La radio en mi vida

22 de marzo de 2010

Escasos son los acontecimientos en la existencia de una persona que a manera de premio de la vida le son concedidos sin buscarlos o sin trabajar larga y arduamente por ellos. Tal ha sido en mi caso la radio, que  siempre me ha llegado sin buscarla y cuando menos la espero.

Corría mi siempre gratamente evocado 1985, cuando un día cualquiera, la clase que dictaba el profesor Ricardo Gentil fue interrumpida por una visita imprevista: periodistas de la Universidad Autónoma del Caribe buscaban niños para que hicieran parte de un programa radial los domingos. Contaba con once años y era reconocido como un buen y facundo estudiante en la escuela Anexa a la Normal para Varones, donde cursaba el quinto y último año de primaria, razones por las cuales el profesor Ricardo Gentil me designó entre varios candidatos para lo que fue mi primera incursión en la radio. Infortunadamente, la distancia del barrio donde vivía entonces hasta la Autónoma, y la escasez de transporte los domingos en aquella época, me permitieron asistir únicamente a unas cinco grabaciones. Sin embargo, siempre guardé como un tesoro el recuerdo de mi primera vez ante el micrófono, así como el de Liliana, la compañerita de grabación de la que me enamoré.

 

Deporte en Línea – Uniautónoma Estéreo 94.1 FM

Muchos años después, Omar Padilla, persona de grandes calidades humanas y de gran corazón, capaz de llegar hasta el desmayo cuando su Junior del alma se coronó campeón en aquella dramática final contra América en 1993, creyó en 2003, siendo ambos profesores del programa de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Autónoma del Caribe, que yo podía aportar algo en el programa Deporte en Línea de Uniautónoma Estéreo, en el que él participaba como comentarista de fútbol. Recuerdo que me dijo: “Vamos a la emisora, hoy van a hablar de Mónaco, di algo”. No lo pensé dos veces, nos fuimos y en pocos minutos me había presentado a Jaime De la Hoz Simanca, el director, a quien conocí cuando de adolescente leía y coleccionaba la revista El Heraldo Deportivo, de la que él fue director. Para Jaime, tipo bondadoso en extremo, bastó la referencia que Omar le dio de mí, y pocos minutos después me encontraba hablando del principado, de su exigua  extensión, de los Grimaldi, de Montecarlo, de su reputado casino, de Grace Kelly, en fin, de cuanto recordaba de Mónaco. Esa fue mi entrada en serio en la radio; la semana siguiente inicié una sección sobre la historia del boxeo que en realidad duró poco, ya que nadie me secundaba en dicha temática, resultando un aburrido monólogo, y los monólogos no son buenos en radio. Jaime se percató pronto de eso y rápidamente pasé a hablar de cultura general y de música, matizando así los tópicos deportivos. Ese panel estaba compuesto por muchachos universitarios muy capaces, como Ana Marcela Bolaño, de aterciopelada voz; Wilhelm Garavito, Juvenal Manjarrés, Roberto Hernández y Julia Socarrás, todos exitosos profesionales hoy. Completaba el panel mi amigo Fabián Ramos, ingeniero de Sistemas “deportecohólico” de admirable memoria para temas deportivos.

Estuve en Deporte en Línea hasta mediados de 2006, cuando mis compromisos profesionales, matrimoniales y paternos me dificultaron grandemente seguir asistiendo al programa. De ese paso por Deporte en Línea me quedó la amistad de Jaime De la Hoz, gran persona, sincero librepensador de honestidad a prueba de cualquier tráfico de influencias, excelente profesional, ganador en múltiples ocasiones de premios nacionales de periodismo, autor de exquisitos trabajos radiales y crónicas escritas.

Satélite – Emisora Atlántico 1.070 AM

Por esas cosas del destino, en 2008, dictando un curso de redes de computadores en el centro de capacitación de la cooperativa de Monómeros, conocí a Ivanof Mercado, buen amigo de gratísimo recuerdo, tipo amplio y de excepcional calidad humana que de súbito se desaparece de la faz de la tierra y cuando menos se lo espera vuelve a aparecer como si nada. Ivanof es uno de esos casos rarísimos de autodidactismo gracias, naturalmente, a una inteligencia fuera de lo común; sus profundos conocimientos en telecomunicaciones, adquiridos prácticamente de manera empírica, sin estudios universitarios formales, son un ejemplo a seguir. Una noche, hablando de lo humano y de lo divino, me encontré comentándole mi contribución en el proyecto Wikipedia, en el que había incluido una reseña del periodista Abel González entre los personajes de la radio barranquillera. Al ver el nombre de quien resultó ser su tío en el artículo "Personajes de Barranquilla", lo llamó por celular para comentarle que estaba con quien había incluido su nombre en Wikipedia, y Abel le pidió que nos presentara al día siguiente a las doce, una hora antes de que empezara su programa radial Satélite en Emisora Atlántico. Asistí puntual para conocer personalmente a Abel, a quien conocía desde la infancia, pues uno de mis primeros contactos con el mundo del deporte fue su programa de boxeo Suena la campana, el cual conducía en la televisión nacional en 1982. Recuerdo que llegaba afanoso del colegio pasado el mediodía para no perderme el programa, en el cual vi en vida a Salvador Sánchez, el malogrado campeón mejicano de peso pluma. Ya he comentado en un escrito de 2003, en relación con Suena la campana, una imagen que hacía parte de los cortos del programa, que nunca se me borró de la memoria y que solo volví a ver muchos años después gracias a YouTube: Tommy Hearns martillando sin piedad la cabeza  de Pipino Cuevas en desigual pelea que acabó por nocaut en el segundo asalto. Llegué a la emisora y desde la tienda de enfrente me hicieron señas para que me acercara. Abel estaba sentado en una mesa y, luego de la presentación de rigor, me preguntó qué quería, le dije que agua, a lo que respondió con su característico hablado: “Erda, bien, el man pidió agua”. Luego, habiendo pasado la sección deportiva del programa, me hizo una entrevista en la que hablamos de Wikipedia, de mis contribuciones, de Barranquilla, del Experimental, de los idiomas, de mi profesión de ingeniero de Sistemas, de mi página web. Abel me invitó a que participara periódicamente en el programa, pues en ese tiempo contemplaba el reemplazo de Pepe Sánchez, ya que temía que podía morir de una cirrosis producida por su afición al alcohol. La cuestión era ciertamente preocupante, el semblante de Pepe presentaba un alarmante tono cetrino y daba la impresión de andar ido; afortunadamente logró cortar el problema a tiempo y sus amigos pudimos gozar por muchos años más de su inteligencia y carisma. 

En ese momento trabajaba en ETB, por lo que me resultaba difícil asistir a Sátelite, dado el horario de transmisión: de una a tres y media de la tarde, es decir, plenas horas de trabajo. Poco después me retiré de ETB, se lo comenté a Ivanof, y a los pocos días recibí una llamada suya comentándome que Abel quería proponerme participar en su programa y una cuña. Esa misma tarde nos encontramos en la Universidad del Norte y quedó resuelto mi ingreso a Satélite. Además de Abel, se encontraban Pepe Sánchez, prototipo del desaparecido bacán barranquillero; Juan Carlos Buggy, de peculiar voz; José Marenco, encargado del béisbol; mi amiga Claudia Sánchez, la nota femenina; y Omar Barros, comentarista, estadígrafo y jefe de prensa del Junior. Producía el programa Juan Carlos Rodelo y manejaban las cámaras Benjy Bula y Tim Briceño. En Satélite conocí desde a Pambelé hasta al alcalde de Barranquilla. Algunas personas me saludaban en la calle y mis conocidos me decían que me habían escuchado. Abel González, quien siempre me trató con deferencia y respeto además de demostrarme una sincera admiración, había creado el programa en 1996; siempre fue inquieto con el mundo de los computadores, desde principios de los años 1980 incorporó la tecnología a su quehacer periodístico usando Internet y llevando estadísticas de béisbol en un programa desarrollado en dBase 3. Satélite se transmite simultáneamente en el sitio web de Caribe Sano, la fundación de Abel y su familia. Alrededor de ocho meses estuve en Satélite, a ratos intermitentemente por distintas ocupaciones.

En noviembre, cuando fui baleado accidentalmente, el programa se sacudió con la noticia, Abel no podía creerlo, Pepe lloró ante la narración por celular de mi tío Ramón, y recibí de mis compañeros los mejores elogios y deseos de recuperación. Todos me llamaron a mi casa cuando salí de la clínica, algo que me animó mucho en aquellos durísimos días. El 30 de diciembre, ya bastante recuperado, me presenté por sorpresa en Emisora Atlántico, hubo un gran aplauso en el estudio y el estadounidense del programa, Mike Parnell, emocionado, me dio un beso. Mientras relataba mi historia, miraba a Mirador.com, como habían bautizado a la multitud que se aglomera detrás del vidrio que permite ver a los panelistas. Infortunadamente, el esquema de la radio, en que el locutor debe conseguir su paga mediante la venta de costosos comerciales, no permitió que siguiera en Satélite más allá de febrero de 2009. Pepe, quien ya pensaba jubilarse, me manifestó una noche que veía en mí a su reemplazo en la radio barranquillera, algo que me pareció un elogio desmesurado de otro de mis referentes de adolescencia, cuando en las postrimerías de los años 1980 seguía su estilo efectista y su facilidad de palabra en el programa de boxeo "Protagonistas del Deporte", donde alternaba la presentación con Jorge Humberto Klee.

 

Sabor Latino – Emisoras ABC 1.250 AM

Un viernes de 2008, mientras hablaba en Satélite sobre la historia de los remoquetes de Barranquilla en el evento gastronómico Sabor Barranquilla celebrado en el Country Club, noté que el humorista Lucho Torres, participante del panel los viernes, me observaba con inquietante atención. Cuál sería mi sorpresa cuando al concluir mi intervención, se me acercó y me propuso que hablara sobre esos temas en Sabor Latino, su programa en Emisoras ABC, de Ventura Díaz Mejía, los sábados de 11:30 a.m. a 1:30 p.m. La proposición, más que alegrarme me halagó, pero le dije que primero debía consultarle a Abel, por respeto a la confianza que me había brindado. Cuando acabó el programa lo abordé, le hablé de la propuesta de Lucho y, siempre amplio conmigo, me dijo que no había problema. De esa manera hice mi cuarta incursión en la radio, truncada a los pocos meses por el balazo que recibí accidentalmente en noviembre de 2008, por cuenta del cual estuve al borde de la muerte por diez días e incapacitado durante dos meses.

Lucho era otra persona en su programa, impostaba la voz, dejaba completamente de lado su faceta como humorista y abordaba los ritmos latinos caribeños como la salsa, el guaguancó, el son cubano, la guaracha, la descarga, entre otros, de los cuales se notaba que conocía bastante. Además contaba con un colaborador de lujo, Manuel Ramírez, una verdadera biblia en materia de música antillana y un apasionado del oficio de locutor. Era también estudioso e investigador musical, siempre llegaba con libros sobre los distintos géneros y sus músicos, y con decenas de discos compactos.

En Sabor Latino, Lucho Torres me soltó literalmente el micrófono y pude expresarme, como nunca antes, con total libertad y extensión sobre la historia y la problemática de Barranquilla; siempre recordaré su programa por eso y le estaré agradecido.

 

Sábados Caribe – Radio Mar Caribe 870 AM

A principios de 2010, mi amigo de vieja data César Araújo me invitó a su programa de vallenato los sábados por Mar Caribe, la emisora de Édgar Perea, de doce del mediodía a dos de la tarde. Siempre había tenido el proyecto de hacer un programa radial sobre vallenato, pues algo conozco del tema y algunas cosas puedo decir y aportar al respecto. Tenía, sin embargo, cierta precaución porque en Barranquilla todavía hay quienes se mofan de quienes gustamos del vallenato, entre ellos varios de mis antiguos compañeros radiales.

Mi amistad con César se había desempolvado recientemente gracias a un proyecto común en el que nos habíamos embarcado con su sobrino Rubén Madariaga, sincero amigo con quien hice mis estudios universitarios de Ingeniería de Sistemas y de postgrado en Redes de Computadores en la Universidad del Norte, y con quien había tenido la oportunidad de trabajar y de compartir apartamento en Bogotá. César fue un fenómeno en la radio barranquillera hacia 1989 con su programa de vallenato, el cual era una manta tipo cinco de la tarde, e incluso llegó a organizar en Barranquilla varias versiones de su Festival Mundial del Vallenato. Algún día de 1990, creo, ocurrió algo extrañísimo: hablaba César pero no era César. Decía para mis adentros: parece César, pero no es él, hay algo diferente, sutil, pero grotescamente diferente. Poco tiempo después supe que hablaba su reemplazo, y entonces me di perfecta cuenta de que el detalle que no encajaba era que el reemplazo habla como ñato, como muchos años después se lo escuché a "El Cañonero" Luis Arias en Satélite.

A partir de la una de la tarde daba rienda suelta a mi antiguo proyecto: disertar sobre lo que por años había investigado y leído en materia de vallenato: sus orígenes, sus compositores, sus acordeoneros, sus cantantes, sus músicos, sus ritmos, sus elementos constitutivos, su espacio geográfico, sus leyendas, su narrativa, su poesía, sus anécdotas, y por supuesto programar algunas de las canciones que más me gustaron desde temprana edad. 

P. D. El programa acabó el 29 de enero de 2011, cuando a César le ofrecieron el noticiero de Mar Caribe de lunes a viernes, y estimó que le quedaría difícil hacer el programa el sábado, abriéndome la oportunidad de participar en el noticiero como comentarista de cine y cultura. El noticiero arrancó el 11 de julio de 2011, allí hice una sección que se llamaba "Aprenda inglés en un minuto con José David Villalobos" de lunes a jueves, y los viernes hacía otra sobre cine en la que comentaba la película del momento y recomendaba una película clásica. En ocasiones no hablaba ni de lo uno ni de lo otro, sino que daba mi opinión sobre diversas temáticas que proponía César. El noticiero acabó en diciembre de 2011.