Apuntes mirmidónicos XXXVI

11 de abril de 2015

I

Indignante que obras recién inauguradas por la alcaldía con bombos, platillos, pompa y circunstancia como el corredor portuario o la 51B, ya presenten tan alarmantes señales de deterioro: grietas, superficies desgastadas, desmoronamientos. Y a eso se suman los inconscientes de los que está llena Barranquilla, que destruyen tramos enteros de los bulevares para atravesar cómodamente de unos puntos a otros, según su propia conveniencia. ¿Por qué se permite tan mala calidad de estas obras? La única respuesta es que estamos ante un desfalco monstruoso en el que están coludidos la administración, los constructores y los interventores. Totalmente empañada queda esta alcaldía por la pésima calidad de las obras.

II

Otro mal mayor se ha enseñoreado de Barranquilla: los grafitis, mamarrachos espeluznantes que algunos, en su locura, se han atrevido a denominar “arte urbano”. Los tales grafiteros no respetan nada, han repletado todos los rincones de Barranquilla de sus adefesios, no se salvan ni los edificios de la administración pública, como la estupenda sede de la Asamblea Departamental. Estatuas como la de Colón o el monumento a la bandera también han sido víctimas de estos dementes -que no son otra cosa-, vándalos, delincuentes de lo peorcito que deben ser también drogadictos redomados. No faltarán, por supuesto, los desubicados que defiendan sus espantajos en nombre de la “libertad” y del “arte”.

III

Así como se hizo con los parques, Barranquilla requiere urgentemente un plan para recuperar sus andenes y bordillos, la mayor parte de ellos están completamente destruidos y proyectan una imagen de ciudad bombardeada. El panorama no puede ser más decepcionante si a eso le añadimos la aterradora pobreza de miles de mis conciudadanos, que los lleva a montar ventas tuguriales de todo tipo de buhonerías en los andenes, atávica invasión que parece no tener freno, que no deja caminar, que cuando se trata de cocinas (¡hasta cocinas y restaurantes montan!) se constituyen en peligro mortal, y que proyectan la imagen de una ciudad tercermundista, pauperizada, terriblemente atrasada. La situación adquiere proporciones infernales en el Centro y el Mercado.

IV

Hablando de los parques, encomiable desde todo punto de vista su recuperación, pero sin un plan de mantenimiento, en poco tiempo los veremos destruidos, como ya está pasando con el Surí Salcedo y el Santander, entre otros.

V

Qué lástima que no se haya recuperado uno de los parques mejor situados y grandes del norte: el de la Cámara Junior, imagino que por cuestiones legales.

VI

Cada 7 de abril experimento dos sinsabores: 1. ¿Cómo podemos celebrar? ¿Celebrar qué? ¿Lo que hemos hecho del sitio donde vivimos, ese que dejaremos a nuestros descendientes, esta inmensa, mefítica cloaca, este gigantesco, sórdido mercado persa a cielo abierto? 2. El gran público ha instalado en el imaginario colectivo que Barranquilla fue “fundada” el 7 de abril de 1813.

VII

Que el 7 de abril no haga olvidar el verdadero génesis de Barranquilla: el establecimiento de la hacienda San Nicolás de Nicolás de Barros, presumiblemente hacia los años 1620, en las barrancas aledañas a los caños. Y que tampoco se olvide el primitivo sitio de Camacho (actual Siape), como habría podido llamarse Barranquilla si se hubiera optado por aludir a los primitivos pobladores de esta zona a la llegada de los españoles, los indígenas Camach, como hicieron en muchas ciudades, estados, países, territorios, etcétera, de América que construyeron su toponimia basada en indigenismos: México, Bogotá, Caracas, Lima, Quito, Maracaibo, Perú, Sincelejo, Mississippi, Massachusetts...

VIII

La falta de cultura ciudadana del barranquillero es espantable, le ha hecho más daño a la ciudad que la mismísima corrupción, aunque bien vista, la corrupción es la peor expresión de la carencia de cultura ciudadana.

IX

El 7 de abril debe ser un día de reflexión más que de festejo. ¿Qué haces tú por Barranquilla?

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