Madrid de los Austrias

Madrid de los Austrias es el nombre que se da al Madrid de la época en que la dinastía de los Habsburgo reinó en España. Este reinado se inició con Carlos I, el cual enriqueció la ciudad con palacios y monumentos. Posteriormente, cuando Felipe II la convirtió en capital de España la ciudad creció notablemente. El recorrido por los edificios renacentistas y barrocos de esta época es quizás uno de los más pintorescos y madrileños.

Comenzamos nuestro recorrido desde la plaza de Ópera (metro Ópera). Justo enfrente nuestro se encuentra el Teatro Real de Madrid, y por la izquierda del teatro cogemos una calle que desemboca en el Palacio Real de Madrid. Tras visitar el Palacio Real y la catedral de la Almudena, de reciente construcción, llegamos al cruce de la calle Bailén con la Calle Mayor, donde se encuentra el Consejo de Estado y Capitanía General.

Subiendo por la calle Mayor, nos encontramos en primer lugar con la Plaza de la Villa, antigua sede del ayuntamiento, y donde se encuentran la Casa de la Villa, la Casa Cisneros y la Torre de Lujanes, y a los pocos metros nos encontramos con la majestuosa Plaza Mayor donde destacan la casa de la Panadería y la estatua de Felipe III en medio de la plaza.

Tras contemplar la Plaza Mayor, podemos optar por salir hacia la iglesia de San Andrés, en Latina, y ver la capilla de San Isidro dando un pequeño rodeo, o salir de la Plaza Mayor por la calle Postas hasta llegar a la Puerta del Sol, lugar emblemático de Madrid y punto de encuentro de los madrileños.

Además de la estatua del Oso y del Madroño, la estatua de Carlos III a caballo y el famoso reloj de la Puerta del Sol, desde donde se retransmiten las campanadas de fin de año, justo en la entrada a la Casa de Correos está el Km.0, sitio desde donde se comienzan a contar los kilómetros de todas las carreteras nacionales radiales, asi como una placa homenaje a los héroes del 2 de Mayo de Madrid y a los muertos en el atentado del 11-M.

Por último, para terminar nuestra caminata, saldremos de la Puerta del Sol por la calle Arenal para visitar el convento de las Descalzas Reales, y la iglesia de San Ginés, terminando nuestro recorrido tomando un típico chocolate con churros o con porras en la chocolateria San Ginés.

1. Plaza Mayor

Los orígenes de la Plaza Mayor se remontan al siglo XV, cuando en la confluencia de los caminos (hoy en día calles) de Toledo y Atocha, a las afueras de la villa medieval, se celebraba en este sitio, conocido como "Plaza del Arrabal", el mercado principal de la villa, construyéndose en esta época una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza.

En 1580, tras haber trasladado la corte a Madrid en 1561, Felipe II encargó el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzándose el derribo de las "casas de manzanas" de la antigua plaza ese mismo año. La construcción del primer edificio de la nueva plaza, la Casa de la Panadería, comenzaría en 1590 a cargo de Diego Sillero, en el solar de la antigua lonja. En 1617, Felipe III, encargó la finalización de las obras a Juan Gómez de Mora, quién concluirá la plaza en 1619.

Casi treinta años antes se erigió en su parte norte el primer edificio de la plaza, la Casa de la Panadería, obra de Diego Sillero. Contaba con estancias para los reyes en la planta principal y venta de pan en la planta baja. Frente a ella y en la parte sur de la plaza, la Casa Carnicería, para la venta de carne. Ambos edificios singulares han conocido destinos diversos en su historia.

La plaza ha sufrido varios e importantes incendios. El primero de ellos en 1631. El segundo de los incendios ocurrió en 1670 .El más importante ocurrió en 1790 y destruyó casi la mitad de las edificaciones. Se procedió al cierre de las esquinas, abriendo arcadas de acceso y rebajando la altura de sus casas de cinco a tres alturas. Las obras se prolongaron mucho tiempo, muriendo Villanueva entre tanto y continuando la reconstrucción sus discípulos hasta su finalización en 1854.

La plaza ha sido escenario de muchas de las páginas de la historia española, desde las fiestas por la beatificación de San Isidro en 1620 hasta las proclamaciones de reyes, autos de fe o ejecuciones, sin olvidar las fiestas de toros y de cañas.

En 1848, Mesonero Romanos solicitó a Isabel II la colocación en Plaza Mayor de una estatua ecuestre del rey Felipe III, que en ese momento estaba en la Casa de Campo y que era obra de Juan de Bolonia y de Pedro Tacca.

La Plaza Mayor también ha sufrido diferentes reformas a lo largo de los años. La última de ellas aconteció en los años sesenta de la pasada centuria. Se procedió al cierre del tráfico rodado y se creó un aparcamiento subterráneo. En 1992 se llevó acabo una nueva decoración de la fachada que representa personajes mitológicos como la diosa Cibeles de la Casa de la Panadería, obra de Carlos Franco.

Las dimensiones de la Plaza son las siguientes: 129 metros de largo por 94 metros de ancho. Cierra el rectángulo una casa de tres alturas con doscientos treinta y siete balcones orientados a la Plaza y con soportales sostenidos por pilares de granito. Estos soportales han albergado numerosos comercios tradicionales.

2.- Arco de Cuchilleros

El arco de Cuchilleros es la más famosa de las nueve puertas de acceso de la Plaza Mayor y está situada en la esquina sur-oeste de la plaza. La considerable altura de este arco se debe al gran desnivel que existe entre la Plaza Mayor y la Cava de San Miguel. El arco de Cuchilleros es obra de Juan de Villanueva, quién tras el incendio de la Plaza Mayor en 1790, cerró completamente la plaza habilitando una serie de arcadas para su acceso. El origen de su nombre está en la calle de Cuchilleros a la que da salida, y en la que antiguamente se ubicaban los talleres del gremio de cuchilleros, pues suministraban su artículos al gremio de carniceros ubicado dentro de la plaza. En la actualidad, tanto la Plaza Mayor, como el arco y calle de Cuchilleros, es un destacado punto turístico de la capital de España, estando ubicados en ellos numerosos restaurantes y bares típicos. Entre ellos se pueden citar el restaurante "Sobrino de Botín", que figura en el Libro Guinness de Récords por ser el restaurante más antiguo del mundo, puesto que fue fundado en 1725.

3. Mercado de San Miguel

El Mercado de San Miguel es un lugar histórico y monumental, cargado de reminiscencias literarias. Emplazado en el corazón del Madrid castizo, se halla en la zona de mayor personalidad de la ciudad y mejor oferta comercial, cultural y de ocio.

Ahora está escribiendo una nueva página de su historia con el objetivo de aglutinar a los mejores comerciantes, profesionales, expertos y entusiastas de sus respectivas especialidades. Son aquellos cuya oferta justifica el desplazamiento hasta el centro de Madrid, pero sin abandonar su vocación de mercado tradicional enfocado a la compra diaria.

Una oferta vinculada a la calidad, a la frescura, y a la temporalidad de los alimentos, respondiendo al reciente interés por la Gastronomía que la ha convertido en un autentico hecho cultural. El Mercado de San Miguel pretende llegar a ser un Centro de Cultura Culinaria, donde el protagonista es el producto, y donde tengan presencia activa todos los grandes hechos y acontecimientos del universo de la alimentación. Un lugar de encuentro, dirigido al cliente, al profesional, al gourmand, al que busca información y consejo. Un lugar dónde, además de hacer la compra cotidiana, se pueda participar en actividades, degustar lo que se va a llevar a casa o simplemente, pasear o tomar algo.

Un mercado tradicional con las ventajas de los nuevos tiempos.

4. Plaza de la Villa

Situada junto a la calle Mayor, conforma su cara septentrional. En ella tienen su origen tres pequeñas calles, correspondientes al primitivo trazado medieval de la ciudad: la del Codo aparece por el este, la del Cordón por el sur y la de Madrid por el oeste.

En su contorno se encuentran las fachadas principales de tres edificios de gran valor histórico-artístico, levantados en diferentes siglos. El más antiguo es la Casa y Torre de los Lujanes (siglo XV), construido en estilo gótico-mudéjar, que se emplaza en la cara oriental de la plaza.

Le siguen en antigüedad la Casa de Cisneros (siglo XVI), un palacio plateresco que cierra la parte meridional del recinto, y la Casa de la Villa (siglo XVII), de estilo barroco, una de las sedes del Ayuntamiento de Madrid, ubicada en la zona occidental de la plaza.

La Plaza de la Villa fue uno de los principales núcleos del Madrid medieval, dada su ubicación equidistante entre la puerta de Guadalajara y la de la Vega, dos de los accesos más importantes de la ciudad durante la Edad Media.

Antiguamente era conocida como Plaza de San Salvador, por la iglesia del mismo nombre que se alzaba en la calle Mayor, en cuyo pórtico se realizaban las sesiones del Ayuntamiento, y que en la actualidad es recordada por una lápida que se encuentra en el sitio donde se levantaba el templo (aproximadamente en el número 70 de la citada vía).

En el siglo XV, la Plaza de la Villa adoptó su actual denominación, coincidiendo con la otorgación del título de Noble y Leal Villa recibido por Madrid, de manos del rey Enrique IV de Castilla (1425-1474).

5. Catedral de la Almudena

La catedral de Santa María La Real de La Almudena es la sede episcopal de la diócesis de Madrid . Se trata de un templo de 102 metros de longitud y 73 de altura con una mezcla de diferentes estilos: neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta.

Fue consagrada por el papa Juan Pablo II en su cuarto viaje a España, el 15 de junio de 1993. Es la primera catedral española consagrada por un papa y la primera consagrada por Juan Pablo II fuera de Roma.

Está ubicada en el centro de la ciudad. La fachada principal da a la Plaza de la Armería, frente al Palacio Real de Madrid. A la puerta lateral se accede por la calle de Bailén y, a la cripta, desde la calle Mayor. A diferencia de otras catedrales, con una orientación este-oeste, la de la Almudena tiene una orientación norte-sur, fruto de su concepción como parte integrante del conjunto del Palacio Real. Está construida en piedra de Novelda (Alicante) y granito de las canteras de Colmenar Viejo (Madrid).

Los orígenes de la catedral de la Almudena pueden situarse en la pequeña iglesia de Santa María de la Almudena de origen tardomedieval y que se emplazaba a pocos metros de la actual catedral. Durante siglos hubo intentos de dotar de mayor grandiosidad a la mencionada parroquia, intentos que fueron haciéndose más intensos con la ganancia de importancia del imperio y de su capital. Según un informe de 1567, "por el bien universal de la villa y su tierra, importa y tiene gran necesidad que se haga en ella una iglesia catedral y cabeza de Obispado". Otra razón poderosa era la ausencia de obispado en Madrid -la capital pertenecía a la archidiócesis de Toledo- y el arzobispado de la ciudad imperial siempre se opuso a la segregación de la capital de la diócesis toledana. Así, se intentó ampliar y reformar la pequeña iglesia de Santa María hasta su desaparición en 1868, cuando finalmente se impuso la necesidad de construir una iglesia catedral que diera cabida al culto a la patrona de la ciudad. El día 4 de abril de 1883 el rey Alfonso XII puso la primera piedra del nuevo edificio, que sería la futura catedral de Madrid, en unos terrenos que, por mediación de la reina Mercedes, devota de la Virgen de la Almudena, son cedidos por el Patrimonio Real en 1879. Espaldarazo definitivo para la construcción sería la creación de la Diócesis de Madrid-Alcalá, mediante bula dada por León XIII. Mientras se construía la catedral, la antigua iglesia jesuítica del Colegio Imperial, que en aquel momento tenía la consideración de colegiata, bajo la advocación de san Isidro, pasó a ser el templo catedralicio de la nueva diócesis. En 1964, Casimiro Morcillo recibió el título de Arzobispo-obispo, pero dentro de la provincia metropolitana de Toledo. No sería hasta la nuerte de éste, en 1971, cuando el Cardenal Tarancón abandonó la Sede de Toledo para ocupar la de Madrid-Alcalá, con rango de Archidiócesis. Esta achidiócesis pasó a llamarse Archidiócesis de Madrid en 1991, con la restauración de la diócesis de Alcalá de Henares.

El marqués de Cubas, a cargo del proyecto, reformó su proyecto inicial como iglesia parroquial proponiendo una imponente catedral neogótica siguiendo la moda imperante en Europa por influencia de Viollet-le-Duc. Los trabajos comenzaron por la cripta, construida en estilo neorrománico, con acceso por la Cuesta de la Vega y que no se abrió al culto hasta 1911, una vez concluida por Enrique María Repullés y Vargas. En esa misma época se levantaron los primeros pilares, pero los trabajos quedaron prácticamente abandonados hasta 1950, año en el que Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro ganan el concurso convocado para la terminación de las obras. El aspecto del templo cambiaría entonces, puesto que, aunque se mantenía el estilo gótico del proyecto primitivo para el interior de la catedral, el exterior sería ahora neoclásico, siendo éste el aspecto que mantiene actualmente: de esta forma, la catedral se integraría con el entorno, también neoclásico, del Palacio Real.

Las obras continuaron hasta su paralización en 1965, ante la falta de fondos y de apoyo del ayuntamiento. Transcurrieron casi veinte años hasta que, en 1984, se creó un patronato que consiguió el apoyo de instituciones públicas (que incluían el ayuntamiento y el Gobierno de España, ambos en manos de políticos de izquierda) y privadas para finalizar las obras. La catedral fue consagrada por el papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993, tomando el relevo de la colegiata de San Isidro, que había sido la catedral provisional de Madrid desde 1885.

En 2005 se inauguró una exposición sobre la Inmaculada y España, organizada por la Fundación Las Edades del Hombre. El 22 de mayo de 2004 fue escenario de la boda del Príncipe de Asturias, don Felipe con la periodista doña Letizia Ortiz, siendo ésta la primera boda en celebrarse en la historia de la catedral.

6. Muralla árabe

La muralla musulmana de Madrid, de la que se conservan algunos vestigios, se encuentra en la ciudad española del mismo nombre. Se edificó en el siglo IX, durante la dominación musulmana de la Península Ibérica, en un promontorio situado junto al río Manzanares. Formaba parte de una fortaleza, alrededor de la cual se fue desarrollando el núcleo urbano de Madrid. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en el año 1954.

Los restos de mayor importancia, con un interés más arqueológico que artístico, se hallan en la Cuesta de la Vega, junto a la cripta de la Catedral de la Almudena. Han sido integrados en el parque de Mohamed I, llamado así en referencia a Mohamed I de Córdoba, considerado el fundador de la ciudad.

En la calle Mayor, en el número 83, junto al viaducto que salva la calle de Segovia, se mantienen en pie las ruinas de la Torre de Narigües, que probablemente hubiese sido una torre albarrana, con una localización separada de la muralla propiamente dicha, pero unida a ésta a través de un muro. Su función era la de servir de otero.

En el siglo XX, algunos restos fueron destruidos. Los lienzos existentes a la altura del número 12 de la calle de Bailén se perdieron con la construcción de un bloque de viviendas, si bien algunos muros se integraron en la estructura del edificio, en su parte inferior. La remodelación de la Plaza de Oriente, finalizada en 1996 durante el mandato de José María Álvarez del Manzano, significó el descubrimiento y posterior desaparición de numerosos restos. No es el caso de la atalaya conocida como Torre de los Huesos, cuya base se exhibe en el aparcamiento subterráneo de la citada plaza.

Entre 1999 y 2000, se puso al descubierto otro tramo, de unos 70 m de longitud, bajo la Plaza de la Armería, formada por las fachadas principales del Palacio Real y de la Catedral de la Almudena. Fue excavado durante las obras de construcción del Museo de Colecciones Reales (sin concluir) y podría corresponder a la Puerta de la Sagra, uno de los accesos al recinto amurallado.

7. Palacio de Abrantes

Fue construido entre 1653 y 1655 por el arquitecto Juan Maza, como encargo de Don Juan de Valencia el Infante, quien previamente había adquirido cinco casas en la calle Mayor para tal efecto. El primitivo edificio se trataba de un bello palacio flanqueado por dos torreones con chapitel que daban a la calle de la Almudena y a la del Factor, respectivamente.

Posteriormente, el edificio fue cambiando sucesivamente de manos; en 1656 fue comprado por D. Antonio de Valdés y Ossorio, caballero de la orden de Alcántara; en 1669 lo adquiere el marqués de Alcañices; y durante buena parte del siglo XVIII perteneció a la familia de los Cuevas y Pachecos.

En 1842 los duques de Abrantes compraron y encargaron una profunda remodelación del palacio al arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel, con el fin de acondicionarlo a los gustos aristocráticos de mediados del siglo XIX. Tras esta reforma la fachada presentaba nuevas embocaduras en los balcones y una nueva puerta principal.

Con la Restauración de Alfonso XII a finales de 1874, y para evitar posibles represalias, el duque de Abrantes se vio obligado a deshacerse del palacio, puesto que su hijo, Ángel de Carvajal y Fernández de Córdoba, marqués de Sardoal, participó muy activamente contra la monarquía de Isabel II durante los años de la revolución de 1868, en la que llegó a ser Alcalde de Madrid.

Pasó entonces a la propiedad del senador progresista Manuel María de Santa Ana, quien estableció en el palacio la sede del periódico "La Correspondencia de España", función que continuó desempeñando hasta que en 1888 los propietarios del periódico vendieron el edificio al Gobierno Italiano para establecer en él su embajada. Se procedió entonces a realizar una nueva reforma bajo la dirección del arquitecto Luis Sanz, en la que se derribaron los torreones, se abrió la fachada posterior y se realizaron las pinturas de la planta superior de la fachada principal. En suma, el palacio tomó su fisonomía actual.

En 1939, tras ser ocupado durante la Guerra civil por los batallones italianos de las brigadas internacionales, la embajada de Italia se trasladó al que fue palacio de los marqueses de Amboage, en la calle Juan Bravo, quedando el Palacio de Abrantes desde entonces como sede del Instituto Italiano de Cultura.

8. Iglesia de San Nicolás de los Servitas

Nombrada en el Fuero de 1202 como una de las parroquias de la ciudad, rivaliza con la ya desaparecida de Nuestra Señora de la Almudena en ser la iglesia más antigua de Madrid. Dada su situación y los restos arqueológicos conservados, algunos creen que pudo ser una mezquita musulmana, aunque lo más probable es que su construcción date del siglo XII, puesto que su torre, declarada monumento nacional en 1931 y situada al sur del edificio, tiene todas las características de ser un campanario mudéjar de aquella época.

En el arreglo de 1805, San Nicolás perdió el rango de parroquia en favor de la vecina de El Salvador, quedando el edificio abandonado hasta que en 1825 fue cedido a la congregación de la Orden Tercera de Servitas, quienes restauraron y acondicionaron el templo. En 1842, tras la demolición de la parroquia de El Salvador, retornó la parroquialidad a San Nicolás.

Así quedaron las cosas hasta que en el arreglo de 1891 se volvió a trasladar la parroquialidad a la que había sido iglesia del hospital de Antón Martín en la calle Atocha, hoy parroquia de El Salvador y San Nicolás, quedando el viejo edificio como iglesia de San Nicolás de los Servitas, nombre con el que en la actualidad se la conoce.

En cuanto al edificio, dada su antigüedad, ha sido objeto de numerosas restauraciones que han condicionado su fisonomía actual. Levantado sobre un planta de tres naves, en su interior destaca la bella armadura mudéjar de la cabecera y de la nave central. El elemento más interesante de este templo es, sin duda, su torre, que como dijimos anteriormente data del siglo XII, excepto el típico chapitel madrileño que la remata, realizado durante el siglo XVIII. También destaca la portada barroca, en la que podemos ver un relieve que representa a San Nicolás, obra de Luis Salvador Carmona.

9. Palacio Real

Morada regia desde Carlos III hasta Alfonso XIII, visitar el Palacio Real de Madrid es un viaje por la historia de España. Aunque no está habitado por los actuales monarcas, el recinto es la residencia oficial de los reyes de España y cuenta con una de las armerías más importantes del mundo. Además, todos los miércoles se celebra allí el espectacular cambio de la Guardia Real

Mucho antes de que Madrid fuera capital de España, el emir Mohamed I construyó en Magerit (nombre árabe de la ciudad) una alcazaba que defendiera Toledo del avance de los cristianos. Dicha edificación fue utilizada de forma eventual por los reyes de Castilla hasta que en el siglo XIV se transformó en lo que se conocerá como Antiguo Alcázar. Carlos I y su hijo Felipe II son los impulsores de la transformación, convirtiendo el inmueble en residencia permanente de los monarcas. Pero en el año 1734 un incendio arrasó el Palacio de los Austrias y sobre sus restos Felipe V mandó construir un nuevo recinto.

Aunque en primer lugar se lo encarga a Filippo Juvara, éste fallece y será su discípulo, Juan Bautista Sachetti, quien se ocupe de realizar los planos definitivos. Transcurren diecisiete años desde que se pone la primera piedra en 1738 hasta que se terminan las obras encargadas por Felipe V. Sin embargo, será Carlos III -conocido con el sobrenombre de "el rey alcalde" por la gran cantidad de reformas e iniciativas que desarrolló en la ciudad-, el primer monarca que viva en el nuevo inmueble y quien se ocupe de completar la decoración, que correrá a cargo de Sabatini, terminando de dar forma al Palacio de los Borbones. Sus sucesores, Carlos IV - a quien se debe la creación del Salón de Espejos- y Fernando VII, añadieron al conjunto objetos de carácter decorativo, como relojes, muebles, arañas o candelabros.

Durante el siglo XIX se incorporan elementos que destacan por su modernidad y que originan ciertas alteraciones decorativas. Es el caso de la colocación de papel pintado, que obliga a retirar algunos cuadros de las paredes del palacio y cederlos al Museo del Prado. Los últimos monarcas en utilizar el inmueble como vivienda habitual serán Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia.

De planta cuadrada, el edificio, inspirado en los bocetos realizados por Bernini para la construcción del Louvre de París, se articula entorno a un patio rodeado de un pórtico, una galería y una Plaza de Armas. A lo largo de seis pisos se distribuyen las diversas estancias, teniendo salida a la fachada exterior sólo las más relevantes.

La entrada principal al palacio se sitúa en la fachada que da a la Plaza de Armas, una gran explanada que, a pesar de estar vallada, conecta con la entrada de la Catedral de la Almudena. Se trata de un espacio perfecto para las paradas militares, ya sea de la Guardia Real como del Ejército, ante los que el rey pasa revista. El lateral oeste se erige frente a los jardines del Campo del Moro, mientras que el este, que linda con la calle Bailén, mira hacia la Plaza de Oriente.

Sobrio pero grandioso, la arquitectura exterior del Palacio Real presume con su decoración a base de columnas, cornisas, molduras y una balaustrada que lo remata en su parte más alta. Entre las numerosas ventanas que rompen las fachadas, destacan los balcones que se corresponden con estancias representativas. Así, el Salón del Trono se identifica claramente en la fachada principal ya que está enmarcado por cuatro columnas de gran tamaño. Por su parte, la fachada oeste luce el balcón del Comedor de Gala mientras que el Comedor de Diario tiene vistas a la Plaza de Oriente. La cara norte del recinto corresponde con la capilla, por lo que no cuenta con ningún balcón.

10. Teatro Real

El Teatro Real es el teatro de la ópera de Madrid y está considerado como uno de los más importantes de España, siendo destacable la presencia habitual de la Familia Real Española en sus representaciones. Está situado en la Plaza de Oriente, frente al Palacio Real, y es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.

La reina Isabel II promovió la construcción en Madrid de un teatro de ópera para acoger a la corte. Para esta tarea, la corona cedió los solares del Caño del Peral, en la Plaza de Oriente, sin embargo numerosos acontecimientos políticos paralizaron el proyecto, hasta que el 7 de mayo de 1850, una Real Orden impulsa las obras del Teatro y se exige que deben terminarse en un plazo de seis meses.

Los arquitectos fueron Don Antonio López Aguado y Don Custodio Moreno, encargados de crear un magnífico edificio con forma hexagonal irregular. Su principal fachada miraría a la Plaza de Oriente y la otra, de menor empaque, recaería sobre la Plaza de Isabel II.

En la decoración interior trabajaron los artistas y decoradores más importantes de la época como Bravo, Tegeo y Lúcar. Aparte del coso teatral, había dos salones de baile, tres salones, una confitería, un café, un tocador y un guardarropa. Todas estas comodidades se habían copiado de grandes teatros europeos como el San Carlo de Nápoles o La Scala de Milán.

El teatro se inauguró el 10 de octubre de 1850, coincidiendo con el cumpleaños de la soberana. La obra elegida fue La favorita, de Donizetti y actuaron artistas de renombre, como el soprano Alboni o el director de orquesta Michel Rochelle.