Parashát Va’erá

Shemót 6:2 – 9:35

Haftaráh: Yejezqél 28:25 – 29:21

Resumen

Dios le dice a Moshéh que informe al pueblo judío que los va a sacar de Egipto. Sin embargo, el pueblo judío no escucha. Dios le ordena a Moshéh que vaya con el Faraón y le pida que libere al pueblo judío. Aunque Aharón le muestra al Faraón una señal convirtiendo un bastón en una serpiente, los magos del Faraón copian la señal, animando al Faraón a rechazar la solicitud. Dios castiga a los egipcios y envía plagas de sangre y ranas, pero los magos copian estos milagros en menor escala, alentando nuevamente al Faraón a ser obstinado. Después de la plaga de los piojos, los magos del Faraón admiten que sólo Dios podría estar realizando estos milagros. Solo los egipcios, y no los judíos de Góshen, sufren durante las plagas. La plaga continúa con animales salvajes, pestilencias, tumores y granizo ardiente. Sin embargo, a pesar de las ofertas de Moshéh de acabar con las plagas si el Faraón deja que el pueblo judío se vaya, el Faraón sigue endureciendo su corazón y se niega.

Comentario

Las Diez Plagas descriptas detalladamente en el texto de la Toráh, narradas en todas las Hagadót de Pésaj y representadas en películas y obras de arte, han despertado la curiosidad de mucha gente.

Distintas generaciones intentaron explicar las plagas de diferente modo. Algunas trayendo argumentos racionales para los fenómenos naturales, otras simplemente dando crédito a la posibilidad Divina de producir milagros constantemente y otras que nos dicen que estos castigos son como relatos míticos y simbólicos que no necesariamente sucedieron.

Entre todas estas diferencias está también la lectura simple que intenta descifrar por qué finalmente el Faraón se quebró y cambió de parecer dejando salir al pueblo de Israel de Egipto.

El relato de las plagas, según opinan algunos, está relacionado con la necesidad de educar al Faraón, vulgarmente diríamos que a este señor había que “abrirle la cabeza”.

En el primer encuentro que tuvieron Aharón y Moshéh con el Faraón este les respondió: “¿Quién es Adonáy, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Adonáy, ni tampoco dejaré ir a Israel”. – Éxodo 5:2

Por haber desconocido a Dios el Faraón sufrió y fue castigado diez veces. Cada vez se agregó al castigo una enseñanza directa a la conciencia del Faraón y de todo Egipto.

La sensación al llegar a la plaga del granizo es especial, que representa mayor dureza y escarmiento.

“Entonces Adonáy dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Adonáy, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora”

Por otro lado, fue la primera vez en la que se transmitió una advertencia general y pública con el objetivo de llegar a la gente dándole la posibilidad de salvarse. No solo al Faraón y a su familia, sino a toda la población de Egipto.

“Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Adonáy hizo huir sus criados y su ganado a casa; más el que no puso en su corazón la palabra de Adonáy, dejó sus criados y sus ganados en el campo”.

La sensación es que los poderosos de Egipto que conformaban el entorno del Faraón no se ocupaban de advertir y salvar a la gente de las posibles plagas y calamidades.

No leemos en el texto: “Junten agua, cuiden a los animales, protejan el campo con redes de las ranas, etc.”. Mientras el Faraón estaba informado de los posibles sucesos, el pueblo sufría los castigos por su terquedad y capricho. Sin duda el pueblo egipcio fue víctima de la indiferencia y tiranía de su rey.

Con esta plaga comienza una etapa de advertencia al pueblo para que reaccione. Tanto Dios como Moshéh sugieren que la violencia desmedida sin aviso a la gente no iba a cumplir el objetivo educativo para cambiarlos

Cuando llegó la plaga del granizo, la alternativa de elegir: Quedarse en el campo y morir o resguardarse en las casas y salvarse, comenzó el cambio interno. “Algunos funcionarios del Faraón temieron la palabra de Adonáy y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados, pero otros no hicieron caso de la palabra de Adonáy y dejaron en el campo a sus esclavos y ganados”. – Éxodo 9:20-21

En la próxima parasháh veremos cómo la gente misma de Egipto comenzó a pedirle al Faraón que deje salir a los esclavos. “Entonces los funcionarios le dijeron al Faraón: — ¿Hasta cuándo este individuo será una trampa para nosotros? ¡Deja que el pueblo se vaya y que rinda culto a Adonáy su Dios! ¿Acaso no sabes que Egipto está arruinado?” – Shemót 10:7

Sin duda es fundamental educar a la gente, mostrarles que hay otro camino y una alternativa mejor a la de ser liderados por un déspota con corazón de piedra.

Lehitra’ót!