Madreselva

Quizás por que a las dos os trajo a casa un abril,

tú en una espora, ella en tren;

quizás por que a su modo

ella pintó también

de pequeñeces blancas mi jardín.

Quizás porque tuviste suerte yendo a crecer

abrazadita a un abedul,

y ella también buscaba en quien acurrucarse,

tu nombre me devuelve el nombre de una mujer.

Tú, que oías su canto revolotear

y posarse en el musgo al anochecer,

tú, que fuiste testigo de amor sin querer

y en las horas de espera

su fiel compañera,

di, quién pudo ser esa mujer,

quién, madreselva.

Porque te ofreces a la abeja sin preguntar

qué hará la abeja de tu miel,

y era tan parecida su forma de amar,

abriéndose las flores en su piel.

Quizás porque el otoño te hace languidecer

y ella en otoño se marchó,

y volverás a florecer, si no te arranco,

tu nombre me devuelve el nombre de una mujer.

Tu, que viste sus ojos relampaguear

al dejarme su llave bajo el portón,

tú, que entiendes las luces de la estación,

si tu aún no has olvidado

aquel año a su lado,

di, quién pudo ser esa mujer,

quién, madreselva.