La temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica se ha iniciado este año con algunos cambios logísticos. Debido a trabajos de mantenimiento en el auditorio del colegio Santa Úrsula, las funciones se realizarán —según se nos informó— en la capilla del mismo colegio. Fue en este nuevo escenario donde comenzó la temporada con un recital a cargo del pianista italiano Domenico Codispoti.
El programa estuvo conformado por obras de Franz Schubert y Franz Liszt, y representó un excelente inicio de temporada, con un intérprete de primer nivel que sorprendió por su madurez, su estilo refinado y su particular concepción de las piezas interpretadas.
El concierto se abrió con los Seis Momentos Musicales de Schubert. Estas breves piezas —algunas muy cortas, como la tercera, y otras de mayor duración, entre cuatro y seis minutos— fueron interpretadas por Codispoti con una clara inclinación hacia la ensoñación más que a la pasión. Su tempo tendió a ser más pausado, especialmente en la primera pieza, ofreciendo una visión dulce y reposada. Aunque hay pasajes con toques dramáticos o cierta turbulencia, como en la penúltima pieza, el pianista optó por no enfatizar esos aspectos más oscuros. El resultado fue una apertura tranquila, placentera y de gran belleza melódica, fiel al espíritu de estas obras, que están entre las más interpretadas del compositor vienés.
A continuación, Codispoti interpretó el Soneto 104 de Petrarca, una canción que luego Liszt la reelaboró como una pieza pianística. Aquí, la interpretación se tornó más apasionada, aunque aún con un tono de ensoñación, apropiado a la obra. Fue en esta pieza donde comenzó a vislumbrarse el estilo majestuoso del intérprete. Codispoti destacó el apasionado impulso de la música, pero también mantuvo una interpretación sutil y refinada, con momentos de gran elevación emocional que se disolvían gradualmente con una delicadeza excepcional.
Siguió luego la transcripción para piano de "Margarita en la rueca" de Schubert, realizada por Liszt. Esta versión es más sólida y cargada de elementos virtuosísticos, que aportan mayor peso al relato musical. Tiene un matiz algo tenebroso y funcionó perfectamente como antesala del plato fuerte de la noche: la monumental Sonata en si menor de Liszt.
Esta obra poética, compleja y poderosa, fue abordada con pasión por Codispoti. La sonata contiene dos grandes temas contrastantes: uno violento y dramático, y otro apasionado pero igualmente intenso. La interpretación del pianista se inclinó hacia lo monumental, con un enfoque en la solidez, el peso sonoro y una expresividad firme. Las secciones más líricas, sin embargo, no fueron descuidadas, y estuvieron ejecutadas con la sutileza y delicadeza, marca de fábrica del intérprete. La acústica de la iglesia acentuó el carácter casi sinfónico de la obra, aunque en algunos momentos restó algo de nitidez al sonido. A pesar de ello, el recital fue maravilloso y altamente disfrutable, destacando por su fuerza, variedad dinámica y profundidad interpretativa.
Como encore, Codispoti ofreció una versión exquisita de "Morgen", una canción de Richard Strauss transcrita para piano solo. Esta pieza, que el compositor regaló a su esposa como obsequio de bodas, fue interpretada con una sensibilidad admirable, cerrando la velada con un tono íntimo y profundamente romántico.
El programa, estructurado con gran inteligencia —comenzando con las piezas de Schubert y culminando con la sonata de Liszt—, ofreció una experiencia musical profundamente satisfactoria. El recital fue un magnífico punto de partida para esta nueva temporada de la Sociedad Filarmónica.