El embellecimiento de la ciudad

26 de mayo de 2019

En 1902, el recién posesionado alcalde de Madrid, Alberto Aguilera, se propuso embellecer la desangelada capital del otrora poderosísimo imperio con la ilusión de devolverle su antiguo esplendor ante el aún fresco Desastre del 98. Si algo se les puede reconocer a las administraciones Char y Noguera es la recuperación de parques, glorietas, algunos bulevares (ver nota aquí) y zonas verdes, espacios urbanos largamente olvidados que parecían bombardeados. No es la primera vez que se reconstruyen (el alcalde Humberto Caiaffa fue el primero que lo hizo), pero esta vez sí con materiales de buena calidad y paisajismo. Recuerdo que en 1992 se ornó el bulevar de la carrera 54 frente al hotel El Prado (me imagino que lo hizo el propio hotel, como hace Gases del Caribe con el bulevar sur entre calles 59 y 64) con grama y laureles, árbol cuyo tamaño y follaje se prestan para la técnica de la topiaria. Creo que la dicha duró un año a lo sumo, pero no pierdo la esperanza de que vuelvan, de manera definitiva, el tapete verde y los sucesivos globos arbóreos.

Bulevar de la carrera 54 a la altura del hotel El Prado en enero de 1993.Foto tomada de Youtube.

Sin embargo, sin haberlos entregado, ya se advierten daños ocasionados por vehículos, por ejemplo, en los bordillos del bulevar de la carrera 54. En Bogotá, ciudad donde le prestan mucha atención a la ornamentación de bulevares y zonas verdes públicas, ha rato que dieron con la solución para los daños causados por conductores destructores o simplemente descuidados: convirtieron los bulevares en jardineras. Es fácil que un conductor pase las pesadas llantas de su vehículo sobre un bordillo de 15 centímetros de altura, pero casi imposible que ello ocurra con una jardinera de metro y pico de alto. En Barranquilla solo se encuentran separadores-jardinera en el paseo de Bolívar entre carreras 38 y 43, pero cuando mucho tienen 50 cm de alto, con resultado obviamente desastroso: los inadaptados de los que está llena esta ciudad se encaraman en ellos para atravesar la vía generando caos y riesgo de accidentes. Sea esta la oportunidad para reiterar la propuesta de que el paseo de Bolívar sea peatonalizado entre carreras 38 y 46, y que el tránsito vehicular de las carreras 38, 39, 40, 41, 43, 44, 45 y 46 no tenga la posibilidad de tomar la céntrica vía. Se rediseñaría entonces el bulevar de tal forma que permita el paso peatonal fluido, no como en la actualidad, que impide la adecuada circulación de la gente, la cual, en su nula cultura ciudadana, opta por, repito, atravesarlos trepándose en él, incluso transportando todo tipo de mercancías y objetos en deplorable y peligroso espectáculo.

Igualmente laudable ha sido el embellecimiento de las glorietas de la Vía 40 con carrera 50 y de la carrera 38 con el corredor portuario (y el separador de este entre carreras 30 y 38) con matas multicolores y frondosos árboles, lo mismo que los alrededores de algunos escenarios deportivos como los estadios Municipal y de béisbol y el Palacio de Combates. Resta y preocupa, en todos estos casos, el cuido sostenido en el tiempo y evitar que los depredadores urbanos que nos azotan por doquier se adueñen de estos espacios públicos tan necesarios. El embellecimiento de la ciudad no será realidad, no obstante estos primeros pasos, sin la protección de todos los inmuebles de valor arquitectónico y la recuperación de calles (todas en pésimo estado, repletas de toda suerte de huecos, grietas, zanjas y cráteres), todos los bulevares, andenes, bordillos, antejardines e inmuebles abandonados, estos últimos, uno de los males silenciosos y sin dolientes que aquejan a Barranquilla.