EL DEPARTAMENTO OLVIDADO

26 de agosto de 2019

En la historiografía colombiana existe, en fuerza de su ingente e inexplicable protuberancia, un caso aparte de olvido e inexactitud: parece que se hubiese borrado a Panamá de la historia de Colombia. Panamá, donde algún día había de construirse el canal y, por ende, era la mayor riqueza que poseía la novel república; esa estrecha faja de tierra cuyo nombre solo aparece cada muerte de un obispo para acaso mencionar que en tiempo remoto e indeterminado fue un departamento más de Colombia que se separó en fecha y circunstancias que solo poquísimas personas los historiadores de oficio pueden precisar. Apenas se menciona en relación con la Guerra de los Mil Días, de la que fue su principal escenario. Se habla del tratado del Wisconsin, no del tratado de la bahía de Panamá; es incidental que el acuerdo se haya firmado a bordo del acorazado estadinense Wisconsin que custodiaba la bahía de Panamá en cumplimiento del tratado Mallarino-Bidlack de 1846. Nombres como Tomás Herrera y José de Obaldía (presidentes de la República de Nueva Granada en 1854), Joaquín Riascos (presidente de los Estados Unidos de Colombia en 1867), así como Victoriano Lorenzo y Belisario Porras (comandantes liberales de la Guerra de los Mil Días), son completamente ignorados y solamente se encuentran en brevísimas menciones en textos especializados. En 1863, Justo Arosemena fue el presidente de la Convención Nacional de Rionegro, nada más y nada menos la que adoptó el nombre de Colombia para el país y lo organizó en una nación federal de estados soberanos mediante aquella romántica Constitución considerada «para ángeles» por Víctor Hugo: los Estados Unidos de Colombia. 

Toda la vida, entre las cosas en que supuestamente fue pionera, se ha sostenido que Barranquilla fue el primer y principal puerto colombiano en el siglo XIX (y hasta mediados del XX), pero en realidad lo eran, en primer lugar, Aspinwall (sobre el Caribe), población fundada en 1852 y rebautizada Colón en 1890, y, en segundo, Panamá (sobre el Pacífico), entonces la ciudad colombiana más importante y cosmopolita. Para la muestra, un botón: 

«A comienzos del siglo XIX, Barranquilla era un pequeño puerto fluvial prácticamente sin acceso al mar por los bancos de arena de Bocas de Ceniza que dificultaban la navegación. Durante el periodo colonial su papel se vio opacado por el de los puertos de Cartagena y Santa Marta, pero a finales del siglo XIX se había convertido en el  principal puerto colombiano y la ciudad era un centro industrial y comercial dinámico...» Juan Santiago Correa, EL FERROCARRIL DE BOLÍVAR Y LA CONSOLIDACIÓN DEL PUERTO DE BARRANQUILLA (1865-1941). Fuente: https://www.economiainstitucional.com/pdf/No26/jcorrea.pdf .

También se solazan los aficionados a la historia locales en afirmar que el primer ferrocarril de Colombia fue el de Bolívar, que unía a Barranquilla con Puerto Colombia y fue inaugurado el primero de enero de 1871, a pesar de que lo fue el transístmico de Panamá, portentosa obra inaugurada el 25 de enero de 1855 en medio de la Fiebre del Oro de California, llevada a cabo por los ingenieros de la Panama Railroad Company de Nueva York. Varios de los adelantos en que Barranquilla fue supuestamente pionera en Colombia se dieron primero en el Panamá colombiano: el teléfono, los medios de transporte, los servicios públicos, entre otros. Da la impresión de que solo hubiera que modificar un poco el lenguaje y decir en adelante que Barranquilla fue pionera en todo aquello en la actual Colombia, pero no es tan fácil: eso se puede sostener hoy sin mayor rigor dado el tiempo transcurrido, pero es históricamente inexacto afirmarlo sobre la Colombia del siglo XIX.

Para concluir y ensamblar con la tan de moda independencia de Colombia, en los análisis que abundan por esta época con ocasión de los doscientos años de la batalla de Boyacá no se menciona que la independencia de Panamá, territorio geoestratégico durante toda la Colonia para el virreinato de Nueva Granada y el imperio español (como se puede ver, fuertemente ligado a la actual Colombia desde esa época), y uno de los últimos bastiones de la corona española, se logró el 28 de noviembre de 1821. Posiblemente la independencia completa del territorio grancolombiano se alcanzó el 24 de julio de 1823 con la batalla naval del lago de Maracaibo, pero es menester reconocer esa parte neurálgica del territorio donde se produjo un proceso independentista previo y clave para la emancipación del virreinato. No puede olvidarse que el virrey Juan Sámano, al enterarse de la derrota del general José María Barreiro en Boyacá, luego de pasar por Cartagena y Jamaica recaló en Panamá, aunque sin mando administrativo ni tropas. Allí murió amargado y enfermo en 1821, en espera del permiso para volver a España. Como bien lo expresó el excongresista Roberto Gerlein hace algunos años, el colombiano no sabe nada o muy poco de Panamá, y el panameño muy poco o nada de Colombia, cuando debería ser una relación fluida dado el pasado común y las similitudes culturales, especialmente con el costeño.