EL PRIMER BESO
oxidadas cañerías gotean con furia
en esta era de espléndidas axilas
que fatigan mi cuello
el cierre se levanta apenas
para hendirse en tu raja delantera,
y no era fantasía
la gota de sudor engorda de frío
sobre losetas de carnicería o pista de baile,
y moquea de abulia en tus labios enrojecidos
qué asco la pureza de ese primer beso,
tu aliento edulcorado, el sombrío sabor
del cuerpo florecido, el perfume a pescado
fresco, crudo, de tus lágrimas contenidas
en lo más apretado de tu íntimo pecho
sabía que los calendarios existen para cumplirse
y era la hora opaca del intimar sabores,
donde el deseo lucha contra la carne
viva y maloliente, saca lustre
a los paladares donde se ahoga el aire compartido
recostados sobre la hierba
imaginaba la colonia de hormigas
que te hacía temblar desde tu sexo desenfrenado
mientras la iglesia y sus chapiteles
proyectaban su sombra de tenazas
bajo una luna arranchada por el monóxido
y una terrible fuerza mecánica que taladraba
el vacío de mi tieso calvario
el dolor de la pérdida en mi boca absorbida
y engrasada con tu sed crepuscular
era incomprensible,
como una huida del momento tan esperado:
un misterio al que debía acostumbrarme
y honrar con la lengua animosa;
y tú allí prendida, rígida, cual largo tiempo
más tarde en el parque, en la afligida madrugada,
era tu éxtasis y para mí una noche más
luego, ese frío inexplicable en la boca del caño,
tras el brusco torrente de prueba,
desemboca en un negro cielo
reparador y sin estrellas
al día siguiente supe que te negaría
aunque te amara,
y no fuimos de la mano a los videojuegos
sino a otros templos,
a nuevas ruinas