanes a replegarse hacia su país, al mismo tiempo que la Unión Soviética recuperó las pérdidas territoriales e invadía Alemania. En agosto fue liberada París y en febrero de 1945 toda Francia quedó libre de alemanes. Los aliados invadieron Alemania en marzo, pero los soviéticos llegaron primero a Berlín (25 de abril de 1945). Hitler se suicidó el 30 de abril. El 8 de mayo de 1945 el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición incondicional de su país en Berlín.

La Armada Imperial Japonesa resultó derrotada por EEUU y la invasión del Archipiélago japonés se hizo inminente. Tras el ya mencionado sucesivo bombardeo atómico (6 y 9 de agosto de 1945) sobre Hiroshima y Nagasaki por parte de los norteamericanos y la invasión soviética de Manchuria, la guerra en Asia terminó el 15 de agosto de 1945 cuando Japón aceptó la rendición incondicional y con ella el cese del penúltimo imperio reconocido como tal hasta la fecha; tan solo quedó aunque, como ya se ha visto anteriormente, en constate fase de declive el Imperio británico.

En resumen se puede decir que fue la mayor contienda bélica de la Historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto y el uso, por primera y única vez, de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad, con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas.

Las consecuencias inmediatas de la Segunda Guerra Mundial se pueden resumir en los siguientes puntos: la contienda alteró las relaciones políticas y la estructura social del mundo; la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada tras la conflagración para fomentar la cooperación internacional y prevenir futuros conflictos; la Unión Soviética y EEUU se alzaron como superpotencias rivales, estableciéndose el escenario para la Guerra Fría, que se prolongó durante los siguientes 46 años. Al mismo tiempo declinó la influencia de las grandes potencias europeas, materializado en el inicio de la descolonización de Asia y África. La mayoría de los países cuyas industrias habían sido dañadas iniciaron la recuperación económica, mientras que la integración política, especialmente en Europa, emergió como un esfuerzo para establecer las relaciones de posguerra buscando en ello un elemento que sirviera de nexo de unión y paz duradera que fuera capaz de poner fin a siglos de luchas entre los diversos países, reinos e imperios del continente.

La OTAN[58]. La organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es otra alianza de estados que no se puede considerar como un Imperio en sus orígenes ni como una forma de gobierno pero dada la trascendencia que ha tenido y que mantiene en el mundo debe poseer un espacio en este trabajo. LA OTAN, también denominada Alianza del Atlántico, es una alianza militar intergubernamental basada en el Tratado del Atlántico Norte firmado el 4 de abril de 1949. La organización constituye un sistema de defensa colectiva en la cual los estados miembros acuerdan defender a cualquiera de sus miembros si son atacados por una facción externa.

La OTAN es la institucionalización de esta Alianza compuesta, hoy en día, por 28 países de Europa y Norteamérica, cuya finalidad es la defensa colectiva de los mismos. Las últimas incorporaciones fueron Albania y Croacia, en abril de 2009. Además, hay 22 países que colaboran con la OTAN dentro del programa "Asociación para la Paz", con otros 15 países involucrados en programas de diálogo. El gasto militar combinado de todos los países miembros de la OTAN supera el 70% del gasto militar mundial. Tiene naturaleza jurídica de Organización Internacional Intergubernamental y su sede radica en Bruselas.

En sus primeros años, la OTAN no era mucho más que una asociación política. Sin embargo, la Guerra de Corea hizo que se planteara una coalición permanente, y desde entonces una nueva estructura militar fue creada bajo la dirección de comandantes de EEUU (SACEUR).

De acuerdo con el preámbulo del tratado constitutivo, los objetivos son la salvaguardia de la libertad, la promoción de la estabilidad y bienestar en el área Nord atlántica, la defensa colectiva y la preservación de la paz y la seguridad. El soporte jurídico internacional de la OTAN se encuentra en el artículo 51 de la Carta de Naciones unidas que recoge el derecho de legítima defensa colectiva y, en su virtud, el artículo 5 del tratado de la Alianza Atlántica establece que un ataque armado contra uno o varios miembros de la Alianza será considerado como un ataque contra todos ellos. El artículo 6 establece los límites espaciales para la aplicación del artículo 5 (noción de área euro atlántica).

Las misiones y la finalidad de la OTAN han variado con los tiempos aunque no sus principios; así en sus orígenes, la Alianza Atlántica tenía como finalidad primordial contener la expansión del comunismo soviético hacia las democracias occidentales. Durante toda la Guerra Fría, la Alianza tuvo que hacer frente a la amenaza de la URSS, reforzada por el Pacto de Varsovia. Posteriormente, tras el desmantelamiento del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría, surgieron nuevos riesgos y amenazas en la escena internacional a los que la Alianza Atlántica tuvo que hacer frente tales como riesgos y amenazas derivados de factores: religiosos, económicos, demográficos, étnicos o ideológicos que de una forma u otra han generado focos de inestabilidad de diversa intensidad y que han precisado un diferente grado de atención y/o implicación. El fundamentalismo, el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, nuevos actores internacionales no estatales, estados fallidos, todos ellos son nuevos desafíos a los que también se debe hacer frente, en un mundo cada vez más globalizado.

De ser una Organización básicamente estática y reactiva, la OTAN se caracteriza hoy por ser dinámica y abierta aunque atravesando determinados problemas de financiación e identidad. Se ha dotado de nuevos miembros (ampliaciones 1999 y 2004), nuevos socios (Rusia y Ucrania entre ellos) y nuevas capacidades, como la NRF (“NATO Response Force”). También ha asumido nuevas misiones y responsabilidades para proyectar estabilidad más allá de la zona geográfica a la que tradicionalmente se había limitado. Las operaciones en los Balcanes (KFOR), en Afganistán (FIAS), en el Mediterráneo (operación Active Endeavour), en África (Darfur) o la Misión de Entrenamiento en Irak, son buena prueba de ello.

Sin embargo[59], la OTAN comenzó a fragmentarse políticamente y hasta militarmente cuando perdió su enemigo y el apego a la misión que le dio su significado. Continuó fragmentándose cuando EEUU decidió combatir contra Irak por segunda vez en 2003. La mayoría de los países de la OTAN apoyaban, con ciertos reparos, la invasión iraquí, pero Francia y Alemania se opusieron de pleno. Este hecho, dañó las relaciones de EEUU con Europa, particularmente con los franceses. Pero el mayor daño dentro de Europa fue la división entre aquellos que querían mantener relaciones estrechas con EEUU, y los que mantenían la idea de que Europa tuviera voz propia y distinta a la de los americanos.

Por otro lado, no hay que olvidar que la crisis financiera global que se inició en 2008 dividió mucho más a los propios países de Europa, que a los americanos y europeos entre sí. Las relaciones entre los diferentes gobiernos europeos se volvieron desconfiadas, tensas y llenas de reproches por lo que dichas tensiones político-económicas se transformaron en actitudes muy diferentes, tales que se llegaron a cuestionar los gastos en la defensa individual y colectiva de los estados en beneficio de la Alianza y en apoyar o no las pocas iniciativas que se han planteado en estos años de entre las que destacan: la participación o no en el conflicto libio, la transformación y consiguiente continuidad de la Misión de la OTAN en Afganistán y el denominado Escudo Antimisiles en Europa.

Si tenemos en consideración que en la OTAN las decisiones se adoptan por consenso, dichas tensiones, sin duda, han propiciado diferentes puntos de vista y nuevos distanciamientos entre sus miembros con claras repercusiones tanto en la OTAN como en la UE. La Alianza transatlántica no puede funcionar con prontitud y eficacia cuando un lado está en profundo desacuerdo con sigo mismo en muchas cosas (Europa) y el otro lado no tiene deseos de ser arrastrado a solventar todo tipo de crisis, casi en solitario, en tierras fuera de su área de influencia y, sobre todo cuando se halla en pleno proceso de cambio geoestratégico y trata de orientar sus esfuerzos hacia el área Asia-Pacífico (EEUU).

Una alianza que rehúye y/o no conoce o define claramente: su misión actual, los problemas que debe enfrentar, el grado de implicación individual y colectiva y los planes a ejecutar está avocada al fracaso a corto o medio plazo. Si además, las partes ven que algunos miembros tienen intereses particulares en cada conflicto en cuestión, como sucedió a la hora de intervenir en Libia o en Malí, no puede ser considerada como una alianza efectiva.

Punto aparte merece la consideración de que uno de los principales problemas a los que se enfrenta y, de momento no se aprecia una clara solución, es la constante reducción de efectivos y capacidades militares de casi todos sus miembros. Dichas reducciones están derivadas de tres factores fundamentales; en primer lugar, del sentimiento colectivo de la no existencia de un enemigo que nos pudiera afectar a todos y poner en peligro nuestra supervivencia (lo que significó la falta de una misión clara para la OTAN). En segundo lugar, por el distanciamiento de los ciudadanos europeos de la necesidad de contar con unas fuerzas armadas potentes para garantizar su seguridad frente a amenazas inopinadas y en tercer lugar por orden de aparición en escena pero no menos importante, como resultado de las consecuencias de la crisis económica de 2008 que ha afectado, en mayor o menor medida, a todos los países europeos y por la que ha resultado difícil la justificación de la necesidad de realizar o mantener importantes gastos en defensa como en antaño (los famosos recortes han afectado a todos los sectores , pero fundamentalmente a los gastos en defensa en la mayoría de los países europeos).

Se puede decir que en la última Cumbre de Jefes de Estado de la OTAN celebrada en Gales (4 y 5 de septiembre 2014), el Presidente norteamericano supo aprovechar los conflictos existentes en Ucrania y la irrupción con fuerza represiva del Estado Islámico (IS) para cambiar el rumbo de degradación progresiva que llevaba; así la agenda de dicha Cumbre que, inicialmente, se preveía casi limitada a la discusión sobre la continuidad de tropas OTAN y el cambio de misión en Afganistán a partir del año 2015, se vio tremendamente influenciada por los dos conflictos calientes que acabamos de referir. Ambas situaciones no podían obviarse por la OTAN y a pesar de las dificultades para actuar como Alianza en cualquiera de las dos, el aumento de la amenaza del IS y el cariz de los acontecimientos en Ucrania, obligaron al presidente Obama a presentarse a la mesa en Gales con, al menos, algunas propuestas viables y que no tuvieran un gran problema para encontrar el consenso aliado.

Como consecuencia de ello la cumbre adoptó lo que se viene a llamar el “NATO Readiness Action Plan” cuya finalidad es proporcionar un conjunto coherente e integral de las medidas necesarias para responder a los cambios en el entorno de seguridad en las fronteras de la OTAN y más allá de ellas que sean motivo de preocupación a los aliados. Responder a los desafíos planteados por Rusia y sus implicaciones estratégicas. Y también a los riesgos y amenazas que emanan de nuestros vecinos del sur, Oriente Medio y África del norte. El Plan fortalece la defensa colectiva de la OTAN, la capacidad de gestión de crisis. Contribuirá a asegurar que la OTAN sigue siendo una alianza fuerte, lista, robusta y sensible capaz de responder a los retos actuales y futuros donde pudieran surgir.

Dentro de los múltiples acuerdos alcanzados en la larga Declaración Conjunta de la cumbre destacan los compromisos unilaterales de los aliados para ajustar sus gastos en defensa al margen establecido hace años del 2% de su PIB y en la mejora y estandarización de las capacidades de sus medios y adaptación de sus fuerzas a las exigencias modernas. Además, dicha declaración invierte muchos esfuerzos en condenar las acciones y violaciones de los acuerdos internacionales realizados por Rusia en referencia al conflicto en Ucrania, aunque deja la puerta abierta a una nueva normalización de las relaciones OTAN-Rusia. La evolución de ambos acontecimientos supondrá una verdadera prueba de fuego para la Alianza.

La Guerra de Vietnam[60]. Tal como ya se ha mencionado anteriormente, antes de la Segunda Guerra Mundial, Indochina era una unión de países bajo dominio colonial francés, formada por Cochinchina, Camboya, Annam, Tonkín y Laos. El proceso de descolonización e independencia se inició formalmente en 1940 coincidiendo con la ocupación de las fuerzas japonesas sobre el territorio, aunque ya desde el periodo entreguerras habían comenzado a surgir movimientos nacionalistas, entre los que destacan el Partido Nacional de Vietnam y el Partido Comunista Indochino que llegan a unirse bajo la dirección de Ho Chi Minh.

Cuando Japón es derrotado en 1945, los países de la Indochina francesa buscaron aprovechar la oportunidad para separarse de la unión y proclamar su independencia, en un intento por evitar que los franceses regresasen a recuperar la soberanía colonial. Así, en septiembre del mismo año es derrocado Bao-Dai, quien desde 1926 había gobernado Vietnam como emperador bajo la tutela de Francia, y es proclamada la independencia de la República Democrática de Vietnam (del Norte) por la Liga Vietminh de partidos nacionalistas que, bajo predominio del Partido Comunista, es encabezada por Ho Chi Minh. Este es elegido como presidente del nuevo país —integrado por Cochinchina, Annam y Tonkín— y establece su gobierno en la ciudad de Hanoi. Por las mismas fechas se independizaron Camboya y Laos cada una por separado, proclamando las repúblicas respectivas. Pero al regresar los franceses en octubre de 1945, estos tres pueblos inician una larga lucha libertaria.

En principio, Francia dio su reconocimiento al nuevo Estado de Vietnam presidido por Ho Chi Minh, pero la imposibilidad de lograr acuerdos políticos y económicos satisfactorios entre ambos países condujo al enfrentamiento armado, iniciado en diciembre de 1946. Con respaldo de Francia, Bao—Dai instauró el Reino de Vietnam (Vietnam del Sur) en julio de 1949 y fijó la nueva capital en Saigón (actual Ciudad de Ho Chi Minh). De esta manera el país quedaba dividido en dos partes, una contra la otra.

Estados Unidos reconoció oficialmente al régimen de Saigón en 1950 y el presidente Truman envió un grupo de “asesores” militares para adiestrar sudvietnamitas en el manejo de armamento estadounidense. La guerra entre Francia y el Vietminh llegó a su fin cuando las fuerzas de Ho Chi Minh ocuparon la base francesa de Dien Bien Phu, el 8 de mayo de 1954.

Ese mismo día, en busca de una solución diplomática al conflicto, se celebró la Conferencia de Ginebra en la que se reunieron los delegados de Vietnam del Norte y Vietnam del Sur con los de Francia, Gran Bretaña, la URSS, EEUU, China, Laos y Camboya, con el propósito de discutir el futuro de toda Indochina. Los acuerdos más importantes fueron: la retirada de los franceses de Vietnam y en general de Indochina; el armisticio para Vietnam; la división temporal de Vietnam en dos países separados por el paralelo 17, uno al norte bajo régimen comunista, y otro al sur en manos del gobierno de Saigón; el reconocimiento de la independencia de Vietnam del Norte. Además, se estableció que en 1956 habrían de celebrarse elecciones para la ver la viabilidad de la reunificación del país.

Además de que estos acuerdos no fueron cumplidos en su totalidad, la región pronto empezó a verse involucrada en el conflicto Oriente-Occidente, debido a la expansión del comunismo proveniente de China sobre territorio vietnamita y a la intervención de EEUU con la intención de contrarrestarla. Se brindó ayuda militar al régimen de Saigón y llevaron a cabo actividades encubiertas contra el gobierno de Hanoi. En octubre de 1955, Bao-Dai fue depuesto como resultado de un referéndum, y se proclamó la República de Vietnam del Sur con Ngó Dinh Diém como presidente, con apoyo de la oligarquía latifundista local.

Al ocupar el poder, Diém anunció que su gobierno se negaba a realizar las mencionadas acordadas elecciones para la reunificación del país, con el argumento de que habría fraude electoral dado que la población del Norte no sería libre para expresar su deseo. Por el contrario, el gobierno comunista de Hanoi proclamó su firme propósito de reunificar el país pero bajo su hegemonía. La paz acordada en Ginebra comenzó a deteriorarse y, hacia enero de 1957, la Comisión Internacional creada para la aplicación de los acuerdos de Ginebra denunció las violaciones del armisticio, cometidas por los dos países. A lo largo de dicho año, gran parte de los simpatizantes comunistas que habían emigrado al Norte tras la división del país comenzaron a regresar al Sur con determinadas agendas ocultas.

Así, estos ciudadanos constituyeron el Vietcong (abreviación de Vietnam Con gsan; en vietnamita, “Vietnam Rojo”) y empezaron a realizar sabotajes contra instalaciones militares estadounidenses; en 1959 iniciaron ataques guerrilleros contra el gobierno de Diém. Al año siguiente, para demostrar que el movimiento guerrillero era independiente, el Vietcong creó su propio brazo político, llamado Frente Nacional de Liberación (FNL), con sede en Hanói.

Se iniciaba la “guerra especial”, cuyo padre teórico era Maxwell Taylor asesor militar del presidente estadounidense John F. Kennedy. En esa visión “las tropas de combate norteamericanas no deberían participar directamente en los combates, sino ayudando a las poblaciones locales para que en los hogares EEUU no se vertieran lágrimas”.

Con un nuevo concepto de colonialismo en los países recién independizados, económicamente débiles y políticamente inmaduros y por lo tanto presa fácil del comunismo, EEUU apoyaba al régimen “legítimo”, proporcionando dólares, armas, instructores militares, pilotos, aviones mando estratégico y táctico; sin embargo, todo apunta a que había otros interés ocultos que afectaban directamente a la economía norteamericana aunque los enmascaraban con frases como “asegurar el derecho de los pueblos a la paz y a la libertad”. Los EEUU intervinieron directamente en Vietnam a partir de 1961 sin previa declaración de guerra aunque se anunció que las unidades desplegadas en la zona no eran de combate.

Diém intentó sin éxito destruir la influencia comunista en su territorio, pero su gobierno no pudo sostenerse mucho tiempo debido a varias razones: su intolerancia con la oposición, su favoritismo hacia los católicos con el descontento de los budistas, y el fracaso de sus programas económicos. Estos factores llevaron a una sublevación con el apoyo de los comunistas del Norte mediante un golpe de estado militar en 1963 que acabó con su gobierno.

En la confusión política que siguió al golpe de estado, la situación en Vietnam del Sur continuó deteriorándose y en los siguientes dieciocho meses el país tuvo diez gobiernos diferentes. Por fin, en 1965 se formó un Consejo Director Nacional presidido por el militar anticomunista Nguyén Van Thieu, que restauró el orden político; dos años más tarde se celebraron elecciones y Thieu fue elegido presidente. Pero aquella inestabilidad había propiciado el avance de los comunistas del Vietcong en Vietnam del Sur y esto preparó el camino a la intervención directa de EEUU.

A comienzos de 1964, el presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, aprobó el bombardeo sistemático de Vietnam del Norte y el envío de tropas de combate a Vietnam del Sur, con lo que se inició la implicación total de EEUU en la Guerra de Vietnam. La “guerra especial” tomaba otro rumbo en el que no se dudó en emplear todo tipo de unidades, armas y municiones.

Hacia 1965, las fuerzas estadounidenses generalizaron los bombardeos sobre Vietnam del Norte, aumentando el número de tropas norteamericanas en Vietnam del Sur en la confianza de que impondrían su superioridad militar. Pero los bombardeos masivos, que produjeron enormes daños, no lograron someter a los rebeldes en Vietnam del Sur, ni consiguieron que los del Norte dejaran de prestar ayuda al FNL.

El efecto de las acciones bélicas de EEUU fue más bien contraproducente al estimular la resistencia nacionalista de los vietnamitas. También originó en la propia sociedad estadounidense un fuerte movimiento de rechazo contra la intervención de su gobierno en Indochina, actitud que se relacionó en gran medida con los disturbios sociales ocurridos en los años sesenta en la Unión Americana. En los primeros meses de 1968, el gobierno estadounidense, presionado por la opinión pública de su país, había llegado a la conclusión de que la Guerra de Vietnam no se podría ganar.

El 31 de marzo, el presidente Johnson anunció la paralización de los bombardeos sobre Vietnam del Norte, gesto que encontró una respuesta positiva de Hanoi, y en mayo siguiente comenzaron en París las conversaciones de paz entre EEUU, Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y el Frente Nacional de Liberación del Vietcong. Los primeros resultados de las negociaciones fueron negativos a pesar de que las incursiones aéreas estadounidenses habían cesado por completo en noviembre de ese mismo año.

En consecuencia, se volvió a determinar el envió de fuerzas militares a Indochina, invadiendo parcialmente a Camboya y Laos, países a los que se había extendido ya el comunismo, pero sin éxito importante. Para 1968 la guerra de Vietnam era muy impopular en EEUU. Ciudadanos e intelectuales protestaban enérgicamente. Mientras tanto, se reiniciaban en París las negociaciones para la paz.

La guerra siguió durante varios años más. Los bombardeos norteamericanos se intensificaron. La resistencia de los vietnamitas se mantuvo con la inquebrantable decisión de mantener sus principios originales. El 27 de enero de 1973, las delegaciones de Estados Unidos, Vietnam del Sur, Vietnam del Norte y del Gobierno Revolucionario Provisional (instaurado en una porción de Vietnam del Sur por el FNL) completaron las negociaciones de la Conferencia de París, firmándose unos acuerdos por los que se establecía el cese del fuego y la retirada estadounidense de Vietnam del Sur. En marzo siguiente, los acuerdos se complementaron con otro que preveía la unificación de los dos territorios. Tras la retirada de las tropas estadounidenses, la guerra continuó por dos años más hasta que, en abril de 1975, se consumaba la victoria total del FNL y el fracaso definitivo de EEUU, con la toma de Saigón y la unión entre el Norte y el Sur, proclamándose, por último, la República Socialista de Vietnam en abril de 1976.

La Guerra de Vietnam marcó un hito en la historia militar convencional, tanto por la amplitud del combate guerrillero como por el creciente uso de la aviación y fundamentalmente de los helicópteros, quienes proporcionaron una gran movilidad en terrenos difíciles. Además, fue esencialmente una guerra del pueblo porque la mayor parte de la población civil fue movilizada para algún tipo de participación activa y padeció la situación de guerra casi en las mismas circunstancias que las fuerzas militares. El amplio uso que hizo EEUU de armas químicas como el napalm, mutiló y mató a miles de civiles; en tanto que el empleo de defoliantes, principalmente el llamado “agente naranja” utilizado para eliminar la cobertura vegetal, no sólo devastó el medio ambiente de un país esencialmente agrícola, sino que dejó perjudiciales secuelas para la salud física de los seres humanos —vietnamitas y estadounidenses— que estuvieron en contacto con él.

Como resultado de ocho años de utilización de estas tácticas bélicas, se estima que murieron más de dos millones de vietnamitas, tres millones resultaron heridos y cientos de miles de niños quedaron huérfanos. La población refugiada que huyó del país por temor a las represalias de sus conciudadanos se calculó en 12 millones de personas; entre abril de 1975 y julio de 1982 aproximadamente 1.218.000 refugiados fueron reubicados en más de 16 países; otros 500.000 intentaron huir de Vietnam por mar, pero murió aproximadamente entre 10 y 15%, y los que sobrevivieron se enfrentaron más tarde con las trabas y cuotas de inmigración incluso en aquellos países que habían aceptado acogerlos.

Las pérdidas humanas estadounidenses alcanzaron la cifra de 57.685, además de 153.303 heridos. En el momento del acuerdo de alto al fuego había 587 prisioneros de guerra entre militares y civiles, los cuales fueron posteriormente liberados en su totalidad; sin embargo, una estimación actualizada no oficial calcula que todavía quedan unos 2.500 desaparecidos.

La Guerra de Vietnam también fue un hito en la historia de EEUU. La derrota constituyó un golpe profundo al orgullo estadounidense y en la creencia de que su nación era invencible; afectó la confianza de los ciudadanos en su sistema de gobierno y se sintieron engañados por los líderes políticos, pues les habían informado falsamente acerca de la guerra.

En el ámbito político internacional, la Guerra de Vietnam trajo consigo el desprestigio para Estados Unidos, en un mundo conmocionado por las imágenes que recibía a través de la televisión y de la prensa escrita, acerca de una guerra que se prolonga inútilmente por la presencia de EEUU. En cambio, el bloque comunista salió fortalecido con la integración de un nuevo país miembro en un área de influencia de gran valor estratégico.

La Guerra de Corea[61]. La Península de Corea está situada en el Este de Asia, entre el Mar Amarillo y el Mar del Este (Mar del Japón), limita al Norte con la República Popular China y con Rusia y al Sur con el Estrecho de Corea. Estrecho, que además, la separa de Japón.

A finales del siglo XIX, el país, debido a sus importantes riquezas en la producción del arroz, se convirtió en el objeto de los deseos coloniales de Japón. En 1910, Corea era anexionada por dicho país y permaneció así hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (agosto de 1945). La durísima autoridad colonial japonesa, los constantes abusos sobre la población y el traslado de numerosos japoneses a la península fomentaron entre los coreanos el odio hacia dicho país y a sus habitantes (el “niponismo”). Así, en 1919 se iniciaron una serie de protestas a escala nacional defendiendo la independencia que llegaron a costar miles de vidas locales. El movimiento independentista como tal no tuvo éxito, pero fomentó entre los autóctonos fuertes vínculos de identidad y patriotismo que se manifestaron con el establecimiento de un Gobierno Provisional en Shanghái y en organizar con acierto e intensidad la lucha armada contra el colonialismo japonés en Manchuria.

En 1945, la Unión Soviética y Estados Unidos, tras la rendición de fuerzas japonesas que permanecían en Corea, decidieron ocupar la península; así, las tropas soviéticas ocuparon el territorio al norte del paralelo 38, mientras que las de EEUU ocuparon el resto al sur. Tanto Rusia como EEUU trataron de establecimiento gobiernos afines a sus propias ideologías y desde el 10 de mayo de 1948 la península quedó dividida políticamente en dos estados: la República Democrática de Corea (Corea del Norte) y la República de Corea (Corea del Sur). Se pactó la celebración de unas elecciones para decidir el futuro político de toda Corea, pero estas, solo se llegaron a celebrar en el sur. Sin embargo, el nuevo gobierno alcanzado en el sur declaró su independencia y los del norte hicieron lo mismo. Corea del Norte (CN) quedó al “mando” de Kim Il-sung, quién estableció la capital en Pionyang y la Dinastía autocrática Kim, que aún sigue en vigor hasta nuestros días. Mientras el sur estableció un sistema democrático con su capital en Seúl bajo la presidencia impuesta por los americanos de Syngman Rhee, un veterano político exiliado en Hawái y opositor a la invasión japonesa de Corea.

El 25 de junio de 1950 se inicia la guerra civil entre ambas partes que duró tres años y que estuvo a punto de ser ganada por el norte y sus aliados (Rusia y China). Al final de la guerra el 27 de julio de 1953, el país estaba en ruinas, no se consiguió la firma de un verdadero Tratado de Paz sino un Armisticio (también conocido como el armisticio de Panmunjom) y se marcó una Zona Desmilitarizada (DMZ) cercana al paralelo 38º N que hace de frontera común

El conflicto rápidamente se convirtió en una guerra internacional limitada que involucró a Estados Unidos y a otras 19 naciones. Desde un punto de vista general, la guerra de Corea fue un enfrentamiento derivado de la Guerra fría.

Los motivos de Corea del Norte para invadir Corea del Sur tuvieron que ver con la frontera establecida entre ambas repúblicas en el paralelo 38, así como con las propias circunstancias internacionales. Al contrario de lo afirmado en la época, Corea del Norte aparentemente atacó a Corea del Sur sin conocimiento de la Unión Soviética ni de la República Popular China. La Unión Soviética, que esperaba la guerra en un momento posterior, boicoteó la acción de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando se produjo el ataque. El gobierno comunista de China, mientras tanto, esperaba invadir la isla de Taiwan sin que EEUU respondiera militarmente.

El gobierno norteamericano tuvo una reacción inmediata ante la agresión, por la amenaza que ésta representaba para las posesiones de este país en el Lejano Oriente, y el mismo día 25 el presidente Truman ordenó al general MacArthur que proporcionara a Corea del Sur la ayuda necesaria y la debida protección militar.

La ONU intervino también de inmediato a través del Consejo de Seguridad, para protestar en contra de la agresión comunista y, aprovechando que el delegado soviético no asistió a la convocatoria del Consejo, dio su respaldo a los estadounidenses, quienes, actuando bajo la bandera de la ONU dirigieron y costearon económicamente las operaciones en defensa de Corea del Sur, en tanto que el gobierno de China Popular intervenía a favor del ejército norcoreano, apoyado a su vez por la Unión Soviética.

El problema era demasiado grave; en un principio dominaron los ejércitos norcoreanos, pero en noviembre de 1950 las fuerzas estadounidenses lograron avanzar hacia la frontera de Manchuria, desde donde fueron obligadas a retro­ceder varios kilómetros al sur del paralelo 38.

Sin embargo, durante los primeros meses de 1951 las tropas de la ONU se abrieron paso hasta la ciudad de Seúl, mientras que en el flanco oriental, varias unidades de marines estadounidenses lograban expulsar hacia el norte a las fuerzas chinas. Fue entonces cuando el general MacArthur expresó al gobierno de su país la opinión de que la lucha debía extenderse más allá de la frontera con China, aun con el riesgo de verse implicados en una guerra con la Unión Soviética. MacArthur conside­raba que era la ocasión propicia para derrotar definitivamente al comunismo, y hasta llegó a planear la utilización de un ataque atómico si la situación así lo requería. Pero el gobierno estadounidense desaprobó esos proyectos, temeroso de enfrentar la responsabilidad de desencadenar un nuevo conflicto mundial, y releyó de su puesto al general MacArthur.

La Guerra de Corea habría de continuar dos años más, durante los cuales el conflicto parecía no tener solución, a pesar de la insistencia de los países aliados al bloque occidental para dar fin a una guerra que ponía en grave peligro a la paz mundial, e incluso a la vida humana en la Tierra. Durante ese tiempo se dieron cambios de gobierno en ambas superpotencias.

En enero de 1953, el general republicano Dwight Eisenhower tomó posesión de la presidencia de Estados Unidos, y en el mes de marzo moría Stalin, quien fue sustituido por Gheorghi Malenkov como jefe de gobierno de la Unión Soviética, con lo que se inició un cambio evidente en la política rusa, que tendió a actuar con mayor prudencia en asuntos internacionales. Por fin, tras una serie de difíciles negociaciones, el 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio en la llamada Pagoda de la Paz, en la mencionada localidad de Panmunjom, quedando el paralelo 38 como línea de separación entre las dos Coreas y creando entorno al mismo una DMZ, es decir, la misma situación territorial que existía antes de la guerra.

El fin de la Guerra de Corea no trajo mejoría en las relaciones entre los dos bloques, e incluso el armisticio se había retrasado debido en gran parte a que ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder, no sólo por razones propias de la rivalidad entre los bloques occidental y oriental, sino también en virtud de las presiones y problemas que cada superpotencia tenía en su ámbito interno. En la Unión Soviética había un gran descontento social debido a que los últimos años anteriores a la muerte de Stalin habían sido especialmente duros para el pueblo, sometido a mayores sacrificios a fin de acelerar el desarrollo económico y la militarización, mientras se recrudecía el régimen de terror contra toda persona que se opusiera al estalinismo o fuera sospechoso de estar bajo influencia ideológica del bloque occidental.

En EEUU la opinión pública desaprobaba el hecho de que su país se hubiera enfrentado a una guerra inútil como la de Corea, puesto que no había resultado en una victoria militar y, en cambio, había ocasionado una gran pérdida de vidas humanas y provocó una nueva recesión económica. Además, la tensa situación propia de la Guerra Fría había revivido entre el pueblo estadounidense un sentimiento nacionalista, expresado en un marcado anticomunismo que tomó tintes represivos en contra de quienes simpatizaran con la ideología socialista o frieran sospechosos.

Las consecuencias posteriores de este litigio han conseguido llegar hasta nuestros días y así Corea del Norte sigue siendo un país donde domina el terror, su población está sumida en la pobreza y la hambruna constante y no solo sigue suponiendo una amenaza para Corea del Sur, sus capacidades militares y sobre todo su potencial capacidad en misiles de largo alcance y en desarrollo de cabezas nucleares suponen un riesgo para toda la humanidad. La dinastía Kim, apoyada principalmente por China y en cierto modo por Rusia se sigue manteniendo en el poder a pesar de las grandes diferencias económicas y de vida con su vecino del sur. Sigue una política de terror interno y externo y utiliza todas sus capacidades incluidas las de derivadas de la guerra cibernética para mantener en vilo estas tensiones.

La creación del Estado de Israel; la primera guerra árabe –israelí (1948)[62]. La primera parte de la guerra que los israelíes llaman "de la independencia" y los palestinos, "de la infamia" o "de la catástrofe" (Nakba), se desarrolló entre el 15 de mayo y el 11 de junio de 1948 y se caracterizó porque las batallas más violentas se desarrollaron en los alrededores y el interior de Jerusalén y porque inicialmente se registraron ligeros retrocesos judíos en casi todos los frentes; pequeñas derrotas, que casi les llega a costar la desaparición de Israel.

La apertura oficial de hostilidades le correspondió a rey Abdallah l de Jordania, quién en la mañana del 15 de mayo disparó en Jericó el cañonazo simbólico de coordinación que iniciaba la contienda. Inesperadamente se produjo un hecho fundamental para esta fase del conflicto: el-Kaukji, jefe de una facción de las fuerzas irregulares palestinas, abandonó las colinas de Latrun; colinas, que constituían el verdadero cerrojo de las comunicaciones de Jerusalén con la costa. Recibió la orden de entrar en la zona vieja de la ciudad, donde se vio obligado a librar combates tan desesperados como inútiles, en los que sufrió más de un 50% de bajas. Y mientras aquella fuerza se desangraba en combates callejeros, las mencionadas alturas de Latrun permanecieron tres días sin dueño lo que les dio cierta libertad de movimientos a los israelíes.

En ese escenario, la Legión Árabe se implicó en una lucha indeseada. El día 17 contraatacó a los israelíes que amenazaban con tomar la zona árabe de Jerusalén. Sus cañones dispararon aquella noche contra los barrios hebreos, pero no fueron suficientes para decidir la situación y por ello, tuvo que meter a su infantería en la ciudad, cambiando el signo de la lucha. Y, a la vez, también tuvo que ocupar Latrun y sus alturas, aun sabiendo que le la división de fuerzas les costaría un feroz desgaste, pues los judíos combatieron allí con tesón para poder abastecer su barrio de la Ciudad Vieja.

Los cinco días iniciales de la contienda parecieron predecir el final del nuevo Estado. Lydda, Ramallah, Latrun, Belén, parte de las zonas judías de la Ciudad Vieja y media docena de kibbutzim cayeron en poder de los jordanos; los egipcios penetraron por la costa y tomaron Ashdod, avanzaron por el Neguev, y ocuparon Beersheva y algunos centros agrarios; los iraquíes alcanzaron Samaria y se apoderaron de las fuentes del río Yarkon, progresaron sobre Jenin y Tulkarem y amenazaban con partir el territorio israelí en Natanya y en Afula; el-Kaukji tomó Nazaret; pero en esto una sola brigada judía fue suficiente para defender la frontera de Líbano; los sirios tampoco mostraron gran decisión y fueron rechazados por Dayan en Degania.

La situación israelí en aquella primera semana de lucha parecía insostenible. El Jerusalén judío se moría de hambre, mientras los jordanos rechazaban diariamente a la Haganá[63] y en Latrun. Israel se vio obligado a improvisar una ruta de montaña, por la que marchaban durante la noche centenares de porteadores con alimentos y municiones, mientras que brigadas de trabajo abrían una pista militar que fue denominada la Ruta de Birmania, en recuerdo de aquella que durante la II Guerra Mundial había permitido el envío de socorros a China.

La parte nueva de Jerusalén se había salvado justamente en vísperas de que se llegara a la primera tregua de la campaña lo que les proporcionó una mayor posición de fuerza a la hora de entablar la negociación.

La contienda era seguida con profunda inquietud por la ONU donde se consideraba aquel conflicto como el mayor fracaso de su breve historia. El 20 de mayo fue designado el conde Folke Bernadotte como mediador oficial en el conflicto. El día 29, el CSNU exigió a los beligerantes que aceptaran una tregua e impuso un embargo de los envíos de armas a todos los contendientes; Bernadotte pidió, además, que se impidiera la incorporación de voluntarios y la continuación de la inmigración judía. El 9 de junio, las dos partes aceptaron una tregua de cuatro semanas de plazo y el día 11 callaron las armas, excepto en el norte, donde los sirios mantuvieron su ofensiva hasta el día 12, registrando ambos bandos pérdidas importantes.

Esta tregua fue mejor aceptada por los israelíes que por los árabes, cuya situación militar era ventajosa, aunque menor que en los primeros días del enfrentamiento. Abdelrahman Azzam, secretario general de la Liga Árabe, exclamó desolado: "El pueblo árabe jamás nos perdonará lo que hemos hecho".

La invasión de siete ejércitos árabes pregonada por la prensa mundial enmascaró la realidad. El poder de aquellas fuerzas era pequeño; su operatividad, escasísima; su coordinación, nula, y su adiestramiento, ínfimo. Por otro lado, casi todos los implicados retuvieron la mayoría y las mejores de sus tropas en sus países de origen; en total llegaron a sumar poco más de 25.000 soldados para el combate sobre el terreno.

De ellos, unos ocho mil, los mejor armados, mandados y adiestrados, pertenecían a la Legión Árabe transjordana; Egipto contribuyó, inicialmente, con unos nueve mil; entre Iraq, Siria, Líbano y Arabia Saudí nunca sumaron más allá de seis o siete mil soldados a la vez. Los palestinos -las bandas de el-Kaukji y del Mufti- no llegaban a cuatro mil hombres, con frecuencia inactivos.

La participación de Irak hubiese podido ser decisiva, pero limitó su aportación militar a dos mini brigadas de voluntarios, equipados con material ligero, reservándose sus mejores tropas para combatir a los kurdos. Una actuación decidida con los egipcios hubiese partido Israel por medio. Siria y Líbano acababan de acceder a la independencia y sus ejércitos, deficientemente armados, apenas podían considerarse regulares. Además, el Creciente Fértil[64] era una idea amenazadora para Siria, emparedada por los hachemíes de Amman y Bagdad. Y porque recelaba más de Transjordania que lo que codiciaba Palestina, reservó parte de sus tropas. En Arabia Saudí, Ibn Saud contemplaba con inquietud los proyectos políticos y los preparativos militares de Transjordania e Iraq, donde reinaban los descendientes del jerife Hussein de La Meca, al que él había arrebatado su reino dos décadas atrás. En consecuencia, consideraba imprudente desgastarse en Palestina, irritando a sus clientes y amigos occidentales y quedando a merced de los ejércitos hachemíes.

Mapa de la Creciente Fértil

Ben Gurion convirtió a la Haganá en Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), en las que tuvieron que integrarse todos los grupos armados; por otro lado, el nuevo Estado se fortalecía con la elección de Weizmann como presidente. Se consiguió así tanto la unidad militar como la política, ambas imprescindibles para crear un nuevo y fuerte Estado, Israel que desde entonces se iría reforzando económica y militarmente para evitar episodios similares como los que se exponen a continuación.

El Pacto de Varsovia[65]¸ Los países bajo influencia soviética firmaron el 14 de mayo 1955 el llamado Pacto de Varsovia (por la ciudad en que fue firmado), aunque en realidad su verdadero nombre era Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua; fue oficialmente un acuerdo de cooperación militar firmado por los países del Bloque del Este aunque como más tarde veremos, tenía otros intereses más concretos. Diseñado bajo liderazgo de la URSS cuyo su objetivo expreso era contrarrestar la amenaza de la OTAN, y en especial el rearme de la República Federal Alemana, a la que los acuerdos de París permitían reorganizar sus fuerzas armadas.

El ámbito del Pacto de Varsovia abarcaba todos los estados socialistas de Europa del Este (a excepción de Yugoslavia sobre la que, pese a todo, se ejerció una poderosa influencia), es decir, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumania y la Unión Soviética; hasta 1962 la República Popular China estuvo afiliada como observador. Fue firmado siendo Nikita Jrushchov Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética. Los estados del Bloque del Este mantenían ya, antes de la firma del tratado, una estrecha relación militar con la Unión Soviética, cuyo ejército había acometido su liberación durante la Segunda Guerra Mundial.

Los miembros del Pacto de Varsovia acordaron, en términos muy similares a los empleados por la OTAN, la cooperación en tareas de mantenimiento de la paz, la inmediata organización en caso de ataque previsible (art. 3), la defensa mutua en caso de que alguno de los miembros fuera atacado (art. 4), y el establecimiento de un Estado Mayor conjunto para coordinar los esfuerzos nacionales (art. 5). Consistente en once artículos en total, el Pacto no hacía referencia directa al régimen de gobierno de los miembros —declarándose abierto a "todos los Estados", con el único requisito de la unanimidad de los restantes signatarios en su admisión (art. 9)-, y establecía una vigencia de veinte años renovables, así como la libertad de revocarlo para cada uno de los estados miembro. Fue firmado en cuatro ejemplares, uno en ruso, otro en alemán, otro en checo y otro en polaco.

Cuadro comparativo de fuerzas entre la OTAN y el Pacto de Varsovia a fecha de su firma[66]

Este pacto venía institucionalizar en un marco común los distintos pactos bilaterales que la URSS había firmado entre 1945 y 1948 con todos los países de su zona de influencia. Firmado en el período de la desestalinización, el Pacto vino a dar una apariencia de "igualdad" a lo que durante la época de Stalin había sido la pura y simple ocupación militar.

De hecho, más que un verdadero pacto militar, el Pacto de Varsovia estaba dirigido a preservar la hegemonía militar y política de la URSS sobre los países del centro y este de Europa. Cuando Hungría en 1956 trató de abandonar el Pacto y declararse neutral, el Ejército Rojo sin mediar ninguna consulta previa con sus aliados, ni respetar los artículos del Pacto que hablan de no injerencia en los asuntos internes de cada país miembro. El 20 de agosto de 1968, un ejército de 500.000 hombres de todos los países del pacto excepto Rumania invadió Checoslovaquia siguiendo una simple orden de Moscú y sin consulta previa al comité político de la organización. La doctrina Breznev que proclamaba el derecho de intervención cuando el socialismo estuviera en peligro en alguno de estos países venía a confirmar la hegemonía soviética. El golpe de Jaruselzski en Polonia en 1981 se produjo para adelantarse a una intervención del Pacto de Varsovia similar a la que había sufrido Checoslovaquia en 1968.

Este carácter policial e impuesto del Pacto de Varsovia claramente se comprobó cuando la perestroika de Gorbachov negó la doctrina Breznev. Tras la caída del Muro de Berlín y de los sistemas comunistas en Europa oriental, el Pacto no tenía razón de ser. En septiembre de 1990, la Alemania comunista lo abandonó poco antes de la reunificación. En marzo de 1991, antes de la disolución de la URSS, se disolvió la estructura militar y en julio la estructura política. Fue el inicio de la repatriación de los más de medio millón de soldados soviéticos desplegados en estos países: Hungría y Checoslovaquia en 1991, Polonia en 1993 y Alemania finalmente en 1994 según lo acordado en el acuerdo "2+4" de reunificación de dicho país.

El conflicto del Canal de Suez (1956)[67]. Conflicto entre Gran Bretaña, Francia, Israel y Egipto, que tuvo lugar desde el 29 de octubre hasta el 6 de noviembre de 1956. La causa inmediata de esta crisis fue la nacionalización de la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez (anglo-francesa desde 1875) llevada a cabo por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, el 26 de julio de 1956. El primer ministro británico Anthony Eden consideró que la acción emprendida por Nasser ponía en peligro el suministro petrolífero procedente del golfo Pérsico y el comercio con el Lejano Oriente a través del canal de Suez, además de representar un desafío al predominio británico en Oriente Próximo.

Gran Bretaña y Francia establecieron una alianza con Israel, que tenía conflictos fronterizos con Egipto, en una reunión secreta entre los ministros de estos tres países, celebrada en Sèvres (Francia) el 22 y 23 de octubre, y cuyo objetivo era garantizar la participación israelí en la lucha contra Egipto y emplearles como pretexto para cubrir sus pretensiones. Cumpliendo lo acordado, el Ejército israelí atacó las posiciones egipcias en la península del Sinaí, el 29 de octubre. Gran Bretaña y Francia lanzaron un ultimátum un día después exigiendo el cese de las hostilidades en ambos bandos, la retirada de las tropas a 16 km de distancia del canal en doce horas y el consentimiento para que esta zona fuera ocupada por fuerzas anglo-francesas.

Dado que el gobierno egipcio se negó a aceptar los términos impuestos, los británicos bombardearon los aeródromos egipcios (31 de octubre) y destruyeron su fuerza aérea cuando se cumplió el plazo previsto en el ultimátum. La opinión mundial criticó la acción anglo-francesa y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas amenazó con intervenir en favor de Egipto. Eisenhower mostró su indignación, y EEUU propuso dos resoluciones que fueron aprobadas por unanimidad en la Asamblea General de Naciones Unidas celebrada del 2 al 4 de noviembre: el cese de las hostilidades y la retirada israelí del territorio egipcio, y el envío de una Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas (UNEF) a Egipto para supervisar la retirada de todas las tropas extranjeras.

Gran Bretaña y Francia hicieron caso omiso de estas resoluciones y, entre el 4 y el 6 de noviembre, fuerzas aerotransportadas y anfibias anglo-francesas alcanzaron las proximidades del canal, derrotaron a las tropas egipcias y comenzaron a avanzar a través del mismo. No obstante, Gran Bretaña tenía que hacer frente ahora a una crisis financiera y a la falta de suministro de petróleo debido a que Egipto había bloqueado el canal durante la lucha. EEUU se negó a enviar ayuda económica o crudo a los británicos hasta que sus fuerzas abandonaran Egipto. Ante la inminencia de un desastre financiero, Gran Bretaña (con el consentimiento reluctante de Francia) acató el alto el fuego el 6 de noviembre (Israel había abandonado la lucha el 5 de noviembre). El 3 de diciembre de 1956, tras la posterior polémica provocada por la exigencia británica de que las fuerzas anglo-francesas formaran parte de la UNEF —a lo cual se negó Estados Unidos —, las tropas de Gran Bretaña y Francia iniciaron la retirada de Egipto, y Gran Bretaña recibió ayuda económica y suministros de petróleo. Este episodio supuso un humillante revés para Gran Bretaña y Francia que se vieron obligados a abandonar la zona donde habían permanecido durante muchos años en defensa de sus intereses nacionales. Eden dimitió de su cargo como primer ministro en enero de 1957.

Las siguientes guerras árabe-israelíes (1967-1973)[68]. Tras la crisis de Suez, el Egipto de Nasser y, con él, los países árabes reforzaron sus lazos con la URSS, mientras que Israel tras los combates de 1948 se convertía en el aliado estratégico de EEUU en la región. La dinámica política y estratégica del Oriente Medio pasó a formar parte del tablero global existente de la guerra fría.

Envalentonado por el éxito diplomático de 1956 por el dominio del canal de Suez, y con el apoyo militar soviético, Nasser multiplicó sus acciones amenazantes contra Israel. En mayo de 1967, barcos egipcios bloquearon el golfo de Akba, impidiendo el tráfico del puerto israelí de Eilath por el Mar Rojo y el Océano Índico. La respuesta militar israelí, no se hizo esperar y fue fulgurante: el 5 de junio de 1967 las fuerzas israelíes iniciaron un ataque simultáneo contra los países árabes que circundan el país, desencadenando lo que se vino a llamar por su duración efectiva la Guerra de los Seis Días. En ese corto espacio de tiempo, los israelíes ocuparon los Altos del Golán en Siria, la península del Sinaí en Egipto, y la banda de Gaza, Cisjordania y la ciudad vieja de Jerusalén en los territorios palestinos.

La aplastante derrota árabe trajo consigo importantes cambios en la escena internacional. Israel pasó de ser un país asediado y acogotado por sus vecinos a ser una potencia ocupante. Se negó a devolver los territorios ocupados; favoreció que una nueva oleada de palestinos se refugiara en los países vecinos; y, finalmente, proclamó unilateralmente la reunificación de Jerusalén, anexionándose la parte correspondiente al hasta entonces Jerusalén árabe.

Tras la gran derrota de 1967, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en 1964, se convirtió, bajo la dirección de Yasser Arafat, en la principal organización del pueblo palestino que vivía bajo la ocupación israelí o en los campos de refugiados de los países vecinos. Fracasado el sueño de Nasser de la victoria militar convencional sobre el estado hebreo, la OLP inició su larga lucha armada contra Israel.

Desde Jordania, parte de los refugiados palestinos conformó un grupo armado conocido como los guerrilleros de Al Fatah (La Conquista), organización dirigida por Arafat y mayoritaria en la OLP, que llevó a cabo diversos ataques contra Israel. El ejército israelí respondió con duras represalias ante lo que su población consideraba como actos de terrorismo. A la vez, dentro de Jordania, el creciente poderío de las organizaciones palestinas puso en peligro a la monarquía jordana. El rey Hussein no dudó en enfrentarse a los palestinos y, en septiembre de 1970, el ejército jordano expulsó a gran parte de los refugiados y a las guerrillas de la OLP huyeron hacia el Líbano dando lugar a una organización político militar a la que los palestinos denominaron "Septiembre Negro".

Desde sus bases en el Líbano, Arafat y la OLP continuaron sus ataques contra Israel y políticamente consiguieron ser reconocidos por la ONU en 1974 como "únicos representantes del pueblo palestino". De nuevo, la llegada masiva de palestinos rompió los delicados equilibrios de una sociedad compleja como la libanesa. En 1975 se inició una brutal guerra civil en la que las facciones libanesas se enfrentaron entre sí.

El nuevo líder egipcio que había sucedido a Nasser en 1970, Anuar el-Sadat, ante la negativa israelí de entregar los territorios ocupados a sus originales propietarios, comenzó a preparar junto a Siria una nueva guerra que permitiera a los países árabes recuperar lo perdido en la ya mencionada Guerra de los Seis Días. Así, el 6 de octubre de 1973, tropas egipcias y sirias atacaron por sorpresa a Israel. Se iniciaba la Guerra denominada del Yom Kippur, así conocida por su coincidencia con fecha en la que se celebra dicha festividad religiosa judía.

El factor sorpresa inicial permitió importantes y rápidos avances para las fuerzas árabes: los egipcios cruzaron el Canal de Suez y los sirios recuperaron los Altos del Golán. Sin embargo, diez días más tarde los israelíes contraatacaron recuperando el terreno perdido. Las dos superpotencias (EEUU y Rusia) que habían armado masivamente a sus respectivos aliados, buscaron una solución al conflicto que no engendrara mayor inestabilidad en la zona. El 25 de octubre de 1973 cesaron las hostilidades.

La Guerra árabe-israelí de 1973 tuvo enormes consecuencias. No solo abrió una nueva fase en el conflicto del Oriente Medio que vendrá a concretarse en 1979 con la firma de los Acuerdos de Camp David tras múltiples y agotadoras negociaciones, sino que tuvo una enorme repercusión en la economía mundial: la crisis del petróleo que marcó el fin de una larga etapa de expansión del sistema capitalista en los países desarrollados o en fase de desarrollo. Desde entonces Israel está en continua lucha y defensa contra ataques de diversa índole que le llegan desde la Franja de Gaza, el Líbano y fundamentalmente está muy atento a las amenazas de Irán, cuyo régimen ha prometido en reiteradas ocasiones borrar a Israel del mapa. A la vista de estas continuas amenazas e intentos de supresión ha tenido que recurrir con la ayuda fundamentalmente de EEUU y de Alemania (que contrajo un compromiso compensatorio por el Holocausto) a todo tipo de armamento con el que potenciar sus capacidades de defensa y se ha convertido, aunque no reconocido oficialmente en un país con capacidad nuclear y dotado de muy importantes elementos de aviación de combate, defensa antiaérea y contra misiles.

Guerra de Irán e Irak (1980-88)[69]. La guerra fue comúnmente llamada la Guerra del Golfo Pérsico que tuvo su origen en un antiguo litigio fronterizo entre ambas naciones disputándose la posesión de varias pequeñas islas en el Golfo Pérsico y una franja de tierra, de 120 millas de extensión, limítrofe a ambas naciones en la frontera sureste y noroeste de Irak e Irán respectivamente. Los antecedentes inmediatos de esta disputa se remontan a 1971 cuando Irán, entonces bajo el gobierno de Sah Muhammad Reza Pahlevi ocupo dos de estas islas militarmente. En 1975 un acuerdo de demarcación de límites firmado por ambas naciones en los denominados Acuerdos de Argel pareció poner fin al conflicto, con ventajas territoriales para Irán. Irán, aliado privilegiado de Occidente por aquel entonces, contaba con un poderoso ejército, cuyo poder disuasivo influyó seguramente para que Irak se aviniese a un arreglo político para desactivar en esa instancia el conflicto.

Los antecedentes sobre la demarcación del área de Shatt al Arab se remontan al Tratado de paz de 1639 entre el Imperio Otomano y Persia, las diferentes interpretaciones de turcos y árabes acerca del límite efectivo entendiendo los primeros que la totalidad del curso de agua les pertenecía hasta la orilla opuesta en contra de la interpretación de dividir la soberanía mediante una línea intermedia divisoria de aguas resultó ya claramente conflictiva dos siglos más tarde. La disputa continuó irresuelta y no pudo dirimirse como estaba previsto mediante el Tratado de Constantinopla en 1913 debido al estallido de la 1ª Guerra Mundial.

En 1938 una comisión binacional tampoco pudo concretar una delimitación definitiva y más tarde la inestabilidad política en Iraq especialmente a partir de 1958 con el derrocamiento de la monarquía impidió resolver el problema.

La causa principal que reactualizó el conflicto para dar paso a la guerra en 1980 fue la caída del régimen del Sah en febrero de 1979, a manos de los revolucionarios fundamentalistas islámicos, liderados por el ayatola Ruhollah Jomeini quien poco más tarde funda la República Islámica de Irán. Los convulsionantes sucesos llevaron a la pérdida de todo respaldo militar por parte de los EEUU debido a la crisis diplomática desatada con la toma de rehenes estadounidenses en la embajada de EE.UU. en noviembre de 1979 por parte de grupos radicalizados iraníes. Esta situación y los inevitables relevos producidos en los mandos de las fuerzas armadas tras la caída del Sah, de formación occidental, sugirieron al régimen de Saddam Hussein la oportunidad de reivindicar militarmente la disputa territorial como forma de alentar el espíritu nacional y ocultar determinadas deficiencias en su economía y gobierno.

Pero lo anteriormente mencionado no constituyó la única causa, hubo otras de tipo religiosos. Irán cuenta con una mayoría de musulmanes chiitas en su población y la revolución fundamentalista promovida por Jomeini alentó la propagación de esta particular interpretación del islamismo. En el sur de Irak existían importantes minorías chiitas. El régimen batista laico de Hussein visualizó con cierto temor la posibilidad de que esta oleada de fervor religioso desatada en Irán a partir de la revolución tuviese efectos desestabilizadores para su régimen.

El conflicto se inició con la irrupción iraquí en Irán el 22 de setiembre de 1980 a través de su frontera sur de seis divisiones armadas iraquíes precedidas por un sorpresivo ataque aéreo, las fuerzas terrestres lograron inicialmente algunos moderados avances en territorio iraní. Dos años más tarde una contraofensiva iraní llevo la línea del frente nuevamente a las posiciones iniciales. Con la ayuda de grandes donaciones y préstamos de los estados árabes de la región del Golfo Pérsico (sobre todo Arabia Saudí), y el suministro de armamento (entre otros, de la Unión Soviética, EEUU y Francia), Irak resistió en tierra, mientras su fuerza aérea atacaba ciudades iraníes e instalaciones petrolíferas en el Golfo Pérsico. Desde 1982 hasta 1986 ambos bandos no lograron ventajas posicionales significativas incurriendo en una costosa guerra de desgaste en hombres y equipos (muy similar a la 1ª Guerra Mundial) que llevó finalmente a ataques directos sobre objetivos civiles en lo que se dio en llamar la 'Guerra de las Ciudades'; tan solo Teherán llevó a recibir el impacto de 140 misiles iraquíes. Los ataques realizados con misiles de mediano alcance procuraron sin éxito lograr socavar el apoyo de las respectivas poblaciones. La situación escaló simultáneamente en una nueva etapa de destrucción de estratégicas instalaciones petroleras por ambas partes para quebrar las fuentes de recursos que respaldaban el esfuerzo bélico. A partir de 1984 el conflicto amenazó internacionalizarse en lo que se llamó la ' Guerra de los petroleros'[70].

En marzo de 1987 en pleno conflicto con Irán un Mirage F-1 iraquí confunde la fragata estadounidense USS Stark que protege el tráfico petrolero de naciones no beligerantes en el golfo Pérsico con un tanquero iraní disparándole dos misiles Exocet AM39. El disparo de los misiles no logra ser detectado a tiempo ni neutralizado y causan graves daños y provocan la muerte de 37 tripulantes. La nave logra ser rescatada y reparada. Irak asumió el error resarciendo económicamente los daños materiales y humanos.

Kuwait que llegó a recibir ataques de misiles en su propio territorio, optó forzado por las circunstancias en marzo de 1987 a abanderar sus naves con la insignia estadounidense para garantizar su protección mediante las fuerzas navales de EEUU ubicadas en la desembocadura del Golfo. Navíos británicos y franceses colaboraron en la fuerza de disuasión. La intervención rusa se limitó a fletar buques tanqueros propios para garantizar la inmunidad de los envíos. Hacia el fin de la guerra esta estrategia de ataques a blancos navales mercantes coloco a Irán en una peligrosa situación de aislamiento internacional, lo que sumado al desgaste militar de varios años de guerra forzó en buena medida su aceptación del cese al fuego reclamado por la ONU.

Así pues, en 1987 Irán acordó aceptar la resolución 598 del 20 de julio del Consejo de Seguridad de la ONU exhortando al fin de las hostilidades. Pocos meses más tarde las partes pusieron fin definitivamente al conflicto al ver que ninguno podía vencer en él. Se puede asegurar que esta pugna se resolvió solamente ante la enorme presión internacional, sin ninguna tipo de reparaciones por daños ni hubo cambios en las asignaciones o límites fronterizos existentes entre ambos países antes de su inicio.

Otro aspecto importante de esta guerra es el empleo masivo de armas químicas que fueron usadas desde el inicio de la guerra por parte de las fuerzas iraquíes (como forma de compensar las diferencias demográficas entre ambos países y por el empleo masivo por parte de Irán de hombres pobremente armados e incluso niños para abrir los campos de minas)[71]. Esta situación hizo cambiar las tácticas, técnicas y procedimientos de los iraníes quienes vieron en estas armas la solución para defenderse y se podría asegurar que fue la causa de que Irán pensara desde entonces en que debía contar con un importante programa de proliferación de armas de destrucción masiva y para ello, se vieron en la necesidad de acudir a todo tipo de países proliferadores que les pudieran proporcionar los apoyos y conocimientos precisos.

Es una de las guerras más estúpidas, si es que alguna no lo ha sido, en lo referente a los costes humanos y materiales para no conseguir absolutamente nada. Así las pérdidas humanas en ambos bandos fueron cuantiosas durante la guerra. Al fin del conflicto más de 600.000 iraníes y 400.000 iraquíes habían muerto y un total de 2 millones de heridos y mutilados y 4 millones de desplazados. Por otro lado, las pérdidas económicas fueron muy elevadas ambos bandos dado que como ya se ha mencionado, a lo largo del conflicto fueron seleccionados como blancos estratégicos vitales las instalaciones petroleras lo que afectó sensiblemente a la capacidad de producción en ambos países, dos de los más importantes exportadores de petróleo del mundo y con ello se produjo una tremenda crisis económica en el mundo occidental.

Por último cabe resaltar que entre las causas por las que el conflicto se mantuvo incluso cuando ambos contrincantes estaban exhaustos están el continuo aporte de armas entregadas por países extranjeros con intervención de los más insospechados vendedores (Irán llegó a usar armas de fabricación israelí como el fusil de asalto Galil y el subfusil Uzi) y que en 1986 estalló el escándalo Irangate o Irán-Contra, cuando se descubrió que el gobierno del Presidente norteamericano, Ronald Reagan vendía misiles BGM-71 TOW a Irán, saltándose el bloqueo que su propia administración había decretado contra este país, y con el dinero de esta venta financiaba a las Contras de Nicaragua que combatían al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La Guerra Irán-Irak fue también el primer y único conflicto en la historia bélica en la que ambos bandos usaron misiles balísticos uno contra el otro. La contienda también es la única confirmada de batallas de helicópteros aire a aire en la historia bélica.

Con respecto al tema de la ayuda internacional en armamento sofisticado a ambos países a pesar de las prohibiciones internacionales. Un ejemplo digno de mención por su arrogancia y curiosidad lo constituye Alemania, cuya empresa MBB que, entre otras cosas producía el famoso helicóptero de ataque BO-105 y que por razón de las prohibiciones, remanentes tras la 2ª guerra mundial, no podía vender directamente armamento a cualquier país extranjero, empleó a intermediarios de otros países para hacerlo. Así, el autor de este trabajo ha sido testigo presencial de que en aquellas fechas con ocasión de sus múltiples vistas a las instalaciones de Construcciones Aeronáuticas (CASA) en Getafe[72] pudo comprobar que se fabricaron y entregaron muchos de estos aparatos a ambos países en conflicto. Su montaje y entrega se hacía de forma simultánea y en dos cadenas paralelas en el mismo hangar de montaje sin ningún tipo de pudor.

La Primera Guerra del Golfo (1990-91)[73]. Fue una guerra internacional en la que los combates efectivos fueron bastante cortos, la mayor parte del tiempo invertido en el conflicto hasta su resolución se invirtió en el transporte, la acumulación, el entrenamiento, conjunción y la adaptación de las fuerzas al terreno. Sobre las causas u orígenes que llevaron a Saddam Hussein a ella se ha especulado mucho; todo apunta a que se pueden resumir en tan solo tres grupos principales: por un lado, de interés económico ante la deuda interna del país tras el ya mencionado conflicto con Irán y la oportunidad para adquirir un mayor número de pozos de producción de petróleo. Por otro, de carácter estratégico, ante la posibilidad de adquirir los anhelados territorios (Kuwait) reiteradamente reivindicados a lo largo de la historia por Irak. Por último, por aspiraciones políticas de pretender detentar el liderazgo del mundo árabe; todo ello sustentado en disponer de una gran capacidad y eficacia militar y un enorme potencial de armamento, conseguido precisamente gracias a la ayuda suministrada en este aspecto por sus entonces aliados occidentales durante la reciente guerra contra Irán.

La cronología de los hechos se puede resumir en los siguientes puntos:

2 de agosto de 1990: Irak invade a Kuwait. Al amanecer del 2 de agosto de 1990, las tropas iraquíes cruzaron la frontera de Kuwait con vehículos armados e infantería, ocupando puestos estratégicos en todo el país, incluyendo el Palacio del Emir. El escaso y poco preparado ejército kuwaití fue rápidamente aplastado, aunque lograron dar el tiempo necesario para que las fuerzas aéreas de aquel país lograsen huir a Arabia Saudita. Las tropas iraquíes saquearon reservas alimenticias y médicas, detuvieron a miles de civiles y tomaron el control de los medios. Iraq retuvo a miles de turistas occidentales como rehenes para después intentar usarlos como escudo para las negociaciones. Después de que un breve gobierno títere liderado por Saddam Hussein fuese instalado, Iraq se anexó oficialmente los territorios de Kuwait. Hussein instaló entonces un nuevo gobernador provincial, describiendo lo acaecido como la "liberación" del pueblo de las manos del Emir; esto fue usado principalmente como propaganda de guerra. La condena del CSNU no se hizo esperar. Por la resolución 660 de dicho consejo se exige la retirada inmediata de las fuerzas iraquíes de todos los territorios de Kuwait.

6 de agosto de 1990: La Resolución 661 del CSNU impone sanciones económicas a Irak.

29 de noviembre 1990: La Resolución 678 CSNU autoriza a los estados cooperantes de Kuwait a usar todos los medios necesarios para hacer cumplir la Resolución 660, autorizando, de esta manera, la declaración de guerra.

17 de enero 1991: Comienza la preparación de la Operación denominada “Tormenta del Desierto”, bajo el mando del general norteamericano Norman Schwarzkopf.

18 de enero 1991: Irak ataca a Israel para implicar a este país en el conflicto.

20 de enero 1991: Irak dispara 10 misiles Scud sobre Arabia Saudí sin alcanzas sus objetivos.

24 de enero 1991: El número de salidas aéreas de los aliados sobre Kuwait sobrepasa los 15.000.

28 de enero 1991: Irak afirma haber capturado a pilotos aliados heridos.

6 de febrero 1991: El rey Hussein de Jordania abandona la neutralidad para apoyar a Irak. Cientos de refugiados palestinos llegan a Jordania.

13 de febrero 1991: Algunas unidades de la 1ª y 2ª División de Marines desplegadas en la frontera con Arabia Saudita realizaron algunas incursiones de tanteo dentro de Kuwait con el objetivo de medir el peligro con vistas a iniciar un ataque por tierra. Lo cierto es que los iraquíes habían comenzado a replegarse desde principios de febrero y la moral de sus tropas era baja así como de baja calidad el equipo de la mayoría de sus unidades. De las 42 divisiones iraquíes que se llegaron a desplegar en Kuwait, al menos 14 habían sido desbandadas y sólo 19 conservaban entre un 60% y un 70% de sus capacidades de combate. El resto de las fuerzas Iraquíes se hallaba en una situación precaria y comenzaron las deserciones en masa.

El plan del general Schwarzkopf dependía de mantener una fuerza significativa de marines frente a las costas de la capital de Kuwait, lo cual hizo creer a los iraquíes que las fuerzas norteamericanas efectuarían un desembarco y los obligó a concentrar sus tropas en esa zona. El siguiente paso de la coalición fue movilizar el grueso de sus fuerzas hacia el oeste, en dirección a la línea Wadin al Batin donde las defensas Iraquíes consistían en meros montículos de arena, dispersas y no guarnecidas además de zanjas y campos minados. Las fuerzas norteamericanas estuvieron acompañadas por la 6ª. División acorazada, Daguet, francesa, y la 1ª británica, con los célebres Desert Rats. Los franceses ocuparon todo el tiempo la posición más occidental funcionando como un escudo protector para el resto de las fuerzas aliadas.

A los dos días de haber iniciado el asalto terrestre, unos cien mil soldados Iraquíes se rindieron en masa ante las fuerzas de la coalición que avanzaban sin ningún problema. La única batalla por tierra de cierta importancia fue denominada 73 Easting en la que carros de combate del séptimo cuerpo se toparon con la división Tawakalna de la Guardia Republicana que se movía en retirada y comenzaron un enfrentamiento que duró seis horas.

22 de febrero 1991: El Presidente Bush lanza un ultimátum a Saddam y le da un plazo de 24 horas a Irak para desocupar Kuwait.

24 de febrero 1991: Comienza la ofensiva terrestre.

25 de febrero 1991: Radio Bagdad informa de que Saddam Hussein ha ordenado la retirada de sus tropas. Las tropas iraquíes incendian 650 pozos de petróleo en su retirada.

28 de febrero 1991: Se declara el cese de hospitalidades y la liberación de Kuwait.

La corta guerra, sin embargo trajo graves consecuencias tanto para Kuwait como para Iraq ya que destruyó la red de transporte, telecomunicaciones y mayor parte de la industria kuwaití e Iraq debió soportar una gran crisis económica y social. Años más tarde en 1995 la propia ONU rebajó las presiones al respecto a la vista de las consecuencias negativas para la población iraquí e ideó un programa paliativo. Este programa, económicamente administrado por la ONU se popularizó con el nombre de "petróleo por alimentos" y se hizo oficial el 14 de abril de 1995 con la edición de una nueva resolución (986-95). Así, Iraq pasó a ser autorizado a exportar cantidades limitadas de petróleo, a cambio de comprometerse a destinar las divisas obtenidas a comprar alimentos y medicinas y a pagar las reparaciones de guerra derivadas de su invasión de Kuwait. En los primeros años después del conflicto, según la ONU murieron más de un millón de personas, de las cuales la mitad eran niños menores de cinco años. El CSNU también aprobó la resolución número 689, por la que se determinó la creación de la Misión de Observación de las NNUU entre Irak y Kuwait (UNIKOM).

Es también una guerra que pasará a la historia por los graves daños que se propiciaron al medio ambiente por los innumerables vertidos de petróleo tanto en tierra como en el mar. El Presidente Bush, teniendo todo a su favor, no aprovechó la ventaja que le otorgaba que se luchaba en una guerra justa contra Iraq ni la capacidad de sus fuerzas para invadir Irak y derrocar a Saddam; duda o debilidad política que obligó a una 2ª Guerra del golfo años más tarde y con menos apoyos y comprensión internacional.

Conviene resaltar que una de las consecuencias más positivas fue que las Naciones Unidas, a través de su Consejo de Seguridad, impuso una serie de obligaciones a Irak, entre ellas la de la aceptación incondicional de la destrucción de sus armas químicas, biológicas y misiles balísticos de largo alcance bajo supervisión internacional. Para la llevar a cabo la verificación de la destrucción de las importantes cantidades de armas químicas que aún tenía en su poder y dado que la actual Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ)[74] no existió hasta 1997, se creó una Unidad especial conocida como The United Nations Special Commission (UNSCOM)[75] y tras largos años (1990-1998) de duros trabajos se procedió a la destrucción mayoritaria de dichas armas y/o al sellado de determinados depósitos y lugares de fabricación de las mismas (según informes de la propia UNSCOM); cosa esta que, al parecer, no llegó a convencer a la inteligencia americana y británica, por lo que fue usada como una de las principales “escusas” para el lanzamiento de la ya mencionada 2ª guerra del Golfo aunque, como veremos en el correspondiente apartado, tuvieron en contra a la mayoría de los aliados de la OTAN y a otras potencias mundiales.

Las guerras en Afganistán[76]. El golpe militar que en 1978 llevó al poder a un grupo de jóvenes oficiales izquierdistas y a establecer un régimen comunista dirigido por Mohamed Taraki marca el inicio de la tragedia reciente de este Afganistán. Las reformas socializadoras y laicas del nuevo gobierno encontraron una enorme resistencia en una población aferrada a un pensamiento islámico anclado en el pasado y que vivía en una sociedad aún con rasgos feudales. La resistencia pronto se concretó en guerrillas islamista de "muyahidines". Los problemas internos de las dos principales tendencias comunistas precipitaron la intervención de la URSS en 1979 a la que no le interesaba el florecimiento de dicho conflicto en su retaguardia.

Esta intervención marcó el apogeo de la fase de expansionismo soviético que caracterizó la segunda mitad de los setenta y llevó a la inmediata reacción norteamericana contra dicha invasión. Washington consideraba que este país asiático se hallaba fuera de la zona de influencia soviética y articuló una dura respuesta: embargo de grano para ser exportado a la URSS y una creciente ayuda militar tanto en asesores como en material sofisticado, principalmente en armas de defensa antiaérea y contra carro, a la guerrilla islamista que hasta entonces combatía con escasos medios al poderoso ejército ruso dotado de numerosos helicópteros, carros de combate y aviación.

La guerra se estancó y mientras más de 100.000 soldados soviéticos controlaban las ciudades la guerrilla dominaba las zonas rurales. El conflicto engendró un enorme desplazamiento de población y hacia 1982 casi 3 millones de afganos habían huido a Pakistán y un millón y medio lo habían hecho hacia Irán. La guerrilla, una vez fue armada eficazmente por EEUU y reforzada con voluntarios árabes y musulmanes imbuidos de una ideología intransigente islamista (entre ellos el saudí Osama bin Laden), mantuvo en jaque a un ejército soviético cada vez más desmoralizado a la vista de su incapacidad de combatir contra un enemigo asimétrico pero con capacidad de hacer blanco efectivo sobre sus medios más eficaces.

Finalmente en el marco de la perestroika, Gorbachov decidió sacar a sus tropas de lo que muchos denominaban el "Vietnam soviético" por alargarse en el tiempo y el importante número de bajas que les ocasionaban. En 1988, la URSS, EE.UU., Pakistán y Afganistán firmaron un acuerdo por el que los soviéticos se comprometían a retirar sus tropas lo antes posible. Lo que efectivamente hicieron en 1989.

Dicha retirada no abrió, sin embargo, un período de paz para el país. En 1992 las guerrillas islamistas asaltaron Kabul y se inició un período de luchas intestinas que culminaría con la toma del poder por los extremistas islamistas talibanes en 1996. Aunque muchos miembros de la comunidad internacional, incluidos EEUU, inicialmente vieron a los talibán (a los que habían apoyado para combatir a los rusos) como una posible fuente de estabilidad para el país devastado por la guerra, su tolerancia para acoger a los extremistas islámicos en combinación con su reticencia a negociar con sus enemigos pronto frustraron dichas expectativas. Simplemente, una vez más, los americanos se habían equivocado o exagerado los apoyos prestados para combatir la expansión de la URSS.

En 1996, Osama bin Laden y su organización Al Qaeda comenzaron a usar el país controlado por los talibán como una base de operaciones. Bajo el amparo de éstos, Al Qaeda pudo utilizar Afganistán como lugar para entrenar y adoctrinar combatientes, importar armas, coordinarse con otros grupos yihadistas, y tramar acciones terroristas.

La recientemente cerrada (aunque en falso) guerra de Afganistán fue una guerra que se desató en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU, de los que este país culpó al gobierno del mulá Omar. En ella se actuó en dos frentes; por un lado, se combatió al Emirato Islámico de Afganistán gobernado por los talibanes y una vez derrocado este, a su insurgencia, y por otro la denominada Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), una coalición internacional comandada por EEUU, que se formó y combatió para garantizar el control del territorio afgano. Comenzó el 7 de octubre de 2001 con la «Operación Libertad Duradera» del Ejército estadounidense y la «Operación Herrick» de las tropas británicas, ambas lanzadas para invadir y ocupar el país asiático.

El objetivo declarado inicialmente para justificar la invasión era encontrar a Osama bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda para llevarlos a juicio, y derrocar el Emirato Islámico de Afganistán, gobernado por el emir mulá Omar, que a juicio de las potencias occidentales apoyaba y daba refugio y cobertura a los miembros de Al Qaeda.

Tal y como se ha mencionado coexistieron dos operaciones militares luchando por controlar el país. La «Operación Libertad Duradera» fue una operación de combate estadounidense con la participación de algunos países de la coalición y que se llevó a cabo principalmente en las regiones del sur y del este del país a lo largo de la frontera con Pakistán. En esta operación llegaron a participan unos 28.300 militares estadounidenses aproximadamente.

La operación de la ISAF fue establecida por el CSNU a finales de diciembre de 2001 para asegurar Kabul y las áreas de sus alrededores. La OTAN asumió el control de la ISAF en 2003. A fecha de 23 de julio de 2009, esta coalición llegó a contar con unos 64.500 militares de 42 países, proporcionando los miembros de la OTAN el núcleo principal de la fuerza y de ellos, aproximadamente 29.950 eran de norteamericanos.

El ataque inicial sacó a los talibanes del poder, pero éstos paulatinamente y con determinados apoyos externos fueron recobrando fuerza y posiciones. La guerra ha tenido menos éxito de lo esperado en cuanto al objetivo de restringir el movimiento de Al Qaeda. Desde 2006, la estabilidad en Afganistán se ha visto amenazada debido al incremento de la actividad insurgente liderada por los Talibán, los altos registros de producción ilegal de droga, y un frágil gobierno apoyado por los norteamericanos con poco poder fuera de Kabul.

La realidad es que se recientemente se ha sabido que un día antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la administración Bush acordó un plan para derrocar al régimen talibán en Afganistán por la fuerza si éste se negara a entregar a Osama bin Laden. El plan implicaba el uso de métodos de presión sucesivos durante un periodo de tres años. En aquella reunión del 10 de septiembre de altos funcionarios de seguridad nacional del gobierno de Bush, se acordó que tenían que presentar a los talibanes un ultimátum final para entregar a Osama bin Laden. Si los talibanes se negaban, EEUU proporcionaría ayuda militar encubierta a grupos contrarios a los talibanes (otra vez la misma forma de actuación que en el primer conflicto contra los rusos pero con los actores cambiados). Y si ambas opciones fallaban, «los diputados acordaron que EEUU trataría de derrocar al régimen talibán mediante una acción más directa»[77].

Esta larga guerra asimétrica ha vuelto aponer de manifiesto que, a pesar de las grandes inversiones en material sofisticado, la aridez y lo intrincado del terreno y el espíritu de lucha de los guerrilleros talibanes han sabido poner en jaque durante muchos años a lo más granado de las tropas de la OTAN y del resto del mundo infringiendo un elevado gasto económico, en material y lo que es más grave, un alto número de bajas en dicha coalición, principalmente a EEUU, causa esta que obligó al Presidente Obama a prometer nada más asumir su primer mandato a retirar las fuerzas de combate y sustituirlas por una nueva misión de apoyo. Esta decisión se vio indirectamente favorecida con la muerte de Osama bin Laden en Pakistán a manos de unidades de élite norteamericanas; muerte que se anunció el 2 de mayo de 2011. Con ella y con la “democratización” del país se cerraban “oficialmente” las principales causas que la originaron.

Para llevar a cabo dicho proceso se estableció un largo periodo de transferencia de autoridad y retirada progresiva de todas las fuerzas que comenzó el 18 de junio de 2013 cuando el Gobierno de Afganistán asumió la responsabilidad de garantizar la seguridad interna con el traspaso de esa tarea a las fuerzas policiales y militares del país, que estuvo en manos de la OTAN desde el 2001. El proceso, que empezó en julio del 2011, acabó con el traspaso, por parte de la ISAF a los afganos de los últimos distritos que todavía controlaba. La OTAN tendrá solo un papel de apoyo aéreo en caso de ataque insurgente, y entrenamiento de los 350.000 miembros de la policía, militares y paramilitares afganos. España ha autorizado el pasado 12 de diciembre de 2014 una unidad de menos de 500 efectivos que se integrará en esta nueva misión de la OTAN.

El 5 de abril de 2014 se celebraron elecciones presidenciales, resultando ganador Abdullah Abdullah (exministro de asuntos exteriores). Sin embargo, fue necesaria una segunda vuelta frente Ashraf Ghani celebrada en junio y cuyos resultados se vieron envueltos en una disputa acusado por Abdullah Abdullah de fraude, pero finalmente se llegó a un acuerdo donde Ghani desempeñará el cargo de Presidente y Abdullah Abdullah el de Primer ministro. El 29 de septiembre de 2014 Ghani asumió su cargo como el segundo presidente del Afganistán democrático habiendo sido Hamid Karzai el primero que lo ocupó y bajo cuya presidencia se ha llevado a cabo casi toda la guerra y sobre todo el proceso de transferencias.

El 26 de octubre de 2014 la última unidad de marines estadounidenses y de tropas de élite británicas presentes en Afganistán terminaron oficialmente sus operaciones de combate tras transferir el control de una gran base militar a los afganos. Quedando con ello finalizado un ciclo de más 13 años de guerra y queda por probar si las fuerzas afganas son capaces de defenderse a sí mismos con eficacia e independencia y la nueva misión de la OTAN en territorio afgano no se verá implicada forzosamente en misiones de combate a partir de 2015.

En esta guerra, desde la invasión en 2001 hasta el 28 de octubre de 2014 ha habido 3.477 muertes militares de la coalición. Por parte estadounidense 2.350 militares han muerto, incluyendo 12 agentes de la CIA y más de 23.500 soldados han resultado heridos. Además, han sido confirmadas la muerte de 215 contratistas extranjeros que trabajaban en apoyo de las fuerzas internacionales. Respecto a la población civil afgana, varias fuentes cifran aproximadamente en 20.000 muertos por acciones de violencia entre los años 2001 y 2013. Además, en 2012 había cerca de medio millón de civiles desplazados a causa del conflicto. En cuanto a las fuerzas de seguridad afganas, se han contabilizado 13.729 efectivos muertos y otros 16.511 heridos (entre miembros del ejército y de la policía afgana).

La Segunda Guerra del Golfo[78]. A pesar de que Iraq había aceptado la destrucción de la sus armas químicas, es verdad que el gobierno de Saddam Husein se resistió a colaborar activamente con los inspectores de la ONU a causa de las sospechas del espionaje que dichos inspectores pudieran estar realizando sobre su territorio. En 1998, tras una crisis previa el año anterior, se produce la completa expulsión de los inspectores internacionales por parte del gobierno iraquí el 31 de octubre. Unos días después, el 17 de noviembre cambia de opinión, decide negociar, y solicita el regreso. Tras el informe negativo de Richard Butler denunciando la falta de colaboración de Bagdad, la ONU ordena la salida de Irak de todos sus inspectores.

Meses después del inicio de la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán, el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, situó a Irak dentro de lo que denominó como “eje del mal”. Además, acusó al gobierno de Saddam Husein de continuar teniendo armas de destrucción masiva, y de tener vínculos con Al Qaeda, vínculos que tampoco han podido confirmarse oficialmente.

Ante las sospechas vertidas por los norteamericanos ante el CSNU sobre la existencia de armas químicas a pesar de los informes negativos de la UNSCOM y de la OPAQ (que hizo suyos los de la anterior comisión), el Consejo se vio forzado a la edición de la famosa e importante resolución 1441, aprobada en la sesión del 8 de noviembre de 2002, por la que el Consejo decidió requerir a Irak la realización de nuevas inspecciones en su territorio referidas a la existencia de armas de destrucción masiva. Para ello daba un plazo de 30 días a partir del día de la publicación de la resolución para presentar una completa declaración de todos los aspectos de los programas para el desarrollo de armas químicas, biológicas, nucleares, misiles balísticos, etc., además de requerir que Irak no realizaría ningún acto o amenaza contra cualquier Estado Miembro que adoptase medidas para hacer cumplir sus resoluciones. No obstante, la resolución excluía autorizar el uso de la fuerza, lo que en todo caso requeriría de una nueva resolución que nunca llegó a aprobarse.

Los EEUU no contentos con dicha resolución continuaron, apoyados por el Reino Unido, insistiendo en que certeros informes de inteligencia aseguraban la existencia de dichas armas en territorio iraquí. Así tras presionar al CSNU el presidente de EEUU, George W. Bush (hijo) obtuvo el apoyo de un grupo de países para formar una alianza que invadiese Irak para derrocar al gobierno de Saddam Husein. Esta coalición, que se autodenominó “Coalición de la Voluntad”, estaba formada por los gobiernos de EEUU, Reino Unido, España, Portugal, Italia, Polonia, Dinamarca, Australia y Hungría. Bush recibió también el apoyo de los gobiernos de la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Colombia en América, las islas mediterráneas de Malta y Chipre; el estado de Israel y el de Kuwait. La coalición y sus diversos apoyos (de muy variopinto tipo – muchos solo fueron de apoyo logístico o simplemente testimoniales-) mantuvo la decisión de invadir Iraq tras el 16 de marzo de 2003, fecha en la que se produjo la famosa Cumbre de las Azores, donde los líderes de los EEUU, Reino Unido, España y Portugal anunciaron un ultimátum al gobierno baasí de Saddam Husein para que procediera al desarme.

Por el otro lado, Francia, Alemania, China, Siria, México, Chile y Rusia manifestaron su oposición a todo tipo de medidas de fuerza contra Irak y fueron partidarios de una salida negociada a la crisis. Francia, Rusia y China, miembros permanentes del CSNU, abogaban por la continuidad de la labor de los inspectores y anunciaron su intención de vetar cualquier documento que legitimase explícitamente el ataque. Durante estas demostraciones se produjeron varios roces entre EEUU y los países que se oponían a la invasión. Pero al final estos que se oponían a la guerra cedieron y se mantuvieron neutrales desde el inicio de la invasión. Invasión, que se produjo el 20 de marzo de 2003, sin que mediara declaración de guerra por ninguna de las partes.

Para el ataque, los estadounidenses habían dispuesto un importantísimo contingente compuesto de: 225.000 soldados, 800 tanques, 600 vehículos de combate de infantería, 100 helicópteros AH-64 Apache, 200 helicópteros AH-1 SuperCobra, 100 helicópteros de transporte CH-47 Chinook, 60 Black Hawk y CH-53, 50-60 F-14, 90 F-15, 75 F-16, 180-220 F/A-18, 50 A-10, 36 bombarderos B-1B, B-52 y B-2, 60 Harrier AV-8B y 4 grupos de combate marítimos que incluían a los portaaviones Constellation, Harry S. Truman, A. Lincoln y T. Roosevelt. Este contingente americano contaba con una importante aportación Británica.

Irak cuyo armamento era bastante obsoleto y que además no se había repuesto de los reveses de la primera del Golfo y los bloqueos y limitaciones a la importación posteriores a dicho conflicto no tenía nada que hacer en un enfrentamiento de estas características Las fuerzas invasoras encontraron poca resistencia, que se concentró principalmente en Um Qasr, puerto clave para afianzar la entrada de tropas y pertrechos, que cayó rápidamente. Los estadounidenses avanzaron velozmente sin encontrar oposición destacable hasta la llegada al puente de Nasiriya, punto donde el Ejército Iraquí esperaba detener a las fuerzas invasoras. Tras superar los diversos círculos concéntricos de defensa de los principales bastiones y del mismo Bagad, el 1 de mayo de 2003, el presidente George W. Bush proclamó el fin de las principales operaciones militares de la invasión desde la cubierta del portaaviones USS Lincoln en un acto que sería recordado por la frase Mission acomplished! (Misión cumplida). La invasión de Irak de 2003 llevó a la rápida derrota de las fuerzas iraquíes, la captura de Saddam Husein en diciembre del mismo año y su ejecución en diciembre de 2006.

En esta guerra relámpago y aplastante la coalición perdió 173 soldados y aproximadamente 542 resultaron heridos durante las primeras batallas de la invasión. No se conoce el número exacto de bajas entre las fuerzas armadas iraquíes, pero diferentes fuentes estiman que sufrieron entre 4.000 y 6.000 muertos. Dando por finalizada la invasión y anunciando el comienzo de otra misión de “pacificación y restablecimiento de la democracia”, esta vez apoyada por el CSNU por la resolución 1483 (2003) de 22 de mayo, con una serie de medidas encaminadas a instaurar un nuevo gobierno de transición y control en Irak. Sin embargo, la resistencia iraquí estaba lejos de ser completamente doblegada y algunos sostienen que el ejército estadounidense únicamente logró la ocupación del país, pero que la guerra todavía no había terminado. Poco después de la invasión inicial, se inició una violenta guerra civil contra las fuerzas de ocupación y entre los diversos grupos étnicos debida principalmente a los cambios de la etnia dominante (chiitas), los abusos sobre los suníes y las ansias de revancha de los militares depuestos del poder suníes y fieles a Saddam quienes no han dudado en continuar su lucha por el poder uniéndose o capitaneando todo tipo de facciones paramilitares de carácter terrorista.

La coalición estableció un gobierno títere iraquí tras organizar unas elecciones donde se prohibió la participación de diversos candidatos hostiles a los intereses de EEUU o que exigían la inmediata salida de las tropas extranjeras. Poco a poco los países que formaron la coalición para la pacificación fueron abandonando progresivamente el país hasta dejar solos a los americanos. Tras recibir miles de bajas, en marzo de 2010, EEUU anunció la salida de la mayoría de sus tropas para agosto de este mismo año. Para mediados de 2014, el gobierno títere iraquí había perdido el control de extensas regiones de territorio a manos de yihadistas del Estado Islámico de Irak y el Levante; una consecuencia de los errores étnicos y políticos realizados tras la ocupación del país y la instauración de dicho gobierno. Esta situación ha ocasionado que la historia volvería a empezar.

La primavera Árabe[79]. Las revoluciones y protestas en el mundo árabe de 2010 a 2012, denominadas por distintos medios como la Revolución Democrática Árabe o la Primavera Árabe, consisten en una serie de alzamientos populares en los países árabes, principalmente del norte de África, calificados como revolución por la prensa internacional, que comenzó con la revolución tunecina para luego ir extendiéndose a otros países vecinos y no tan vecinos. Aunque, varios expertos a nivel internacional, como Noam Chomsky, consideran las protestas de octubre de 2010 en el Sahara Occidental como el punto de partida de dichas revueltas.

Se puede afirmar que han sido unas revueltas sin precedentes en el mundo árabe, ya que si bien en la historia de éste ha habido numerosas revoluciones laicas y republicanas, hasta ahora éstas se habían caracterizado por nacer a partir de golpes de estado militares y dar paso a gobiernos en cierta medida autoritarios con o sin apoyo popular, en tanto que los acontecimientos actuales se caracterizaron por un reclamo democrático, y de una mejora sustancial de las condiciones de vida. Por la naturaleza de sus protestas (libertades democráticas, cambios políticos, económicos y sociales), estas manifestaciones masivas empiezan a ser comparadas con las revoluciones de 1830, las de 1848 y las revoluciones en Europa del Este a partir de la caída del muro de Berlín en 1989.

Esta serie de protestas a favor de la democracia contrastó inicialmente con el silencio de la UE y con un apoyo relativamente grande desde EEUU. La UE se reunió el 31 de enero de 2011 para decidir si apoyaba o no las revueltas populares en Túnez y Egipto; si bien endureció su postura frente a Hosni Mubarak, presidente de Egipto, abogó por una solución pacífica y no condenó a su gobierno. Las primeras opiniones sobre la propagación de esta revolución desde Túnez a sus vecinos árabes no anuncian ciertas generalidades en los países tales como la autocracia y la actual capacidad de movilización del pueblo, según intelectuales y académicos como Azzedine Laayachi y Abdennour Benantar.

La simiente de estas protestas llegó a impulsar manifestaciones por la democracia en China en 2011, donde fueron rápidamente sofocadas y pueden ser también el origen de la conocida como la Revolución de los Paraguas de Hong Kong que comenzó el 22 de septiembre de 2014 y ha finalizado forzosamente, aunque en falso, el 11 de diciembre de 2014.

Los factores dominantes y casi comunes en todos los países donde explotó a los que se podría atribuir los orígenes que desencadenaron la Primavera Árabe son los siguientes:

a) Gerontocracias. Líderes con mucha antigüedad en el puesto, mayores, y en algunos casos gravemente enfermos, y con sistemas de sucesión casi monárquicos. Varios de los líderes afectados por las revueltas han tratado de colocar a sus descendientes en la carrera sucesoria, desde puestos importantes en los aparatos estatales en los que también fueron impuestos a dedo. Cualquier proceso sucesorio genera una lucha de poder, a veces soterrada y otras veces más claramente definida. Esta situación afectaba a Túnez, Egipto, y tiene similitudes con Libia, Argelia, Siria y bastantes otros países.

b) Falta de libertades. Ausencia de democracia. Ausencia de posibilidades de participación ciudadana. Ausencia de derechos políticos, civiles y de libertad de prensa. Y lo que pudiera ser más grave, la violación de derechos humanos.

c) Corrupción. La utilización de cargos públicos para lucrarse personalmente, y la huida del puesto (quizás en el mejor de los casos) saqueando las arcas públicas (si el saqueo no se había realizado antes) En este campo, es interesante señalar el papel que han jugado las filtraciones de WikiLeaks y de otras redes sociales como Internet y Anonymous.

d) Desempleo. El cóctel explosivo se forma por la unión de una población joven, sin perspectivas y sin empleo, y que a través de medios de comunicación perciben unos estilos de vida mejores en los que podemos llamar "estados de derecho y bienestar".

e) Pobreza. Amplios colectivos que viven por debajo del umbral de pobreza.

f) Desigualdad. Consecuencia de algunos de los factores anteriores, hay una inexistencia de clases medias en muchos de los países afectados. La distribución de la renta es excesivamente inequitativa.

g) Precios de los alimentos. Podríamos señalar que en muchos casos estamos ante "revueltas del pan". Las subidas de precios de los cereales llegaron a ser de un 80% en 2010, mientras el paro se duplicaba en muchos países. Son muchas las causas, que exigirían un análisis independiente, pero entre ellas podemos señalar el incremento del consumo de los países emergentes, la utilización de cultivos para la producción de energía, el cambio climático, y la tremenda especulación de precios en los mercados de futuros.

h) Incremento de precios en general, de materias primas, de energía, etc.

i) La creciente fuerza y poder de convocatoria de movimientos religiosos como los Hermanos Musulmanes y diversas facciones del actual Estado Islámico.

Túnez

En el caso de Túnez, la cantidad de turismo internacional y en especial europeo que recibía el país consiguió un mayor arraigamiento de las ideas occidentales; a pesar de que Túnez poseía un gobierno menos restrictivo que otros países es allí donde surge el movimiento y se le viene a considerar como el origen y la fuente de expansión del mismo. Su economía estaba en manos de unas pocas familias oligarcas que asumían muchas de las filiales de grandes empresas extranjeras, especialmente francesas, que copaban los sectores turístico, financiero, distribución comercial, telecomunicaciones, seguros e industria. El gobierno de Ben Ali estaba además bien visto por la Unión Europea, con quien firmó un tratado de libre comercio en 2008 por el que se consiguió u elevado desplazamiento de su industria allí debido a los bajos salarios tunecinos.

El régimen de Ben Ali había logrado un crecimiento sostenido pero concentrado en unas pocas clases ricas situadas en las costas norte y noreste, en tanto que el resto del país era pobre. Esta pobreza se acentuó a partir de la crisis económica de 2008, que redujo el empleo y los salarios. Los parados llegaron (en cifras oficiales, probablemente a la baja) a situarse entre el 20% y el 30% de la población del país, pero con un porcentaje del 60% entre los menores de 30 años, donde cerca del 75% de la población no superaba esa edad; es importante contar aquí a las mujeres, que en Túnez no sufren la represión islámica de otros estados. Así, probablemente la falta de expectativas de una vida decente para la juventud fue un detonante mayor que la carestía de los productos básicos.

Todo ello terminó desembocando en la inmolación a lo bonzo de un joven de 26 años, Mohamed Bouazizi, debido probablemente a sus problemas económicos, lo que desató una ola de manifestaciones en SidiBouzid que se extendió desde las periferias de Túnez hasta su misma capital y terminó por derrocar al gobierno en la llamada revolución de los jazmines. Otra particularidad de Túnez es que, al contrario de lo que ocurrió por ejemplo en Libia y Siria, su gobierno no había otorgado privilegios empresariales y cargos gubernamentales sistemáticamente al ejército. Éste, libre de cargas y raíces profundas que les ligaran a sus dirigentes pronto comprendió la magnitud del problema y se puso del lado del pueblo tunecino, desobedeciendo las órdenes de Ben Ali.

Como consecuencia de estos movimientos surgió un nuevo partido político el Nidá Tunis liderado por el veterano exministro Beyi Caid Essebsi, de 86 años, que presenta como resumen y garantía de su programa la longeva carrera política de su líder. Su ideario es conservador y secular, aunque él se declara discípulo de Habib Burguiba, el dictador que firmó la independencia de Túnez, aunque en su versión actualizada y demócrata.

Con estos mimbres el partido en solo dos años ha sido capaz de ganar las elecciones con más de 11 puntos de ventaja; las primeras elecciones democráticas en Túnez para elegir al presidente de la República, celebradas el 21 de diciembre de 2014. El contundente resultado y la concentración de poder que ha alcanzado su partido lo convierten en el líder que decidirá todo en el país donde se inició la primavera árabe hace cuatro años. Con la elección de Essebsi, Túnez completa la transición democrática que comenzó en 2011 y que a lo largo del 2014 ha logrado el reto de aprobar una nueva Constitución y celebrar elecciones totalmente democráticas generales y presidenciales, algo que aún no han conseguido Egipto, Siria ni Libia, otros tres países árabes que el mismo 2011 se levantaron contra sus dictadores.

La base de su ideario es modernizar el Estado con personas bien preparadas, tecnócratas en los puestos clave de una Administración del siglo XXI como la de los Estados occidentales. Ante el futuro, confía en obtener resultados de un programa educativo nuevo para los jóvenes —llamado Esperanza— que actualice dichos criterios.

Las esperanzas de democratizar el país son bastante fundadas aunque quedan en el país muchos seguidores del antiguo régimen a los que ahora habrá que llevar a la concordia nacional y por otra parte el Estado Islámico no ve con buenos ojos estos avaneces laicos en el país por lo que no es de descartar potenciales acciones desestabilizadoras en un futuro próximo.

Egipto

El ascenso de Mubarak[80] a la presidencia egipcia se produjo en octubre de 1981, después del asesinato de Anwar el-Sadat a manos de radicales islamistas durante el desarrollo de una parada militar, quienes consideraban que Sadat había cometido una traición al haber firmado el ya mencionado Tratado de Paz con Israel en Camp David en 1979.

Las protestas en Egipto comenzaron el 25 de enero de 2011 y se prolongaron durante 18 días. A partir de medianoche del 28 de enero el gobierno egipcio decidió cortar completamente el acceso a Internet para impedir que los manifestantes se organizaran a través de las redes sociales. Al día siguiente, decenas de miles de personas protestaban por las calles de las principales ciudades de Egipto. El presidente Mubarak cesó formalmente al gobierno y declaró que crearía uno nuevo. Mubarak también depuso a su primer vicepresidente, el cual llevaba en el cargo más de 30 años. El 2 de febrero activistas pro-Mubarak lideraron una anti-protesta contra los manifestantes, y estos mismos violentos atacaron a periodistas internacionales, asesinando a uno de ellos.

El 10 de febrero Mubarak cedió todo el poder presidencial al vicepresidente Omar Suleiman, pero anunciando que permanecería como Presidente, al menos hasta que acabara la legislatura. Sin embargo, las protestas continuaron hasta que Omar Suleiman anunció que Mubarak dimitía de la presidencia y cedía el poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Inmediatamente después la junta militar disolvió el Parlamento, suspendió la Constitución de Egipto y prometió levantar el estado de emergencia en el país, que llevaba en vigor desde hacía 30 años. También declaró que habría elecciones libres en un plazo de 6 meses, o al acabar el año.

En las primeras elecciones los Hermanos Musulmanes aparecieron en la escena política y Mohamed Morsi resultó vencedor con un 51,9% de los votos frente Ahmed Shafik que obtuvo el 48,1%. Tras estas elecciones el presidente elegido de Egipto dio a conocer que se promulgarían cambios constitucionales, lo cual ocasionó nuevas protestas populares y caos en las calles debido a que este cambio en la Constitución le daba poderes ilimitados a fuerzas militares, que incluían la posibilidad de arrestar civiles por la fuerza entre otras prerrogativas; además, suponía un evidente retroceso en materias como laicismo y separación religión- Estado, con el aumento del peso de la religión islámica y de la ley islámica o sharía en la vida pública.

Como consecuencia de la creciente represión gubernamental a las protestas y de una serie de políticas económicas regresivas que afectan a la clase trabajadora así como a las capas populares, tuvo lugar a partir del sábado 29 de Junio, un nuevo movimiento de protestas masivas, que llegó a registrar una afluencia de 30 millones de personas por todo el país. Como reacción a esta oleada de protestas, el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Abdul Fatah al- Sisi, lideró, con ayuda del Ejército un golpe de Estado que derroco, el 3 de Julio de 2013, a Mohamed Morsi.

En la primavera árabe en Egipto los militares cometieron toda clase de abusos peor que en la época de Mubarak, masacrando al pueblo que protesta y enjuiciando a 12.000 activistas que participaron en las protestas que se representaban en la plaza Tahrir en el Cairo. El 21 de junio de 2014 el tribunal penal de Minia (sur de Egipto) condenó a muerte a 183 seguidores de los Hermanos Musulmanes, entre ellos el líder del grupo, Mohamed Badia, por disturbios y actos de violencia ocurridos en esa provincia en agosto del 2013. Otros 496 islamistas, sobre un total de 683 que estaban acusados, quedaron absueltos, mientras que cuatro personas fueron condenadas a cadena perpetua. El 9 de agosto de 2014 el Tribunal Supremo Administrativo de Egipto dictó la disolución del brazo político de los Hermanos Musulmanes lo que les imposibilita a presentarse a todo tipo de procesos electorales. Habrá que seguir analizando los movimientos de esta organización tanto en Egipto como en otros países. Para seguir complicando la situación el 29 de noviembre de 2014 el autócrata dictador, Hosni Mubarak, que gobernó Egipto con puño de hierro durante tres décadas ha sido exonerado de toda responsabilidad junto a su ministro del Interior de Mubarak, Habib al Adly, y a seis altos cargos policiales por la muerte de más de 850 manifestantes en las protestas de 2011 que le desalojaron del poder lo que sin duda, no ha sido bien recibido por los Hermanos Musulmanes. Con determinado espíritu compensatorio y a fin de acallar en parte los ánimos de la población, cumple una condena de tres años de cárcel por malversación de fondos públicos dictada el mes de mayo anterior aunque debido a su “delicado” estado de saludo lo hace en un Hospital militar con todo tipo de comodidades.

Libia

En Libia, la población civil también comenzó a exigir cambios en su gobierno inspirados en las revoluciones en Túnez y Egipto. Así, se originaron protestas y manifestaciones masivas en contra de su presidente, el dictador Muamar el Gadafi. Las primeras manifestaciones fueron entre enero y febrero de 2011, provocando la inmediata reacción del gobierno; represión y violencia. Las fuerzas leales del gobierno lucharon contra los opositores, quienes habían creado el autodenominado Frente de Liberación de Libia. Tras fuertes combates, lo que había iniciado como una manifestación terminó en una guerra civil; la primera en la Primavera Árabe. Al comienzo, los rebeldess tomaron la ciudad de Bengasi e iniciaron la lucha en esa ciudad. Rápidamente, la violencia se propagó por todo el país, y en la mayoría de las ciudades se desarrollaron combates entre estos y el ejército libio de Gadafi. La comunidad internacional comenzó a intervenir en el conflicto y la mayoría de los países mostraron su apoyo a la oposición, ayudándola en distintas operaciones militares.

Desde el mes agosto, las fuerzas rebeldes comenzaron a avanzar muy rápido y para finales de ese mes ya habían tomado la capital Trípoli, el ejército del gobierno comenzó a perder su poder, sobre todo por los continuos ataques aéreos y de embargo naval de la OTAN en apoyo de los rebeldes. Los bombardeos en contra del gobierno y otros apoyos en armamento y asesoramiento colapsaron al estado e hicieron que Muamar el Gadafi perdiera el control del país por lo que se vio en la necesidad de huir. El 20 de octubre de 2011, Gadafi es encontrado oculto cuando trataba de huir, tomado prisionero, vejado y ejecutado; ese mismo día la guerra civil terminó.

Tras la muerte de Gadafi, los rebeldes iniciaron un proceso de transición en el gobierno. Sin embargo, fuertes tensiones entre las diferentes facciones, la falta de experiencia y determinados intereses parciales de algunas potencias extranjeras, son el origen de determinados problemas ocasionados por el nuevo gobierno tras la muerte de Gaddafi de entre los que destacan la pérdida de autonomía económica del país, una mayor presencia del sector privado en la industria del petróleo y la existencia de milicias integristas yihadistas que aún disputan al gobierno el control de áreas del territorio. Los fracasos de las instituciones del Estado para regular importantes esferas de la vida pública y la dificultad para combatir a las diferentes facciones en el país hacen que hoy en día Libia sea considerada como un Estado fallido.

Como no era de extrañar y aprovechando la situación de descontrol existente en el país, recientemente, grupos yihadistas muy afines al Estado Islámico (EI) como Ansar al Sharía y Fajer Libia han aumentado sus actividades en Libia con la intención de combatir al débil gobierno y al resto de las facciones que combaten en el territorio para finalizar con la toma del control del mismo y añadirlo a dicho EI.

Yemen

Animadas por el ejemplo de Túnez y Egipto, miles de personas se echaron a la calle en enero de 2011 para pedir cambios después de 32 años de Gobierno de AliAbdulaSaleh. Su partido, el Congreso General Popular, había intentado impulsar reformas constitucionales que le permitiesen gobernar de por vida, o bien, trasladar el poder a su hijo, jefe del cuerpo de élite del Ejército. A esta situación política se le sumaban las paupérrimas condiciones de vida: la mitad de los 23 millones de yemeníes viven con menos de dos dólares al día.

Las protestas contra el gobierno paralizaron Yemen durante diez meses. El país estuvo a punto de sufrir una guerra civil mientras Saleh prometía que iba a firmar un acuerdo de transición para negarse en el último minuto. Lo hizo en tres ocasiones, hasta que finalmente lo firmó en Riad (Arabia Saudí) el esperado traspaso de poder acordado con los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudí, Omán, Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin).

Saleh reiteró que su deseo "no era monopolizar el poder" ni que murieran personas en las revueltas contra su régimen y ha acusado a los partidos políticos de retrasar el traspaso porque se unieron a la oposición. También ha firmado un acuerdo de "garantías" para él y su familia, mediante el cual no serán perseguidos por la Justicia y poder trasladarse a Nueva York para recibir tratamiento médico por las heridas sufridas en un atentado.

Bahréin

En Bahréin, el pequeño estado petrolero de apenas 750 kilómetros cuadrados y menos de un millón de habitantes, se vivió una situación convulsa tras el levantamiento de la mayoría musulmana chií contra la minoría suní que sustenta a la dinastía de los Al Khalifa. Lo que comenzó como un remedo de la revuelta en Túnez —fin a la discriminación que padecen los chiíes en materia de empleo y vivienda— se convirtió en una reivindicación pura y dura del fin de la monarquía absoluta. La Plaza de la Perla en el centro de Manamá, la capital, se convirtió en el centro de las protestas. Allí se llegaron a reunir más de un millar de personas exigiendo reformas democráticas, respeto por los derechos humanos, igualdad y la libertad de los presos políticos, así como el final de la discriminación por parte del régimen suní. Las manifestaciones fueron placados rápidamente y junio de 2011 un tribunal militar sentenció a 20 de los cabecillas de la manifestación, entre los que hay siete cadenas perpetuas.

Tras la primera fase de la revuelta en Bahréin[81], que llevó al régimen a declarar la ley marcial en marzo del 2011 y reprimir las manifestaciones con ayuda de tropas de sus aliados del Golfo, en especial de fuerzas de Arabia Saudí, Manama intentó recomponer su imagen estableciendo la llamada Comisión Independiente de Investigación (BICI) cuyo informe en noviembre del 2011 confirmó la muerte de decenas de opositores, la tortura de centenares de ellos y otros muchas violaciones de los derechos humanos a cargo de las fuerzas de seguridad. A poco más de un año de aquella fecha, las autoridades no han implementado las recomendaciones básicas del BICI como advirtió Human Right Watch (HRW) en un informe del mes pasado. La ONG Proyecto sobre Democracia en Oriente Próximo estimó que el régimen sólo ha adoptado 3 de las 26 directrices requeridas en el BICI.

Argelia

Las protestas de Argelia de 2011 fueron una serie de protestas que tuvieron lugar en Argelia desde diciembre de 2010. Las principales causas citadas por los manifestantes eran el desempleo, la falta de vivienda, la inflación en el precio de los alimentos, la corrupción, la falta de libertad de expresión y las pobres condiciones de vida. Las protestas a pequeña escala eran habituales en años anteriores, sin embargo, las protestas y los disturbios estallaron simultáneamente en todo el país a partir de enero de 2011. Estas fueron sofocadas por las medidas gubernamentales bajando los precios de los alimentos, aunque esto llevó a una ola de auto-inmolaciones, la mayoría de ellas frente a edificios gubernamentales. Los partidos de la oposición comenzaron a realizar manifestaciones ilegales en Argelia sin el permiso del gobierno, que declaró el Estado de Emergencia.

En Argelia las autoridades intentan sortear una primavera árabe al estilo de sus vecinos orientales, que derrocaron a las dictaduras y se adentraron por el camino de unas democracias en las que los islamistas son, por ahora, hegemónicos.

Más de 21,6 millones de argelinos, sobre una población de 36 millones, fueron convocados el 10 de mayo de 2012 a las urnas para elegir una Asamblea Nacional Popular de 426 diputados encargada de enmendar la Constitución de 1976 (modificada en 1979, 1988, 1989 y 1996). Cosa que hasta la fecha no se ha llevado a cabo.

Las elecciones presidenciales que se celebraron en mayo de 2014 han reconducido Abdelaziz Buteflika por cuarta vez a la Jefatura del Estado El presidente sumó el 81,53% de los votos de un censo en el que se abstuvo casi el 50%, lo que está generando un movimiento de fondo en la sociedad cada día más crítico con el actual sistema político, al que se reclama un cambio profundo. Mientras el Gobierno de Abdelmalek Sellal y la Presidencia se esfuerzan en hacer proclamas aperturistas, el conjunto de fuerzas de la oposición, no muestra su conformidad con las medidas hasta ahora adoptadas.

En el tablero político argelino podemos situar por una parte al propio Gobierno que dirige Abdelmalek Sellal y a los diversos agrupamientos de la oposición. El Ejecutivo, provisional hasta que se celebren las futuras elecciones legislativas, que ha sido el principal beneficiario del continuismo institucional, admite que es necesaria una transición, y declara su intención de poner en marcha un plan de reformas a todos los niveles, inspirado por el presidente Abdelaziz Buteflika, comenzando por una reforma de la Constitución, que Buteflika quiere “profunda”. Lejos de aferrarse al inmovilismo y lanzarse en una temida venganza contra quienes no le apoyaron para su cuarto mandato presidencial, Abdelaziz Buteflika, desde su silla de ruedas y con una salud muy tocada, reitera su propósito de “promover la concertación y el diálogo con todos los actores de la vida nacional”. El presidente y su Gobierno hablan de “reforzar la cohesión nacional” y “avanzar en la reconciliación, buena gobernanza y edificación del Estado de derecho basado en la promoción de los valores democráticos”.

El 18 de junio de 2014 se llegaron a celebrar las mencionadas elecciones. Según los resultados anunciados por el Ministro del Interior, el Frente de Liberación Nacional (FLN) habría sacado 220 escaños (en la anterior legislatura solo tenía 136); la Reagrupación Nacional Democrática 68 diputados (en la Asamblea anterior tenía 62), y la Alianza Verde de los islamistas sacaría 48 (en los precedentes comicios el conjunto de partidos islamistas alcanzó los 60 escaños), lo que ha inducido a este último partido a denunciar un “fraude electoral masivo”. Otra novedad consiste en la entrada en el hemiciclo parlamentario del viejo partido democrático de oposición Frente de Fuerzas Socialistas, con 21 escaños. El Partido de los Trabajadores, una formación izquierdista liderada por Luiza Hanun, sólo obtuvo 20 escaños (en la anterior legislatura disponía de 26 diputados). En definitiva, se puede afirmar que Argelia ha perdido el tren de la Primavera Árabe.

La última vez que Argelia se adentró por la vía democrática, con las legislativas de 1991, los radicales islamistas del Frente Islámico de Salvación (FIS) estuvieron a punto de adueñarse del Parlamento. Les detuvo, en enero de 1992, un golpe de Estado militar que desembocó en una guerra civil larvada que se cobró 200.000 muertos.

Siria

País que acumula problemas de todo tipo, especialmente económicos y demográficos (el petróleo se acaba, más del 40% de la población tiene menos de 15 años y pocas perspectivas de empleo), pero el más grave y antiguo se encuentra en la fractura religiosa. Tras la I Guerra Mundial, cuando desapareció el Imperio Otomano y el territorio sirio de la época (que incluía Líbano) quedó bajo control francés, la Administración colonial se apoyó en la minoría alauí, una secta chií que constituía apenas el 10% de la población y que no se mostraba tan reacia a la ocupación extranjera como la amplia mayoría suní (casi el 80%). La transformación de los alauíes en élite administrativa marcó el futuro de Siria. El problema más grave es la división entre la élite alauí y la mayoría suní

La independencia, a partir de 1944, abrió camino a una sucesión de golpes de Estado. En 1963 el partido nacionalista árabe Baaz se convirtió en la principal fuerza política, y en 1970, tras el golpe de Estado del entonces ministro de Defensa, Hafez el Asad, en partido único. Asad hizo del Baaz, como Sadam Husein con el Baaz iraquí, el eje de un Estado totalitario. Con una característica especial: en todos los resortes del poder se situaba un alauí, como el propio Hafez el Asad.

Esa represión, que se unía a la practicada sistemáticamente contra los islamistas, redujo aún más la élite dirigente. El Asad convirtió el poder en un asunto familiar: la Guardia Republicana, el cuerpo militar más poderoso, quedó en manos de su hermano menor, Mahir; los dos principales servicios de espionaje interno, la Seguridad General y la Seguridad Militar, fueron asignados a su cuñado, Asef Shawkat.

La evidencia de que la corrupción era consustancial al régimen, con Hafez o con su hijo, provocaron el divorcio entre el régimen y los pequeños empresarios urbanos que lo apoyaban. El joven presidente, un hombre al que se definía como educado y amable y a la vez despiadado, no tuvo más remedio que aliarse con unos pocos grandes empresarios, convertidos en multimillonarios gracias a la tímida política de liberalización y privatizaciones.

Debido a todo lo anterior y mientras la democracia había triunfado en Túnez y en Egipto, y la victoria rebelde en Libia estaba cada vez más cerca los descontentos libios se animaron a realizar hazañas similares en su territorio. Así, el conflicto se inició en el año 2011 con una serie de protestas pacíficas en contra del gobierno y en especial del presidente Bashar al-Asad. Protestas, que se fueron intensificando a lo largo del mismo año. La represión violenta de estas manifestaciones provocó que una parte de la sociedad civil y sectores del ejército se alzaran en armas formando el llamado Ejército de Liberación de Siria. Para finales de año, los rebeldes —como se comenzó a denominar en los medios internacionales a quienes se enfrentan con el gobierno—, habían formado una guerrilla en el norte del país en donde intentaban tomar la mayor parte de las localidades, acción esta que posteriormente se extendería a lo largo del territorio sirio.

A inicios de 2012, los rebeldes habían logrado dominar muchas localidades del norte del país, pese a los contraataques diarios del ejército. La rebelión popular fue dando pie a enfrentamientos armados hasta desembocar en la segunda guerra civil de la Primavera Árabe. En 2012 se intensificaron de manera creciente los combates, así como la dureza de los ataques del ejército sirio a las ciudades parcial o completamente ocupadas por los rebeldes, destacando la ofensiva sobre Homs, que convirtió la antigua Emesa en la ciudad más dañada por la guerra hasta entonces. La contienda tomó un curso más serio y decisivo cuando entre junio y agosto del mismo año los rebeldes tomaron el control del este de Alepo y mantuvieron numerosos frentes en la capital, Damasco. En Damasco, el ejército sirio logró hacer retroceder a los rebeldes, aunque persisten combates y atentados con frecuencia e intensidad irregulares.

Para 2013, la violencia en el país aumentó y los combates se vivían con mayor crueldad. Las batallas en Damasco y Alepo tenían a ambas ciudades devastadas y con un gran número de muertos, en su mayoría civiles. Los rebeldes lograron dominar la ciudad de Raqqa en marzo, convirtiéndola en la primera capital de provincia en caer completamente. Pero en junio, la oposición sufrió una trascendental derrota en la ciudad de Al-Qusayr, batalla en la que intervino la organización libanesa Hezbolá y determinados apoyos de las fuerzas Quds iraníes.

En los años 2013 y 2014 la guerra se ha caracterizado por la creciente internacionalización que tuvo el conflicto. La globalización del conflicto, dio lugar a apoyos de los diferentes bandos; mientras occidente, liderado por EEUU, la Unión Europea y la Liga árabe, insistían en apoyar a los rebeldes para provocar la salida de Asad; naciones como Irán, Rusia, China y Cuba, apoyan fielmente al gobierno y, todas ellas han proporcionado a las facciones en combate grandes cantidades de armamento y aporte financiero. Pero sobre todo ha sido un periodo importante por la aparición del Estado Islámico en 2014, grupo terrorista de carácter religioso extremista que aglutinando en sus filas la mayoría de los grupos yihadistas que combatían por su cuenta en el territorio, ahora combate férreamente a Al Assad tanto contra la fuerzas gubernamentales como contra el Ejército de Liberación de Siria y emplea el país como Base de Partida para sus incursiones actuales en Iraq. Dada la importancia de las actuaciones y repercusiones del Estado Islámico se desarrollará con más detalle en otro apartado.

El conflicto aún sin cerrar y lleno de altibajos ya ha dejado más de 130.000 muertos, lo que lo convierte en la guerra más grande de la última década, la crisis humanitaria más brutal del Siglo XXI y el conflicto más sangriento de la Primavera Árabe que ha llevado los combates hasta la misma frontera con Turquía y han penetrado en gran parte del norte de Irak.

Además de otros problemas como crisis humanitaria y salida de los habitantes a países como Turquía, Líbano o Jordania, la guerra civil en Siria está causando la destrucción del rico patrimonio de Siria, como los cascos antiguos de Damasco, Bosra y Alepo; las ruinas de la ciudad de Palmira, el Krak de los Caballeros, la Ciudadela de Saladino o las Aldeas antiguas del norte de Siria.

Merece hacer punto y aparte para hacer una mención específica a las actividades sirias en el campo de las Armas de Destrucción Masiva. Siria al principio de la guerra civil era uno de los países no firmantes de la Convención para la Prohibición de la Armas Químicas (CAC) y por lo tanto no perteneciente a su organización, la OPAQ. Además se daba la circunstancia de que tras los últimos enfrentamientos fallidos en las guerras con Israel, entendió que su mejor defensa se debería basar en la investigación, la producción y el empleo de dichas armas y de misiles de corto y medio alcance. Para ello contó durante muchos años con el apoyo mediante la compra de medios y tecnología desde Rusia, Pakistán e Irán. Las acusaciones del empleo de estas armas contra los grupos rebeldes y parte de la población civil por parte del gobierno llevaron a denuncias de la Comunidad Internacional encabezadas principalmente por EEUU y el Reino Unido, dichas denuncias se transformaron en amenazas reales de participación armada contra Al Assad lo que le indujo, aconsejado por su importante colaborador, Rusia a adherirse a la CAC y firmar acuerdos con la OPAQ (14 de octubre de 2013) para proceder de forma inmediata a la declaración de sus lugares de fabricación, almacenamiento y de las existencias de sus armas químicas[82].

En un tiempo record (en comparación con lo que generalmente viene siendo habitual para la destrucción de dichas armas) y con un fuerte apoyo técnico y económico internacional se procedió a la evacuación de las mismas y a su destrucción por procedimientos de hidrólisis en un barco norteamericano en alta mar de las conocidas existencias de gases sarín y mostaza y de otros elementos y depósitos en tierra[83] fijándose la fecha del 30 de junio de 2014 como fecha tope para la destrucción de todos los elementos declarados. Digo declarados, porque aunque el 19 de agosto del mismo año se anunció la neutralización en tan solo 41 días unas 600 toneladas de gas sarín y otras 20 de gas mostaza y de que no existían más elementos en tierra, no se tardó en identificar que Siria en su declaración inicial no había revelado todos los elementos y lugares donde las almacenaba o fabricaba. Así, el 17 de septiembre de 2014 se identificaron cuatro depósitos y un centro de producción de ricina[84]más. El problema se agravó porque uno de ellos podría haber caído en manos o estar en territorio dominado por el Estado Islámico.

Por otro lado, con la ayuda de Corea del Norte y posiblemente Pakistán inició un proceso para la obtención de armas nucleares. Experiencias, que fueron desbaratadas por Israel al destruir del 6 de septiembre de 2007, mediante un ataque aéreo sincronizado, la central de Al-Kibar, situada en la región de Dayr az- Zawr.

Es imposible predecir qué ocurriría en Oriente Próximo si cayera el régimen sirio, algo por ahora improbable tanto por los apoyos exteriores que recibe como por los recelos a combatirlo directamente y en fuerza por parte de la Comunidad Internacional. Pero el vuelco sería, sin ninguna duda, el más importante desde la revolución islámica en Irán.

La aparición del Estado Islámico[85]. El IS (por sus siglas en inglés) es una organización extremista suní que ha cambiado su nombre en múltiples ocasiones desde su formación. La organización emergió en 2004, con el nombre de Yama'at al-Tawhid wal-Yihad (Comunidad del Monoteísmo y la Yihad) pero lo cambió en octubre de 2004 por Tanzim Qa'idat al-Yihad fi Bilad al-Rafidayn (Organización de la Base de la Yihad en el País de los Dos Ríos, TQJBR), conocida coloquialmente como "al-Qaeda en Irak”. En enero de 2006, el grupo se unió con otros grupos independientes y se llamó Consejo de la Shura de los Muyahidines, y en octubre de 2006 eligió el nombre Dawlat al-'Iraq al-Islamiyya, Estado Islámico de Irak. En abril de 2013 el grupo cambió su nombre a "Estado Islámico de Irak y el Levante" para reflejar su involucración en la Guerra Civil Siria.

Cuenta actualmente con unos 30.000/50.000 militantes armados activos y muchos miles de simpatizantes en todo el mundo. Su actual jefe es Abu Bakr al Bagdadi también conocido como el “Califa Ibrahim” tras autoproclamarse como tal. Su llegada a la posición que ocupa surge, como casi siempre, por las luchas intestinas para alcanzar el poder y la sumisión del resto de los grupos entre cabecillas afines pero de facciones diferentes. Actuaba a las órdenes de Al Qaeda Central hasta que pretendió que el jefe del frente Al Nusra (que opera en Siria), Golani, estuviera a sus órdenes, tras la negativa de este, decidió hacer la guerra por su cuenta.

Su fundamento de autoridad está en la Sharia al Islamiya, la ley musulmana. El término de «Estado islámico» ha tomado una connotación específica moderna desde el siglo XVIII, siendo promovido por ideólogos como Abul Ala Maududi, Ruhollah Jomeini, Israr Ahmed o Sayyid Qutb. Al igual que sucedió con los primeros califatos, están enraizados en los principios de la ley islámica, pero, a diferencia de éstos, los Estados Islámicos modernos pueden incorporar nociones políticas como el sistema parlamentario, la nominación de un gobierno, la soberanía popular o la organización de elecciones.

Tras decidir declarar la Yihad (guerra santa) y crear el Estado Islámico, llamó a sus seguidores a luchar por dicho Estado y no diluirse en diferentes esfuerzos parciales contra diferentes tendencias u opresiones a su causa en diferentes países. Profesan un islam ancestral y son seguidores de las teorías de Abu Bakr (que fue el segundo califa después de Mahoma) de ahí el primer nombre adoptado por Abu Bakar al Bagdadi (Abu Bakar de Bagdad) actualmente, Califa Ibrahim. Siguiendo dichas reglas, ofrecen a los de otras religiones que se conviertan al Islam o si no que paguen un diezmo en función de sus riquezas, castigándoles con la pena de muerte si no eligen alguno de dichos caminos siendo más que conocidas las decapitaciones individuales y masivas así como fusilamientos en masa de los rehenes que caen en sus manos tras los combates.

La organización se caracteriza por su severa interpretación del Islam y su violencia brutal contra los chiitas. Al ser sus miembros de fe suní, su objetivo declarado es abarcar inicialmente Jordania, Israel, Palestina, Líbano, Kuwait, Turquía, Chipre, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos para expandirse posteriormente a la mayoría de los países del norte y centro de África y ocupar parte de la Europa del sudeste y la totalidad de la Península Ibérica (Al Ándalus). Ya se sabe que además, han establecido delegaciones en Afganistán y la India.

Pretende llegar a encabezar un Califato mundial, cuya capital posiblemente se instalaría en Córdoba, en esto si siguen los ideales y sentimientos ya originados en el seno del Al Qaeda de Osama Bin Laden, quien llegó a mencionar y ansiar el “Al Andalus” en muchos de sus escritos, discursos y videos grabados.

En menos de un año de existencia han conseguido dominar grandes extensiones de terreno y propiedades petrolíferas tanto en Siria como en Irak y que la mayoría de los Yihadistas que luchaban en otras organizaciones similares se pasen a su filas; de entre ellos un importante contingente de ciudadanos europeos (unos 5.000) se cree que luchan enrolados en el IS.

De entre sus acciones recientes de mayor calado se citan: la masacre durante la conquista de Mosul (Irak) en junio de 2014; los asesinatos masivos de la minoría Yazidí en julio; el fusilamiento masivo de soldados prisioneros sirios en agosto y la publicación de los primeros degüellos de los periodistas americanos, James Foley y Steven Sotloff en agosto y septiembre respectivamente. Gran parte de los mandos militares que dirigen las operaciones de combate proceden de las filas de antiguos oficiales iraquíes fieles a Saddam Husein, que se han agrupado en lucha armada para recuperar el espacio perdido en Irak tras la 2ª guerra del Golfo.

Mucho se ha hablado de sus fuentes de financiación, habiéndose llegado incluso a señalar a Arabia Saudí, como el país que inicialmente corría con sus gastos; pero todo parece apuntar que los principales fondos provienen de robos de bancos, saqueo de ciudades, secuestros y fundamentalmente de la venta (empleando intermediarios) del petróleo producido en las prospecciones que dominan en Siria e Irak.

La Cumbre de la OTAN en Gales (4 y 5 de septiembre 2014) aprovechó la nueva situación y amenaza geoestratégica provocada por la inmersión rusa en Ucrania y la aparición del EI para dar un vuelco a sus postura estratégica y así la agenda de esta Cumbre que, inicialmente, se preveía casi limitada a la discusión sobre la continuidad y el cambio de misión de las tropas OTAN en Afganistán a partir de 2015, se vio complicada con dichos conflictos calientes que acabamos de referir. Ambas situaciones no podían obviarse por la OTAN y a pesar de las dificultades para actuar como Alianza en cualquiera de las dos, el aumento de la amenaza del IS y las ya mencionadas publicaciones de los degüellos de dos periodistas americanos (los primeros) y el cariz de los acontecimientos en Ucrania, obligaron al Presidente Obama a presentarse a la mesa en Gales con, al menos, algunas propuestas viables y que no tuvieran un gran problema para encontrar el consenso aliado.

Como consecuencia de lo anterior la cumbre adoptó lo que se viene a llamar el “NATO Readiness Action Plan” cuya finalidad era proporcionar un conjunto coherente e integral de las medidas necesarias para responder a los cambios en el entorno de seguridad en las fronteras de la OTAN y más allá de ellas que sean motivo de preocupación a los aliados. Responder a los desafíos planteados por Rusia y sus implicaciones estratégicas. Y también a los riesgos y amenazas que emanan de nuestros vecinos del sur, Oriente Medio y África del norte. El Plan fortalece la defensa colectiva de la OTAN, la capacidad de gestión de crisis. Contribuirá a asegurar que la OTAN siga siendo una alianza fuerte, lista, robusta y sensible capaz de responder a los retos actuales y futuros donde pudieran surgir.

En lo referente a la emergente amenaza del IS la Declaración Conjunta entre otras conclusiones y acciones a tomar afirma que el IS “Plantea una grave amenaza a la población iraquí, al pueblo sirio, a la región y a nuestras naciones. Nos indignan los recientes ataques bárbaros de ISIL contra todas las poblaciones civiles, en particular aquellos que sistemática y deliberadamente han sido dirigidos contra comunidades religiosas y etnias enteras. Condenamos los actos violentos y cobardes de la ISIL en los términos más fuertes. Anunciamos que si se ve amenazada la seguridad de cualquier aliado, no dudaremos a tomar todas las medidas necesarias para garantizar nuestra defensa colectiva. El rápido deterioro de la situación de seguridad en Irak y de la expansión del ISIL subraya la necesidad de una solución política basada en un gobierno iraquí que incluya representaciones de todas las facciones políticas y religiosas en el país. Además, a la luz de las dramáticas consecuencias humanitarias de esta crisis y sus repercusiones sobre la seguridad y estabilidad regional, muchos aliados ya han suministrado y están ofreciendo, seguridad y asistencia humanitaria a Irak de forma bilateral.”

Para adoptar medidas concretas de acción para afrontar la constante amenaza que supone el IS se tuvo que producir un encuentro, al margen de las reuniones oficiales de la Cumbre. En el que, de los 28 países miembros de la OTAN solo 9 participaron. Asistieron los ministros de Defensa y Exteriores de EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca. En dicha reunión, aparte de confirmaciones y/o informaciones posteriores, se llegó a un acuerdo de mínimos por el que se comprometieron a estudiar la realización de acciones de carácter militar aéreo, inteligencia y operaciones de decepción, pero sin participación de fuerzas en tierra. Al menos, en territorio sirio para evitar que estas acciones sean confundidas con apoyos clave para la supervivencia del régimen de Al Asad.

Desde entonces y a pesar de los esfuerzos y aumento de contribuyentes activos y pasivos a la alianza contra el IS, las victorias del grupo yihadista han sido mayores que sus derrotas y la estrategia adoptada por la Comunidad Internacional parece que tardará en dar sus buenos frutos o jamás lo conseguirá. La implicación de potentes fuerzas terrestres[86] bien dotadas y entrenadas es vital para la ocupación del terreno y el control de las acciones del enemigo sobre las poblaciones ocupadas y sus respectivos ciudadanos. El número de asesinatos públicos de civiles occidentales y de militares capturados prisioneros tanto en Siria como en Irak ha ido en aumento y su campaña propagandística sigue impactando en las poblaciones islamistas afincadas hace una o dos generaciones en países occidentales, fundamentalmente entre los europeos, por lo que el número de combatientes seguirá aumentando, al igual que ocurrirá con la decepción e intranquilidad occidental por las posibles acciones terroristas que puedan llevarse a cabo por “lobos solitarios” o células durmientes o por aquellos que retornen desde el conflicto a sus países de origen.

El hecho de que hayan llegado hasta la misma frontera con Turquía (controlan más un tercio del enclave kurdo sirio de la ciudad fronteriza de Kobani), pone en jaque a las fuerzas de seguridad de dicho país y provoca alzamientos entre la población kurda residente en dicho país, quienes queriendo enrolarse en las fuerzas que combaten contra sus parientes en suelo sirio, no cuentan con la aprobación ni el apoyo turco para cruzar la frontera.

La situación tanto en Siria como en Irak es muy difícil de predecir y cada vez van ganado aceptación entre otros grupos armados de corte islamista y de al Qaeda al presentarse como una alternativa más a recuperar y dominar terrenos en otros países africanos.

El IS es un claro y evidente ejemplo de cómo un grupo fanático religiosos puede poner en duda la eficacia de una alianza fuerte y decidida a combatirles a pesar de las grandes diferencias en capacidades humanas y materiales. Sus integrantes, tal y como se ha mencionado, provienen de todos los continentes sin una ligazón mayor que sus creencias religiosas y la fe en conseguir el establecimiento del ansiado califato y de las leyes que le rigen. Otro factor novedoso en esta formación y que empieza a aflorar con fuerza, es el gran interés para lograr la adhesión de mujeres a la causa a fin de servir de concubinas de los guerreros y la autorización expresa a los combatientes del uso sexual de todas las mujeres que sean capturadas en sus conquistas; esta situación da un giro de anticipación a parte de “las ventajas” de morir en la Guerra Santa. El IS podría convertirse en el mayor problema del primer cuarto del siglo XXI si no se adoptan otro tipo de medidas más contundentes para combatirlos sobre el terreno con medios apropiados y se obtiene la participación y presión de determinados países importantes, hasta ahora expectantes, como Rusia y China; así como determinada cooperación por parte de dirigentes religiosos islámicos moderados con capacidad de influencia, que puedan ser capaces de contrarrestar las ideologías adversas del grupo y sean capaces de hacer un llamamiento efectivo a la moderación y la cordura del mundo islámico en general.

CONCLUSIONES

Tras haber repasado la mayoría de los imperios que han existido en la historia conocida y de los grandes conflictos que han sido posibles por la formación de determinadas alianzas, podemos llegar a establecer determinadas pautas o conclusiones que se resumen en los siguientes puntos.

Los grandes imperios que han venido dominando la mayor parte del mundo antes y después de Cristo, generalmente, han llegado a su máximo esplendor y amplitud territorial cuando lograron forjar alianzas de forma natural o como resultado de la opresión que las metrópolis ejercieron sobre los habitantes de los territorios dominados quienes, normalmente, eran obligados a convertirse en esclavos y/o unirse a sus ejércitos.

La necesidad de contar con dichas alianzas es mucho más patente a la hora de llevar a cabo la mayoría de las grandes guerras o confrontaciones para de forma más o menos aceptada llegaron a crear efímeros imperios; sin la creación y participación de dichas alianzas no hubieran tenido lugar o, por el contrario, no se hubieran podido resolver o neutralizar.

Las condiciones para alcanzar una alianza varían según las circunstancias; así muchas de estas se han realizado entre consanguíneos, afines, vecinos o movidas por causas étnicas, sucesorias, políticas, económicas o religiosas con un objetivo común o para hacer frente a una amenaza interna o externa que pudiera poner en peligro su propia existencia o libertad de acción. Todas las anteriores podríamos encuadrarlas bajo la denominación de Alianzas Naturales. Pero, en otros casos, y no son pocos a lo largo de la historia, las correspondientes alianzas podrían denominarse Contra Natura porque una persona, país o coalición se ha visto inmerso en dicho tipo de manejos con compañeros de viaje insospechados, de forma temporal, forzada o con un objetivo limitado y poco claro. Generalmente, el problema reside en que estos elementos son de circunstancias y, a veces, contrarios al propio sentimiento, causa, etnia o religión, por lo que su resultado casi siempre ha sido nefasto.

En muchas ocasiones un país o coalición no duda en formar parte de una alianza y pasarse al bando contrario cuando la estrategia o la situación de conveniencia lo requieren. En otras ocasiones se recurre a buscar aliados para vencer a un enemigo dominante y cuando se consigue vencer a este, alguno de los nuevos aliados, se convierte en un opresor igual o peor que el anterior.

A lo largo de su evolución de la historia muchos de los imperios coincidieron en el tiempo, el auge de algunos pudo ser la principal causa de la decadencia de los anteriores o simultáneos e, incluso en otros casos, los más fuertes fueron capaces de superar en permanencia en el tiempo a otros que aparecieron con posterioridad.

Tras el estudio detallado de los casos expuestos en el presente trabajo se podría afirmar que muchas de las alianzas originales han tenido mucho que ver en la creación y el auge de los imperios. No obstante, todo apunta a que estas no sean la causa más importante de su caída salvo en el caso anecdótico del fin de la Primera Guerra Mundial, contienda a la que confluyeron cuatro imperios en alianza y todos ellos desaparecieron o se disolvieron en estados más pequeños al final de la misma o transcurrido un breve espacio de tiempo; aunque en realidad las causas para que esto ocurriera provinieron además de la propia a alianza, de las nefastas consecuencias políticas internas en cada uno de ellos tras haber perdido dicha contienda y porque algunos ya se encontraban en estado de descomposición cuando entraron en la coalición.

Sin embargo, hay otros factores más dominantes o causantes de dichas desapariciones como: la aparición de nuevos enemigos del imperio en cuestión, la degradación de las personas responsables o herederas del imperio, las luchas intestinas, las traiciones individuales o colectivas, la pérdida de valor del territorio conquistado, las grandes distancias o separación entre los diversos elementos que lo componen, el desgaste de las políticas que fomentaban la unión de los estados miembros (la disolución del imperio Austro-Húngaro y su partición en varios estados es un claro ejemplo de esto), la corrupción de los políticos que les llevaron a la unidad, los cambios en las tácticas, técnicas, procedimientos y estrategias del arte de la guerra y sobre todo el desgaste de las guerras necesarias para mantenerlos o prevenirlos de invasiones; máxime cuando las derrotas superaron a las victorias.

Algunos imperios se perdieron o desaparecieron por simples causas meteorológicas como las pertinaces sequías o batallas navales en malas condiciones de la mar. Otros de mucha importancia se han visto en peligro cuando perdieron el dominio de los mares. Dominio, que les facilitaba las comunicaciones a larga distancia y el envío rápido de refuerzos militares y sobre todo, la pujanza de sus intercambios comerciales, en suma, sus economías. Incluso hay casos especiales como ocurrió con el imperio azteca en el que las enfermedades infecciosas, hasta el momento desconocidas por ellos y traídas por sus invasores, contribuyeron en gran medida a su caída por la abrumadora mortandad que causaron entre sus filas.

El origen y desenlace de los grandes conflictos han sido, en muchas ocasiones, la pieza clave para la expansión, continuidad y desarrollo de algunos imperios, o por el contrario y como ya se ha mencionado, la causa de su desaparición o desintegración; como es el caso de las dos Guerras Mundiales que supusieron la caída, entre otros, de cinco importantes imperios aunque estas inicialmente potentes alianzas no tuvieron nada que ver en las respectivas formaciones o el auge de dichos imperios por separado.

Los grandes imperios han sido capaces, gracias fundamentalmente a las alianzas que los sustentaron, de llevar a cabo importantes mejoras y desarrollos en la cultura, la agricultura y la innovación y el desarrollo en la metrópoli y fundamentalmente sobre los territorios ocupados. Solo la pérdida de los orígenes e ideas que las motivaron, su participación en los grandes conflictos en concurrencia con otros actores y la degradación de sus herederos fueron capaces de llevar al traste la mayor parte de los logros alcanzados. Como parte negativa, se aprecia con mucha frecuencia, que dichos imperios han sido la causa fundamental de las muertes masivas, la esclavitud, el tráfico de personas o importantes éxodos de los habitantes de las tierras conquistadas.

El auge o mantenimiento de ciertos imperios han sido causantes de guerras entre los contemporáneos dado el cruce de intereses que así lo aconsejaba o porque muchos de ellos engordaron a costa de las conquistas sucesivas sobre los que estaban en peores condiciones de defensa o ya en franca decadencia dando origen a nuevas alianzas en las que se llegaban a juntar aquellos que poco antes luchaban en filas contrarias.

Las alianzas derivadas de la expansión de una ideología política, pero basadas en la presión y la desconfianza entre sus miembros tienen poco grado de supervivencia y continuidad como pudo ser el caso de la URSS dado que sus miembros abandonan a la “matriz” a la menor oportunidad por estar basadas en raíces poco profundas. Por otro lado, si la causa del imperio resultante se debe a motivos de expansión religiosa, las alianzas consecuentes posiblemente puedan llegar a crear nexos de unión o lazos más fuertes, de mayor duración en el tiempo y con grandes dificultades para conseguir su total derrota y erradicación.

Las propias alianzas han sido en algunos casos la propia causa del desastre de las operaciones para las que se generaron, siendo las guerras árabe-israelíes unos claros ejemplos de ello. La desconfianza, las agendas ocultas o el falso grado de autoestima de sus integrantes han sido motivo más que suficiente para que las misiones que las originaron nunca llegaran a buen término a pesar de contar con la mayoría de los factores a su favor.

Las alianzas que denominamos contra natura como es el caso de la última de las opciones para la lucha contra el Estado Islámico son muy difíciles de manejar dadas las diferencias en políticas, creencias socio-religiosas y medios a aportar. En estas situaciones es prácticamente imposible alcanzar el deseado resultado.

Un fenómeno que se repite con relativa frecuencia a lo largo de la historia consiste en que algunos imperios han caído por el ataque simultáneo o en paralelo de diversos pueblos, naciones o imperios sin que necesariamente estos actores tuvieran que formar una alianza previa.

Lo más ruin es que un país o coalición apoye a los dos bandos de un mismo conflicto como ha ocurrido en bastantes ocasiones simplemente por meros intereses comerciales y lo que supera el grado de hipocresía es que, más reciente en la historia, un miembro permanente del CSNU haga caso omiso a las resoluciones de neutralidad o condena adoptadas en el mismo y se decante por el apoyo (directo, indirecto o encubierto) a alguno de los actores de la contienda en cuestión sin tener en consideración dichas resoluciones o prohibiciones.

Hay que saber diferenciar entre Imperialismo y Colonialismo, ambos conceptos son diferentes tanto en su origen como en los motivos para mantenerlos y en la forma que se llegó a su disolución o pérdida. El colonialismo surgió de los descubrimientos de nuevas tierras en los pasados 500 ó 600 años y como necesidad de obtener mano de obra y recursos naturales a bajo precio para alimentar las necesidades de dinero, materiales preciosos o materias primas y aumentar sus capacidades de exportación de sus productos a grandes mercados. También se le debe a este movimiento la extensión y difusión de la cultura, costumbres, religión, lenguas y procedimientos que de otro modo pudieran haber tardado décadas o centurias en haber llegado hasta dichos territorios, o por el contrario, jamás lo hubieran logrado. En algunos de los casos y sobre todo en aquellos en los que las colonias recibieron su carta de libertad en razón de una decisión o ley unidireccional proveniente de la metrópoli -como es el caso de gran parte de las colonias francesas y algunas de las británicas- el respeto y la consideración hacia dicha metrópoli perdura hasta nuestros días, sin embargo, y por desgracia en otros muchos casos, los odios generados por los abusos del dominante o colonizador han supuesto una gran fractura entre los actores y receptores sin que exista ninguna posibilidad para la recuperación de sus relaciones.

Como fenómeno curioso, podemos apreciar que en algunos casos, son ahora las antiguas colonias las que están llegando a dominar económicamente a las metrópolis (por ejemplo, baste citar que: la mayor parte del capital de las empresas de marca legendaria de automóviles ingleses está en manos de empresas o inversores indios, o la entrada y generalización en Europa de la compra, alquiler o financiación de legendarios y afamados equipos de futbol o empresas de prestigio)

Para finalizar quisiera resaltar otros dos factores de cierto interés también observados que consisten en: las ansias de revancha o recuperación de los imperios o dominios perdidos por generaciones anteriores (los sucesivos imperios germánicos) y la poca aplicación o puesta en práctica de las lecciones aprendidas de los errores en campañas o situaciones precedentes sobre un mismo territorio propiciando con ello la repetición de idénticos fracasos (las campañas sobre Rusia de Napoleón y Hitler).

Nota Final del autor. A pesar de no pretender que este sea un trabajo académico o de contrastada historia universal y de haber procurado recoger de diversas fuentes datos fiables sobre cada uno de los imperios o conflictos, es posible que alguno de ellos no vierta una certeza absoluta en su contenido que, por otra parte, he sido incapaz de detectar ni contrastar. Por ello, quisiera pedir disculpas por si alguno de los lectores de este documento pudiera discrepar con la veracidad o fidelidad en algo de lo reflejado.

F. Javier Blasco

Coronel del Ejército de Tierra (Reserva)

[1] http://www.historialuniversal.com/2009/05/los-sumerios-imperio-mesopotamia-sargon.html

[2] http://www.hiru.com/historia/el-egipto-faraonico y http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Egipto

[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Nomarca. El Nomarca era el jefe supremo de la administración local en el Antiguo Egipto, responsable de la irrigación, del rendimiento agrícola, y también de recaudar impuestos y fijar los límites de las propiedades después de la inundación anual del Nilo, y era responsable de v gestión de almacenes y graneros. El territorio que gobernaba recibía el nombre de Sepat y desde la época de Akenatón el de kah. Los griegos lo llamaron Nomo que podría traducirse por distrito o provincia.

[4] http://www.historialuniversal.com/2009/05/renacimiento-sumerio-ur-nammu.html

[5] http://www.aishlatino.com/judaismo/historia/curso-rapido/El-imperio-griego.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Antigua_Grecia

[6] http://www.laguia2000.com/edad-antigua/el-imperio-persa#ixzz3G3FnRTaa

[7] Historia de la Humanidad, Editorial Planeta (1977), Tomo 2º, página 292

[8] http://cienciahistorica.com/2014/02/23/auge-y-caida-de-los-mayas/

[9] http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_incaico y http://www.bibliotecapleyades.net/arqueologia/esp_machu_picchu04.htm

[10] http://www.profesorenlinea.cl/universalhistoria/Roma/IMPERIOROMANO.htm

[11] http://es.wikipedia.org/wiki/La_caida_del_Imperio_Romano

[12] http://www.elportaldelaindia.com/El_Portal_de_la_India_Antigua/Maurya.html

[13] http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_China

[14] http://mihistoriauniversal.com/edad-media/imperio-romano-oriente-bizantino/

[15] http://www.hiru.com/historia/el-reino-visigodo-de-toledo

[16] http://es.wikipedia.org/wiki/Califato_abas%C3%AD

[17] http://www.historialuniversal.com/2010/07/imperio-carolingio-de-carlomagno.html

[18] http://es.wikipedia.org/wiki/Sacro_Imperio_Romano_Germ%C3%A1nico

[19] http://www.biografiasyvidas.com/monografia/gengis_kan/imperio_mongol.htm

[20] http://www.mundohistoria.org/temas_foro/historia-oriente/imperio-otomano

[21] http://www.historialuniversal.com/2010/10/civilizacion-cultura-azteca.html

[22] http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_portugu%C3%A9s

[23] http://listas.20minutos.es/lista/los-imperios-mas-poderosos-de-la-historia-263741/

[24] Felipe II de Austria o Habsburgo, llamado «el Prudente» (Valladolid, 21 de mayo de 1527-San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue rey de España desde el 15 de enero de 1556 hasta su muerte, también de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves —como Felipe I— desde 1580. Fue asimismo rey de Inglaterra e Irlanda jure uxoris, por su matrimonio con María I, entre 1554 y 1558. Hijo y heredero de Carlos I de España e Isabel de Portugal, hermano de María de Austria y Juana de Austria, nieto por vía paterna de Juana I de Castilla y Felipe I de Castilla y de Manuel I de Portugal y María de Aragón por vía materna. http://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_II_de_Espa%C3%B1a

[25] http://es.wikipedia.org/wiki/Decadencia_espa%C3%B1ola

[26] A pesar de que España les había ayudado cien años antes en su guerra de independencia llevando a cabo la conocida como la guerra anglo-española de 1779-1783. http://es.wikipedia.org/wiki/Espa%C3%B1a_en_la_guerra_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos,

[27] http://www.victorianweb.org/espanol/historia/imperio/imperio.html

[28] La guía de Historia http://www.laguia2000.com/rusia/el-imperio-ruso#ixzz3Fjxvljov

[29] http://sigloxviiirevoluciones.wordpress.com/2008/07/11/imperio-napoleonico/

[30] El día 18 de brumario del año VIII de la República -según el calendario republicano francés- (9 de noviembre de 1799 en la realidad) Napoleón Bonaparte, aprovechando la debilidad política del Directorio Ejecutivo gobernante en Francia, dio un sorprendente golpe de Estado contando con el apoyo popular y del ejército (sabedores de sus hazañas y capacidades en las diferentes campañas de las Guerras Revolucionarias Francesas), junto a algunos ideólogos de la Revolución como Sieyès. http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_del_18_de_brumario

[31] http://historiadesterrada.blogspot.com.es/2013/06/napoleon-bonaparte-ii-el-emperador-de.html

[32] El 2 de diciembre de 1805 (11 de Frimario del año XIV según el calendario republicano francés) un ejército francés comandado por el emperador Napoleón I derrotó decisivamente a un ejército ruso-austríaco bajo mando del Zar Alejandro I de Rusia y del emperador Francisco II del Sacro Imperio Romano Germánico tras casi nueve horas de difícil combate. La batalla tuvo lugar cerca de Austerlitz (Slavkov u Brna), a unos 10 km al sureste de Brno, en Moravia, entonces parte del Imperio austríaco y hoy en la República Checa. La batalla es a menudo recordada como una obra maestra de estrategia y táctica.

http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Austerlitz.

[33] La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el marco de la tercera coalición. Se produce frente a las costas del cabo de Trafalgar, en Los Caños de Meca, localidad del municipio de Vejer de la Frontera (hoy perteneciente al municipio de Barbate). Dicha batalla naval está considerada como una de las más importantes del siglo XIX, donde se enfrentaron los aliados Francia y España (al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina) contra la armada británica al mando del vicealmirante Horatio Nelson, quien obtuvo la victoria por la diferente situación en el despliegue para el combate, la superioridad técnica de los buques británicos y la desidia, retardo en el cumplimiento de la órdenes recibidas y en gran parte por la cobardía de Villeneuve en el Campo de Batalla. (varias fuentes)

[34] Para Napoleón, la campaña de 1813 empezó con los mejores auspicios. El 2 de mayo vencía a los ejércitos ruso y prusiano en Gross-Górschen, cerca de Leipzig, y semanas después lograba una nueva victoria en Bautzen, en Silesia. Parecía que Napoleón no había perdido su genio estratégico. Sin embargo, algo fallaba, algo había cambiado; antes, el emperador explotaba sus victorias con la rapidez del rayo; en cambio, en junio de 1813, aunque la acción de Bautzen demostrara que sabía vencer todavía, acto seguido el emperador firmaba un armisticio del que se arrepintió siempre.

En la primera mitad de 1813. Prusia, contagiada por los sucesos españoles, se sublevó contra Napoleón. En marzo, el rey Federico Guillermo se unió a Rusia, declaró la guerra a Francia publicó su célebre proclama: "A mi pueblo", redactada a pesar suyo.

gracias a las maniobras de Metternich, Austria se adhirió a la coalición y pronto se constituyeron tres ejércitos contra Francia: el de Bohemia, al mando del príncipe Schwarzenberg; el de Silesia, al de Blücher, y el ejército del Norte, a las órdenes del príncipe Carlos Juan de Suecia, es decir, de Bernadotte, encargado de proteger Berlín.

Se cerraba el círculo: en el frente europeo meridional y en junio de 1813, los anglo-españoles de Wellington vencían a los franceses en Vitoria y avanzaban hacia la frontera pirenaica, terminaba la guerra de España, y la de Alemania duraría poco tiempo. En efecto, Napoleón fue vencido en Leipzig, el 16 de octubre, por los ejércitos aliados unidos. Después de tres días de encarnizada lucha, el emperador ordenó la retirada a sus tropas y se sintió derrotado.

En noviembre, Napoleón. con el resto de sus tropas, atravesaba el Rin y regresaba a Francia. Empezaba la desintegración. La Confederación del Rin fue disuelta, Baviera y Sajonia se separaron de Napoleón y Jerónimo Bonaparte fue arrojado de Westfalia al igual que José de España. Los holandeses se sublevaron y Murat, rey de Nápoles, negoció por su cuenta con Austria tratando de salvar su trono. A finales de 1813, los ejércitos aliados entraban en Francia. http://www.portalplanetasedna.com.ar/leipzig.htm

[35] http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/2674.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_austroh%C3%BAngaro

http://www.vienayyo.com/2011/06/02/el-imperio-austrohungaro/

[36] El atentado fue perpetrado por Gavrilo Princip, miembro de la Joven Bosnia —movimiento cuyo objetivo era la emancipación de Bosnia de Austria-Hungría—, que habría contado con el apoyo de militares serbios. La motivación política del asesinato era compatible con la ideología del movimiento que, más tarde, fue conocido como Joven Bosnia

[37] http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_del_Jap%C3%B3n

[38] http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_ruso-japonesa

[39] http://www.historiasiglo20.org/TEXT/capitulacionjapon.htm

[40] http://es.wikipedia.org/wiki/Imperialismo_estadounidense

[41] Con la explosión del barco Maine en el puerto de la Habana, supuestamente provocada por España, como casus belli. Mediante los Acuerdos de París de 1898, se acuerda la futura independencia de Cuba, que se concretará en 1902, y España cede Filipinas, Puerto Rico y Guam. Las restantes posesiones españolas en Asia, (Islas Marianas, Islas Carolinas y Palaos) fueron vendidas a Alemania en 1899 por 25 millones de pesetas, por el Tratado Germano-español; posteriormente serían administradas por el Imperio Japonés tras la primera guerra mundial y luego por EEUU tras la segunda guerra mundial.

[42] Declaró la guerra contra México el 13 de mayo de 1846. Ese año ocupó las provincias mexicanas de Alta California y Nuevo México. Al año siguiente, el general Winfield Scott entra en el corazón de México y ocupa su capital, Ciudad de México. El Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848 puso fin a la guerra y dio a EEUU el control indiscutible sobre Texas, estableció la frontera con México en el Río Grande o Bravo, y México les cedió los actuales estados de California, Nevada y Utah, así como partes de los actuales Colorado, Arizona, Nuevo México, y Wyoming.

[43] http://www.dw.de/ii-reich-imperio-bismarckiano-1871-1918/a-2266793

http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_alem%C3%A1n

[44] http://www.resumendehistoria.com/2010/06/la-primera-guerra-mundial-resumen.html y http://es.wikipedia.org/wiki/Primera_Guerra_Mundial

[45] Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues entendió que Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto.

[46] El Protocolo de Ginebra de 1925 prohíbe el empleo en la guerra de armas biológicas y químicas. Dicho Protocolo se redactó y firmó en la conferencia para la supervisión del comercio internacional de armas y munición, celebrada en Ginebra del 4 de mayo al 17 de junio de 1925 bajo los auspicios de la Sociedad de Naciones, y entró en vigor el 8 de febrero de 1928.

[47] La Sociedad de Naciones (SDN) o Liga de las Naciones fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919. Se proponía establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra mundial. La SDN se basó en los principios de la cooperación internacional, arbitraje de los conflictos y la seguridad colectiva. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial a mediados del siglo XX, la SDN fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo sucedida por la Organización de las Naciones Unidas.

[48] http://html.rincondelvago.com/revolucion-rusa-y-nacimiento-de-la-urss.html ; http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_Uni%C3%B3n_Sovi%C3%A9ticahttp://es.wikipedia.org/wiki/Programa_espacial_de_la_Uni%C3%B3n_Sovi%C3%A9tica

http://es.wikipedia.org/wiki/Programa_nuclear_de_la_Uni%C3%B3n_Sovi%C3%A9tica

[49] La Internacional Comunista, también conocida como la III Internacional, así como por su abreviatura en ruso Komintern (Коминтерн,) o Comintern (abreviatura del inglés: Communist International), fue una organización comunista internacional, fundada en marzo de 1919, por iniciativa de Lenin y el Partido Comunista de Rusia, que agrupaba a los partidos comunistas de distintos países, y cuyo objetivo era luchar por la supresión del sistema capitalista, el establecimiento de la dictadura del proletariado y de la República Internacional de los Soviets, la completa abolición de las clases y la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad comunista. La III Internacional se creó con el objetivo de extender la revolución fuera de la URSS. http://es.wikipedia.org/wiki/Internacional_Comunista

[50] Kominform es la abreviatura de Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros, organización comunista creada a instancias soviéticas en 1947. Su creación fue la respuesta de Stalin al Plan Marshall y con ella buscaba agrupar a los partidos comunistas de la zona bajo influencia soviética (Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía), a ella se sumaron los poderosos partidos comunistas de Francia e Italia. http://www.historiasiglo20.org/GLOS/kominform.htm

[51] El COMECON era una organización de cooperación económica formada en torno a la URSS por diversos países socialistas con los objetivos de fomentar las relaciones comerciales entre los estados miembros, en un intento de contrarrestar a los organismos económicos internacionales de economía capitalista.

[52] El Tratado de Moscú, también conocido como el tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en la atmósfera, en el espacio exterior y bajo el agua, usualmente abreviado como Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares (TPPEN), Tratado de limitación de pruebas (TLDP), o Tratado de prohibición de pruebas nucleares (TPPN) ("Comprehensive Test Ban Treaty"- CTBT). Es un tratado en el que se prohíben las pruebas de detonaciones de armas nucleares con la excepción de realizarlas bajo tierra. Fue desarrollado tanto para aminorar la carrera armamentista y detener la expansión de la contaminación de residuos nucleares a la atmósfera que ocasionan tales armas.

[53] Científico disidente de la Unión Soviética (Moscú, 1921-1989). Siguió la carrera de Física, como su padre, y pronto demostró en ella un talento excepcional: a los 32 años ya era miembro de pleno derecho de la Academia de Ciencias, por su trabajo en el desarrollo de las bases teóricas de la fusión nuclear y en la construcción de la primera bomba de hidrógeno de la URSS (1953). Sin embargo, aprovechando el clima de relativa apertura favorecido por la desestalinización que impulsó Jruschov, desde 1961 se enfrentó públicamente a la carrera de armamentos y al sistema político comunista. Desde 1971 le acompañó en esta labor de denuncia su esposa, la activista de los derechos humanos Elena Bonner. En 1979 ambos denunciaron como un abuso intolerable la invasión soviética de Afganistán e invitaron a la comunidad internacional a boicotear los Juegos Olímpicos de Moscú en señal de protesta. Como represalia, Sajarov fue desposeído de todos sus honores y confinado en la ciudad de Gorki; cuatro años más tarde Elena Bonner siguió el mismo destino.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sajarov.htm

[54] http://www.resumendehistoria.com/2011/02/la-segunda-guerra-mundial-resumen.html ; http://factoriahistorica.wordpress.com/2011/05/30/la-intervencion-de-italia-en-la-segunda-guerra-mundial/ y http://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_Guerra_Mundial

[55] Después de la Anschluss de Alemania nazi y Austria en marzo de 1938, la siguiente ambición del líder nazi Adolf Hitler era la anexión de Checoslovaquia. Su pretexto, fueron la supuestas necesidades sufridas por las poblaciones germanas que habitaban las regiones fronterizas con Checoslovaquia en el norte y oeste, conocidas colectivamente como los Sudetes. La incorporación de los territorios limítrofes Checoslovacos a la Alemania nazi, dejaría al resto del país incapaz de resistir a la posterior ocupación. El 28 de septiembre, Chamberlain hizo un llamamiento a Hitler para una conferencia. Hitler se reunió al día siguiente, en Múnich, con los jefes de los gobiernos de Francia, Reino de Italia y el Reino Unido. El gobierno checoslovaco no fue ni invitado ni consultado. El 29 de septiembre, el Acuerdo de Múnich fue firmado por Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido. El gobierno checoslovaco capituló el 30 de septiembre y acordó respetar el Acuerdo de Múnich, que estipulaba que debía ceder el territorio checoslovaco de los Sudetes a Alemania. La ocupación alemana de los Sudetes se completaría el 10 de octubre.

http://es.wikipedia.org/wiki/Ocupaci%C3%B3n_alemana_de_Checoslovaquia

[56] El Pacto de Acero, oficialmente el Pacto de Amistad y Alianza entre Alemania e Italia, fue un acuerdo político y militar firmado el 22 de mayo de 1939 en Berlín aunque en realidad se incorporaba el Japón según rezan su tres primeros artículos:

Articulo 1

Japón reconoce y respeta la dirección de Alemania e Italia en la creación de un Nuevo Orden en Europa.

Articulo 2

Alemania e Italia reconocen y respetan la dirección del Japón en la creación de un Nuevo Orden en el espacio vital de la Gran Asia Oriental.

Articulo 3

Alemania, Italia y Japón acuerdan colaborar en todas sus iniciativas, en el marco de los fundamentos expuestos. Las tres Naciones se comprometen además a prestarse apoyo recíproco con todos los medios políticos, económicos y militares, si una de las tres potencias signatarias fuera agredida por otra potencia que actualmente no esté implicada en la guerra de Europa o el conflicto chino-japonés.

http://2gmblog.blogspot.com.es/2009/10/el-pacto-de-acero.htm

[57] http://historia-siglo-xx.blogspot.com.es/2012/10/benito-mussolini-y-la-segunda-guerra.html

[58] http://www.exteriores.gob.es/RepresentacionesPermanentes/OTAN/es/quees2/Paginas/default.aspx

[59] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/las-dificultades-de-la-otan-actual-a-la-hora-de-tomar-decisiones

[60] http://www.portalplanetasedna.com.ar/conflicto03.htm

[61] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/corea-del-norte-una-amenaza

http://www.portalplanetasedna.com.ar/conflicto02.htm

[62] http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/07/24/53d0c0d2e2704ebf108b456e.html

[63] El Haganá fue la organización clandestina de defensa del yishuv desde 1920 hasta 1948. Establecido en 1920 -- a partir del grupo de quienes formaron la Legión Judía, fundada por Jabotinsky para participar junto a los aliados en la Primera Guerra Mundial, -- por los fundadores de la Histadrut (Federación General de Trabajadores Hebreos), fue declarado ilegal por las autoridades del Mandato Británico.

A pesar de ello, durante la Segunda Guerra Mundial el Haganá cooperó con los servicios de inteligencia británicos para reunir información y para enviar paracaidistas a la Europa ocupada a fin de rescatar judíos. Mientras duró la guerra, la cooperación con los británicos predominó sobre la resistencia y la lucha contra las políticas británicas en Palestina.

El Haganá fue responsable de la inmigración clandestina en masa proveniente de Europa y el Norte de Africa (1944-1948), por tierra y por mar, y proveyó de protección militar a Jomá Umigdal (muralla y torre), la iniciativa de asentamiento judío llevada a cabo contraviniendo las leyes británicas contra la venta de tierras a los judíos.

El 18 de junio de 1946, el Departamento de Defensa de la Agencia Judía dio instrucciones a la Haganá para que preparase la defensa contra un posible ataque de los ejércitos de los países árabes vecinos. Desde el 29 de noviembre de 1947, cuando las Naciones Unidas aprobaron la Resolución de Partición, hasta la evacuación de las tropas británicas y la invasión del recién fundado Estado de Israel por los ejércitos regulares de cinco estados árabes el 15 de mayo de 1948, la responsabilidad por la defensa de la comunidad judía contra irregulares locales y las tropas árabes extranjeras recayó sobre la Haganá, que fue reorganizada bajo el Mando de un Estado Mayor nacional; además de sus unidades terrestres, también tenía los comienzos de una fuerza aérea y una marina de guerra.

El 26 de mayo de 1948, el Gobierno Provisional dictó la ordenanza para el establecimiento de las Fuerzas de Defensa de Israel, incorporando la palabra Haganá (defensa) en su nombre.

https://sites.google.com/site/misjuderias/israel/historia/1918-1948---dominio-britanico---sigue-la-gestacion-del-estado-de-israel/1920---se-crea-la-hagana-organizacion-de-defensa-judia

[64] El Creciente Fértil, también llamado "media luna fértil", es una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia. Se considera que fue el lugar donde se originó la revolución neolítica en Occidente. El concepto fue retomado en 1943 por el Primer Ministro iraquí, Nuri al-Said, para intentar formalizar una unión administrativa entre cinco países o territorios (en realidad todos bajo régimen de protectorado): Transjordania, Iraq, Palestina (las cuatro bajo protectorado británico) y Siria y Líbano (bajo protectorado francés hasta 1946). El proyecto contó con el respaldo británico (que, inmerso en la Segunda Guerra Mundial, buscaba una salida airosa y rápida de Oriente Medio), pero tuvo el rechazo de Arabia y de Egipto, que veían peligrar su hegemonía en la zona, tanto por la posesión de hidrocarburos, como porque el nuevo estado comunicaría directamente el golfo Pérsico con el Mediterráneo, haciendo innecesario el Canal de Suez en caso de construirse oleoductos por su territorio. http://es.wikipedia.org/wiki/Creciente_F%C3%A9rtil

[65] http://www.historiasiglo20.org/GLOS/pactovarsovia.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_de_Varsovia

[66] Nótese que los 9.000 que figuran en España eran las fuerzas americanas desplegadas en sus Bases en este territorio, dado que España por aquellas fechas no pertenecía a la Alianza.

[67] http://docum.x10.mx/africa/suez.htm

[68] http://www.historiasiglo20.org/HM/7-4b.htm

[69] http://www.paralibros.com/passim/p20-suc/pg2080gi.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Ir%C3%A1n-Irak

[70] La llamada 'Guerra de los petroleros' se inició a partir de 1984 consistió en el ataque por parte de Irán a buques tanques de terceras naciones, entre ellas naves liberianas, saudies y kuwaities, mediante bombardeos aéreos y ataques iraníes para neutralizar las exportaciones de crudo iraquíes y las de sus aliados. La escalada que amenazaba el flujo de exportaciones de crudo a occidente llevó especialmente hacia 1986 al involucramiento de las potencias.

[71] Sus armas químicas fueron producidas con materiales de doble uso otorgados por Estados Unidos y algunas compañías alemanas

[72] En aquellas fechas España había firmado un contrato de compra de varias decenas de helicópteros BO-105 que se fabricaban por MBB que se montaban en CASA (Getafe). El autor fue el piloto de pruebas del Ejército de Tierra que se encargó de la recogida y prueba en factoría de los comprados por España por lo que durante meses realizó visitas a la mencionada factoría casi a diario.

[73] http://laguerradelgolfo4toma2.blogspot.com.es/2008/07/termino-de-la-guerra.html

[74] Cuya misión es: Asegurar la destrucción de las armas químicas y evitar cualquier forma de su desarrollo o proliferación en el futuro.

[75] The Commission's mandate is the following: to carry out immediate on-site inspections of Iraq's biological, chemical and missile capabilities; to take possession for destruction, removal or rendering harmless of all chemical and biological weapons and all stocks of agents and all related sub-systems and components and all research, development, support and manufacturing facilities; to supervise the destruction by Iraq of all its ballistic missiles with a range greater than 150 km and related major parts, and repair and production facilities; and to monitor and verify Iraq's compliance with its undertaking not to use, develop, construct or acquire any of the items specified above”

[76] http://www.historiasiglo20.org/GLOS/afganistan.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_Afganist%C3%A1n_(2001-presente)

[77] Julian Borger (24 de marzo de 2004). «Bush team 'agreed plan to attack the Taliban the day before September 11'». London: The Guardian.

[78] http://es.metapedia.org/wiki/Guerra_de_Irak

http://es.wikipedia.org/wiki/Invasi%C3%B3n_de_Irak_de_2003

http://www.cfr.org/iraq/un-special-commission-iraq-unscom-mandate/p19033

Monografía del CAESDEN “Estudio Preliminar de la Operación Libertad para Irak” Agosto, 2003

[79] http://www.monografias.com/trabajos93/primavera-arabe/primavera-arabe.shtml

http://es.wikipedia.org/wiki/Primavera_%C3%81rabe

[80] Mubarak se mantuvo en el poder con mano de hierro durante 30 años, prácticamente convertido en un dictador, habiendo convertido a Egipto en un estado policiaco, donde no se permitía la mínima oposición, además de haberse diseñado y aprobado una constitución política discriminatoria, anacrónica y cavernaria que vetaba la participación de la grandes mayorías en la vida política del país con el apoyo militar gigantesco de 1.300 millones de dólares anuales de los EEUU.

[81] http://www.elmundo.es/elmundo/2012/12/17/internacional/1355726219.html

[82] El 23 de octubre, Siria remitió una declaración inicial en la que se recogía la composición y cantidad de su arsenal de armas químicas. Esta declaración fue actualizada casi un mes después con nuevos datos sobre su programa químico que tuvo lugar entre 1982 y 2010. La composición real del arsenal químico de Siria no se hizo pública. La declaración realizada en base a su adhesión a la CAQ es un documento restringido.

[83] Esta situación no tiene ningún precedente pues según la CAQ, es el propio país quien debe hacerse responsable de su destrucción. Pero las condiciones de inseguridad en las que se encuentra sometido el país, convencieron al Consejo Ejecutivo de la OPAQ para decantarse también por esta opción.

http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_informativos/2013/DIEEEI30-2013_DestruccionArmasQuimicasSiria_MMHG.pdf

[84] Uno de los diez tóxicos más potentes conocidos, derivada de las semillas de ricino.

[85] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/las-dificultades-de-la-otan-actual-a-la-hora-de-tomar-decisiones

[86] Desde el principio de esta coalición y hasta la fecha del cierre de este documento, no se tiene intención de que sean otras fuerzas terrestres más que las de procedencia iraquí, kurda o de algún país de la región, los que de verdad operen en el terreno; la OTAN y la mayoría de los países de la coalición solo ofrecerán apoyos puntuales centrados en bombardeos de unidades y objetivos del IS, información, instrucción y apoyos económicos y logísticos. Lo que a todas luces, es totalmente insuficiente.

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