Apuntes mirmidónicos XXXIX

24 de junio de 2015

LA ALCALDÍA DE ELSA NOGUERA

I

No me cabe la menor duda de que la de Elsa Noguera fue la administración que verdaderamente tuvo la intención de darle a Barranquilla el giro que requería. Si bien Alejandro Char había sido un buen precedente centrándose en dos puntos fundamentales, la salud y la educación, era hora de que urbanísticamente se repensara la ciudad. Y de que por fin se pusieron a pensarla quienes tienen el poder de decisión hay varias muestras contundentes: la canalización de los arroyos, la recuperación de parques, la restauración o creación de plazas (si bien esto comenzó durante la administración Char y no obedeció a ninguna iniciativa suya, sino a un proyecto del Ministerio de Cultura), la recuperación del espacio público y la ampliación de vías.

II

Qué lástima, sin embargo que esa ejecución, tan acertada y encomiable en su concepción, haya sido totalmente empañada por la mala calidad de las obras. Como ya señalé en apuntes pasados, es inconcebible que el corredor portuario ya esté tan deteriorado a pocos meses de su puesta en servicio, que la 51B se hubiera dañado antes de darse al uso ciudadano, y que la carrera 54 entre 48 y 53 deje tanto que desear. En muchas de esas obras hay unas manos siniestras: la constructora Valorcón, para la que pido un veto perpetuo no solo en Barranquilla, sino en el país.

III

El otro gran lunar de esta administración fue el espacio público, cada día más invadido por gentes de todas las calañas que venden cualquier cantidad de cachivaches y alimentos de dudosa higiene. Los andenes del antiguo Ley de la 72 (recuperados durante la administración Caiaffa) han vuelto a ser invadidos por vendedores de baratijas, puestos de comidas rápidas y, obviamente, por los comensales que llegan a comer como si estuvieran en todos unos restaurantes. El problema de las cocinas estacionarias es aun más profundo: además de ocupar el espacio público, son un peligro mortal, pues sus estufas y calderos de aceite hirviendo en cualquier momento pueden estallar; para rematar, los "cocineros" se roban la energía eléctrica mediante conexiones fraudulentas, otra amenaza mortal y una de las causas del descalabro de la injustamente vilipendiada Electricaribe.

IV

Da grima ver cómo han invadido de nuevo la 30 y el paseo de Bolívar. Qué inconciencia y falta de civismo de este pueblo, cómo lo tiene el hambre. Y mientras a la revista Semana le pagan una millonada para que saque una edición entera alabando las maravillas de la nueva Barranquilla (véala aquí), la realidad es que mis conciudadanos son cada vez más pobres, más subempleados, más maleducados, más abandonados, más drogadictos, más alcohólicos, más delincuentes, más incultos, más inconscientes, más atrasados. Es aterrador lo que miles de barranquilleros hacen para vivir, corrijo, sobrevivir en Barranquilla. Se ve que los que escribieron en la Semana de marras (los mismos de siempre) ni en sueño astral se han dado un paseíllo por ese enorme manicomio que son el centro y el mercado público de Barranquilla, la zona más poblada, caótica y que más plata mueve.

V

El peor error que se cometió en materia de espacio público fue la creación de un nuevo espacio... no tan público. Me refiero a la nueva "plaza" de San Roque, que plaza a secas no debe llamarse, pues un cuarto, o casi un tercio de su superficie se destinó a locales comerciales. ¿Qué creían la alcaldesa y la secretaria de Espacio Público, que esto pasaría desapercibido? No, señoras, el espacio público, como su nombre lo dice, es para el público, no para particulares, ni siquiera parcialmente. Ese espacio debe llamarse "plaza de mercado de San Roque", o algo así, pues francamente es un contrasentido, un despropósito descomunal, que parte de un espacio público se destine a usufructo particular.

VI

Otra omisión grave es no haber hecho nada con el lote de la cantina "La Islita" (que se encontraba adosada al extremo norte de Sanandresito), convertido hoy en nuevo muladar. Como muladar y tumor urbano es un tenebroso paraje cercano: la calle 40 entre carreras 50B y 52, otra de las calles del Cartucho barranquilleras. ¿Cuándo la recuperarán?

VII

Loables, no obstante, esfuerzos como la recuperación de la carrera 41 con 30 y la reubicación de vendedores en edificios restaurados como la Casa Vargas, Robertico o el antiguo edificio Muvdi, bella construcción demolida para dar paso a un edificio moderno y... horroroso, valga la redundancia.

VIII

Para finalizar, me impresiona negativamente el caos que ha generado el crecimiento del parque automotor. Algunos dicen que hay muchos carros particulares, los cuales dizque están muy baratos, mientras que otros hablan de la desbordada cantidad de taxis. A mi juicio, hay de las dos cosas, agravadas por la falta de control del tránsito, es decir, de autoridad, para variar. Estos embotellamientos barranquilleros son peores incluso que los de Bogotá, donde ese problema ha disminuido notoriamente, como he podido constatar en mis dos últimas visitas a esa caótica y desconocida ciudad.

IX

Me queda de esta administración, pues, un sabor amargo: buenas ideas, pero demasiadas malas y equivocadas ejecuciones. Algunas voces realistas (¿cuerdas?) se elevan a veces en medio de esta gigantesca podredumbre moral: el exalcade Álvaro De la Espriella (1987) retrató certeramente la realidad de Barranquilla en su artículo Son dos Barranquilla aparecido hoy en El Heraldo. Creo que su concepto, que me sirve de complemento (estoy trabajado en estos Apuntes desde hace varias semanas), se resume en una palabra que utilizó: autoengaño.

PD: Hay que destacar la difusión de los avances de esta administración por los medios masivos de comunicación. En especial resalto el programa "La esquina", impecable producción televisiva cuyas panorámicas de Barranquilla desde drones quedarán para la historia.

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