DIVERSAS REFLEXIONES SOBRE LIDERAZGO

La famosa frase atribuida a Napoleón "todo soldado francés lleva en su mochila un bastón de mariscal" se interpretó como una manera de motivar a los soldados para que lucharan con arrojo buscando siempre alguna solución a los problemas planteados en el campo de batalla. Pero, también la podríamos interpretar como que todo empleado, por muy abajo que se encuentre en el organigrama de su empresa, lleva en su mente el espíritu y el alma de un líder. Solo le hace falta mucha predisposición, cierta formación y el ejemplo de buenos líderes.

Existe una especie de convencimiento generalizado de que el líder, nace, pero fundamentalmente se hace; que con una serie de conocimientos intelectuales de base, con espíritu abierto, don de gentes, predispuesto a aprender nuevas técnicas y procedimientos, con mentalidad de dedicación al perfeccionamiento de su trabajo, en busca siempre del máximo rendimiento, despierto, eficiente, con verdadera intención de colaborar con los demás, participativo, con determinado grado de empatía, ilusionado con su trabajo e identificado con la visión de su empresa puede llegar a ser, tras recibir una formación conveniente, un líder a su nivel y estar presto a ocupar sin lugar a dudas cualquier puesto de responsabilidad.

En este contexto muchos llegan a pensar que para llegar a ser un buen líder hay que haber cursado obligatoriamente varios altos estudios universitarios y determinados master que le darán el marchamo necesario y suficiente para poder ocupar directamente puestos de directivo en empresas de éxito y optar a ellos simplemente cuando hayan llenado su cupo de formación en el currículo y/o alguien les abra una puerta a un acceso más o menos viable.

Si bien es cierto que lo anterior ayuda mucho en conseguirlo en un futuro a corto o medio plazo, también no es menos cierto que: la experiencia; la predisposición hacia el positivismo; los ejemplos vividos y determinadas cualidades personales, por otro lado bastante difíciles de aprender y aplicar por mucho curso especializado que se haga pueden llegar a ser tanto o más importantes que las anteriores y en cualquier caso, sin lugar a dudas, son totalmente complementarias de las mismas.

Un grave error y que se produce con bastante asiduidad consiste en aceptar a personas en puestos de dirección por el mero hecho de que nunca se oponen al jefe que les selecciona, que constituyen su cohorte de aduladores en la que dicho jefe se siente como pez en el agua, por saberse rodeados de incompetentes o cuasi cobardes que jamás pondrán en duda una decisión suya por absurda que parezca.

El verdadero Líder es aquel que no tiene miedo a que alguien de su equipo pueda opinar de forma diferente sobre sus procedimientos, decisiones o la forma de organizar o distribuir el trabajo en el mismo. Debe estar abierto e incluso fomentar que puedan surgir ideas dentro del equipo que puedan llegar a superar su prontuario o idea. Es fundamental ser capaz de aceptar este tipo de situaciones y estar dispuesto a adoptar nuevas o diferentes ideas, haciéndolo de forma natural, colectiva y sin apropiarse de las soluciones de los demás como si fueran propias.

Muchas veces este clima de trabajo solo se consigue cuando el Equipo en torno al Líder no le debe otra cosa que fidelidad por su carácter de autoridad en la materia y verdadera admiración por sus cualidades y no por la simple potestad que le otorga el cargo que ocupa.

Un líder se siente verdaderamente feliz con su equipo cuando realmente puede confiar en él, cuando sabe que ante cualquier problema que les presente, entre todos y bajo su tutela o dirección, se encontrará la solución adecuada y que no quedará alternativa alguna sin ser explorada y evaluada.

Si el Líder debe llevar a su Equipo arrastras detrás de él, a la espera de sus ideas, puede que los resultados sean peores o no lleguen nunca. Seguro que aquel se llene de egoísmo y autobombo, pero no de satisfacción plena porque en su fuero interno sabe que siempre puede existir otra solución que cumpla los requisitos con mayor eficiencia. El Líder debe saber que él no es la fuente de soluciones para toda situación, es el gestor de las mismas, el coordinador de las líneas de acción presentadas por su equipo y aquel que marca claramente lo que se quiere obtener.

Por otro lado, el Líder debe preocuparse de procurar la formación necesaria a su Equipo. Formación, que emane de él mismo y de determinadas experiencias, cursos o habilidades que complementen las capacidades de sus subordinados. A este respecto, es muy triste oír que en una empresa no hace falta ningún tipo de formación porque sus jefes de equipo ya poseen toda la instrucción que se requiere para el puesto que ocupan, sin preocuparse en absoluto de la formación de sus correspondientes equipos. No son conscientes del importante valor añadido que se le puede dar a la empresa si se facilitan el acceso a dicha formación complementaria. Situación esta que hace sentirse integrado y valorado al subordinado por su empresa, aumentando con ello su grado de motivación.

En definitiva, un Líder tiene que preocuparse de que su Equipo este conjuntado, formado y totalmente equilibrado para que aquellos puedan cumplir sus funciones.

En lo referente al conjunto Líder-Equipo debemos decir que ambos deben poseer una serie de atributos basados en: conocer y comprender el entorno en el que operan y en los efectos de la aplicación de los medios con los que actúan; deben saber anticipar y adaptarse a las situaciones de sorpresa, incertidumbre y a los efectos de las situaciones de caos; operar siempre a través de la confianza, el empoderamiento y la compresión; que sus decisiones éticas deben basarse en los valores de la empresa y que la solución aunque no sea compleja se fundamenta en el empleo de las acciones conjuntas. La sucesión en el mando o liderazgo debe estar siempre prevista como medio de asegurarse la continuidad tanto en planeamiento como en la conducción de las operaciones.

En las fuerzas armadas todos estos conceptos están muy claros y patentes desde hace muchos siglos. No en vano se tuvieron que inventar los Estados Mayores para cubrir las necesidades y preparación que el equipo del Jefe pueda ejercer sus funciones. Son ellos los que analizan la situación, los factores que influyen en la misma y buscan todas las Líneas de Acción posibles que cumplan con la misión recibida y se adapten a la idea del Jefe. Muchas veces, su grado de preparación e independencia les llevan a que, tras un análisis, confrontación y comparación de las mencionadas diferentes posibilidades, se alcance el convencimiento de que la idea inicial no es la más adecuada o conveniente y presenten otros caminos alternativos para lograrlo.

A pesar de todo lo anterior, volviendo al principio de estas reflexiones, no debemos pasar por alto que la vida y la historia militar están llenas de casos en que personas a las que no se les tenía asignado un puesto de importancia en un principio, llegaron a demostrar sus cualidades de auténticos líderes, cuando por fatalidades o circunstancias ajenas a su voluntad se vieron forzados a ocupar puestos de mando o dirección muy superiores a su categoría o empleo y por ello, tuvieron que tomar auténticas decisiones que salvaron situaciones muy difíciles.

Como conclusión final podríamos asegurar que ser un Líder, no es una tarea fácil pero que tampoco es una cualidad reservada a unos pocos; algunas veces los líderes, con o sin formación previa, saltan de los estamentos más insospechados, principalmente en aquellos que nunca lo esperábamos porque, realmente, nunca les dimos ocasión para poder demostrarlo.

Después de tanta reflexión, he llegado al convencimiento de que Napoleón no dijo aquella frase lapidaria solo para aumentar la moral de sus tropas, la dijo porque verdaderamente lo creía y en alguna ocasión los hubiera preferido a su lado porque sabía perfectamente que muchos de los generales y mariscales que le rodeaban, no eran auténticos líderes y no formaban un verdadero equipo. Así le ocurrió, que tras ganar un montón de batallas y conquistar muchos países, nadie se opuso a su decisión de combatir a Rusia, lo que le llevó a perder, no solo la guerra, sino todo un Imperio, dar con sus huesos en la cárcel y morir en ella. A pesar de lo que dice la Historia, no fue un verdadero y completo LÍDER porque no formó adecuadamente a su EQUIPO y muchas veces ni confiaba en él ni lo empleaba adecuadamente.

F. Javier Blasco

Coronel en la Reserva