פרשת חקת

Parashát Juqát

(Porción “Estatutos”)

Bemidbár (Números) 19:1 – 22:1

Haftaráh: Shoftím (Jueces) 1:1-33

Resumen

La Parasháh nos narra el procedimiento de purificación mediante una vaca que debía ser completamente roja, totalmente incinerada y sus cenizas mezcladas en agua.

Miriám, la hermana de Moshéh, muere. Ella era quien ubicaba los pozos de agua durante la travesía por el desierto. Tras su muerte el pueblo se queja de sed. Dios le dice a Moshéh que le hable a una roca y de ella saldrá agua. Moshéh golpea la roca en vez de hablarle y, si bien sale agua, Moshéh es privado de entrar a la Tierra Prometida.

Aharón, el hermano de Moshéh y Kohén HaGadól (Sumo Sacerdote), también muere. Dios le indica subir a un monte con sus hijos, quitarse el ropaje del sacerdocio y vestir con eso a sus hijos, y recién ahí morirá. El pueblo guarda 30 días de duelo.

Aparece una plaga de serpientes cuya mordedura es mortal. Dios indica que se enrolle una serpiente de cobre en un mástil y todo aquel que lo mire directamente será sanado.

Comentario

En el campamento de Israel había constantemente mucha queja y mucho malestar. Hastiado por la desobediencia del pueblo, Dios envía una plaga de “serpientes ardientes” que matan a todos quienes son mordidos.

Moshéh mientras tanto, por orden Divina, elabora una serpiente de cobre y la coloca sobre una asta y sale a recorrer el campamento. “Y será que el hombre mordido que la mire, vivirá”. – Bemidbár 21:8

¿Cómo se entiende esta decisión Divina y luego la orden a Moshéh?

Una serpiente mata y la misma serpiente sana. ¿Cómo puede ser esto? La primera muerde quitando la vida. A la segunda hay que mirarla a los ojos cuando se presenta delante nuestro.

Ahí está la diferencia. ¿Cómo evitar que un problema me mate?, pues mirándolo a los ojos.

Si pretendo ignorarlo, mostrar indiferencia, y doy la espalda, este me ataca por detrás y me muerde trayéndome una trágica consecuencia.

Por el contrario, si reconozco el problema, asumo la dificultad, la miro a los ojos, tendré pues herramientas para enfrentarme con ella. No será fácil, pero siempre será reparador y sanador.

La homeopatía[1] plantea que pequeñas dosis de una toxina pueden sanar. En la dosis exacta, genera los anticuerpos que nos sanan.

El psicoanálisis encara los conflictos, los desmenuza, los analiza para ayudarnos a comprender su origen (si es posible) y así superarlos.

Esta parasháh sugiere algo similar que en la lectura rápida puede pasar desapercibido; ¡¡¡hay que mirar!!! No negar las dificultades y problemas; hay que enfrentarlas, aunque duela. Mirarlas a los ojos y trabajar en resolverlos.

Imagínate que estás en un cuarto a oscuras, si conoces dónde está el botón de la luz, ya tienes parte del problema resuelto; sólo te queda presionarlo y ya tienes luz.

Los problemas son iguales, sólo se resuelven cuando los enfrentamos.

Anímate, abre los ojos y mira qué te causa dolor, qué te lastima, qué te molesta y enciende tu luz interior, tu fuerza, tus energías y verás como tu alma se sana, se tranquiliza y gobierna tu propia paz.

Lehitra’ót!


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[1] La homeopatía (del griego ὅμοιος [hómoios], ‘igual’, y πάθος [páthos], ‘dolencia’) es un sistema de medicina alternativa creado en 1796 por Samuel Hahnemann basado en su doctrina de «lo similar cura lo similar» (similia similibus curentur), que sostiene que una sustancia que causa los síntomas de una enfermedad en personas sanas curará lo similar en personas enfermas.​ La homeopatía es una pseudociencia: Una creencia que es presentada falsamente como ciencia. Las preparaciones homeopáticas no son efectivas para tratar ninguna enfermedad. Estudios a gran escala han demostrado que los productos homeopáticos no son más efectivos que los placebos, lo que indica que cualquier sensación positiva posterior al tratamiento solo se debe al efecto placebo y la recuperación normal de la enfermedad.