Apuntes mirmidónicos XLI

15 de noviembre de 2015

I

Definitivamente es cadáver el espíritu cívico del barranquillero de antaño. El talante cívico del barranquillero de hoy no solo es nulo, sino capaz de las peores monstruosidades urbanas y humanas, solo hay que darse un paseíllo por cualquiera de las calles para caer fulminado por la casi interminable cantidad de chocantes dislates de mis conciudadanos.

II

Tremendamente decepcionante que cuando por fin se hacen buenas obras, algunos conciudadanos degenerados no tienen el menor miramiento en dañarlas de todas las maneras posibles o darles los usos más sórdidos e inimaginables. Algo de psicópata hay en ese comportamiento... Por ejemplo, ya la plaza de San Nicolás está invadida nuevamente y sus alrededores han sido tomados como estacionamiento público. Lo mismo la amplia acera oriental de la calle 72 entre carreras 45 y 46, recuperados durante la administración Caiaffa. Las rampitas de los vértices de los andenes, gran avance en materia de humanización de la ciudad, pensadas principalmente para los minusválidos, son aprovechadas por motociclistas que, en el colmo de la irresponsabilidad, suben por ellas sus motos a la acera para tomarla como vía. ¿Se habían visto semejantes degenerados?

III

Veo que entraron en su recta final las obras de canalización del arroyo de la calle 84; la verdad, se ve muy buena la calidad del pavimento y los acabados. Dolorosamente, no fueron así las ampliaciones de la 51B (ambas fases) y de la 79, y en la construcción del corredor portuario, que, insisto, se está cayendo a pedazos a un año de su inauguración.

IV

El estadounidense-australiano Mel Gibson habló como guerrero escocés del medioevo; Johnny Depp, de Kentucky, como pirata inglés del siglo XVI; en 1998, la californiana Gwyneth Paltrow habló a la inglesa del siglo XVII, obviamente con el Great Vowel Shift incorporado; las igualmente muy estadinenses Meryl Streep, Angelina Jolie, Renee Zellweger y Anne Hathaway también hablaron británico; Brad Pitt habló pikey; el caleño Gerardo De Francisco, el bogotano Víctor Mallarino y el barranquillero Moisés Angulo hablaron antioqueño; la venezolana Rudy Rodríguez habló cachaco... la imitación no es nueva y algunas terminaron en terribles bochornos (el californiano Kevin Costner en Robin Hood y Rudy Rodríguez, los peores), pero definitivamente, qué horror cuando los actores del interior del país hacen de costeños. Es tal su desubique, que los pobres tienen metido en sus pequeñas cabezas que todos los costeños goppeamos, ¿qué tal? Afortunadamente, en la actualidad ha aumentado considerablemente la presencia de actores costeños en las producciones ambientadas en la Costa, porque francamente daba grima ver a los andinos tratando de imitarnos en Escalona o Las Juanas; claro que jamás vi algo tan penoso como Carlos Muñoz hablando dizque costeño en aquella espantosa telenovela, Caballo Viejo.  

V

Si el amarillo ya es un colorcito “amarillo”, la combinación de camiseta de ese color con pantaloneta y medias blancas ya es demasiado amarillita para un equipo de fútbol. Gracias al cielo, Adidas ha vuelto a la más acertada combinación que puede asignarse al uniforme de la Selección Colombia: la de los tres colores de la vistosa bandera en el orden de amarilla la camiseta, azul la pantaloneta y medias rojas. La selección ecuatoriana jamás la ha cambiado, y creo firmemente que la venezolana tomará definitivamente el rumbo que esperan los venezolanos cuando sus jugadores se vistan de los colores de la bandera ideada por uno de sus más ínclitos hijos, Francisco de Miranda, la "traga" de la zarina, nada más y nada menos. Ya es hora de mandar al cuarto de San Alejo a la tal vinotinto que nada dice ni recuerda.

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