La horrible noche de la Selección Colombia

Fantástica escuadra colombiana de Italia 1990. De pie, de izquierda a derecha: Freddy Eusebio Rincón, Luis Carlos Perea, Andrés Escobar Saldarriaga, Gildardo Biderman Gómez, Gabriel Jaime "Barrabás" Gómez, José René Higuita; agachados, de izquierda a derecha: Carlos Alberto "El Pibe" Valderrama, Carlos Enrique "La Gambeta" Estrada, Luis Fernando "Chonto" Herrera, Leonel Álvarez Zuleta, Luis Alfonso "El Bendito" Fajardo.

7 de junio de 2009

Me he atrevido a bautizar “Generación Pibe Valderrama” a aquellos amantes del fútbol que nacimos a mediados de los años 1970 y cuando adolescentes vivimos la época dorada del fútbol colombiano, que en mi concepto comenzó en 1985 con la irrupción del combinado nacional sub-17 dirigido por Luis Alfonso Marroquín, cuya base era la Selección Antioquia. Aquel equipo de fantasía descrestó al continente en el Juventud de América celebrado en Paraguay y clasificó brillantemente al Mundial Juvenil de la Unión Soviética. En esa Selección jugó uno de los máximos cracks que ha dado Colombia en todos los tiempos: John Edison Castaño, un pereirano del que ya nadie se acuerda. También hicieron parte del equipo nada más y nada menos que José René Higuita, John Jairo Tréllez, Wilmer Cabrera, James Rodríguez, Romeiro Hurtado, Jairo Ampudia, Orlando Maturana, Eduardo Niño, Felipe Pérez, entre otros.

Ese fútbol alcanzó su punto más alto con la selección del Pibe Valderrama, brillantemente dirigida por el injustamente vilipendiado Francisco Maturana en mi criterio, el mejor técnico en la historia de Colombia, y luego por Hernán Gómez. Exactamente en la Copa América de Argentina 1987 cambió el rumbo de la historia de la Selección Colombia de mayores, no en la Copa América 1975 ni mucho menos cuando el 4-4 ante la Unión Soviética en el Mundial Chile 1962.

Pues bien, las últimas Selecciones Colombia le están haciendo pasar a esa generación el trago más amargo de que se tenga memoria, así como experimentar un desagradable sentimiento de vergüenza.

En 1989 era impensable que Venezuela le ganara a Colombia. Esos partidos eran un verdadero paseo y la pregunta más bien era cuántos goles anotaría la Selección. Recuerdo aquel baile en la Copa América de 1989 en Brasil cuando Colombia goleó 4-2 a Venezuela, marcador que pudo ser muchísimo más abultado. Los venezolanos sencillamente no sabían jugar al fútbol, eran absolutamente incapaces de anotar, su defensa era extremadamente débil y cometían pifias ridículas como errar la patada del balón. Siempre terminaban los torneos últimos y con abultadas diferencias de goles en contra.

Hoy da grima ver a una Venezuela alzada que le perdió totalmente el respeto a Colombia. El campanazo de alerta se dio en la clasificación del Mundial Corea-Japón 2002 cuando Colombia le empató a Venezuela 2-2 en San Cristóbal (24-4-2001), marcador que le costó el puesto a "Chiqui" García. En la eliminatoria del Mundial de Alemania 2006 Venezuela venció por primera vez en la historia en Colombia (Barranquilla, 15-11-2003). Fue 0-1, marcador mentiroso e injusto (la injusticia es la principal característica del fútbol), pues Venezuela hizo el gol y en adelante se limitó a defenderse como gato panza arriba, se salvó en múltiples oportunidades incluso de balones que pegaron en el palo, pero la historia dirá que ganaron como visitantes. Resultado que, de paso, le costó el puesto a Maturana, quien había criticado el empate 2-2 en Venezuela y cuyas declaraciones contribuyeron para que fuese nombrado en lugar de "Chiqui" García. Y por último, en el marco de la eliminatoria a Suráfrica 2010 Venezuela venció 2-0 en Puerto Ordaz (31-03-2009). Además, Venezuela aventaja a Colombia en todas las estadísticas en la actual eliminatoria, sobre todo en puntos, número de partidos ganados y goles anotados. No está lejos, pues, el día que Venezuela clasifique al Mundial y Colombia no. ¡Cómo cambian los tiempos!

Aunque el de Venezuela es el caso más grave, también es cierto que la Selección ya no le gana ni a Ecuador, ni a Perú ni a Bolivia. Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina la derrotan hasta en Colombia casi a placer, salvo algunas sufridísimas excepciones.

Aquella mística, ese perrenque, aquel pundonor del Pibe, de Leonel, de Rincón y de Barrabás se perdió para siempre. Ese toque-toque tantas veces criticado que caracterizó al fútbol colombiano en esa época, hoy está completamente enterrado en el pasado. Daba gusto ver a aquel equipo pasear por igual a Argentina, a Uruguay y al mismísimo Brasil. Aquellos delanteros mortíferos como Arnoldo Iguarán, Tino Asprilla, Adolfo Valencia, Gambeta Estrada, Rubén Darío Hernández o Albeiro Usuariaga no han podido ser reemplazados. Las concentraciones para preparar los partidos se hacían con semanas de anticipación, hoy se hacen unos cuantos días antes. Casi siempre jugaban los mismos, los unos se conocían de memoria los movimientos de los otros.

Con el balón, en primer plano, John Edison Castaño; atrás, Freddy Rincón.

Pero el punto más complejo es la sustitución de Carlos Valderrama. El Pibe es el jugador más raro que he visto. Aunque lento en su accionar físico, todo el andamiaje del equipo giraba a su alrededor. Verdadero líder que empujaba a sus compañeros y al que no le gustaba perder. Cuando tomaba la pelota parecía que como por arte de magia todo el equipo se organizara estratégicamente en el campo de juego e iniciara su camino hacia la red rival. De pronto, un cuchillazo certero e inesperado dejaba a Rincón con la pelota frente al marco y gol. Cierto es que el Pibe no hacía goles, no cabeceaba, no driblaba ni hacía goles de tiro libre, pero su extraordinaria capacidad de organización en la cancha, cual director de orquesta, tampoco ha sido reemplazada hasta hoy. Es quizá quien más le hace falta a Colombia, equipo absolutamente sin ideas, sin dirección ni liderazgo, funciones que asumía Valderrama con lujo de detalles.

La dirigencia de aquel tiempo tampoco ha podido ser igualada. León Londoño llevó la Selección de nuevo al Mundial después de veintiocho años y la fogueó en Europa llegando hasta el estadio de Wembley, uno de los templos sagrados del fútbol, donde Colombia jugó de tú a tú con Inglaterra. Álex Gorayeb y Jorge Correa también condujeron a la Selección Colombia por el sendero de la victoria. Cierto es que nunca ganó nada esa Selección, pero su calidad sigue siendo reconocida unánimemente en todas partes.

¿Qué pasa? ¿Se acabó el talento en Colombia? ¿No volverán ese tipo de jugadores, entrenadores y dirigentes? ¿Será la madre natura del fútbol tan implacable con Colombia? ¿Estará condenada a haber producido una única época destacada, a la manera del Perú de los años 1970? ¿O será verdad que las mafias del fútbol impiden que el combinado alcance los sitiales de los que una vez se estuvo cerca, como en la víspera del Mundial de 1994? ¿Cesará la horrible noche de la Selección Colombia o estará condenada a sufrirla de por vida?