Intenso thriller sobre un asesino serial de prostitutas, Saeed Hanaei (#MehdiBajestani), inspirada en hechos reales ocurridos entre 2001 y 2002 en la ciudad santa de #Mashhad, en #Irán. “Inspirada” pero no basada, ya que aparentemente no se dispone de información completa sobre el episodio, más allá del escándalo mediático que provocó; por lo que el realizador iraní residente en Dinamarca #AliAbbasi lo ha ficcionalizado introduciendo el personaje de Arezoo Rahimi (#ZarAmirEbrahimi), una periodista que investiga por su cuenta y que le sirve para plantear problemas como el acoso y violencia contra la mujer, la misoginia institucionalizada social y religiosamente, el fanatismo y –obviamente– el feminicidio.
Esto se implementa mediante tres componentes que hacen valiosa e impactante esta puesta en escena. La primera es su tratamiento realista. Pese a que el filme recurre al esquema del #thriller policial-judicial, evita cualquier factor de estilización. Así, aunque el asesino sigue un patrón de comportamiento similar en casi todos sus crímenes, no es el típico sicópata genial obsesionado con sus perseguidores y que siempre va un paso delante de estos, sino un asesino algo torpe, que deja huellas y es presentado con sus motivaciones, “virtudes” y debilidades, como lo veremos más abajo.
De otro lado, actúa impunemente, o sea, la policía no muestra la menor intención de capturarlo, pese a que los asesinatos escalan, hay testigos y la modalidad es conocida; al punto que incluso la protagonista –periodista valiente, aunque investigadora novata– puede descubrirlo con relativa facilidad. Es decir, más importante que el thriller en sí es mostrar la impunidad y el entorno político-social que lo permite.
Lo segundo es el clima de acoso, temor y desamparo total tanto de la protagonista como de las víctimas. La periodista Rahimi, es sistemáticamente ignorada, discriminada, revictimizada y acosada sexualmente desde su llegada a Mashhad hasta el fin de su investigación; por parte de la propia policía, supuestamente encargada de protegerla.
En paralelo, empieza a sufrir la presión generada por su indagación en un espacio de pobreza extrema, drogadicción, desprotección y marginalidad de las trabajadoras sexuales; y cómo va sintiendo la cercanía del asesino al ir descubriendo su modus operandi, el temor del testigo y la desconfianza de las propias víctimas (incluso una que intentó interrogar), para no hablar de los cadáveres que se iban sumando en la ciudad.
Aquí cabe destacar la notable actuación de Zar Amir Ebrahimi en el rol protagónico, quien sabe manejarse en (y transitar entre) el doble registro de mujer profesional independiente y mujer discriminada y víctima. Siguiendo el enfoque realista de la cinta, ella puede ser valiente y resuelta pero –al mismo tiempo– no deja de exhibir el creciente temor ante el curso de los acontecimientos, hasta el aparente momento culminante de la captura del criminal. Gracias a esto, logra dar credibilidad y hondura a su personaje, mientras que evidencia la violencia de una estructura social patriarcal, machista y misógina hacia las mujeres y, especialmente, a aquellas que no acatan (ni encajan en) los mandatos religiosos.
Esto nos conduce al tercer punto fuerte –y posiblemente el más interesante de esta obra–: su enfoque sobre el fanatismo religioso a partir del personaje Saeed Hanaei, el asesino serial; quien es presentado inicialmente como un padre de familia, digamos, normal, salvo por el hecho de ser un veterano de guerra. En todo momento se le nota como un hombre respetuoso de su esposa y cariñoso con sus dos hijos menores. Sin embargo, algunos incidentes puntuales revelan cierta violencia soterrada que será luego reprimida ante la reacción de la esposa y de su propio padre; lo que evidenciaría un estrés post traumático derivado de su participación en el conflicto bélico, posiblemente, con Irak; el cual duró una década y fue especialmente sangriento, ya que se zanjó con un millón de muertos iraníes y sin un claro vencedor.
Para enfrentar las secuelas de este problema y buscar reconocimiento social, Saeed se habría auto impuesto la “misión” de eliminar a las prostitutas para continuar la guerra religiosa, esta vez, contra pecadoras o infieles; aunque, hacia el final se observa una cierta tendencia necrófila en el personaje. Pero lo interesante es cómo el asesino misógino lleva una vida normal y se caracteriza por sus buenos sentimientos hacia aquellos que se encuentran en el ámbito de sus creencias religiosas; pero se comporta como un asesino sanguinario contra quienes están fuera del espacio de sus creencias religiosas, es decir, las trabajadoras sexuales.
Normalmente, se piensa que el fanático se caracteriza por la falta total de empatía y un pensamiento o creencia rígida y dogmática. Ciertamente, hay quienes calzan en estas características, pero muchos –quizás, la mayoría– sí tienen sentimientos y empatía hacia el prójimo, pero lo limitan a las personas que comparten sus creencias; mientras que pueden comportarse de manera excluyendo y hasta agresiva con quienes no las compartan. De allí la importancia de esta película, ya que muestra el fanatismo religioso en tanto fenómeno social y no solo político.
En efecto, pasando a la fase judicial, Saeed recibe el respaldo de un sector de la población que lo defiende, argumentando que está “limpiando” la ciudad del vicio y el pecado. Y es el propio gobierno teocrático del país el que debe enfrentarse a las semillas que ellos mismos sembraron en la sociedad para mantener la justicia y la legalidad. En esta etapa el director Ali Abbasi mantiene los mecanismos del thriller y muestra los giros de la situación creada entre la necesidad de respeto a la ley por parte del Estado y la tolerancia hacia las acciones criminales contra las prostitutas.
En consecuencia, nuevamente, los mecanismos del thriller no son un objetivo en sí mismo sino que son puestos al servicio de mostrar el conflicto político social generado a partir de este hecho. En el desenlace, la película muestra cómo los crímenes de odio pueden inculcarse socialmente desde la infancia, en el contexto de una sociedad dominada por el fanatismo religioso; lo que es válido no solo para Irán sino también para otros países y a nivel global, por el resurgimiento del fundamentalismo religioso también en Occidente. Una gran y reveladora película, altamente recomendable.
HOLY SPIDER
Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia, 2022, 118 min.
Director: Ali Abbasi
Interpretación: Mehdi Bajestani (Saeed Hanaei), Zar Amir Ebrahimi (Arezoo Rahimi), Arash Ashtiani (Sharifi), Forouzan Jamshidnejad (Fatima Hanaei), Sina Parvaneh (Rostami), Nima Akbarpour (juez), Mesbah Taleb (Ali Hanaei), Firouz Agheli (Haji), Sara Fazilat (Zinab), Alice Rahimi (Somayeh). Guion: Ali Abbasi, Afshin Kamran Bahrami.