Apuntes mirmidónicos XLIII

23 de diciembre de 2015

I

Que el gobierno de Elsa Noguera haya sido tan pletórico en obras de alto impacto y buenas intenciones -en teoría-, crea una inevitable expectativa colectiva por lo que puede llegar a ejecutar o proponer el alcalde siguiente. Quizá por eso, no comienza su gobierno aún, y ya se siente a Alejandro Char pisando con fuerza. Entre las obras de infraestructura que ha anunciado hay varias bien ambiciosas e interesantes:

5. A la actual edificación se le adosará una sección de estilo contemporáneo que rompe con su uniformidad arquitectónica, algo que pasó con la Universidad Autónoma del Caribe, hoy convertida en un auténtico batiburrillo arquitectónico. Lo más recomendable en este caso es la total restauración de las instalaciones actuales conservando un solo estilo, lo cual favorece la identificación de construcciones como referentes urbanos entre la ciudadanía.

6. Peatonalización de calles en el Centro. Incluye la construcción de locales comerciales en ellas para reubicar vendedores estacionarios. Se trata de: a) Carrera 41 entre calles 30 y 32. b) Carrera 41B entre calles 30 y 31. c) Carrera 42 entre calles 30 y 32. d) Calle 31 entre carreras 41 y 42. e) Calle 33 entre carreras 40 y 41 y entre 42 y 43. Craso error. Con esto se renuncia a vías que bien pueden servir para la circulación peatonal  y se sientan las bases para futuras invasiones del espacio público, pues el barranquillero es especialista en degenerar las cosas. Por eso, entre otras razones ya planteadas en esta página, nunca he estado de acuerdo con los locales comerciales de la plaza de San Roque: son el embrión de una invasión que se lamentará por años.

Proyección de la peatonalización de la carrera 41 entre calles 30 y 32.

Plano de calles propuestas para peatonalización.

II

La solución al problema de la invasión del espacio público todo el mundo la conoce: culturizar y reubicar en locales al interior de edificaciones. Y digo culturizar en primer lugar porque es un secreto a voces que no hay mejor ubicación para que un vendedor exhiba sus mercancías que la acera o la calle. No es lo mismo mantener los artículos dentro de un edificio, a donde obligatoriamente tienen que entrar los compradores, que ofrecerlos a la vista y a la mano de miles de transeúntes, ni punto de comparación. Por eso, los mercaderes que hoy ocupan el espacio público deben adquirir conciencia de que debe haber equilibrio entre sus intereses particulares y el gran daño que le hacen a la ciudad invadiendo las zonas diseñadas para el tránsito y disfrute de los peatones, y ese equilibrio lo da su reubicación en locales comerciales, convirtiéndose en comerciantes formales.

III

El último aullido de la moda en materia urbanística es la multifuncionalidad. Esto no sería tan indeseable si los usos para los que se asignan ciertas obras no fuesen tan incompatibles: la plaza de San Roque es espacio público y mercado de buhoneros a la vez, el estadio Municipal será cancha de fútbol, cumbiódromo y escenario para “otros espectáculos”; seis calles del centro se destinarán para caminar y para construir en ellas locales comerciales (un contrasentido total); la entrada a Barranquilla por el puente Pumarejo es solución vial (glorieta), parque, monumento a la bandera de Barranquilla y sitio de homenaje de William Knox Martin, Pacho Galán y Ernesto McCausland; el parque del Sagrado Corazón ahora también es escenario con concha acústica (esto no es nuevo, pues el parque Almendra tiene una desde hace añales), el antiguo bulevar central de El Prado funge como separador, jardín, parque, escenario para rememorar a los mártires de la aviación, al general De Castro, a los militares caídos, marco de pseudoarte urbano… Los sitios terminan desdibujándose, no siendo ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario; meros gatuperios urbanos sin identidad definida, imposibles de digerir y, por ende, inapropiables para los ciudadanos.

IV

Me ha llamado poderosamente la atención la propuesta que hace poco hizo la Universidad del Norte en relación con ampliar a cuatro carriles por calzada la calle 30 entre Soledad y Malambo, lo cual parece haber tenido un efecto inmediato, pues la ANI se ha involucrado vigorosamente en su realización. Y digo que esta megaobra me llama la atención porque siempre he pensado que a Barranquilla le falta una autopista Eldorado, que, a mi juicio, es lo único que esta ciudad tiene que envidiarle a Bogotá, aunque parece que solo la capital del país puede mostrar esa impactante avenida. Y siempre pensaba que la avenida llamada a ser el émulo de la 26 es la 30, la “autopista al aeropuerto”, como la conocí en aquel lejanísimo 1978. Obviamente, guardando las proporciones, pues todos sabemos que la autopista bogotana fue producto de cuidadosa planificación durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Allí se asienta el Centro Administrativo Nacional (ministerios, instituciones estatales), lo que con el pasar de los años atrajo la instalación de la nueva sede de la gobernación de Cundinamarca, la Cámara de Comercio de Bogotá, bancos, embajadas, centros comerciales, empresas, parques, hoteles, edificios residenciales. Cuán laudable sería que instituciones y empresas de esa índole se trasladaran a los costados de la 30 entre la carrera 21 y Circunvalación, pues después de esta quedarían en Soledad o Malambo. De hecho existen algunos intentos: SENA industrial, centro comercial Panorama, Chaneme, Envía, John Deere, parque industrial La Granja, Coordinadora, Country Motors, entre otros.

V

Lo que se plantea para la 30 sería inédito en el panorama urbano del área metropolitana de Barranquilla, donde el concepto de avenida propiamente dicha, como se conoce en el mundo civilizado, no existe. Lo que más se aproxima en nuestro medio a esa idea de avenida es la Circunvalación, calle de la que se reiría cualquier urbanista o constructor argentino, mejicano, brasileño o venezolano, para no mencionar, norteamericano, europeo, chino, coreano o japonés. La propuesta de Uninorte incluye dos calzadas, cada una de cuatro carriles, tres puentes, carriles exclusivos para Transmetro, desniveles, controles de acceso, cruces peatonales subterráneos con actividad comercial, andenes y ciclovías, todo lo cual configuraría una verdadera “autopista al aeropuerto”. Veremos si todos los elementos proyectados se convierten en realidad en esta nueva 30.

VI

No obstante, me queda un sinsabor de cuanto antecede, y es porque, en mi criterio, la 30 debe ser reconstruida íntegramente hasta su intersección con la avenida Olaya Herrera. De hecho, durante el gobierno de Elsa Noguera se anunció que sería intervenida entre las carreras 38 y 46, algo realmente imperioso dado el caos urbano que se presenta en ese tramo. 

VII

La 30 es una calle más que pasó de ser escenario normal de actividad comercial o residencial, a tumor urbano en el que se dan las peores depravaciones ciudadanas. Y como pasó con la 30, ocurrió con el paseo de Bolívar, con las calles 31, 32, 33, 35 (la calle de San Blas, tan distinguida antaño), 36, 37 (qué impecable era la calle de Jesús con Cuartel en 1987), 38, 39, 40 y 45 (Murillo) en el Centro, y con las calles 53 (entre carreras 46 y 54), 70, 72 (¡en qué monstruosidad permitimos que se convirtiera esta!), 74, 75, 76, 77, 79 (entre carreras 42F y 52 y de la 60 en adelante), 82, 84, 85, 93 (qué acogedora y bella era en 1992) y 96. Y en materia de carreras o callejones, qué decir: la 8, la 14, la 21, la 33, todas desde la 38 hasta la 46 (¡pobre Olaya, quedó convertida en calle fantasma!), la 47, la 48, la 49C, la 50, la 51B, la 52, la 53, la 54, la 55, la 56, la 57, la 58... Merece especial atención la carrera 38, a mi juicio, una de las tres avenidas más importantes de Barranquilla, la cual será parcialmente reconstruida a partir de 2016 desde la calle 1 hasta la Murillo, y desde la calle 80 hasta la Circunvalación. Ojalá los propietarios de los negocios de repuestos de carros, quienes degeneraron esta calle, acepten que se tienen que mudar.

VIII

Lo lamentable no es que la mayoría de estas calles se hayan metamorfoseado de residenciales en comerciales, al fin y al cabo, las ciudades se transforman, sino que hayamos permitido que desaparecieran los andenes y antejardines, hoy mutados en especie de corredores infestados de toda clase de vendedores estacionarios, tomados como estacionamiento, y de recorridos totalmente irregulares: subes, bajas, escalones, huecos, rampas, basuras, jardineras, playones, escombros… 

IX

Buen experimento de uniformar andenes se hizo en la reconstruida calle 79 entre carreras 52 y 60 -uno de los sectores más exclusivos de Barranquilla-, soterramiento de redes de servicios públicos incluido, algo que también debe acometerse por lo menos en el pandemónium de la calle 72, la zona de andenes más anómalos e intransitables del norte de la ciudad. Por cierto, la administración de Elsa Noguera, en cabeza de su secretaria de Control Urbano y Espacio Público, Diana Amaya, alcanzó a anunciar que limpiaría la 72 de vendedores estacionarios, algo que finalmente no se dio. 

X

Esta señorita Amaya me cae bien, tuvo muy buenas iniciativas, pero definitivamente se estrelló contra una realidad social aterradora que ha desembocado en que muchos de mis conciudadanos se hayan convertido en vendedores ambulantes o estacionarios, invadiendo la totalidad del espacio público para obtener el sustento diario. El hambre y la inconsciencia nos están matando. Repudiable la nueva ocupación de la calle 72 entre carreras 45 y 46, lo cual había sido erradicado en la administración de Caiaffa con el traslado de los vendedores al costado del estadio. En Barranquilla se reubican cien vendedores y aparecen quinientos nuevos invadiendo lo despejado. Ojalá nos tocara algún día un alcalde que realmente se proponga eliminar de cuajo un problema que, como este caos urbanístico, esta invasión y hasta desaparición del espacio público, ha dado como resultado que los barranquilleros de bien no queramos ya ni salir a caminar por una ciudad que lentamente se ha convertido en algo irreconocible para quienes la descubrimos hace treinta y cinco años atrás.

XI

Desde 2013, la secretaría de Amaya adelantó junto con Findeter un plan maestro de espacio público desarrollado por la consultora inglesa Arup, la cual entregó la versión final hoy, incluido un atractivo plan piloto. Ojalá este plan se desarrolle cuanto antes y no se quede en simple estudio, como el de la Misión Japonesa en 1985. 


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