III: EL AMOR
Sin ti,
No podría encender la luz,
Ni fumar el cigarro del mediodía,
Ni dejar la ropa en su lugar.
Tu fuego brilla en las rocas del trago acostumbrado
Y celas mis pensamientos.
Sin ti,
Andaría dormido,
El olor de las mañanas no sería el mismo,
Ni la ansiedad, compartida,
Ni el amor, una batalla indolente.
Apartamos las orillas
Para que el fuego inunde al mar
Y la cama no sea tan incómoda;
Con sus volutas revueltas,
Soñando —con mente simétrica—
El universo misterioso del conocimiento.
Las costumbres animales
Encajan
Con el agotamiento
Que en los años
Se adecúa.
Y queremos retornar
Al dónde del cuándo,
Aunque no extiendas el orgasmo
Y todo marcha bien
—Adecuar, encajar—;
Entonces puedo prender la luz y fumar el cigarro del mediodía
Con la tranquilidad
Del trago acostumbrado,
De la ropa en su lugar.
Sin ti,
Amor es anestesia,
Entuerto roce de vellos,
Aquietada ventisca de alaridos,
Remolino de apurados despertares
Al revolver azúcar en el café,
Quebrando lo duro de la madera
Con cimera disonancia de cuerpos y almas:
La diaria, apacible, repetición
Contigo.
Sin ti, contigo,
Neurosis ínfima de los detalles
Alienta la llama enjaulada en el hielo.
Y nosotros,
Estuvimos juntos sin onírica simetría,
Asumimos la posesión egoísta.
Silba la noche por la ventana
Y todo marcha bien, o sea,
Con métrica simiente.
Oigo el silbido
Y quisiera huir,
Pero nadie escapa
Del amor:
Solo podemos soportarlo.