La mayor falacia de los últimos tiempos

F. Javier Blasco

Madrid a 18 de junio de 2016

No quisiera que alguien piense que estas líneas son interesadas políticamente o que pueden nacer de una predisposición a contraponerme a los partidos políticos con los que no comparto ideario y no tengo intención de votarles en mi vida.

El tema que hoy quisiera comentar se basa en la situación de la Seguridad Social, sus recortes y los servicios que presta a los españoles. Algo muy de moda en los últimos años, meses y días y en boca de TODOS los partidos que están en la oposición y tratan de robar algún voto de aquellos que se definen como descontentos.

Una mala fortuna transitoria en la familia nos ha llevado a tener que recurrir a sus servicios en estos días pasados; un ser muy querido para mí y tremendamente joven, un recién nacido, ha tenido el infortunio de padecer una enfermedad que no por ser bastante frecuente en niños de corta edad, deja de ser peligrosa tanto por las consecuencias que de ella se derivan si no se corrige a tiempo y por lo difícil de su detección, como por precisar una intervención quirúrgica con anestesia total, lo que se agrava debido a su poco peso y tierna edad.

Nos hemos visto implicados en este proceso y por su causa asistimos a dos hospitales de la red de la Seguridad Social madrileña; el primero donde se le detectó el mal y el segundo donde se le intervino quirúrgicamente debido a las complejidades anteriormente referidas. Debo y tengo que asegurar, que en ambos centros no se ha escatimado ni un solo de los esfuerzos necesarios para realizar todo tipo de pruebas, reconocimientos y análisis y que la profesionalidad de absolutamente todos los implicados en dicho proceso ha sido sobresaliente.

No hemos sufrido retrasos ni se ha escatimado en ningún tipo de requerimientos tanto en su detección como en subsanar el defecto físico que padecía la criatura. A lo largo del proceso que ha durado algunos días, hemos encontrado todo tipo de facilidades, explicaciones y parabienes. Se nos ha facilitado la información necesaria y la intervención del paciente se hizo, cuando todo estaba claro e incluso a horas no muy ordinarias, sin más dilaciones o excusas.

Me he extendido en la exposición de los hechos, porque quiero resaltar todos los detalles sin dejarme ninguno en el tintero y para comentar las actuaciones de los diversos hospitales y estamentos dentro de los mismos por los que ha pasado el paciente y sus familiares.

Debo añadir que en el proceso corto en realidad, pero para nosotros eterno, nos hemos cruzado y compartido estancias de espera con todo tipo de personas sin distinción de raza, sexo, religión o condición social, tanto nacionales como extranjeros y todos ellos recibieron el mismo trato que recibimos nosotros. Es más, debido a la corta edad de nuestro paciente, aún no tenía tramitada su correspondiente tarjeta sanitaria. Cosa que no resultó ser problema alguno para que se le atendiera con toda diligencia, sabiduría y acierto.

Tras el análisis de la realidad expresada en los párrafos anteriores, mi corazón y mente se levantan en total rebeldía contra aquellos que públicamente y más en estos días de campaña electoral, se llenan la boca de soflamas en los que como enérgicos agoreros y predicadores del desastre ponen de vuelta y media la situación de nuestra Seguridad Social a la que tachan de no universal, recortada, privatizada, ineficaz y poco más o menos como un fabricante de cadáveres debido a los recortes que sufre y que la hacen totalmente inoperativa.

No entiendo a qué viene esto, me inclino a pensar que estos señores y señoras que abundan y predican con esta soflama, no han acudido a un centro del estamento sanitario público en mucho tiempo o que, a pesar de lo que pregonan, se gastan su dinero en ser atendidos en centros hospitalarios totalmente privados en manos de compañías de seguros. No se puede ser más ciego y falaz en la vida; sus proclamas se caen por su propio peso día a día en los muchos casos que son atendidos con verdaderas razones para serlo.

He podido observar en los pocos días que he pasado en un hospital el elevado número de operaciones que se realizan y solo si contabilizamos el espectro infantil. La cantidad de explicaciones, atenciones y buenos resultados que se dan a diario por unos profesionales tremendamente capacitados, quienes además, en su mayoría rozan una edad bastante joven.

No sé porque se nos expone que nuestros jóvenes capacitados deben irse al extranjero a ejercer; dense una vuelta por los hospitales y verán a miles de ellos, ejerciendo su profesión, no solo con acierto y profesionalidad, sino con una eficiencia digna de mención. Que no nos confundan, pero también que no nos dejemos confundir nosotros porque debemos ser conscientes de que una mentira por mucho que se repita miles de veces, nunca se convertirá en verdad.

A la hora de buscar culpables en esta gran falacia que nos envuelve en el mundo de la mentira, el desánimo y los populismos, quiero también mostrar mi desazón y reprobación contra aquellos que teniendo la responsabilidad política de mantener este tipo de servicios, se limitan a que estos cumplan realmente su papel y no se batan el cobre en los discursos, encuentros, debates y tertulias para desmontar esta gran mentira con hechos y datos y, sin embargo, parezcan no escuchar las falsas acusaciones y den la callada por respuesta cuando los de la oposición les atacan con esta sarta de mentiras. No señoras y señores gobernantes; hay que entrar en el debate con armas de verdad y si es necesario dejarse la piel, hay que hacerlo. Ir de buenos por la vida y hacer las cosas como se debe no es suficiente, hay que defender el trabajo y esfuerzo político y sobre todo el de unos profesionales que lo están dando todo y a los que casi nadie defiende.

Quede claro que no estoy contento ni con unos ni con otros; pero que me irritan mucho más aquellos que mienten a sabiendas y que además, lo hacen tanto y tantas veces que se lo llegan a creer. Personas que aspiran a ser los gobernantes de los españoles no pueden tener tan baja estofa y caer en este tipo de demagogias. Defendamos lo que tenemos, y si es posible mejorarlo en algo, hagámoslo, pero no descalifiquemos a una entidad y a un conjunto de profesionales que lo hacen, pero que muy bien.

Por avatares de mi vida profesional he vivido algunos años en varios países y he visitado muchos más y puedo asegurar personalmente que no sabemos lo que tenemos en casa en este aspecto. Ya quisieran muchos de ellos llegar a la mitad de lo que nosotros hemos levantado, pagado y mantenido.

No caigamos en frases baratas y no “defendamos” los estamentos y servicios públicos solo cuando están bajo nuestros designios. Es una labor continuada en el tiempo y por cierto, nada reciente; valoremos lo que tenemos y hacer lo que ya Jesucristo nos dijo un día, “Dad al Cesar lo que es del Cesar”.