LA GUERRA EN UCRANIA, LECCIONES APRENDIDAS (3)


F. Javier Blasco, coronel (r)

4 de abril de 2022

Transcurridos cuarenta días desde el inicio de la invasión, tiempo en el que han ocurrido muchas cosas y casi ninguna tal y como era de esperar, parece que nos enfrentamos a una posición en la que, tras desastres, desolación y muerte; una vez puestas las cartas sobre la mesa y agotados ambos bandos por los intensos combates y los problemas para alimentar la batalla, ya no queda más remedio que avocarse a una dura y puede que peligrosa negociación.

Desde luego Putin no ha ganado esta guerra, ni tampoco Zelenski; ha sido una guerra de desgaste. De momento, corta en el tiempo, pero demasiado cruda, fratricida y bastante inhumana sobre el terreno y en la realidad.

Guerra en la que las poco instruidas, no muy bien armadas y bastante mal dirigidas, aplastantes y mayoritarias fuerzas rusas se han enfrentado, de nuevo, a la cruda realidad de lo que supone la alta moral de combate de un afligido y empoderado adversario, que entorno a un inusitado líder, defiende su territorio con todo lo que encuentra a su alcance, si así se lo demandan y siempre que sea preciso actuar.

Ucrania, sola y más o menos abandonada por la cínica, acomodaticia y cuasi silente Comunidad Internacional (CI) y con unos pocos recursos que les han ido llegando a sus manos, ha sabido aprovechar otras formas y métodos de combate que le han hecho creer y crecer en su voluntad de vencer a toda costa y, sobre todo, en las nuevas tecnologías; aspectos ambos, que se han mostrado tanto o más eficaces que la honda de David, para derribar a Goliat.

Drones simples, de bajo coste y fabricación casera o comprados a Turquía y operados a corta distancia, han sido capaces de destruir carros de combate de alta tecnología y buen grado de auto protección. La invasión de las redes por auténticos y aficionados hackers, no sólo han valido como herramientas de inteligencia, sino que han puesto en vilo las redes de mando y control rusas, así como los sistemas de detección, control de movimientos y de aprovisionamiento en las grandes empresas estatales o particulares, relacionadas con su logística militar.

Rusia sigue sin aprender a analizar bien los factores de la decisión, no lo hizo antes de iniciar el conflicto, tampoco en los primeros momentos de la invasión, ni ahora para poder propiciar los grandes cambios en su estrategia a tan solo pocas fechas de entablar los duros combates con otro objetivo final.

La logística rusa sigue siendo un gran hándicap; no han aprendido nada tras sus dolorosas y nefastas intervenciones en diferentes y complicados conflictos. Fue su tumba pretérita y lo será en gran parte de este conflicto, si es que, finalmente, acaba con la balanza en su contra.

Ello ha paralizado la alimentación de la maquinaria de guerra y ha dejado vacíos los estómagos de sus tropas que, obligados a comer raciones caducadas de fecha, han visto obligados a recurrir a la explotación local, con los riesgos de sabotajes y envenenamiento que ello supone.

Las fuerzas expedicionarias extranjeras desplegadas para el combate a modo de mercenarios, han servido para el establecimiento de una política de revancha, la importación de una extrema brutalidad y constituyen una rémora de difícil limpieza o expulsión del país el día de mañana.

La política de tierra quemada, tiene muy grandes y graves consecuencias inmediatas y también a medio y largo plazo, dado que muchas de las ciudades han quedado arrasadas, llenas de minas, trampas, y cadáveres en fosas individuales y comunes por todas partes, lo que, por un lado, pondrá en grave peligro la movilidad en la zona y por otro, la salubridad a nada que el tiempo cambie a temperaturas más altas.

Las masacres de civiles apreciadas ayer en ciudades abandonados, tal y como fueron ejecutados por los rusos, no son más que el fruto de su mala formación militar, el desprecio a la legislación humanitaria y la desesperación o rabia individual y colectiva, al verse obligados a retirarse, sin una fuerte presión militar que les obligue a ello, cuando tantas bajas les costó conquistarlos.

Masacres y crímenes de guerra, que en el argot militar ruso se conoce ‘zachistka’ desde que se empleó masivamente en Chechenia; que forzosamente, no se pueden ocultar y por lo que deberían ser juzgados a manso de tribunales internacionales; aunque dudo mucho, que algún día, el máximo responsable, Putin se siente en un banquillo para responder por dichos cargos.

La destrucción casi total de varias ciudades enteras ha provocado la emigración masiva de sus ciudadanos, quienes pueden cambiar de pensamiento, con respecto a su deseo inicial de regresar cuanto antes, lo que producirá una gran pérdida de la mejor y más preparada sociedad ucrania.

Reconstruir el país no será tarea fácil; al contrario, será muy costosa y Ucrania no podrá afrontar los costes que ello supone. Pensar que será Rusia la obligada por la CI, es de momento, algo falaz o utópico.

Sin duda alguna, tanto EEUU como la UE deberán sufragar diversos planes de recuperación y reconstrucción casi total del país, porque además de las principales ciudades, su industria y comunicaciones también han resultado tremendamente afectadas.

Los reiterados y elocuentes discursos -apoyados en masivas videoconferencias- de Zelenski a los parlamentarios de los países más importantes de occidente, no han servido para mover ninguna conciencia individual o colectiva; a lo sumo, para propiciar más, cautelosos y mejores apoyos de material de combate; pero en nada para avanzar en las pretensiones políticas y de alianzas de Ucrania.

El efecto CNN a modo de un seguimiento en directo de los combates, actuaciones y decisiones adoptadas durante esta guerra, ha sido aprovechado por ambos bandos para realizar una buena inteligencia sobre las redes abiertas (OSINT); tanto que, en algunos momentos, ha habido que parar los pies a la mucha información, veraz o no, lanzada por todos los medios, noticiarios y redes del mundo.

La CI sigue adoleciendo de una gran falta de planificación previa, sincronización de sus actuaciones, despliegue de medios rápidos, capaces y efectivos, así como de normas y procedimientos adecuados para la extracción, el acompañamiento, el trato, el manejo, la transferencia de responsabilidades y el acogimiento sin trabas con su consiguiente acomodación final de los refugiados, que este tipo de conflictos bélicos producen de forma masiva y sin solución de continuidad.

Una vez más las grandes decisiones y actuaciones sobre el tema de los refugiados ha recaído en los propios medios y en las pocas o muchas capacidades de apoyo de los países fronterizos para llevar a cabo la aceptación de incontroladas avalanchas de personas, muy jóvenes o muy mayores. Agravado en este caso, por llegar masivamente sin apenas acompañamiento masculino realmente servible, por la movilización general de los varones ucranios. Situaciones desbordadas desde el principio, que han propiciado, a pesar de las muchas advertencias, la trata de blancas y el fomento de la prostitución, que ha llegado desde las primeras fronteras hasta países muy lejanos al conflicto.

La primaria y natural tendencia a recoger y enviar por cualquier medio, sin orden ni concierto, ropa usada y todo tipo de enseres, víveres, y productos útiles para los refugiados; una vez más, ha inundado, los campos o centros de acogida; ha llegado mínimamente a quien la pueda utilizar y, finalmente supone un engorro o, lo que es peor, un negocio futuro para la segunda mano de quienes no han sufrido las consecuencias de la guerra.

El resultado final del conflicto dependerá de la capacidad, voluntad de presión y de sincronización de las grandes potencias que apoyan a uno u otro bando con especial atención a China y la India en el bando ruso, así como, del porcentaje y el valor de los objetivos finales alcanzados cuando se sienten realmente a negociar.

Es de destacar, de nuevo, el papel intermediario de Turquía en este conflicto; papel, que ya arrancó hace unos años de la mano rusa en el conflicto sirio. Con ello, parece pretenderse, aumentar la consideración y el papel internacional de Erdogan y, en parte, desplazar a EEUU, tradicionalmente hegemónico en estas lides.

Sorprenden bastante la ambigüedad de Israel desde el comienzo del conflicto hasta las imágenes de los crímenes de guerra y la negativa de los ‘amigos árabes’ a secundar los intentos de Biden para paliar los efectos de la carestía de los carburantes aumentando su producción.

Increíblemente, las tropas rusas, sin ser forzados a ello, han caído en el grave riesgo sanitario que producen las zonas contaminadas con alta radiación nuclear, al entrar y permanecer en ellas durante largos periodos de tiempo sin los apropiados equipos de protección individual y colectiva.

Es muy vergonzoso que, mientras todo esto ocurre, y particularmente por parte de la UE, salvo honrosas y anecdóticas excepciones, se sigan comprando a Rusia materias primas como crudo, gas e incluso minerales como el aluminio, propiciado fundamentalmente por la codicia y necesidad de Alemania para no parar sus grandes producciones industriales.

Con independencia del grado de participación e intervención militar de la OTAN y la UE, esta guerra ha valido para volver a levantar las orejas y elevar el grado de atención porque el lobo, sigue ahí fuera, llamando a nuestras puertas para comerse débiles e indefensas presas.

Por ello, una Alianza, que estaba a punto de ser casi desmantelada o quedar en algo residual, vuelve a coger brío tal y como se verá en la próxima Cumbre de Madrid, donde se reflejará que obligatoriamente deberá cambiar de tono, intensidad y timbre su discurso y recuperar su radicalidad. Son ya muchos los países que han declarado su firme propósito de aumentar, en bastante, sus gastos en defensa.

Igualmente, sucede en el seno de la UE; una vez más, ha vuelto a ponerse de manifiesto, que la capacidad de influencia e intervención militar de la Unión fuera de sus fronteras o en defensa de sus miembros es casi nula y, que los esfuerzos e iniciativas realizadas hasta el momento en dicho aspecto, han sido tan solo unos parches para tenernos entretenidos a todos, e incluso engañados con algo, que nunca ha servido para nada.

Quede como quede o finalice esta guerra, Rusia saldrá muy mermada en su capacidad de relación, intercambio y reconocimiento internacional en todas las esferas imaginables: políticas, económicas, industriales y de tipo social.

Internamente, las protestas, inicialmente minoritarias, por mucho que las pretendan ocultar y acallar; si el conflicto se enquista, pueden ir calando y llegar a provocar un cambio importante en la sociedad rusa y, por consiguiente, en su liderazgo político. Dios dirá.