Apuntes mirmidónicos LII

18 de febrero de 2018

I

Honda pena me produjo la masacre de los policías atribuida al ELN, sobre todo porque fue en mi ciudad, tierra relativamente ajena a este tipo de barbarie. Este atentado únicamente sirve para ilustrar lo que podría estar ocurriendo si no se hubiese firmado la paz con las FARC. Mejor una paz imperfecta que una sola vida de un compatriota, como sabiamente expresó el presidente Santos.

Breve relación histórica de ataques con bomba en Barranquilla:

II

Carnaval 2018. Los benditos palcos y las sillas… ¿Es cierto que a los silleros se les da permiso para usufructuar el espacio público durante el carnaval? Eso es ilegal. No puede uno ni ponerse a la sombra de sus carpas porque te echan, es el colmo. Ni loco pago un palco o una silla, y no porque no tenga, sino porque el tal Carnaval S.A. no puede arrebatarle el carnaval, la más popular de las fiestas, al pueblo. ¿Podrían al menos los silleros modificar sus carpas en forma de pirámide? No dejan ver las carrozas, estoy seguro de que esas carpas son de esa forma de maldad, bien pueden ser planas, pues no hay posibilidad de lluvia. Su objetivo es no dejar ver al que no alquila sus sillas. Cuánto me place verlos rogando que les compren sus mugrosas sillas. ¿Quién demonios compraría una silla en la tercera o quinta hilera? Solo los de la primera fila ven bien, así que sean serios.

III

Cuánto me plugo el cierre de La Troja por diez días. Cada vez que paso por allí y observo las consecuencias de la actividad que a diario se lleva a cabo me pregunto amargamente: “¿Estos qué se creen, los dueños de Barranquilla?” Igual los de La Estación de la 8. Tarde o temprano, los estaderos en Barranquilla tendrán que ser cerrados e insonorizados.

IV

Como si fuese poco el flaco favor que le hace La Troja a la ciudad, sus propietarios acaban de abrir nueva sede en la carrera 53 con 76, algo inconcebible dado el carácter residencial, empresarial y comercial del hasta hace poco tranquilo sector, porque recientemente han abierto, además, una BBC y otro negocio de ese tipo. No se entiende cómo las autoridades competentes permitieron tamaño desaguisado; estamos ante una de las peores afrentas urbanísticas de la historia de Barranquilla, y lo dice alguien que no es vecino. Sencillamente, ese tipo de negocios no tiene su sitio allí. Ojalá los dueños dejen de lado sus mezquinos intereses y, en un acto de grandeza con la ciudad, cierren pronto voluntariamente. De lo contrario, que los vecinos afectados interpongan todos los recursos legales para sacar a empujones esa monstruosidad de allí.

V

El colegio Distrital Esther de Peláez fue demolido para dar paso a una sede del SENA. El lote donde estuvo construida la institución fue donado por la familia Peláez en 1950 para fines educativos de la comunidad negra del sector. Las escrituras rezan: “ni el municipio ni la curia podrá en futuro darle destinación distinta de la convenida al inmueble”, es decir, que funcione una institución educativa; o sea, que la sede del SENA cumple con lo establecido, y solo hay que buscarle una mejor sede al colegio.

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