CONOCE CÁCERES

"Cualquier viaje, si es lo suficientemente largo, acaba llevándote al punto de partida."

¡ENAMÓRATE UN POCO MÁS DE CÁCERES!

Con esta presentación elaborada por Javier Sellers, Director del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, que nos presta una selección de fotografías estupendas:

FLORENCIA.pptx

LA FIESTA DE SAN JORGE EN CÁCERES

Aquí tienes una presentación con la historia de San Jorge, las leyendas, su culto en el mundo, en Europa, en España y, sobre todo, en Cáceres. 

JUEGOS PARA ENSEÑAR EN EL AULA SOBRE LA CIUDAD DE CÁCERES


CUADERNILLO DE ACTIVIDADES Y JUEGOS PARA ENSEÑAR EN EL AULA SOBRE LA RIBERA DEL MARCO CACEREÑA


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¿Y si probamos en Francés?

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ÁNGEL PÉREZ, ARQUITECTO DE CÁCERES

En estos dos extraños cursos, en que los patronos de la ciudad parecen habernos olvidado, la Virgen de la Montaña no baja y la víspera de San Jorge no quemamos dragones, en que la conversación predominante va de COVID y vacunas, con la sociedad cacereña dividida en enconados debates “mina sí/mina no”, Cruz de los Caídos arriba o abajo, desconcertantes centros budistas planeando sobre el monte, protestas por las deficientes comunicaciones, paro y pobreza, nos parece más necesario que nunca volver la vista atrás y buscar en nuestro pasado las señas identitarias que nos aglutinen de nuevo. Por ello, he escogido para nuestra revista divulgar la figura de Ángel Pérez, un personaje muy importante para la formación de la bella estampa cacereña, que hace de ella una de las ciudades más bonitas de España y de la que todos nos sentimos orgullosos. 

Corría el año 1924. Los felices veinte habían llegado a nuestra hermosa ciudad. La pujante burguesía cacereña, enriquecida tras haber adquirido bienes fruto de las desamortizaciones en las décadas anteriores, encargaba chalets de estilo eclecticista, historicista o racionalista -según el gusto de cada cual-, que adornaba con profusión de azulejos. La ciudad desbordaba sus viejos límites y comenzaba a desparramarse sobre el territorio circundante: se intensificaba la urbanización del Paseo de Cánovas, aparecían las calles Gil Cordero y Gómez Becerra, se reactivaban las obras del Gran Teatro en la Calle San Antón... Mientras tanto, en el saturado centro histórico los edificios sólo podían crecer en altura. Andaban como siempre los naturales del lugar mareando a la plaza, “bandeja sí/bandeja no”, y a la sazón tocaba sin ella (habían retirado el año anterior la de 1841). Una nueva ciudad estaba por nacer, y su desarrollo parecía claramente orientado hacia el suroeste, hacia la estación de trenes (inaugurada en 1881), que se comunicaría con la carretera de Trujillo por la Ronda de Hernán Cortés - junto a la que se estaba edificando el Cuartel de Infantería Infanta Isabel- y que flanqueaban importantes hitos decimonónicos, como la Plaza de Toros (levantada entre 1844 y 1846, obra del ingeniero Secundino Fernández de la Pelilla y del arquitecto Mariano Martínez), el Paseo Alto o el Cementerio Municipal. Se iniciaba por esta época la nivelación de Peña Redonda, donde se planeaba una retícula ortogonal de 10 manzanas con viviendas para obreros, conocidas como “Las Casas Baratas”, con las que se intentaba acoger la población de los pueblos próximos que, en diversas oleadas intensificadas desde 1914, abandonaba el campo en busca de oportunidades en la villa. Pronto, Peña Redonda se quedará chica, y la política de alojar inmigrantes procedentes del éxodo rural generará nuevas barriadas: San Marquino, Aguas Vivas o las calles “nuevas” de Aldea Moret. 

Importantes arquitectos habían orlado antes las afueras de la parte antigua, como Francisco Pezuela, que había construido en la primera década del siglo la Casa Grande, hoy Museo Helga de Alvear, y Mateo Inurria había adornado Cánovas con el Monumento a Muñoz Chaves. La vida económica de la ciudad giraba en torno a la minería y al ferrocarril, que daban trabajo a los más pobres, mientras los cacereños adinerados se reunían en el Café de la Esperanza, en el Santa Catalina o en el Café Viena. 

En este contexto de crecimiento llegó a Cáceres Ángel Pérez Rodríguez, un joven arquitecto de 27 años procedente de Viguera, en La Rioja, que se había formado en la Escuela de Arquitectura, en la que se tituló en julio de 1923. Venía recién casado con una bonaerense, Amalia Martínez Carrero, junto a la que pasaría el resto de su vida en Cáceres (Ángel falleció en 1977 y Amalia en 1981). El sueldo al que se comprometía el Ayuntamiento era de 6.500 pesetas al año, según nos narra Jiménez Berrocal en su artículo sobre el personaje en el periódico Extremadura (Jiménez Berrocal, 2017). Ya antes que él contaba el Ayuntamiento con otro riojano en nómina, Francisco Calvo Traspaderne, con el que el nuevo arquitecto hará un buen equipo. 

Era Ángel un joven prometedor en su campo, que había trabajado en Madrid con un importante arquitecto urbanista, Antonio Palacios (quien, además de diseñar las primeras estaciones del Metro, era autor de obras tan emblemáticas como el Palacio de Comunicaciones -hoy sede del Ayuntamiento de Madrid-, el Hospital de Jornaleros de Maudes -actual Consejería de Transporte de la Comunidad de Madrid- o la Casa de las Cariátides -hoy sede del Instituto Cervantes-). Antes de llegar a Cáceres, y casi a la vez que solicitaba la plaza que le traería por estos pagos, Ángel había trabajado para el Ayuntamiento de Alfaro en la red de saneamiento y alcantarillado y había diseñado los planos de diversos edificios en Logroño para Daniel Trevijano, entre ellos la polémica “Casa de las Tetas”, de 1924, un edificio de estilo regionalista con cinco alturas y una espectacular fachada adornada con atlantes y cariátides, cuyo pecho descubierto escandalizó a los riojanos.  

Durante 42 años, Ángel Pérez desempeñó su trabajo al servicio de Cáceres, configurando de manera trascendente su apariencia actual y definiendo el paisaje urbano. Entre 1924 y 1967 diseñó plazas, avenidas, parques, mercados y colegios con una incansable creatividad y un afán edilicio destinado tanto a burgueses como a obreros, creando la columna vertebral que articuló la ciudad y uniendo en el espacio y el tiempo lo viejo y lo nuevo. Aún no habían acabado los años veinte cuando nuestro brillante arquitecto ya había diseñado la desaparecida Fuente de la Concordia en el Paseo Alto, un proyecto que no llegó a ejecutarse sobre la Ribera del Marco, el proyecto para la Avenida Virgen de la Montaña y había diseñado el hermoso chalet de la familia Correa, en la Calle Gómez Becerra, desgraciadamente derruido en los setenta. Bajo su dirección, en abril de 1926 se finalizaron las obras del Gran Teatro, comenzadas en 1904 y paralizadas en 1915 por falta de presupuesto. Realizó lo más relevante de su obra entre 1931 y el estallido de la Guerra Civil, en colaboración con el entonces alcalde socialista, Antonio Canales. Entre sus construcciones más destacadas tenemos la Casa de Tomás Pérez, el Refugio de Mendigos de San Vito, el primer mercado de Abastos, la Casa de La Chicuela, El Madruelo, el Teatro-Cine Norba o la Torre del Trabajo. Frente a la tradición de tapial, cal y canto, Ángel trajo a la ciudad el uso del hormigón armado al edificar la Casa de los Picos. Debió moverse con cierta habilidad para sortear escollos varios en la etapa franquista, en la que continuó su labor como arquitecto municipal, construyendo edificios como el que acoge nuestro CEPA. 

Debía tener Ángel un talante rebelde, ya que no se manifestó jamás sumiso ni aquiescente con el poder.  Expedientado en la etapa de la República por ser jefe de la Brigada Obrera del Ayuntamiento, tras la Guerra Civil el régimen de Franco le incoó otro expediente por no observar la premura necesaria en establecer un plan de numeración de las calles de Cáceres. No obstante, como ya hemos indicado, gran parte de su obra la realizó en pleno franquismo, y desconocemos cómo sorteaba el día a día. Un apunte interesante al respecto es que fue el arquitecto diseñador de la polémica Cruz de los Caídos.

Entre 1934 y 1937 ocupaba el enclave de la actual Cruz la Fuente del Lápiz, popularmente conocida como “La Palmatoria”, consistente en una base circular y un obelisco.  Tras su demolición, la Cruz fue construida entre septiembre de 1937 y mayo de 1938, en plena Guerra Civil. Ángel fue su diseñador; la obra, encargada al contratista Juan García Fernández, se hizo con mármol de la Sierra de Alconera (Badajoz) y costó 28.041 pesetas. ¿Tuvo nuestro arquitecto opción a oponerse o a no hacer el trabajo que le encargaron? En el contexto represivo del momento, lo dudo mucho. Consiguió, no obstante, un monumento sobrio que rápidamente se convirtió en un referente del paisaje urbano cacereño. 

OBRAS MÁS POPULARES DE ÁNGEL PÉREZ

Casa de Tomás Pérez: Quizás una de las joyas arquitectónicas de Cáceres, la casa ubicada en el número 3 de la Avenida de España data del año 1927. Sus tres plantas, ático y torreta en esquina contienen dos viviendas.  Destaca por su fachada de estilo eclecticista y bellos detalles artesanales. Tomás Pérez fue un comerciante procedente de Ceclavín para el que Ángel Pérez trabajó en diversas ocasiones, que apostó decididamente por el ensanche y que actuó como mecenas en el crecimiento de la ciudad, ya que a él debemos no sólo su propia vivienda, sino también la Casa de los Picos y el Cine Norba.

Casa de La Chicuela: Edificada en 1927 para el empresario Juan Pérez, fue una de las más bellas casas de la ciudad, enmarcada en la corriente del regionalismo andalucista. Hermosos azulejos adornados con cientos de angelitos hacían las delicias de los cacereños; la forja, los mármoles, el mobiliario… todo era extraordinario y sorprendente en la Casa de La Chicuela, entre otras cosas legendario escenario de una historia de amor imposible que ha pasado a formar parte del patrimonio inmaterial cacereño (aunque investigadores como Hurtado indican que la protagonista no residía en ella, sino en el nº 28 de San Antón). A pesar de sus indudables valores históricos y artísticos y de que se llegó a crear una Comisión Ciudadana para protegerla, asistimos con horror a su demolición un fatídico día de 1984. En mis recuerdos están las movilizaciones para evitarlo que protagonizamos los jóvenes universitarios, seguidos por los estudiantes del Norba y el Brocense. 

Antiguo Mercado de Abastos de la ciudad: inaugurado en 1931, durante casi 40 años ocupó el solar entre el Ayuntamiento y la muralla, con la desaprobación de la Comisión Provincial de Monumentos, que consideraba que vulneraba gravemente la imagen de la muralla. El proyecto, que andaba corto de fondos y de apoyo, se llevó a cabo gracias a un préstamo de 356.583 pesetas concedido por la Caja de Previsión Social de Cáceres. A pesar de la mala fortuna que deparó el destino a esta obra, impresiona la simétrica belleza de su fachada racionalista, que integraba un hermoso arco de medio punto.

Casa de la Calle San Antón números 25 y 27, edificada en 1932, de estilo regionalista con reminiscencias sevillanas, con un airoso torreón de esquina. 

Torre del Trabajo o del Reloj: proyectada en 1933, sobre la Peña Redonda, está hoy en la Plaza Antonio Canales, alcalde que fue su promotor. Tenía una finalidad social, ya que los vecinos de las Casas Baratas no contaban con relojes y despertadores que les avisaran de la hora de comenzar o finalizar la jornada laboral. Su construcción se llevó a cabo por la Comisión Contra el Paro Forzoso, una fórmula que pretendía paliar los efectos del desempleo en la ciudad a través de diferentes obras de carácter público, en las que trabajaban los parados cacereños. Aunque Ángel la diseñó como un homenaje a la clase trabajadora local, durante la Guerra Civil las tropas franquistas la convirtieron en un homenaje a la Italia de Mussolini, siendo inaugurada en 1939 con bandera italiana y brazo en alto.  

Refugio de Mendigos de San Vito: Edificado en 1934 para acoger a los mendigos transeúntes, con un presupuesto de  ejecución de 15.696 pesetas pagadas íntegramente por el ayuntamiento; pretendía aliviar la situación de desamparo de familias enteras y ofrecer a los indigentes un lugar “sencillo, higiénico y amplio”. Destaca por su original planta semicircular y su techo abovedado. 

Cine Norba: estrenado en 1934, favoreció la difusión del cinematógrafo en la ciudad (ya se proyectaba en el Gran Teatro y en algunas barracas de construcción efímera). Estaba decorado en tonos azul, plata y cobre natural en la base de las columnas, presentando un arco en el escenario, dos cuerpos de palco y un amplio anfiteatro. El reto estructural que suponía el levantamiento de una enorme sala con capacidad para 2000 personas y 40 metros de luz fue resuelto por un ingeniero que colaboró en varias ocasiones con Ángel Pérez, José Acha Asensio (Hurtado, 2010). Dice Jiménez Berrocal: “El Norba fue el cine más moderno de su tiempo, diseñado por Ángel Pérez, contaba con calefacción, cielo raso de corcho ignífugo, amplios pasillos, iluminación indirecta y 2000 butacas entre patio, anfiteatro y palcos, que lo convertían en el segundo de España en aforo. También incorpora el sistema Kalgfilm, un novedoso sistema de proyección de cine sonoro que tenía una calidad única, tanto con respecto a la imagen como al sonido de la sala.” (Jiménez Berrocal, 2018).  De su construcción se encargó mi tío abuelo, Francisco Arias del Amo, que trabajó con él en numerosas obras. Desgraciadamente, el Norba fue demolido en 1967. 

Edificio de El Madruelo: concebido en 1934, en plena República, en momentos en que la educación del pueblo era considerada el faro del futuro, El Madruelo fue la única escuela del arrabal cacereño. Su diseño aportaba novedades respecto a los escasos y anticuados colegios que por entonces había en la ciudad: iba aislado de otras edificaciones para que estuviese ventilado e iluminado, tenía un amplio patio de recreo, duchas, biblioteca, comedor escolar y un pequeño dispensario médico. Se inauguró el 24 de mayo de 1936, bautizado como “Grupo Escolar Marcelino Domingo”; durante la Guerra Civil fue sede de la Jefatura Provincial de Milicias de Falange y en 1940 recuperó su función original, ahora con el nombre “Virgen de Guadalupe”. Pero siempre será El Madruelo, un ejemplo más de que el empeño de cambiar de nombres, en vez de institucionalizar los que la gente de la calle elige, es una vieja forma de someter al pueblo y ejercer el poder desde arriba, una perversa costumbre anterior incluso a la damnatio memoriae de los romanos. 

Casa de los Picos: edificada con un impecable estilo ecléctico racionalista, introdujo el hormigón en la edilicia local. Para adaptarse a la forma trapezoidal del solar, diseñó una curiosa fachada en zigzag que fue muy valorada en el mundo de la arquitectura. Trabajó en ella también con el ingeniero José Acha. Aunque en algunas publicaciones se apunta que fue Premio Nacional de Arquitectura en 1940, parece improbable, ya que dicho premio no se convocó entre 1936 y 1943. 

Escuela de Maestría Industrial: nuestro edificio, situado en el número 6 de la Calle Gómez Becerra, se levantó con base en un proyecto realizado en el año 1940 y remodelado en 1954 a instancias del Ministerio de Educación por Francisco Calvo Traspaderme y el propio Angel Pérez. Las obras de construcción, que hizo Pinilla, comenzaron en 1955 y finalizaron en agosto de 1956, con un coste de 3.029.475 pesetas. En septiembre de 1957 el centro abrió sus puertas a la primera promoción de Oficiales Industriales. Hoy es la sede de tres instituciones: el Centro de Educación de Personas Adultas, la Escuela Oficial de Idiomas y el Centro de Profesores y Recursos. 

También diseñó Ángel la Estación de Autobuses de Cáceres, para la que tuvo que redactar hasta cinco proyectos por los cambios de ubicación que le iba imponiendo el Ayuntamiento, todos ellos marcados por una fuerte impronta racionalista. Fue demolida en 1990, víctima de la especulación por el uso del suelo (Hurtado, 2010). 

PARA SABER MÁS:


Ayuda a dar a conocer y reivindicar la minusvalorada figura de Ángel Pérez, un prolífico arquitecto de gran trascendencia para la ciudad de Cáceres, cuyas obras, más o menos afines a los estilos arquitectónicos de su tiempo (regionalismo, eclecticismo y, sobre todo, racionalismo), presentan soluciones hábiles y elegantes que embellecen el paisaje cacereño. Junto a los edificios descritos y otros muchos más, nos ha legado su ejemplo de trabajo creativo y constante por la ciudad, más allá de las vicisitudes políticas que le tocó vivir.