Apuntes mirmidónicos XX

12 de octubre de 2013

I

Mientras el país se debate entre mil problemas a cual más de graves como la pobreza, la corrupción, el crimen en todas sus formas, el desmoronamiento de la familia o la incompetencia de la justicia, es por lo menos extraño que los medios de comunicación sigan imponiendo en la mente de mis conciudadanos (o que estos se hayan dejado imponer) los temas más fútiles. Me impresiona no solo que las portadas de las revistas más apetecidas, las de farándula (que ahora llaman con el eufemismo "entretenimiento"), sean el nuevo bebé de alguna exreina de belleza, o el matrimonio de cualquier presentadora de "noticias del entretenimiento", o la separación de equis actriz de telenovela, sino la acogida que tienen semejantes asuntos entre la gente, al punto de que se convierten en los temas de conversación, como si se tratara de sus familiares o amigos. Personajes de nula importancia para el convulsionado acontecer de la nación han sido elevados por los medios de comunicación a la categoría de ídolos, referentes y centros de atención de la opinión pública. 

II

Incluso los noticieros de televisión, otrora serios y responsables (qué tiempos los de los noticieros 24 Horas, de las 7 o TV Hoy), han caído en esa trivialización de la sociedad. Los noticieros de los canales privados mal copiaron de la televisión de Estados Unidos la tal sección de farándula, que termina teniendo más duración que el resto de noticias para convertirse en espacio de autopromoción de los realities y telenovelas -mayores monumentos a la frivolidad y a la vulgaridad de esta sociedad- de los propios canales. Ahora la noticia es la próxima payasada de participantes de realities y cómo reaccionarán sus compañeros, o el desarrollo de alguna telenovela. Se salvan algunos noticieros como CM& y Noticias UNO, si bien sus secciones de farándula son bastante extensas también. 

III

Jessica De la Peña

Aquellos presentadores de noticieros sobrios, elegantes, con voces de locutor, como Hernán Castrillón o Judith Sarmiento fueron desplazados para siempre por bellísimas presentadoras (el 90% de los presentadores de noticieros son mujeres, esos oscuros objetos del deseo) que más bien parecen modelos o actrices, que exhiben impúdicamente sus apetitosos y opulentos senos operados, cuyas posturas, voces y dicción distan -y de qué manera- de las de los presentadores y locutores clásicos, pero que venden mucho más que las voces educadas, la seguridad y la credibilidad de los presentadores de antaño. 

IV

Se entiende que un pueblo necesita distracción y que en esta sociedad liberal cada quien hace lo que le da la gana, pero indiscutiblemente hay límites que debe imponer el Estado, pues el resultado es amplios sectores de la sociedad idiotizados en lo irrelevante, sin cultura o educación algunas. Cuánto lamento la pérdida de la ética católica de las instituciones colombianas. 

V

Sobra decir que escasean entre los medios de comunicación colombianos los programas educativos, culturales o que generen conciencia política y social. En 1844 Marx publicó la Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, en la que expresó una de las frases más célebres de la historia: “La religión… Es el opio del pueblo”. Si resucitara y asistiera al desfachatado espectáculo de los medios colombianos, sin duda tendría que incluir entre los opios del pueblo a la frivolidad impuesta por los medios de comunicación con el único interés de crear una distracción ilusoria que desenfoca a la criatura oprimida (la gran masa) de lo relevante, quedando así expedito el camino para que quienes manejan los hilos del poder sigan repanchigándose en él. No hay otra explicación, los grandes capitales no solo son propietarios de los medios, sino que imponen a placer a los gobernantes.

VI

Hay un periodista que se las trae: Daniel Coronell. El tipo investiga y denuncia casos graves, lo cual es loable, pero cae en ataques ad hominem que contradicen lo que pretende defender. El caso puntual al que quiero referirme es su animadversión hacia el procurador Alejandro Ordóñez. Coronell, que tanto defiende la libertad de expresión y los derechos de la gente, lo critica porque es católico tradicionalista, porque lo más granado de la política asistió al matrimonio de su hija (una misa tridentina en latín), porque opina sobre la realidad nacional, por cualquier bobada. Se nota que Ordóñez no le cae bien, y está en todo su derecho, pero señalarlo por cómo piensa, tratando de poner en la picota pública los planteamientos de la tesis de grado de 1979 del hoy Procurador (vea "La tesis degrada"), y descalificarlo como retrógrado, fascista y autoritario, es una contradicción en sí misma, una afrenta a la libertad de pensamiento que tanto aboga. Estigmatizar al Procurador por haber quemado unos libros que a él y a un grupo de personas les parecieron inadecuados, y tildarlo de inquisidor contemporáneo, es por lo menos una falta de respeto y, repito, más bien un ataque a la libertad de pensamiento. En medio del ataque frontal de Coronell no podía faltar un mensaje latente, implícito: que el Procurador es corrupto, señalamiento que el periodista debería llevar hasta sus últimas consecuencias para ser coherente y ganar en credibilidad. A Coronell no le van muy a la zaga en animosidad contra Ordóñez María Jimena Duzán (vea "El candidato procurador"), Antonio Caballero y Daniel Samper Ospina, todos columnistas de la revista Semana.

VII

En su discurso del banquete de Estocolmo (1957), Albert Camus dijo, a guisa de justificación del pesimismo de su obra, que nadie les podía pedir ser optimistas a quienes habían asistido a las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945), a la Guerra Civil Española (1936-1939), y que debían criar a sus hijos en un mundo amenazado por la destrucción nuclear: "Personne, je suppose, ne peut leur demander d'être optimistes". Análogamente, no se le puede pedir ser optimista a quien presencia que la selección de fútbol de su país recibe tres goles en diez minutos del primer tiempo (del 19 al 29), luego de que ha desperdiciado una clarísima oportunidad ante el arco rival a los cuatro minutos, hecho que habría sido un durísimo golpe psicológico para Chile y habría determinado otro rumbo del partido. Recibí un aluvión de críticas por Facebook a causa de mis amargas declaraciones durante el primer tiempo del partido Colombia-Chile: no me bajaban de pastelero (pues pasé de la angustia y la frustración a la euforia), que nada me hace feliz, que estoy salado, que me pegue un tiro, que me pondrán un bozal... 

VIII

Bien, ante semejante lección, posiblemente sea el momento de hacer el ensayo de ser optimista. Al fin y al cabo, se han visto milagros, así sean momentáneos, como las recuperaciones de las plazas de San Nicolás y de la Paz, o duraderos, como el 3:3 (0:3) de Junior en el Atanasio Girardot ante Nacional en 1993, el 2:5 (1:2) de Junior ante el mismo rival y en el mismo estadio en 2004 (que terminó con la victoria por penales de Junior 5-4 y con la consecución del título), el 3-3 de Liverpool ante Milan en la final de la Liga de Campeones de 2005 en Turquía, que también terminó con victoria por penales del Liverpool, o este 3:3 (0:3) que clasificó dramática y honrosamente a Colombia a Brasil 2014. No habría sido lo mismo perder ese partido de ayer en Barranquilla y clasificar gracias a la victoria de Ecuador 1:0 sobre Uruguay. 

IX

Ser optimista es un acto de fe, y la fe es un misterio, un don. Así pasen muchos años, me propongo no perder la fe en que muchas cosas cambiarán en Barranquilla: que acabemos o al menos mejoremos ostensiblemente la invasión del espacio público principalmente en el centro y en el mercado, que desaparezcamos ese sector infrahumano, sórdido y abyecto conformado por El Boliche y el Mercado de Granos, que erradiquemos las estaciones satélite de taxis, que encontremos la solución al problema de los arroyos, que construyamos avenidas de varios carriles, más parques y complejos culturales y educativos, o que el barranquillero vuelva a tener conciencia cívica y cultura ciudadana, entre muchos otros aspectos por mejorar. 

X

Lamentable lo de Venezuela, equipo que prometía después de la Copa América 2011, y que comenzó con todos los fierros a pesar de practicar un fútbol tan mezquino; se desmoronó poco a poco desperdiciando la oportunidad de oro de asistir por primera vez a un Mundial. Dentro de cuatro años, para la próxima eliminatoria, difícilmente contarán con el que me atrevo a catalogar el mejor jugador venezolano de todos los tiempos: Juan Arango, maracayero de papás antioqueños, que tendrá treinta y cinco años al comenzar la eliminatoria para el Mundial Rusia 2018 y, si clasifican, llegaría con treinta y ocho al Mundial). Tal vez la jerarquía histórica de selecciones como Uruguay, Chile o Colombia terminó sacando a Venezuela, aunque parece que también hubo mal manejo del técnico, el arrogante y fanfarrón César Farías, da la impresión de que el equipo se le salió de las manos. 

XI

Otro equipo que prometía y que se diluyó en su propia falta de jerarquía y de historia fue Panamá (equipo en el que me he interesado gracias a mi amistad con un panameño residente en Lima), que alcanzó a estar primero en el hexagonal final de la Concacaf. Ayer lo vi jugar contra México en el estadio Azteca en el quizá más importante partido de su historia, pues estaba en zona de repechaje por encima del hasta entonces eliminado local, que ha realizado una de las peores eliminatorias de todos los tiempos. Faltando diez minutos para que terminara el partido, Panamá empató (1:1), con lo que aseguraba su presencia en el repechaje (ya Honduras se le había ido de su alcance venciendo a Costa Rica en Tegucigalpa), alargando la angustia de México, que volvía a quedar fuera del Mundial. El resultado no era del todo sorpresivo, pues este año Panamá venció dos veces a México en la Copa de Oro y venía de reconfortante empate como visitante en Honduras. Pero en realidad el gol del empate panameño fue un hecho aislado producto de cinco minutos de dominio, algo realmente sorpresivo. La reacción mejicana no se hizo esperar, y faltando cinco minutos para el final anotaron un gol de chilena que los puso en zona de repechaje y mandó a Panamá a cuidados intensivos. El antiguo departamento más importante de Colombia todavía guarda una esperanza: el martes 15 de octubre se enfrenta a la poderosa selección de Estados Unidos -el líder inalcanzable, al que nunca ha derrotado en eliminatorias- en el estadio Rommel Fernández de la Ciudad de Panamá. Debe vencer en ese partido y esperar que Costa Rica derrote en condición de local a México. La veo difícil porque Panamá es un equipo casi de aficionados, pero no imposible.

XII

Por cuenta del fútbol he tenido varias de las impresiones más fuertes de mi vida, la mayoría satisfactorias. Hago el recuento de las más significativas:

 

Apuntes mirmidónicos XIX - XXI