Apuntes mirmidónicos XIX

6 de octubre de 2013

I

Los taxis son, sin duda, uno de los peores cánceres de Barranquilla. En primer lugar, porque jamás han respetado las carreras mínimas. Cuando la mínima costaba por ley $3.500, los taxistas absolutamente todos coludidos cobraban $4.000. Ahora que cuesta $4.600, cobran $6.000 y, solo cuando es demasiado cercano el destino, $5.000. La carrera de $5.500 no existe, para no mencionar, por supuesto, las de $4.600. Ningún taxista ha sido capaz de explicarme por qué en Barranquilla la carrera mínima es más costosa que en Bogotá, Cali o Medellín, ciudades con niveles de vida mucho más altos que el de esta ciudad. Falso, sí lo han explicado: la culpa de todo se la echan a la rapacidad de los dueños de los taxis... Segundo, por el caos vehicular que generan a causa de su exagerada cantidad y por las estaciones piratas que han formado en los cuatro puntos cardinales de Barranquilla, ocupando descaradamente el espacio público y pagando cero impuestos, situación a la vista y padecida por todos los barranquilleros, denunciada por El Heraldo: Estaciones satélites de taxis en Barranquilla siguen en crecimiento. Tercero, porque ya entraron en la onda de los taxistas de Bogotá de no llevar a la gente a ciertos sectores. Cuarto, por la forma temeraria de manejar de muchos taxistas. Adelantan a todo el mundo, son campeones en volarse semáforos en rojo y en amarillo, manejan en contravía, estacionan en zonas prohibidas, y cometen muchas más infracciones de tránsito. Claro que para ser honestos, peores que los taxis mil veces son los buses.

 II

No creo en las animaciones computarizadas en 3D que muestran el Centro de Convenciones como un complejo futurista tipo Manhattan. Ni en las del corredor portuario, que lo presentan cual autopista de Los Ángeles con intercambiadores (puentes elevados), ni en las del parque del río Magdalena en la Intendencia Fluvial. Mucho menos en las de las plazas Hospital, Fundacional y San José. La realidad será muy diferente: todo mal hecho, a medias y sin zapatos, descuidado, como la tal avenida del Río, que se está desmoronando a pedazos. Lo mismo fue con los puentes de Villa Country o con el World Trade Center, que ya nadie se acuerda de ellos: ni los puentes ni las cinco torres del WTC se construyeron. Incluso Char propuso unos puentes elevados en la carrera 44, detrás del estadio Municipal. El pobre Heraldo ha sido testigo (¿o cómplice?) de decenas de estos proyectos nunca realizados, publicando maquetas, planos, dibujos y diseños arquitectónicos computarizados. Ya no solo el papel aguanta todo, también el computador, y mucho más.

 III

La Alcaldía adelanta un ambicioso plan de reubicación de vendedores estacionarios que hace décadas ocupan el espacio público del centro sin pagar un centavo en impuestos y perjudicando al comercio formal. Sé que quien me lee me tiene por pesimista, pero he visto tantos proyectos frustrados con relación a la ocupación del espacio público, que es difícil creer que este será realidad. Ejemplos: la calle 30, el paseo de Bolívar, la recién recuperada plaza de san Nicolás (a juzgar por esta noticia: Después de 2 años, vendedores de flores pasan a plaza de San Nicolás)… Al poco tiempo de haberlos despejado, ya estaban invadidos de nuevo. Vea el nuevo plan aquí: Vendedores informales del Centro ocupan 25.000 metros cuadrados de andenes y vías.


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