LECCIONES APRENDIDAS DE LA GUERRA HÍBRIDA APLICADA AL MUNDO EMPRESARIAL

El periodista Frank G. Hoffman define la guerra híbrida como “cualquier enemigo que utiliza simultáneamente el empleo y la adaptación de una combinación compleja de las armas convencionales, la guerra irregular, el terrorismo y el comportamiento criminal en el campo de batalla para conseguir objetivos políticos”.

El origen de la expresión[1] “guerra híbrida” se le atribuye a Robert Walker, en 1998 al emplearlo para explicar la necesidad de cambio de las tácticas, técnicas y procedimientos empleados normalmente por las fuerzas regulares para enfrentarse a combatientes no estatales o fuerzas no regulares que eran capaces de poner en jaque a los ejércitos más poderosos del mundo. En realidad, su intención era explicar la necesidad de cambiar las Doctrinas e incluso crear un tipo de fuerzas capaces de combatir con éxito a estas nuevas fuerzas y procedimientos como así lo refleja en su trabajo “Hybrid force for Hybrid Wars”; si bien su reflexión estaba centrada casi exclusivamente en el papel que podían desempeñar los marines de EEUU en situaciones en las que se enfrentaban a combates o en guerras no regulares contra enemigos no convencionales.

En realidad, este no es un fenómeno nuevo y se puede decir que ha ido evolucionando y perfeccionando con el paso del tiempo y se ha maximizado con la aparición de nuevas tecnologías, pero que con más o menos características semejantes ha sido aplicado a lo largo de la historia en multitud de conflictos en los que se ha recurrido a las guerras de guerrillas y partisanos. Basten como ejemplos bastante cercanos la guerra de la Independencia en España, Vietnam e incluso por la famosa Resistencia francesa durante la ocupación de Francia por los nazis. El fenómeno ha venido evolucionando y se ha empleado y emplea con éxito en campañas recientes como la de Afganistán, Hezbollah en el Líbano y actualmente es la base de la doctrina de combate en: Ucrania, el Estado Islámico y de otros movimientos yihadistas que operan en el continente africano.

Realmente, según algunos autores, se podría decir que su origen pudiera partir de una de las famosas reflexiones y principios de Sun Tzu sobre el tema y que, como bien nos tiene acostumbrado, las múltiples contiendas acaecidas durante veinticinco siglos desde su promulgación le han venido dando siempre la razón:

“Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y se embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán (…) Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por mucho tiempo”.

Pensamiento este que puede ser complementado con el famoso enfrentamiento entre David y Goliat, quien al ser derribado por la pedrada de la honda del primero, al caer se degolló con su propia espada y murió.

Del análisis y combinación de ambos elementos se puede fácilmente deducir que todo aquel que sea menor en fuerzas y en recursos pero, que supere a su poderoso adversario en: moral de victoria, tenacidad en su decisión de resistir sin importarle el tiempo, facilidad para la maniobra ágil y que cuente con los medios necesarios para la acción convencional o no, debe:

Evitar caer en el campo de batalla que le marque su adversario al ser este más fuerte; buscar las debilidades del contrario, atacarlas con fuerza y antes de que aquel pudiera reaccionar, abandonar la acción antes de sentirse oprimido, ocultarse, esperar, analizar las reacciones del contrario y buscar otra posibilidad de actuar. Con ello, hace que el adversario deba gastar muchos medios y esfuerzos en perseguirle, sufra costos y bajas desproporcionadas y su moral se hunda gradualmente.

Si a todo ello, le añadimos el empleo de medios no convencionales (guerra sucia e incluso el empleo de armas de destrucción masiva) de forma continuada o selectiva, el desconcierto es todavía mayor. Más recientemente se le puede unir el dominio y empleo acertado de la ciberguerra, los medios de comunicación, las redes sociales y la propaganda.

Se trata en definitiva de propiciar una guerra asimétrica y de desgaste del poderoso que le obligue al empleo masivo de recursos y medios persiguiendo constantemente a un enemigo de menor entidad. Contienda; guerra, en la que está llamado a vencer quien posea una mayor capacidad de resistencia y de resiliencia.

El factor tiempo es dominante, no hay que tener prisa para que el poderoso se derrumbe poco a poco por sus escasos resultados en comparación con los esfuerzos realizados y decida o se vea abocado a abandonar el campo de batalla o a replegarse a posiciones más ventajosas.

La traducción del tema que estamos tratando a su empleo en la sociedad civil y/o a la empresa es bien sencilla, si bien y con las debidas precauciones de no emplear medios ilegales, las tácticas y procedimientos de la guerra hibrida pueden producir grandes resultados siempre que: previamente hayamos llevado a cabo un verdadero estudio de las capacidades de la competencia, vulnerabilidades, productos, técnicas de venta y servicio postventa; contemos con personal altamente preparado y capacitado para emplearse a fondo en todas las facetas competitivas y de planeamiento estratégico; se esté especialmente decidido a llevar a cabo una lucha encarnizada contra las debilidades del adversario; nuestros productos sean equivalentes o superiores a los del mercado; no nos importe tardar en obtener resultados y podamos ofrecer productos, procedimientos y servicios de atención al cliente que satisfagan plenamente sus necesidades.

En realidad, este método, aunque con determinados matices diferenciadores, tampoco es nuevo en su empleo entre la sociedad civil, aunque parece ahora parezca que es novedoso y de la sensación de haber sido “inventado” hace pocos años en el seno de la conocida como estrategia empresarial. Por el contrario, es simplemente una adaptación al medio civil de unas tácticas y procedimientos militares milenarias y que han dado muy buenos resultados. Tenemos claros ejemplos de ello en la conquista y fidelización de nichos previamente dominados entre: las compañías constructoras y productoras de servicios energéticos; los servicios de hostelería, principalmente en los dedicados a la comida rápida; las compañías de telefonía fija y móvil y en los medios de prensa y las cadenas de televisión en búsqueda de audiencia.

Otro ejemplo muy actual lo podemos centrar en la lucha por el mercado con la bajada del petróleo; fenómeno este que, ente entre otros factores, es debido a la aparición masiva de dicho elemento por un nuevo procedimiento, el fracking. Método, que no solo ha invadido el mercado de crudo, sino que ha abaratado los precios de venta y ha conseguido, de momento, desbancar el oligopolio en la producción y fijación de precios de la OPEP. En esa lucha estamos, y el tiempo nos dirá quién ganará la batalla.

Todo es cuestión de una potente capacidad de decisión, una adecuada valoración de la situación, un buen estudio de mercado, la oferta de productos adecuados y competentes, saber cómo hacerlos atractivos, resistir las campañas de la competencia y no tener prisas en la obtención de resultados.

En definitiva y como conclusión final, de nuevo hemos vuelto a encontrar otra aplicación más en la sociedad civil de determinados elementos, tácticas y actuaciones milenarias que habiendo sido puramente militares, hoy se emplean con éxito para alcanzar buenos resultados empresariales y desbancar a la poderosa e impenetrable competencia.

F. Javier Blasco

Coronel en la Reserva

[1] http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_trabajo/2015/DIEEET01-2015_GuerrasHibridas_JosepBaques.pdf