Apuntes mirmidónicos XXXI

9 de diciembre de 2014

La ampliación de la 51B

Qué desastre el de la 51B... casi cien losas se desmigajaron a pocos meses de haber sido entregadas. El constructor fue Valorcón, que en su sitio web se da bombos y platillos, veamos cómo se autodefinen:

¿Quiénes somos?

Valores y Contratos S.A. VALORCON S.A. es una empresa colombiana líder en el sector de la construcción de obras civiles, con amplia y reconocida experiencia en el diseño y ejecución de proyectos de ingeniería y construcción. En nuestros 48 años de experiencia nos hemos orientado a generar desarrollo. Así lo ratifican los exitosos proyectos que nos han permitido consolidarnos como un referente en el ámbito nacional y con proyección internacional.

¿Cuántos malos trabajos más como este habrá realizado Valorcón, ese "referente nacional e internacional de proyectos de ingeniería y construcción"?

Por cierto, la 51B también quedó muy estrecha, no parece una vía digna del estrato 6 de Barranquilla. Lunar en la administración de Elsa Noguera.

La 54

Mala calidad también en la ampliación de la carrera 54: registros sin tapa o con tapas de madera, adoquines y baldosas hundidos o arrancados, malas bases de los árboles, malas bases de los postes, bordillos "mordidos", bolas arrancadas, marcos de banderas a punto de caer de los postes, lámparas del alumbrado público quemadas, los vecinos y las empresas abriendo rampas y escalones para uso propio en los andenes recién construidos… qué aterradora capacidad de destrucción la de algunos habitantes de Barranquilla. ¿Quién controla la calidad de las obras en Barranquilla? ¿Qué hacen los interventores, a los que, por cierto, les pagan millonadas? Otro lunar para Elsa Noguera. Como prueba, veamos este registro fotográfico: (se perdió por un erro de Picasa).

Y algo similar observo en el corredor portuario: estoperoles arrancados en la glorieta de la 38 con 6, nulo mantenimiento de las zonas verdes...

Il conformista

Se me viene a la cabeza el título de esa película (1970) de Bertolucci porque definitivamente tendremos que conformarnos con que Barranquilla será a lo sumo una ciudad mediana, nunca grande. Ni en la supuesta época de oro de Barranquilla, allá a principios del siglo XX, se contó con tantos recursos, con la visión y con la planificación para desarrollar los proyectos que se adelantan actualmente; pero este momento único, estelar, solo alcanza para producir vías como la 51B o el corredor portuario que, si bien acertadamente concebidas, se quedan muy cortas en dimensiones para una ciudad que crece vertiginosamente.

Los arroyos

Estuve la semana pasada en Bogotá, y qué tristeza que allá, cuando hablan de Barranquilla, siempre terminan en los arroyos. Parece que en Colombia, Barranquilla es únicamente sinónimo de arroyos y las catástrofes que ocasionan, para no mencionar el hazmerreír que es la ciudad a causa de ellos. Ojalá se apure la secretaría de Infraestructura, en cabeza de Nury Logreira, a terminar la canalización de los arroyos de la 79, la 84, Felicidad y la María, y que después las administraciones futuras sigan con otros.

El nuevo aeropuerto Eldorado

Qué decepción me llevé con el nuevo Eldorado: grandote, sí, funcional, sí, pero ¿qué les pasó a los arquitectos? La arquitectura, en primera instancia, resuelve un problema espacial, en esa materia no había problema, pues espacio había de sobra para el aeropuerto; pero la arquitectura también posee un componente estético que en este caso fue dejado en un plano completamente secundario. Me quedo con el Ernesto Cortissoz, mucho más pequeño, con mucha menos capacidad (aunque está subutilizado, es decir, en realidad está sobredimensionado, o lo hicieron quedar sobredimensionado), pero hermosísimo en su propuesta estética.

Adiós a El Heraldo

Digo esto con alivio: dejé de leer El Heraldo. Ese periódico me tenía harto, no soportaba más la mediocridad insondable en la que se hundió, el Frankenstein en que se convirtió. Recomiendo zonacero.info, diarioadn.com/barranquilla, elespectador.com, semana.com.

Aclaraciones

Me llevé un rapapolvo por unas declaraciones mías en esta página; a raíz de eso, me propongo no caer más en críticas ácidas que se puedan malinterpretar como ataques personales, aunque estimo conveniente aclarar:

-Esta es una página de opinión -derecho legítimo de cualquier ciudadano-, no de estudios o de investigaciones científicas. Llegado el caso de que publique aquí alguna investigación o estudio, el trabajo se rotulará como tal.

-Mi estilo de crítica es relativo, no absoluto.

-En materia de música popular soy un aficionado que opina basado en impresiones subjetivas y, por esa misma razón, posiblemente serán erradas a juicio de los entendidos. En realidad, en mi cabeza, desde niño y por ser bachiller del I.E.A., todo el tiempo retumban las notas de la música mal llamada por muchos "clásica" (otros la denominan "culta" o "docta"), especialmente las obras de Vivaldi, Bach, Mozart, Beethoven, Brahms, Chopin, Verdi, Dvorak, Liszt, Chaikovski y Rajmáninov, aunque no niego mi gusto por la música popular con la que me tocó crecer: la costeña en general, la balada, el anglo, el merengue, distintos ritmos del Caribe hispano recogidos en la denominación "salsa" y la música de la "vieja guardia". Desde adolescente tuve roces con ciertos temas de los ritmos del Caribe anglo, holandés y francés (kompa, calipso, mento, ska, reggae), algunos boleros y rancheras. Ya adulto, un poco de tango, algo de la swing music y de las big bands estadounidenses, jazz (gracias a Rayuela), blues, algo de la música popular brasileña y bossa nova.

-Las personas propositivas tienen su valor, sin duda, pero sus propuestas no están exentas de la crítica, especialmente si son erradas. Para hacer las cosas mal, es mejor no hacerlas, sobre todo aquellas que tienen impacto en la comunidad.

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