LA INMIGRACIÓN HACIA EUROPA. ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO PARA PALIARLA?

F. Javier Blasco Robledo

Coronel en la Reserva

28 de agosto 2015

Resumen.

Las grandes masas de refugiados que arriban a Europa durante el verano muestran, una vez más la incompetencia europea para manejar grandes situaciones de crisis. A pesar de que el problema estaba anunciado desde hace muchos años, Europa no ha adoptado medidas de ningún tipo para paliar dicha situación y ser capaces de proporcionar el correspondiente asilo a los que sean merecedores de ello y, se sigue mirando de perfil en la búsqueda e implicación en soluciones efectivas al problema atajándolo con un verdadero compromiso político y actuando con contundencia, de una vez por todas, sobre sus orígenes.

Desarrollo.

A principios de junio del presente año publiqué un trabajo que titulaba “Los procesos migratorios desde y hacia Europa”[1] en el que hacía un estudio de las causas y principales motivos para que este fenómeno se haya venido produciendo y trataba de desarrollar con mayor profusión los eventos que están acaeciendo en los últimos meses con una clara definición de sus causas, orígenes de partida, rutas empleadas, acciones tomadas por la UE y hacía una cierta predicción sobre lo que podría ocurrir a corto y medio plazo.

También quise dejar patente la diferenciación entre un inmigrante ilegal, que trata de acceder por razones de trabajo y un refugiado o asilado que por razón de sus creencias religiosas, etnias e incluso razas, cuestiones políticas, persecuciones a causa de la guerra o desastres naturales se ven forzados a abandonar su país de residencia y buscar cobijo o asilo en otro diferente. Las diferencias en las causas que originan el movimiento dan un carácter muy diferente a los unos y a los otros y son precisamente estos últimos los que se ven parcialmente protegidos por una extensa legislación internacional de “determinado obligado cumplimiento” por los miembros de las NNUU.

La legislación que ampara a los refugiados es bastante amplia[2] y parte de una troncal o fundamental, la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 (también conocida como la Convención de Ginebra)[3]; modificada en 1967 por el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados. Además, se han venido editando diferentes normas y protocolos de carácter regional. De entre estas, y en lo referente a Europa, son de aplicación: La Recomendación 773 de 1976 del Consejo de Europa relativa a la situación de facto de los refugiados y la Directiva de la Unión Europea de 2004 relativa a los estándares mínimos para la cualificación y el status de nacionales de terceros países y refugiados así como de las personas a las que sea necesario garantizar su protección.

Con carácter general, según la legislación internacional, un refugiado es aquel que cumple alguno de los siguientes preceptos:

    • Está contra su voluntad fuera de su país de origen, nacionalidad o residencia habitual.

    • Existen razones justificadas por las cuales tiene miedo a ser perseguido en su propio país por razones de raza, religión, nacionalidad, por ser miembro de algún grupo social, por sus ideas políticas o por causas de la guerra en su país.

    • Es incapaz o rechaza la protección de su propio país, o no puede regresar por miedo a dicha persecución.

El derecho de asilo también viene regulado por varios acuerdos y declaraciones internacionales destacando de entre ellos en general y para Europa:

    • El artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que reconoce este derecho básico con las siguientes connotaciones:

    • En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.

    • Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

    • La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (promulgada en 2007 que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009), en su artículo 18 dice:

        • Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con la Constitución.

Esta legislación en sus diferentes apartados marca otro tipo de exigencias; tales como:

    • Exige a los países que reciban y den cobijo en algún lugar a las personas que huyen de la situación persecutoria. Además, enmarca el denominado “principio de no devolución”, incluido en el artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, por el que se prohíbe situar al refugiado, ya sea por expulsión o devolución, en las fronteras de territorios donde su vida o libertad corre peligro por causas de raza, religión, nacionalidad, etc.

    • Implica que cada solicitante tenga acceso a procedimientos justos y efectivos para la evaluación de las correspondientes solicitudes de asilo. Mientras se tramita dicha solicitud y se toma una decisión, la persona tiene derecho a no ser devuelto al país donde su vida, libertad o seguridad pueda correr peligro.

    • Se aprueba el conocido como Derecho de salir de cualquier país, incluyendo del suyo propio. Este derecho se vincula con el derecho de buscar asilo. Aunque bien es verdad que el derecho de salir de cualquier país no es absoluto, pero la limitación al dicho derecho sólo puede ser impuesta en virtud de una ley de su propia nación promulgada para prevenir infracciones penales o para proteger la seguridad nacional o el orden público, la moral o la salud públicas o los derechos y libertades de los demás.

De este modo, nos encontramos con una serie de obligaciones aceptadas por los estados aunque finalmente no todas las solicitudes de asilo puedan ni deban ser aceptadas por los países receptores. La dilación en las tramitaciones burocráticas de carácter político o policial y la incertidumbre de conseguir dicho asilo, hace que muchas personas con dicho derecho opten por seguir su camino hasta poder establecerse en algún país en el que encuentre mayores facilidades o el amparo y apoyo de familiares o conocidos, aunque dicho establecimiento lo sea de forma irregular.

Las propias NNUU crearon el Alto Comisionado de las NNUU para los Refugiados (ACNUR).[4] Organismo que surgió al término de la segunda guerra mundial para ayudar a los europeos desplazados por dicho conflicto. Muy optimista, la Asamblea General de Naciones Unidas lo creó el 14 de diciembre de 1950 con un mandato de tan solo tres años para completar sus labores y luego disolverse. La mencionada Convención de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 es el estatuto básico que rige el trabajo y cometidos del ACNUR.

Su presupuesto ha crecido desde 300.000 Dólares americanos en el primer año de actividades a 6.800 millones en el 2015. A inicios de 2014 había un total de más de 51 millones de personas desarraigadas en el mundo. A mediados de 2014 ACNUR estaba ayudando a 46.3 millones de personas: 26 millones de personas desplazadas internas, 13 millones de refugiados, 1,7 millones de retornados, 3,5 millones de personas apátridas, más de 1,2 millones de solicitantes de asilo y otras 752.000 personas del interés del ACNUR. Es en definitiva, una organización que habiendo sido creada con un mandato de tres años para resolver el problema de los refugiados en Europa celebró su 60 aniversario el 14 de diciembre de 2010, conscientes de que es más que improbable, que las necesidades humanitarias desaparezcan algún día.

Volviendo al mencionado trabajo, recuerdo que mencionaba y describía las rutas empleadas por los refugiados e inmigrantes; de entre ellas destacaba la denominada RUTA DEL MEDITERRÁNEO ORIENTAL era una de las más empleadas. Esta ruta discurre fuera de África y parte desde los países situados en Oriente Medio como Irak, Irán o Siria. Los emigrantes que la emplean se ven obligados a atravesar Turquía para llegar a los países del sureste de Europa, como Grecia, Serbia, Bulgaria o Rumanía. Estambul es la ciudad clave del tránsito de Asia a Europa, pero una parte de los emigrantes de esta zona optan por zarpar por mar desde la costa de Oriente Próximo buscando alcanzar directamente la costa griega. Se calcula que a Grecia pueden haber llegado por diversos medios más de un millón de personas en los últimos doce meses.

Además de todo lo anterior, hay que tener en cuenta la existencia de un importante número de refugiados en Jordania y en El Líbano; solo en este último, se calcula que hay esperando su posibilidad de trasvase o de retorno entre 1.200.000 y 1.500.000 personas; un número sobrecogedor si tenemos en cuanta las posibilidades y capacidades de este país y que su población oficial supera por poco los 4.200.000 habitantes. Entre 30.000 y 40.000 sirios llegan a la semana desde la costa libanesa de Trípoli a los puertos de Izmir y Mercin en Turquía para después unirse a los demás en su peregrinación. En Turquía se encuentran contabilizados un total de 1.938.999 refugiados.

Le sigue en importancia la denominada RUTA DEL MEDITERRÁNEO CENTRAL. Es una de las rutas más concurridas y también se la puede considerar como la más peligrosa y mortífera en la actualidad, es por ello, por lo que también es conocida como la Ruta de la Muerte. Los emigrantes que la siguen se concentran al final en las costas de Libia y de Túnez, desde donde zarpan los barcos con rumbo a las costas del sur de Italia. Su destino final no solo consiste en la Península itálica sino que también, tratan de arribar a islas como Cerdeña, Sicilia o Lampedusa para, por diversas rutas interiores, seguir hacia Europa central o los países nórdicos. En ocasiones, algunos traficantes de personas prefieren dirigir sus esfuerzos hacia la isla de Malta. Esta ruta atraviesa de sur a norte diversos países como Nigeria, Níger y Libia donde también recogen emigrantes. Los países de origen de gran parte de estos migrantes son muy variados, siendo los más alejados de la costa norte de África: Guinea, Sierra Leona o Costa de Marfil, países donde la situación política y las persecuciones de todo tipo vienen aumentando en los últimos tiempos. A pesar de haberse puesto últimamente de moda la ruta oriental, el flujo de refugiados e inmigrantes no ha cesado por esta ruta a lo largo de todo el verano. Las cifras de empleo superan el millar diario y el número de muertos en el intento, por desgracia, tampoco disminuye y ya han sumado varios miles de personas. Según ACNUR, en lo que va de año se han contabilizado 322.914 personas cruzando el Mediterráneo. En todo 2014 fueron 219.000 personas las que lo lograron. Para el cruce del Mediterráneo emplean todo tipo de barcazas y botes y se ven forzados a pagar entre 1.000 y 3.000 € en función de que “el viaje” lo hagan en la bodega o en cubierta.

Sumando todos los datos expuestos se podría afirmar que el conflicto sirio ha expulsado a más de 4.100.000 personas a lo largo de los últimos cinco años y ha podido originar unos 250.000 muertos por diferentes causas[5].

A la vista de estos datos y de los propiciados por las crisis en Libia, Iraq y determinados países del continente africano se puede decir que en conjunto constituyen la peor crisis humanitaria mundial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Millones de persona se ven obligados a abandonar sus países de origen y, en su mayoría, buscan asilo en Europa. Pero también es cierto que no todos los que las emplean estas rutas de evasión son potenciales asilados o refugiados; muchos inmigrantes ilegales, aprovechan los flujos masivos de refugiados, el gran desconcierto y falta de control en las fronteras de llegada para poder entrar de forma rápida y sin control en Europa. Este fenómeno de gran desconcierto y/o desbordamiento de las autoridades europeas, también ha sido detectado por muchas personas de Pakistán e incluso aunque en menor proporción, de Bosnia i Herzegovina, Albania y Kosovo quienes se unen a los que atraviesan sus respectivos países o cercanos a ellos.

Las previsiones en número de refugiados e inmigrantes que se barajaban antes del verano han quedado totalmente superadas y las personas que han decidido moverse llegarán a cifras de muchos miles antes que acabe el verano. A ello, hay que añadir que aún quedan más de tres millones de posibles refugiados en Siria e Iraq, que siguen esperando su turno y/o tratan de hacerse con las grandes sumas de dinero que las mafias les exigen para facilitarles los necesarios movimientos terrestres o marítimos.

Se sospecha, con altísima probabilidad de acierto, que dichas mafias están comandadas y dirigidas por los mismos que les impulsan a ello, los integrantes del Estado Islámico, que encuentran en este movimiento forzado una de las principales fuentes de financiación para alimentar su particular movimiento yihadista y las necesidades de la guerra extendida cada vez más en el continente africano y en Oriente Medio.

Por desgracia para estas personas, no basta con pagar el que se les facilite el movimiento en el continente africano u Oriente Medio y el propio cruce del Mar Mediterráneo. Una vez ponen pies en el continente europeo, se ven forzados a una constante peregrinación de país en país, cruzando fronteras y empleando para ello todo tipo de artimañas y casi siempre a un elevado precio. Es decir, de nuevo, vuelven a caer en otras mafias, que organizan los traslados dentro de los países de tránsito y los pasos de fronteras entre países vecinos hasta que lleguen al país donde establecer su destino final. En este caso, las mafias no son yihadistas, o al menos, eso se supone, son ciudadanos serbios o europeos que hacen un gran negocio de la desgracia de los refugiados, quienes en sus ansias de libertad, pagan sumas astronómicas para ser transportados en condiciones vergonzosas y tremendamente peligrosas. Según datos de ACNUR, un refugiado se puede ver forzado a pagar de entre 10.000 a 12.000 € por persona desde el origen al final de su trayecto.

El Consejo de Europa, especialmente inmerso en solucionar la crisis económica de Grecia, adormecido por las vacaciones veraniegas o por su propia incapacidad de gestionar auténticas e importantes situaciones de crisis, se ha mantenido paralizado durante la mayor parte de la etapa estival; países como Grecia, Hungría, Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido se han visto obligados a tomar medidas unidireccionales o como mucho de carácter bilateral, sin los preceptivos apoyos legales y sin apenas cobertura económica con la que cubrir los ingentes gastos que estas avalanchas suponen. En el Consejo del 20 de julio, los estados establecían el número de plazas para la reubicación y el reasentamiento de los refugiados en sus respectivos países. La mayoría de ellos ofreció menos plazas de las que originalmente había propuesto la Comisión por un sistema proporcional de reparto basado en conceptos económicos demográficos y de esfuerzos previos en esta materia antes de que llegara esta crisis. Así en concreto, de las 20.000 plazas de reasentamiento propuestas por la Comisión tan solo se cubrieron 18.415. Cifra que se vio incrementada hasta 22.504 gracias a determinados ofrecimientos extraordinarios de última hora por Noruega, Suiza, Liechtenstein e Islandia. Los principales argumentos esgrimidos para no ser más generosos se basaban en el peligro de crear un efecto llamada en los potenciales peticionarios de asilo o la imposibilidad social interna para acoger a los refugiados por determinadas predisposiciones locales a fomentar aún más el racismo y xenofobia que, realmente, no han tardado en producirse, aunque su posible aparición no fuera, en absoluto, una excusa de peso para ser esgrimida en dicho foro.

La xenofobia frente a estos movimientos masivos y la incompetencia de Europa en general y de algunos gobiernos en particular, no solo se alimentan, sino que están en pleno crecimiento y expansión, sobre todo en países como Francia, Alemania y Holanda. Comienzan los acosos, asaltos e incendios a determinados centros de acogida de refugiados y la propia Canciller alemana, la Sra. Merkel se ha visto atacada y abucheada mientras celebraba una visita a uno de dichos centros, tras haber sufrido este, un bárbaro ataque xenófobo.

La fuerza de los acontecimientos ha demostrado lo muy equivocados que estaban aquellos que inicialmente abogaron por aumentar el grado de militarización de las fronteras como una medida efectiva para lograr la disuasión total de estos movimientos y mantuvieron una postura de clara cicatería en sus ofertas de plazas más con vistas a sus cercanos procesos electorales y a la opinión de sus conciudadanos, en general, y al temor de las protestas de la oposición, en particular. Atrás quedan las airadas voces e interpelaciones parlamentarias en defensa de los derechos humanos o apoyando la acogida de todo aquel necesitado que llamara a nuestras puertas, hasta muchas de las ONGs, que se partían el pecho en estas lides, han dejado de aparecer en las pantallas de TV o en los lugares de llegada. Ahora, son casi exclusivamente los gobiernos con sus fuerzas de seguridad, protección civil y cuerpos policiales los que afrontan estos dramas con la ayuda, no muy notoria, de aquellas organizaciones Internacionales que tradicionalmente nunca desfallecen, ACNUR, la Cruz Roja y la Media Luna y otras Organizaciones de sesgo muy similar como Médicos Sin Fronteras y algunas pocas más.

Alemania con cierto apoyo francés, siguiendo su política estudiada y aplicada en toda crisis en los últimos años y con la finalidad de demostrar que el eje París- Berlín sigue manteniendo su hegemonía y que de hecho, sigue marcando el paso y orienta la dirección que deben tomar los destinos europeos, al final de agosto, planteó la necesidad de abordar en profundidad la reforma del sistema de asilo europeo y al mismo tiempo, presentó una serie de propuestas concretas de actuación. Propuestas, que muy posiblemente, la mayoría vayan en la buena dirección, pero que, sin duda, además de ser insuficientes, serán origen de gran polémica una vez sean analizadas con profusión por los gobernantes de los países de la Unión. Entre ellas destacan: la imposición de mayores restricciones en los criterios de entrada; la apertura de centros de refugiados y el establecimiento de unos estándares mínimos comunes a los 28 sobre las condiciones en las que se reciben y acogen a los refugiados.

Ha sido patético el espectáculo dado entre Francia e Italia con el cierre temporal de sus fronteras a principios de agosto a fin de impedir el flujo masivo y descontrolado de refugiados hacia Francia. Reino Unido y Francia se han visto desbordados en sus medidas de seguridad en los medios de conexión subterránea (carretera y ferrocarril) que enlazan ambos países bajo el Canal de la Mancha y, al igual que en varias fronteras de países del Este, se han llenado de alambradas de concertina con cuchillas cortantes, exactamente iguales a aquellas por las que España fue tremendamente criticada interna y externamente por tenerlas establecidas en las vallas de Ceuta y Melilla para impedir la entrada de inmigrantes ilegales, que no de refugiados. Ahora se despliegan a toda prisa para impedir el paso a estos, sin que nadie se rasgue las vestiduras o abogue por los derechos humanos, aunque muchos de los que ahora se ven forzados a salvarlas sean mujeres, niños o bebés de corta edad.

Refugiados sirios cruzando una alambrada para entrar furtivamente en Hungría (Reuters).

La cercanía de determinadas islas griegas (Lesbos y Kos) a Turquía ha obligado a un país en crisis total a emplear grandes medios (transbordadores de gran tonelaje) para aliviar dichas islas de las masas de personas que arriban a ellas diariamente. Su desembarco en el puerto del Pireo en Atenas es una visión cotidiana y muestra las incapacidades de manejo de dichas masas, que rápidamente, se ponen en marcha para alcanzar otros países europeos como Alemania, Austria o Hungría a través de FYROM (Macedonia), Serbia, Kosovo o de la misa Albania. En la mayoría de los países de tránsito como Macedonia, son las propias autoridades locales las que fletan medios de locomoción colectivos, como trenes para lanzarlos cuanto antes a las fronteras con sus países vecinos y así deshacerse fácilmente de ellos.

Serbia, país que está llamando a las puertas de Europa con determinadas pretensiones de unirse en un futuro próximo, también se encuentra desbordado en sus escasas capacidades de control de masas y de seguridad de sus fronteras, principalmente con Hungría. Es quizá debido a sus pretensiones políticas por lo que no alza más la voz, pero la verdad es que está llegando al límite de sus posibilidades y allí nacen y despliegan la mayoría de las mafias que actúan dentro de la UE.

Alemania, Holanda, el Reino Unido y gran parte de los países nórdicos son los mayoritariamente preferidos como destino final por los refugiados. Las razones que les lleva a ello pueden ser de tipo económico, al pensar que estos países son los más estables en dicho aspecto dentro de la UE; puede que les lleve, la existencia de familiares y amigos que se asentaron en los mismos en los primeros albores del conflicto o porque piensan que es mucho más fácil debido a menores conflictos de aceptación que en los del Sur, quienes están muy saturados por llegadas de emigrantes durante años.

Posibles soluciones

Las propuestas alemanas de finales de agosto marcan un camino más que apropiado a seguir por la Unión y casi, sin lugar a dudas, pueden enmarcar la gran mayoría de las medidas políticas a adoptar de forma conjunta. Pero, como suele ocurrir en toda propuesta de solución a una situación de crisis reciente, no es completa en todos sus aspectos; no contempla todas las acciones necesarias; no establece un presupuesto orientativo y no ha sido elaborada de forma conjunta oyendo a todas las partes y adjuntando otro tipo de soluciones que puedan completar el paquete de medidas presentado. Además, son lanzadas al viento para que sean escuchadas sin compromiso alguno porque no contienen un claro signo de voluntad política para convocar un Consejo Europeo extraordinario sobre el tema.

El principal problema o carencia de esta propuesta, sin duda, es la ausencia de una sincera y veraz intención de acabar con el origen del problema; atacando el cáncer allí donde actúa. La firme implicación de la UE e incluso de la OTAN en la solución militar a la actividad y expansión del Estado Islámico y al cierre definitivo del conflicto en Libia. Mientras esta medida no forme parte del conjunto de las acciones urgentes a aplicar, el problema solo desaparecerá tras la extinción de los pueblos oprimidos; cosa, que no es deseable ni manejable desde ninguna de las perspectivas sociales, políticas ni humanitarias.

Como medidas complementarias se podrían adoptar todas o parte de las siguientes;

    • Empleo de mayores medios de unidades de emergencia y salvamento aéreo y marítimo en el mar.

    • Levantamiento de auténticos campos de acogida primaria en los lugares principales de arribada para poder proceder a su identificación, clasificación y diferenciación entre refugiados e inmigrantes, saneamiento, orientación de voluntades y tramitación de documentaciones y peticiones de asilo.

    • Traslado y apoyo organizado hacia los países de destino para no dejarlos en manos de las mafias o ante el peligro de su explotación o ataques xenofóbicos.

    • Establecimiento de lugares de acogida temporal en los países de destino, escalonados, ordenados, apoyados logísticamente y protegidos donde puedan procedan a la espera de la tramitación de documentaciones y/o peticiones de asilo.

    • Orientación laboral, escolar y sanitaria de las personas en los países de acogida desde su llegada a todos los mencionados centros.

    • Una profunda reforma de la política migratoria y de asilo europea que incluya la apertura de vías legales para la presentación de peticiones de asilo en los consulados y un reparto equitativo de las cargas de refugiados, sin tener en cuenta factores distorsionadores como hasta la fecha.

    • Contar con el apoyo de las NNUU y del FMI para el estudio, desarrollo y establecimiento de un auténtico plan de reconstrucción de los lugares en conflicto una vez se haya logrado la pacificación de los mismos y el establecimiento de gobiernos que cuenten con el beneplácito de la mayoría de sus habitantes y de la propia Comunidad Internacional. Lo que facilitaría el retorno a corto plazo de los refugiados a sus lugares de origen.

      • Conclusiones

Las Leyes y normas internacionales sobre la protección y acogida de los refugiados no son absolutamente garantistas ni tienen un carácter tan obligatorio como aparentan. En muchos casos, no es sencillo demostrar que puedes acogerte al derecho de asilo. Existen muchas lagunas que se pueden y deben corregir dentro de la UE sin tener que caer en la flexibilización total de las leyes.

Hay que hacer todo lo posible para evitar el caos y el vacío humano de amplias regiones que le han dado siglos de gloria a la historia, la ciencia, la cultura y la religión mundial. No se puede dejar que se conviertan en zonas desiertas de todo aquello y menos aún, dejarlas al libre albedrío de la represión, la tiranía y el descontrol. Este es un fuerte compromiso con la historia y la humanidad, que no debemos dejar de tenerlo en cuenta.

Sin lugar a dudas, hoy podemos afirmar que el espacio Schengen y las leyes por las que se rige están en peligro. Esta crisis provocada por los refugiados está dejando al descubierto la debilidad europea en algo tan trascendental como es la gestión común y responsable de su frontera exterior y la posibilidad de acogida efectiva y ordenada de aquellas personas que llaman a sus puertas en busca de asilo. Habría que volver a dar un repaso a los principios que originaron dicho espacio y a los conocidos como los objetivos comunes de la Unión. Unos objetivos, que a todas luces, han quedado alterados por fenómenos que no estaban contemplados efectivamente y me temo sospechar, que ni siquiera fueron pensados en ninguna de sus Líneas de Acción. Me refiero por supuesto, a la amenaza del terrorismo yihadista, el crecimiento del crimen organizado y a la gestión de situaciones de crisis propiciadas por llegadas masivas de refugiados.

Muchos se formulan una pregunta de difícil respuesta ¿Cómo son capaces de obtener las amplias sumas de dinero que deben pagar en sus diferentes trayectos de tránsito? No todo el mundo cuenta con dichas cantidades, máxime cuando ahora se mueven familias enteras. Lo que sin lugar a dudas, hace pensar que muchos de estos pobres infelices quedarán presos de la extorsión y explotación de todo tipo, por aquellas mafias que les han facilitado su salida, peregrinaje y diáspora.

Por mucho que se cierren pasos y fronteras, los refugiados no cesarán en arriesgar más sus vidas, estar dispuestos a pagar mayores sumas para conseguirlo o tratar de buscar nuevos países de cruce, aún a costa de mayores sacrificios y peligros.

Las soluciones políticas y económicas, al ser una parte fundamental para la resolución del problema, no serán suficientes sin un claro y fuerte compromiso colectivo de toda la UE con el apoyo de las NNUU y el FMI. Ya es hora de que nuestros gobernantes, dejen atrás las lamentaciones y las declaraciones baratas, es la hora de remangarse y ponerse manos a la obra; todo lo anterior, ya no vale.

Es más que evidente la necesidad de tomar prontas decisiones, de poner en marcha el Consejo Europeo y a los elementos de apoyo a los mismos para llegar cuanto antes a soluciones eficaces que palien el sufrimiento de millones de personas que miran a Europa como el único sueño donde alcanzar su Libertad.

La intervención militar y el establecimiento de protectorados temporales en los países en conflicto, son condiciones sine qua non para la solución más rápida de los conflictos origen de esta crisis migratoria de refugiados. La estrategia adoptada hasta el momento por la Coalición que combate al denominado Estado Islámico, no es suficiente en ningún lugar donde este movimiento yihadista esté o pueda actuar. El conflicto en Libia se cerró en falso, con nuestra participación y cuasi regocijo; somos, en gran medida, responsables de la situación y el caos que campa en dicho país y, por ello, debemos arreglarlo o ayudar a ello. Laparticipación efectiva de la OTAN en esta parte de la solución en más que necesaria.

Por otro lado, no estaría de más que nos acercáramos a Rusia en busca de apoyo para resolver este conflicto; aunque es muy posible que se obtenga la misma respuesta que hasta la fecha, ninguna.

En los últimos años, el número de conflictos a resolver y vías de agua que se le abren a la UE va en aumento y cada vez es más grande y patente la ineficacia de la Unión para resolver problemas de calado, no se pueden dejar semienterrados a la espera de que sanen por sí mismos o que se espere que la sucesión de los mismos sea suficiente para olvidarnos de los que abandonamos sin resolver del todo. Se empezó con la crisis económica, le siguió la crisis de Ucrania, el Ébola llego a asustar a toda Europa, apareció la amenaza de insumisión y el tercer rescate de Grecia y ahora, de nuevo vuelve a resurgir con virulencia un problema que nunca ha dejado de existir, la crisis humanitaria ocasionada por los masivos movimientos migratorios sobre el Continente procedentes, en su mayoría, del sur del mismo. Ninguna de las referidas crisis han sido manejadas con acierto, prontitud y eficiencia por la EU, casi todas han sido cerradas o aparcadas en falso y muchas volverán a las primeras páginas de nuestros medios a corto o medio plazo.

Los analistas de inteligencia vienen avisando desde hace años de la probabilidad e importancia de los movimientos masivos y de las dificultades para su solución rápida y eficaz. Muchos han sido los avisos y predicciones de que estaban prontos a ocurrir; pero, una vez más, las políticas ciegas, los populismos baratos, las presiones de unas irreflexivas oposiciones políticas así como, los errores de predicción de las necesidades reales económicas o militares, nos han llevado a tratar de taponar los posibles problemas con parches que no han resistido la menor sobrecarga.

Como elementos que puedan avalar la viabilidad de las teorías expuestas anteriormente, basta con citar dos claros ejemplos: Europa se reconstruyó y se facilitó el regreso de la mayoría de los refugiados y desplazados, tras la Segunda Guerra Mundial, gracias al llamado Plan Marshall. En el conflicto de Kosovo, que provocó un masivo flujo de refugiados sobre Albania y Macedonia, la intervención militar de la OTAN, propició el rápido retorno de la mayoría de ellos al ofrecerles con su presencia y actuación la necesaria seguridad y las garantías de la aplicación de la Ley[6].

No puedo dejar de lado, que acabo de escribir estas líneas cuando se cumple un aniversario más del día en que Martin Luther King Jr. (28 de agosto de 1963) pronunció su famosa frase “I have a dream” como preludio de la búsqueda de la libertad de toda una raza dentro de un país avanzado. Puede que, al proponer determinadas y profundas soluciones, en realidad, no sea más que eso…. UN SUEÑO.

[1] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/los-procesos-migratorios-desde-y-hacia-europa

[2] http://www.acnur.es/PDF/4043_20120402180029.pdf

[3] Como la convención fue aprobada en Ginebra, a veces se refieren a esta convención como la "Convención de Ginebra", aunque esta no es una de las convenciones de Ginebra que tratan expresamente del comportamiento en tiempos de guerra.

[4] http://www.acnur.org/t3/el-acnur/historia-del-acnur/

[5] Las referencias sobre las cifras de refugiados se han tomado de datos publicados por ACNUR y por el diario La Razón el 29 de agosto de 2015.

[6] Sobre este último punto tengo plena experiencia personal por haber sido desde el principio del conflicto, y durante los tres primeros años, el responsable de la Sección de Cooperación Cívico Militar (CIMIC ó J9) para la Región Sur de la OTAN en AFSOUTH (Nápoles) y haber sido el Segundo Jefe de la Brigada Hispano-Italiana de la KAFOR en Pec (Kosovo) durante seis meses.