Apuntes mirmidónicos XXXIV

2 de marzo de 2015

I

Calmados un poco los ánimos –aunque no olvidadas las causas- por el desastre de la Batalla de Flores y sus trailers repletos de personajes del interior del país sin ninguna relación con la fiesta y desfilando con prioridad sobre los llamados hacedores del carnaval, hagamos una reflexión en retrospectiva. Digámonos la verdad: el problema solamente ha tocado fondo, porque de vieja data sí es. Ya había denunciado esa indeseable situación en 2007 en mi artículo Reflexiones sobre el actual Festival Vallenato: "Así como cada vez más el Carnaval de Barranquilla se pierde en un torbellino de comercialización en el que el principal atractivo de la Batalla de Flores resultan ser los modelos y actores andinos de moda, sin gracia y absolutamente ajenos a nuestra fiesta; así como los palcos, atiborrados de invitados del páramo ocupan la mejor parte del trayecto relegando al gran público a los tramos donde los bailarines ya no merecen llamarse así..."; y en 2013 en ¿Barranquilla andina y rioplatense?: "...hasta los años 1980 era impensable la cantidad de empresas, actores, cantantes y hasta grupos folclóricos del interior del país que hoy han invadido los desfiles de nuestro carnaval...". No nos dejemos acabar la fiesta, no, no y no. No vayamos a esa Batalla de Flores de andinos sin gracia, encaramitados en trailers que ni siquiera están decorados y que a todo timbal vomitan música que nada tiene que ver con el carnaval; organicemos bailes en los barrios; vayamos a otros desfiles como el de la 44 y el de la 84, pero no les dejemos la vía libre a los usurpadores del interior y a los esquilmadores del tal Carnaval S.A. Como que en la Feria de las Flores o en la Feria de Cali permiten que desfile media comparsa del carnaval de Barranquilla... ¿Y para qué iría alguien a la Feria de las Flores? ¿No será a ver a los silleteros? ¿Qué tal uno esperando ver a los silleteros y terminar viendo monocucos o la danza del Garabato? Veo mal a Carla Celia sacando la falta de apoyo económico por parte del Estado como excusa de la relegación de los hacedores del carnaval. ¿Por qué no lo dijo antes? ¡Y qué solución ha encontrado! Señores del interior: vengan al carnaval y gasten cuanto quieran, pero no los queremos ver desfilando, y menos en esos trailers de desastre.

A propósito, muy buena la propuesta de Nicolás Renowitzky, uno de los pocos tipos realmente barranquilleros. Léala aquí.

II

Siguiendo con el carnaval, qué injusto que los silleros le quiten espacio a la gente que no tiene para pagar o sencillamente no quiere sentarse en silla, como en mi caso; jamás pagaría una, pues primero, no tiene uno movilidad sentado en ellas, y segundo, tiene -sí, TIENE- que haber un espacio absolutamente libre para que la gente vea el carnaval, que es un evento de todos; increíble que los barranquilleros nos hayamos dejado robar el carnaval por unos cuantos.

 III

Me preocupan las rejillas de los desagües del arroyo de la 79, no han entrado en funcionamiento y ya están llenas de hojas y basura. Y ojo con los ladrones, son rejillas de hierro de muy buena calidad, y nuevecitas. Vea una:

IV

Cinco son ya los “rascacielos” (en este contexto) de Barranquilla, y vienen más, qué bonita y nueva vista ofrecen:

V

¿Por qué en Barranquilla habrá gente capaz de hacer esto?

VI

Y mientras tanto, siguen derrumbando el barrio Abajo. Me consuela esta nueva vista del antiguo edificio de la Aduana:

VII

Por fin alguien tuvo el coraje de denunciar el abuso de poder de los supervivientes de Luis Carlos Galán. Todo el mundo en Colombia había presenciado, durante veinticinco años y sin atreverse a decir nada (¿respeto mal entendido a la memoria del muerto, quizá?), el sistemático reparto de puestos y prebendas de que han gozado los familiares de Galán (excepto su desconocido hijo mayor...); hasta para la cuñada y su marido ha habido, para no hablar de cosas no tan públicas y non sanctas, como el tráfico de influencias. Ni más ni menos eso denunció Abelardo De la Espriella, personaje siniestro con quien discrepo en casi todos sus planteamientos sobre los más diversos temas. De la Espriella se atrevió, incluso, a retrotraer un asunto que no les gusta para nada a los Galán Pachón: que a los veintidós años, cinco antes de que naciera su primer hijo con Gloria Pachón, Luis Carlos Galán tuvo su primogénito biológico con la empleada del servicio. Hijo nunca reconocido, para acabar de bajar del pedestal a Galán, pues el muchacho recibió el apellido siete años después del asesinato del taita. Lea el último artículo de De la Espriella sobre las pilatunas de los Galán Pachón aquí. "La historia del hijo oculto de Galán" fue publicada por Kienyke en 2012, véala aquí, la reproduzco en esta página, pues la dirección original ha desaparecido del portal; se encuentra, como pueden ver en el URL, en una página en "rediseño".

 

El hijo oculto de Luis Carlos Galán

Por: KienyKe febrero 7, 2012

 

Luis Alfonso recuerda haberse enterado del asesinato de su papá, Luis Carlos Galán, en la madrugada del 19 de agosto: nueve horas después de ocurrido. Estaba en casa de sus abuelos maternos, en Facatativá, cuando entró la llamada de su mamá. Tenía 19 años y la noticia lo derrumbó. Respiró profundo. Lloró en silencio y golpeó varias veces la pared con sus puños, tan fuerte, que por muchos años tuvo su mano derecha lesionada. Había tenido una relación cercana con su padre, más que los demás hijos de éste –Juan Manuel, Carlos Fernando y Claudio–, porque Luis Alfonso era el primogénito y fue quien más tiempo pudo compartir con él. Siempre mantuvieron una estrecha relación, así el mundo no lo supiera. Al escondido, como todo en su vida.

Tan clandestino como fue el encuentro de su mamá, María Isabel Corredor, la empleada doméstica de la familia de Mario Galán, con uno de sus hijos, el joven Luis Carlos, quien tenía 22 años. De esa relación fugaz nació Luis Alfonso. Ella tenía 24 años y él estudiaba derecho en la Universidad Javeriana. María Isabel había trabajado durante siete años en la casa de Teusaquillo y se encargaba de cuidar a los tres menores, María Victoria, Alberto y Augusto.

Aunque la familia Galán Sarmiento nunca negó la existencia de Luis Alfonso, éste solo conoció a su papá cuando tenía seis años, en la Iglesia del barrio Antonio Nariño, gracias al párroco Carlos Franco, quien los acercó. Además, comprometió a Luis Carlos Galán a cumplir con la mesada que le correspondía a su hijo, la cual le sirvió de sustento a él y a su mamá, quien lo llevó a vivir a Manizales donde sus abuelos maternos administraban una finca. Allí creció, con sus doce tíos, como uno más de la familia Corredor. Sin su apellido paterno.

Luis Alfonso deambuló con su mamá por distintos pueblos de Cundinamarca. Vivieron en un chircal, donde el abuelo materno fabricaba ladrillos. Luego se trasladaron a Subachoque y después al Rosal, donde combinaba sus estudios con el trabajo en el campo. En 1980 Luis Alfonso llegó al Colegio Agustiniano de Bucaramanga gracias al apoyo de su padre, quien le enviaba la mesada con un amigo. Picado por la rebeldía juvenil, dejó las clases para dedicarse a los negocios y al ciclismo, su verdadera pasión. Ganó varios torneos con el Club Ases.

Los padres de Galán, Mario y Cecilia, y abuelos de Luis Alfonso lo acompañaron el día de su grado de bachiller.

El apellido Galán lo obtuvo ya adulto: en 1996, tres años después de haber validado su bachillerato para poder estudiar derecho. Y fue la misma Gloria Pachón quien contó a sus hijos sobre la existencia de su hermano, cuando ya estaban radicados en París. El choque que la noticia causó en un principio entre los Galán Pachón fue cediendo y ahora Luis Alfonso participa en todos los eventos de la familia. Últimamente ha estado presente en las conmemoraciones alrededor de Luis Carlos Galán y los encuentros familiares, como el último en el Palacio de Nariño, a raíz de la posesión de Carlos Fernando Galán como alto consejero contra la corrupción, que reunió a toda la familia.

El día de la posesión de Carlos Fernando Galán estuvo la familia reunida en la Casa de Nariño.

Durante la hora y media que duró el recorrido desde el Salón Elíptico, en donde fue velado por más de treinta horas el cuerpo del líder asesinado, hasta el Cementerio Central de Bogotá, Luis Alfonso Galán solo pudo acercarse al féretro por diez minutos. Pasó inadvertido, en el sepelio de su padre, a pesar de haber estado con él seis horas antes de que cayera asesinado por orden de Pablo Escobar y ‘Los Extraditables’.

Luis Alfonso recuerda a un Galán angustiado, pálido e inquieto por el atentado que había evadido en Medellín, consciente de estar en un fuego cruzado entre el narcotráfico y parte de la clase política tradicional. Un papá preocupado y acorralado por las premoniciones que, al despedirse, le advirtió: “Hijo, estudia. Estudia, hijo, debes tener expectativas porque a mí me van a matar. Vas a quedar indefenso y no tengo cómo apoyarte más.”

Y así sucedió. De ahí en adelante, todo fue trabajo y sacrificio. En 1991 entró a trabajar como mensajero del Banco Popular con la ayuda de su tío Gabriel, quien además lo acercó al resto de la familia. Validó su bachillerato y empezó trabajar en Telecom, donde completó el dinero para empezar a estudiar Derecho en la jornada nocturna, en la Universidad Libre. En 1993, a los 23 años, se graduó como profesional. Quería seguir los pasos de su papá.

Se especializó en derecho administrativo en la Javeriana y hoy trabaja en la Unidad de Justicia Transicional, que dirige Miguel Samper Strouss, hijo del ex presidente Ernesto Samper. Allí habría llegado por cuenta del ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, un político que siempre estuvo junto al líder Liberal, incluso el día de su muerte.

Luis Alfonso entró a trabajar con el ministro Germán Vargas Lleras, el mismo muchacho que acompañaba a su padre en la tarima el día de su asesinato.

IX

Ese artículo de Kienyke generó la siguiente reacción de Luis Alfonso Galán (original aquí): 

 

Carta de Luis Alfonso Galán

Febrero 15, 2012

A propósito del artículo ‘El hijo oculto de Galán’, su hijo Luis Alfonso envió una comunicación.

 

 

Bogotá D.C., 8 de febrero de 2012

 

Señora

MARÍA ELVIRA BONILLA

Directora Revista digital Kienyke.

Ciudad

 

Amparándome en el derecho fundamental del asunto, solicito respetuosamente se rectifique la publicación de su dirección electrónica http://www.kienyke.com/2012/02/07/el-hijo-oculto-de-luis-carlos-galan/ de fecha 7 de febrero de 2012, titulada “El hijo oculto de Luis Carlos Galán”, en el siguiente sentido:

1. Nunca he concedido entrevista alguna a la revista Kienyke que Usted dirige. La información publicada fue tomada de una edición de la revista Cromos del año 1999.

2. Mis hermanos medios Carlos Fernando, Claudio y Juan Manuel, sólo conocieron de mi existencia en el año de 1996, cuando se inició el proceso del reconocimiento de la paternidad, al cual ellos y Gloria Pachón nunca se opusieron, como obra en la sentencia.

3. La comunicación con mis medios hermanos y con Gloria ha sido siempre cordial y fraternal. Y ahora más que nunca, pues nos une el hecho de ser parte civil en la investigación del asesinato de nuestro padre. Circunstancia que obra en cada una de los procesos vigentes y sentencias de la justicia colombiana, dando muestra clara de nuestro compromiso en hallar la verdad en tan doloroso episodio de nuestras vidas.

4. La no presencia de mi parte en algunos eventos públicos con ocasión de los aniversarios de la muerte de mi padre, es por voluntad propia, y por distanciamiento que ellos y ella impongan. Al igual que la ausencia en eventos o hechos privados que hacen parte de la intimidad familiar.

5. No obstante valga mencionar, que mi hija fue en las elecciones pasadas a la Alcaldía de Bogotá fue la Secretaria Privada de Carlos Galán. Hecho que puede ser verificado en las páginas sociales (que por cierto parece ser la fuente de sus diligentes periodistas) como también que hace unos días asistí con mis hijas a un homenaje de mi padre en la pasada administración de la Gobernación de Cundinamarca, información que puede ser consultada en la dependencia de prensa de esa entidad, dado que existe registro fotográfico. Es evidente que la revista no tuvo objeto distinto que dar una información tendenciosa, contradiciendo el objeto social de todo medio de información que es el de prestar una información veraz y objetiva, nacida de la confrontación para que estas no impongan sus criterios personales o que los mismos medios se presten para dejar en sus artículos la evidencia de un “periodismo mandado”.

Esta clase de periodismo es en cierto modo generador de violencia y destruye cualquier teoría de la ética periodística, tan ausente en muchos medios de comunicación de nuestra Nación.

Finalmente, me permito trascribir lo que decía en alguna oportunidad Luis Carlos Galán respecto a los medios de comunicación. “Que los medios de comunicación sólo sean leales al pueblo y que por lo mismo le comuniquen de manera imparcial y objetiva todas las alternativas, todos los pensamientos, que la Nación entienda (…) como una reflexión colectiva de lo que somos, de lo que hemos sido, lo que debemos ser como Nación…”.

 

 

Atentamente,

 

LUIS ALFONSO GALÁN CORREDOR

Cédula. No. 79.490.750 de Btá.


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