Apuntes mirmidónicos LVII

25 de diciembre de 2019

I

Casi sin pena ni gloria pasó el primer título de un colombiano en el Tour de Francia -uno de los máximos sueños colectivos colombianos-, 44 años después de que Cochise Rodríguez alcanzara una modesta posición 27. Si hubiese sido en los trágicos años 80, la celebración habría sido de proporciones apoteósicas, como el recibimiento que se le hizo a Lucho Herrera cuando ganó la Vuelta a España 1987; hasta Virgilio Barco, aquel presidente flemático e incompetente al que -justo es reconocerlo- le tocó una de las peores épocas de la historia de Colombia, en uno de los pocos momentos en que expresó alguna emoción, se puso la camiseta amarilla (en aquella época la camiseta del líder de la Vuelta era amarilla, no roja) que le entregó el gran ciclista fusagasugueño. A mí, al menos, me parecía imposible que un colombiano ganara el Tour por el biotipo del ciclista criollo, pero resulta que el organismo de Egan Bernal absorbe el doble de oxígeno que un ser humano normal. Otro dato interesante es que Bernal fue campeón del Tour sin ganar una sola etapa. 

II

Hace 50 años se planteó que el gálibo del puente Pumarejo debía ser de 45 metros, pero no hubo suficientes recursos y se hizo de 16. Hoy las exigencias son 65 metros, pero hicieron el nuevo puente de 45, así que dentro de otros 50 años -en el mejor de los casos- habrá que demoler el recién inaugurado Pumarejo y construir otro más alto. Un crucero como el Queen Elizabeth tendría que agachar la chimenea para pasar por los 45 del nuevo puente; el Queen Victoria tiene 54,5 metros de calado aéreo y el Oasis of the Seas, 72. Los barcos neopanamax, que en su máxima capacidad tienen 57 metros de calado aéreo, tampoco pasan debajo del Pumarejo. 

III

Dado que un barco se sumerge más en agua dulce que en agua salada (ya que esta es más densa), se ganarían unos metros. La idea del nuevo puente era permitir el paso de buques de gran altura hacia el interior del país (debidamente dragado, el río es navegable hasta Honda, Tolima), pero a juzgar por los 45 metros de gálibo, evidentemente no planificaron mayor desarrollo naviero aguas arriba del Magdalena; paradójicamente, eso en parte beneficia a Barranquilla, pues la actividad económica que no puede subir se concentraría aguas abajo del puente. Tampoco se tuvo en cuenta dejar lista una línea férrea para un futuro tren, algo que también se propuso cuando el puente estaba en fase de diseño.

IV

Falto de toda gallardía que Duque el impostor se haya arrogado haber construido el nuevo puente Pumarejo y no haya invitado a la inauguración a Juan Manuel Santos, en cuyo gobierno se construyó el puente en un 85%. Santos no lo inauguró por el retraso injustificado de los incompetentes y corruptos de Sacyr, pues el cronograma original contemplaba su terminación dos años antes de lo que se entregó, es decir, durante el mandato Santos. No contentos con eso, relegaron al pueblo y a la prensa local durante la inauguración de la estructura. El centralismo excluyente nunca cambiará. 

V

A pesar del avance de Barranquilla en los últimos años, hay que redoblar los esfuerzos en materia de infraestructura cultural. Estamos en mora de construir, dotar e implementar red de bibliotecas públicas, centros culturales, hemeroteca, cinemateca, festivales, conciertos, exposiciones, fonoteca, salas interactivas, bases de datos, auditorios, centros audiovisuales, archivos históricos y de documentación, talleres, escuelas de música, danza, teatro, pintura, escultura, etcétera, salas de ensayo, orquestas, recuperar el teatro Municipal, terminar el Museo de Arte Moderno, fortalecer el Romántico y el del Atlántico. En varias ciudades hay un museo de la ciudad, por ejemplo el de Nueva York o el de Bogotá (fundado en 1969), creo que el Romántico renovado equivaldría al Museo de Barranquilla.

VI

Parece que se acabaron las protestas de noviembre y diciembre, tan necesarias ante un gobierno no solo mutilador, sino inconstitucional, pues la Constitución de 1991 consagra a Colombia como Estado social de derecho, y este tercer gobierno de Uribe Vélez por la interpuesta persona de Duque tiene de todo menos de social, más bien es descaradamente contrario a lo social. El regreso del uribismo al poder es una de las máximas desgracias que le han ocurrido a Colombia, país que parecía enrutarse por la senda del progreso con la firma de la paz con las FARC y las políticas progresistas de Juan Manuel Santos. Dan grima el regreso de los falsos positivos, el asesinato sistemático de líderes sociales, los combates antiguerrilleros en que mueren niños, la vuelta de grupos de exguerrilleros a la lucha armada ante la sistemática matanza de los desmovilizados y el sabotaje de los acuerdos de paz por parte del uribismo, la reforma tributaria, la destrucción del sistema pensional para que nadie se jubile, acabar a la estatal Colpensiones y favorecer a las privadas Protección y a Porvenir, etcétera. Y pensar que en Colombia apenas hay poco más de dos millones de jubilados, la mitad de los cuales percibe el salario mínimo, o menos, de pensión. No en vano la impopularidad de Duque, ese monigote pedante y engreído, ya alcanza el 70%, y la popularidad otrora incuestionable de Uribe Vélez llega apenas a un 26%. En pocas palabras, ahí tienen, uribistas.


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