Parashát Mishpatím
(Porción Leyes)
Shemót (Éxodo) 21:1 – 24:18
Haftaráh: Yirmeyáh (Jeremías) 33:25, 26 y 34:8-22
Resumen
El pueblo hebreo recibe una serie de leyes concernientes a la justicia social. Los temas incluyen:
Correcto trato a los sirvientes judíos.
Las obligaciones de un marido con su esposa.
Penalidades por golpear personas y maldecir a los padres, jueces y líderes.
Responsabilidad económica por haber hecho un daño físico a alguien o a su propiedad, ya sea por uno mismo o por una de sus propiedades animadas o inanimadas; o por un peligro que uno creó.
Pago por robar o por no retornar un objeto que fue aceptado con la responsabilidad de cuidarlo.
El derecho a la defensa propia de una persona que está siendo robada.
Otros temas incluyen:
Prohibición de seducción.
Prohibición de la práctica de magia negra.
Bestialidad y sacrificios a ídolos.
La Toráh nos advierte que tratemos al converso, a una viuda y a un huérfano con dignidad, y que evitemos mentir. El préstamo de dinero con intereses es prohibido, y los derechos sobre cosas en garantía son limitados. El pago de obligaciones al Bet HaMiqdásh (el Sagrado Templo) no debe ser retrasado, y el pueblo hebreo debe ser santo, aún con respecto a la comida.
La Toráh enseña la manera correcta en que se deben comportar los jueces en los procedimientos de la Corte. Son remarcados los mandamientos de Shabát y el año Sabático. Tres veces al año, en Pésaj, Shavu’ót y Sukót debemos ir al Sagrado Templo.
La Toráh concluye su listado de leyes con un mandamiento de Kashrút, no mezclar leche con carne. Dios promete que va a liderar al pueblo hebreo a Éretz Isra’él (la Tierra de Israel), ayudándolo a conquistar las naciones que viven allí, y les dice que si cumplen con Sus mandamientos traerá bendiciones a la nación. El pueblo promete hacer y escuchar todo lo que Dios dice. Moshéh escribe el Libro del Pacto, y lo lee al pueblo. Moshéh asciende a la montaña por 40 días para recibir las dos Tablas de la Toráh.
Comentario
APRECIADOS AMIGOS: ¿DÓNDE ESTAMOS?
“Entonces le dijo Adonáy a Moshéh: Sube a Mi al monte, y estate allí, y te daré las tablas de piedra…” – Shemót 24:12
Dios se manifiesta en el Sinaí. Ya nada será igual. La Voz que dice los 10 Mandamientos en la Parasháh pasada, continúa en esta sección con un mundo de leyes acerca de la relación entre el hombre y los hombres. Y en el final, la Voz llama a Moshéh para que suba al monte a recibir las tablas.
Lo que resulta difícil de entender es, si Moshéh va a subir al monte, no hay dudas de que estará allí. En el monte. ¿Para qué insiste el llamado en decirle “…y estate allí…”?
El Rebe Menajem Mendl de Kotzk enseña que de aquí comprendemos que uno puede esforzarse y trabajar por subir a la cima, a la cima que cada uno considere una cima, incluso puede llegar a alcanzar ese lugar, y así con todo, no estar allí.
Se puede estar parado en el monte, pero con la mente viajando por algún otro lugar. Lo importante no es subir, sino estar. De manera total, plena. Estar completamente presentes en espíritu, con la mente y los sentidos abiertos a la experiencia que estás viviendo y sintiendo en ese instante.
Uno puede estar allá arriba y que todos lo vean, allí, en un monte. Y nunca haber subido siquiera. Se puede estar sentado a la misma mesa y nunca haber comido juntos. Se puede estar rezando con el Sidúr (Libro de Oraciones) en la mano y nunca haber llegado a convertirse en una plegaria. Se puede decir y hasta hacer de cuenta que uno ama, y no aprovechar hasta la última gota de amor que el alma puede disfrutar.
Esta semana que nace, el triunfo espiritual será estar allí. En los lugares del espíritu.
Y escuchar la Voz. La voz interior. Que nos llama a estar.
Donde nos esperan, nos buscan, nos necesitan.
Donde podemos ser nosotros de manera total.
Haftarát Mishpatím
Yirmeyáhu (Jeremías) 34:8 – 22; 33:25-26
“Así dice el Eterno: Así como no se anulará mi pacto con el día y con la noche, ni las leyes inmutables de los cielos y de la tierra que Yo establecí…” (33:25)
Las leyes de la naturaleza son universalmente aceptadas como hechos indiscutibles, pero, aun así, el funcionamiento de la naturaleza es siempre causa de investigación y especulación. La ciencia trabaja constantemente para ofrecer más y más explicaciones sofisticadas de todos los fenómenos, y revelar los secretos de la naturaleza, pero ningún ser humano mortal estaría en contradicción con las realidades de la naturaleza estando basado en la falta de entendimiento preciso por parte de la ciencia sobre estas realidades.
Así como la misma naturaleza, La Toráh es una realidad inalterable e indiscutible. Así como la ciencia trabaja incansable en la investigación sobre la naturaleza, así también nosotros debemos trabajar constantemente para entender sus misterios. La Toráh es “Mi pacto con el día y la noche” que necesita ser como “las leyes inmutables de los cielos y de la tierra”, hechos que no están aclarados en el intelecto del ser humano, pero son considerados como conceptos fundamentales eternos, el cual, nuestro intelecto sólo necesita buscar para alcanzar y entender.
Lehitra’ót!