RIEN NE VA PLUS




F. Javier Blasco Robledo, coronel (r)

25 de abril del 2024

 

Expresión francés cuya acepción se emplea en diversos sentidos y de entre los que destacan dos; la famosa frase del no “va más” que el crupier dice en voz alta en la mesa de la ruleta en los casinos, para indicarles a los jugadores entorno a la misma que no se admiten más apuestas porque la bola, ya en juego, está a punto de caer sobre el numero de la suerte de dicha jugada y, la segunda, se usa cuando se quiere expresar que todo va mal y “nada funciona”, como en el siguiente ejemplo; Je ne veux pas voir ces réalités... puis c'est fini, rien ne va plus. "No quiero ver esas realidades..." después se acabó, nada funciona.

Pienso, que ambas definiciones o usos vienen ni que pintados para explicar la inimaginable e increíble situación que vivimos en España debido a las excentricidades, salidas de tono, extravagancias o actitudes fuera de todo uso y costumbre democrática que se marca nuestro ínclito presidente del gobierno, Pedro Sánchez.

Es muy frecuente que cuando el crupier lanza su aviso de prohibición de apostar más a los jugadores, uno o varios de ellos, guiados por un impuso de última hora o para ocultar al resto donde quieren hacerlo realmente, pretendan conseguirlo a toda prisa a uno o varios números para así, satisfacer una fugaz y postrera corazonada u oculta intención. Cosa, que desconcierta al propio crupier, que ya lo tenía todas las apuestas calculadas y al público cercano porque descoloca la situación y hasta suele ocultar e incluso mover ligeramente, sus propias apuestas. Es una irresistible tentación de actuar cuando ya nadie se lo espera o de pillar con el paso cambiado al resto.

La segunda versión es muy certera en los momentos en los que se debe tirar la toalla porque la situación conocida o cercana a llegar pueda hacerse irrespirable para aquel que ha vivido sobre el alambre demasiado tiempo o muchos conocen sus más íntimos y peligrosos secretos; para quien a modo de trilero, cada día saca la bolita de un cubilete diferente con el único afán de despistar a todos y contentar al que le toca hoy el turno y desde luego también, para la persona a la que las promesas incumplidas o las muchas y sucias cesiones otorgadas por un puñado de apoyos de transcendencia muy personal, siempre oscuros y muy condicionados, sobrepasan la capacidad del aguante y dignidad humana por muy caradura, resistente o resiliente que uno sea.

A lo largo del tiempo y la historia, no hay ejemplos ni situaciones iguales o similares en países democráticos de nuestro entorno y sistema democrático de derechas o izquierdas. Cuando uno se ve sobrepasado y muy agobiado por las graves cargas y cargos que le llegan contra su persona y equipo cercano, por muchas y varias corruptelas en su partido, nepotismo, amiguismo, favoritismo o por una irrefrenable necesidad de acaparar poder, aún a costa de meter las narices y mangonear a tope, donde debería ser legal y estéticamente imposible hacerlo, solo tiene tres posibles caminos a adoptar; renunciar, coger sus bártulos e irse sin más contemplaciones, tras convocar nuevas elecciones mediante un solemne discurso en el parlamento o con una rueda de prensa oficial con ruegos y preguntas suficientes; designar a un sucesor de su máxima confianza o solicitar por sí mismo, una Cuestión de Confianza.

Ningún dirigente, nadie que se sepa en un mundo normal o normalizado, se toma un periodo sabático de cinco días en casa, para decidir su futuro político y el de la nación que gobierna a pachas con su “agraviada” esposa, mientras deja paralizado el país durante tal periodo; máxime, en un momento en el que ni la situación interna ni la externa están para ningún tipo de bromas, para tomarse un periodo vacacional extraordinario ni para echar cohetes y otros fuegos de artificio alegremente cuando estamos en medio de dos conflictos bélicos cercanos.  

Por mucho que él pretenda ser original en todo, debería haber tenido presente que nadie en el mundo de la política de medianos o altos vuelos cambia, en cuestión de horas o minutos, desde una más que impostada y fingida euforia -tras conocer y defender los resultados electorales de los últimos comicios regionales y atribuirse personalmente los éxitos de todos, incluso los de sus oponentes a los que despreciaba durante la campaña electoral- a una situación depresiva, acusadora, llorona, empalagosa y bobalicona ni mucho menos, muestra su decisión de tomarse un tiempo de reflexión, empleando para ello, una carta publicada en una red no oficial. Sobre todo, habiendo estado horas antes ocupando su escaño en momentos en los que -a tenor de la realidad y de la entonces incomprensible pregunta parlamentaria del diputado Rufián- la noticia de la toma de posición del juzgado de Madrid contra su esposa, Begoña Gómez, era ya conocida o pública, aunque no excesivamente publicada y mucho menos, manoseada ni lanzada a  su cara -tal y como él y su equipo suelen hacer con sus adversarios, sobre todo del PP-  por ninguno de los partidos políticos de la oposición, a los que, en la susodicha carta, sin venir a cuento y reiteradas veces, no duda en atacar por supuestas presiones y comentaros sobre él, su política y partido que no han sucedido en esta ocasión y momento.

No contento con hacerlo con sus adversarios políticos, decide al más puro estilo caudillista caribeño, atacar a la prensa y otros medios de comunicación que no le bailan el agua, sin tener en cuenta que él por sistema, línea editorial o debido a las más que cuantiosas y atractivas subvenciones tiene alineados y fieles con su causa a muchos más de la mitad de todos ellos.

Igualmente, y para cubrir los tres objetivos de un caudillo autócrata, la toma contra los jueces y el sistema judicial, a los que ataca inmisericordemente, sin volver a tener en consideración los vergonzosos resultados que, desde hace meses o años, estamos viendo y viviendo a diario en numerosos casos y ocasiones, dado que él, previamente, ha metido su mano en sucias maniobras sobre gran parte de las más importantes instancias de la judicatura como lo son el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el Tribunal de Cuentas, los juristas del Congreso y el Consejo de Estado sin contar con importantes asociaciones de juristas y letrados que siguen sin rechistar los pasos marcados por un Fiscal General, por cierto, varias veces repudiado por diversas instancias de enjundia, sin que se le mueva un pelo ni se cierre esa sonrisa bobalicona que muestra permanentemente .

Sánchez es un hombre que parece maniobrar a su aire y por libre aunque, realmente, son muchos los que le dirigen externamente; que pretende tener la razón en todo lo que toca o manosea y se mantiene en sus trece a pesar de los escasos o nulos resultados que recoge en la arena internacional cada vez que se mueve para maniobrar, como en la última ocasión con su maratoniano tour europeo por Palestina y su reconocimiento como Estado de tan frustrantes resultados.

Alguien que ya es casi un mindundi en dicha arena y que, con sus maniobras caudillistas y nada democráticas, aunque siempre hay interesados propios y ajenos en todo lo contrario, le van cerrando poco a poco, las posibles salidas de emergencia para poder coronar su futuro de forma oficial con un puesto internacional dotado de duraderos y pingues salarios o beneficios, cuando, por fin, deje en paz a los españoles.

Un personaje que solo ha conseguido merecer la atención de la prensa internacional con esta impresentable carta en la que anuncia su incomprensible e inusual tiempo de reflexión debido a las graves acusaciones sobre su esposa. Carta, por la que, ahora, el mundo ha sabido que su mujer, a la que dice amar -como cualquier españolito de a pie- podría estar involucrada en asuntos turbios; por cierto, nada bien vistos ni defendidos en ninguna sociedad moderna y democrática de nuestro entorno y mediante la cual, no solo los saca a la luz, sino que también pregona que sus métodos caudillistas están siendo atacados, precisamente por los que (prensa, oposición y tribunales) en cualquier país democrático, tienen la obligación de hacerlo con las herramientas correspondientes, con la verdad, la prudencia y sin amenazas ni otro tipo de coacciones.

Todo apunta a que, con esta aparatosa y desconcertante maniobra y casi plebiscito, solo pretende aparentar prudencia personal, va de farol, solo busca reafirmar, de nuevo sus apoyos de partido y de otros personajes ocultos que manejan sus hilos y el lunes no va a ocurrir gran cosa, cuando, precisamente, él hace todo lo contrario con sus adversarios políticos a los que no da cuartelillo.

Por todo lo anterior, me atrevo a asegurar que está situación de puro teatro, bombo y platillo no será más que una más de las suyas protagonizadas fuera de tiempo y como un juego más a los que nos tiene acostumbrado para cogernos a todos fuera de lugar, incluso a los de su propio partido y a los embobados e inquebrantables seguidores, quienes ayer mismo, quizás por ello, no atendieron en masa a la llamada de socorro para manifestarse en la sede del PSOE dándole calor a su caudillo.

Una carta, que provoca la risa desternillante en algunos de sus párrafos escritos alegremente, para niños o personas fuera de la realidad y sin capacidad de juicio, en la que afirma situaciones falaces e increíbles, como el “no tener apego a su cargo”, cuando todo el mundo sabe, conoce y sufre la vergüenza inicial y sufrirá las consecuencias posteriores de las concesiones de todo tipo y los cambios legislativos que ha tenido que sortear o imponer de manera poco democrática y casi alegal, para conseguir los votos necesarios para mantenerse en ese maldito sillón de la Moncloa. 

Sillón, que de momento, solo le da capacidad de maniobrar en dichas abyectas lides, pero no de gobernar como es preciso y menester tras cien días de desgobierno -aún sin presupuestos a la vista- a pesar de estar la situación política y sobre todo, la económica como están y como se van a poner cuando Europa despierte de su dadivoso letargo pandémico y nos pongan los deberes necesarios para corregir una demasiado larga situación que, a pesar de sus enormes cuantías, regalías y tiempo en efecto, no ha logrado los objetivos previstos en su totalidad y, realmente, se debió cambiar e imponer, al menos, un par años atrás.

Tampoco hubiera estado de más, que si tanto asegura querer con locura y velar por proteger a su esposa, le hubiera aconsejado con tiempo donde podía haberse metido a hacer negocios, las líneas rojas a no sobrepasar nunca y, sobre todo, aquello de la mujer del Cesar que viene bien para evitar este tipo de escabrosas situaciones.