Sin escucharte, Carmencina

Te sorprendieron amasando pan

los cañonazos, Carmencina.

Estalló el cielo sobre tu zaguán,

avergonzado, Carmencina.

Ametrallado maduró el trigal,

ensangrentadas las espigas.

Verano amargo que te dio rival,

sin escucharte, Carmencina.

La piel del olivo gangrenó,

era limpia el agua y el brocal sangró,

con olor a pólvora llovió.

Y del uno al otro extremo

lo pudieron conseguir,

se pobló de crisantemos

tu país.

Tus críos aprendieron a reír

entre amapolas asesinas,

dispuestos a jugar o a huir,

según pudieran, Carmencina.

Marchó tu hombre,

blanca era la cal,

dejó su alma en las encinas,

de sangre repintaron tu portal,

sin escucharte, Carmencina.

Sola en tu jergón para soñar

pájaros huyendo ciegos hacia el mar,

perros esforzándose en rezar.

Y del uno al otro extremo

lo pudieron conseguir,

se pobló de crisantemos

tu país.