Nació en Pasajes, en el año de 1687 y murió en Cartagena de Indias el 7 de septiembre de 1741.
Se educó en un colegio de Francia y salió de él en 1701, para embarcar en la escuadra francesa, como guardiamarina. Luis XIV había ordenado que hubiese el mayor intercambio posible, de oficiales, entre los ejércitos y las escuadras de España y Francia, así como que también fueran comunes las recompensas.
De este modo vemos al joven Lezo, a la temprana edad de 17 años, embarcado de guardiamarina en el año 1704, en la escuadra del conde de Toulouse, gran almirante de Francia, con ocasión en que cruzaba frente a Vélez-Málaga y reñía un combate contra otra anglo-holandesa. La escuadra francesa había salido de Tolón y en Málaga se habían unido algunas galeras españolas mandadas por el conde de Fuencalada, única fuerza disponible. Se componía pues la escuadra franco-española de 51 navíos de línea, 6 fragatas, 8 brulotes y 12 galeras, sumando un total de 3.577 cañones y 24.277 hombres. La escuadra anglo-holandesa al mando del almirante Rooke estaba compuesta por 53 navíos de línea, 6 fragatas, pataches y brulotes, con un total de 3.614 cañones y 22.543 hombres. Fue tan empeñada la lucha que los de uno y otro bando quedaron muy maltratados, atribuyéndose ambos la victoria. No hubo navíos rendidos ni echados a pique, pero sí muchos daños en cascos y aparejos. Tuvo la escuadra franco-española 3.048 bajas, entre ellos dos almirantes muertos y tres heridos, uno de éstos el general en jefe conde de Toulouse. Las de los anglo-holandeses fueron de 2.719 bajas, de ellos dos altos jefes muertos y cinco heridos.
Afortunadamente para los anglo-holandeses, no volvió a trabarse la batalla, pues estaban muy escasos de municiones. Distinguióse en la acción Lezo, por su intrepidez y serenidad; la tuvo en tal grado que habiéndosele llevado la pierna izquierda una bala de cañón, siguió con gran estoicismo en su puesto de combate, mereciendo el elogio del gran almirante francés. Por su comportamiento, fue ascendido a alférez de navío.
Siguió su servicio a bordo de diferentes buques, tomando parte en las operaciones que tuvieron lugar para socorrer las plazas de Peñíscola y Palermo, en el ataque al navío inglés Resolutionde 70 cañones, que terminó con la quema de éste, así como en el apresamiento de dos navíos enemigos, que fueron conducidos a Pasajes y Bayona.
Ascendido a teniente de navío fue destinado a Tolón y allí combatió en el ataque que a dicha plaza y puerto dio el duque de Saboya, en 1707. Lezo se batió con su acostumbrado denuedo en la defensa del castillo de Santa Catalina perdiendo en esta ocasión el ojo izquierdo.
Con ocasión de los aprovisionamientos al ejército con que Felipe V cercaba por tierra a Barcelona, se dio a Lezo el mando de alguno de los convoyes de municiones y pertrechos de guerra que se le enviaban desde Francia. Burló la vigilancia de los barcos anglo-holandeses, que apoyaban por mar al archiduque Carlos. En cierta ocasión, cercado por todos los lados, tuvo que recurrir para pasar, al heroico medio de pegar fuego a parte de sus buques, para penetrar a través del incendio abriéndose paso, al propio tiempo a cañonazos.
A los seis años de servicio (se refiere a que entró como guardiamarina embarcado en el año 4, aunque desde el 1 fuera guardiamarina en estado de estudiante, no embarcándose hasta el referido año, de ahí el referirse sólo a seis años), y 23 de edad, fue ascendido a capitán de fragata y mandando una (cuyo nombre desconocemos), en la escuadra de Andrés del Pez, llegó a hacer once presas, la menor de 20 cañones, y una de ellas la del navío Stanhope, recibiendo nuevas heridas en éste combate.
> Pintura del Museo Naval de Madrid. "La captura del Stanhope". Una de las múltiples pinturas que representa un hecho de armas poco conocido, aun cuando se trata del apresamiento de un navío por parte de una pequeña fragata. Seguramente se trata de un ataque de una pequeña división española de buques contra un convoy británico. Algunas fuentes señalan que ocurrió en 1710, otras varios años después. Incluso pudiera ser que la fragata fuera alquilada a los franceses, dada la escasez de buques de la Armada de entonces. El que el Stanhoppe fuera un buque de la Compañía de Indias, y no de la Royal Navy, no ayuda mucho a indagar, ya que en esta clase de buques es más difícil rastrearlos en los Archivos y listados. Lo que si es cierto es el valor de Blas de Lezo y de su tripulación, a bordo de una pequeña fragata, enfrentándose a un navío que le triplicaba en fuerza. [Todo a Babor]
Ascendió a capitán de navío en 1712, y al año siguiente tomó parte en las operaciones del segundo ataque a Barcelona, cercada por tierra por el duque de Berwick, teniendo varios encuentros con el enemigo, en uno de los cuales recibió otra herida que le dejó inútil del brazo derecho.
En 1714, también en la escuadra de Andrés del Pez, pasó a Génova para traer a España a la reina doña Isabel de Farnesio; pero, al resolver venir por tierra la reina, regresó la escuadra y se preparó para la expedición de recobro de Mallorca, que tuvo lugar al siguiente año de 1715, tomando parte en ella el buque de Lezo y seis navíos más, con diez fragatas, dos saetías, seis galeras y dos galeotas; todas estas fuerzas al mando del gobernador general de la Armada Pedro Gutiérrez de los Ríos, conde de Fernán Núñez. Apenas desembarcaron los diez mil hombres, que llevaba la escuadra en los transportes, los mallorquines se sometieron a Felipe V.
En 1716, mandando el navío Lanfranco, se incorporó éste a la escuadra del general Chacón, destinada a recoger la plata y a auxiliar a los galeones perdidos en el canal de Bahama. Poco después, se agregó a dicho navío una escuadra destinada a los mares del Sur, a cargo de los generales Bartolomé de Urdinzu y Juan Nicolás Martínez. Con el Lanfranco iban elConquistador, Triunfante y la Peregrina. Tenían como objetivo la limpieza de corsarios, piratas y de buques extranjeros que, haciendo un comercio ilícito, perjudicaba grandemente a la hacienda española.
Después de siete años en este servicio, recayó, al fin en Lezo el mando de esas fuerzas navales del mar del Sur, el 16 de febrero de 1723, capturando seis navíos de guerra, por un valor, sólo de su carga, de 3.000.000 de pesos; tres de ellos se agregaron a la Armada Real. Durante este periodo realiza numerosas salidas en las que sostiene combates, limpiando las aguas de Chile y Perú, de corsarios enemigos. Permaneció en los mares del Sur hasta el año 1730, en que fue llamado a España por orden del Rey.
La corte estaba en Sevilla y allí se dirigió Lezo para informarle de todas las vicisitudes de su último mando. Obtuvo la aprobación real y, como recompensa a sus valiosos servicios, fue promovido a jefe de escuadra.
Permaneció en el departamento de Cádiz hasta el 3 de noviembre de 1731, en que embarcó en una escuadra de 18 navíos, cinco fragatas y dos avisos, al mando del marqués de Mari, destinada al Mediterráneo, para asistir al infante don Carlos en las dificultades que pudieran surgirle en su toma de posesión de los estados de Italia, a la muerte del duque de Parma, Antonio Farnesio sucedida el 20 de enero de 1731. Existen cartas firmadas por el conde de Santi-Esteban, en que por orden de S. A. Real, se expresa satisfacción que causaron los buenos servicios del general Lezo.
Habiendo surgido ciertas diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel estado y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió como satisfacción, que se hiciesen honores extraordinarios a la bandera real de España y que se restituyeses inmediatamente la plata que se retenía. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que buscaban el modo de eludir la cuestión, fijó un plazo, Transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad.
Ante esta decidida actitud se hizo el saludo pedido y se transportaron a bordo los dos millones de pesos fuertes, pertenecientes a España, que tenía guardados el banco de San Jorge. De tal cantidad se envió, por orden del Rey, medio millón para el infante don Carlos y el resto fue remitido a Alicante, para sufragar los gastos de la expedición que se alistaba para la conquista de Orán.
En esta jornada arbolaba su insignia, el general Lezo, en el navío Santiago, ejerciendo las funciones de segundo jefe de la escuadra, mandada por teniente general Francisco Cornejo. Estaba compuesta de doce navíos, dos bombardas, siete galeras de España, dos galeotas de Ibiza y cuatro bergantines guardacostas de Valencia.
El 15 de junio salió la expedición de Alicante para Orán, llegando el 28 ante la plaza; la escuadra escoltaba a una expedición de tropas mandadas por el conde de Montemar, eran veintiséis mil hombres, llevados en 535 buques de transporte, se verificó el desembarco en la cala de Mazalquivir, protegido por el fuego de los buques; José Navarro, entonces capitán de navío, comandante del Castilla, mandaba las embarcaciones menores (como más antiguo capitán); se atacó a Mazalquivir y cuando lo vieron tomado los defensores de Orán, abandonaron la plaza rodeada de murallas y guardada por cinco castillos; una vez ocupada Orán y convenientemente guarnecida, Lezo regresó a Alicante escoltando 120 embarcaciones de transporte.
Terminadas las operaciones sobre la costa africana, se dirigió la escuadra a Cádiz, donde entró el 2 de septiembre de 1732.
> Retrato de don Blas de Lezo
Las potencias berberiscas alarmadas con la toma de la plaza de Orán, se coaligaron para reconquistarla, atacándola por tierra y bloqueándola por mar; con este motivo salió Lezo, con los dos navíos que en Cádiz estaban preparados, el Princesa y el Real Familia, a los que se reunieron otros cinco; levantó el bloqueo y metió en la plaza los necesarios socorros, dedicándose después a dispersar a las fuerzas navales enemigas.
Determinó aniquilar a la capitana de Argel, un buque de 60 cañones; lo encontró y empezó a batirlo, pero los argelinos huyeron con fuerza de vela, perseguidos por Lezo, refugiándose en la ensenada de Mostagán, defendida por dos castillos a la entrada y por una fuerza de cuatro mil hombres, que acudió de las montañas vecinas al darse la alarma.
Entró Lezo tras el navío, a pesar de los disparos de los castillos y de los que se le hacían de todas partes y echando al agua lanchas armadas, prendió fuego a la tan bien protegida capitana de Argel.
Esta acción de la mayor intrepidez, que no podían esperar los argelinos, les alarmó de tal modo que les hizo pedir socorro a la Sublime Puerta (Constantinopla).
El general Lezo al saberlo, tras reparar ligeramente sus buques, en Alicante, pasó a cruzar desde Galita hasta el cabo Negro y Túnez, a la espera del socorro solicitado, para batirlo.
Permaneció en el mar cincuenta días, hasta que una epidemia infecciosa, ocasionada por la corrupción de los alimentos, le obligó a regresar a España, tocando antes en Cerdeña para hacer nuevos víveres, en la cantidad necesaria para poder llegar a Cádiz.
Tuvo no obstante, que entrar en Málaga donde dejó gran número de enfermos, entre ellos el guardiamarina Jorge Juan, que con tan buen maestro como era Lezo hacía sus primeras armas.
También llegó Lezo enfermo de gravedad a Cádiz.
El Rey le manifestó su aprecio y como recompensa a los distinguidos servicios prestados le promovió a teniente general el día 6 de junio de 1734.
Desempeñó la comandancia general del departamento de Cádiz; al año siguiente (1735) fue llamado a la corte y, en ella permaneció muy poco tiempo pues él mismo decía "que tan maltrecho cuerpo no era una buena figura para permanecer entre tanto lujo y que su lugar era la cubierta de un buque de guerra; pidió el consiguiente permiso al Rey y éste se lo concedió"ya de regreso en el Puerto de Santa María, el 23 de julio de 1736, fue nombrado comandante general de una flota de ocho galeones y dos registros, que escoltados por los navíosConquistador y Fuerte habían de despacharse para Tierra Firme.
Salió con su flota el 3 de febrero de 1737, llegando a Cartagena de Indias el 11 de marzo, quedando de comandante general de aquel apostadero, tan importante para la defensa del mar de las Antillas.
> Estandarte del Teniente General de la Armada don Blas de Lezo, 1738. Fuente: Ministerio de Defensa.
En noviembre de 1739, ya declarada la guerra con el Reino Unido, tuvo noticias (otra vez los servicios de información) que en Jamaica se estaba alistando una importante expedición con fuerzas de desembarco que llegaban de Europa. Jamaica fue el punto de partida en diferentes ocasiones, de ataques a los puertos españoles: La Habana, Portobelo y el castillo del río Chagres, entonces éste navegable, y constituyendo parte de la vía de comunicación del Atlántico con la ciudad de Panamá y el mar del Sur.
La empresa en que pusieron mayor empeño los británicos fue en la de Cartagena de Indias; en febrero de 1740 tuvo el general noticias, por diferentes conductos, de las formidables fuerzas que preparaban los británicos para atacar a Cartagena; estas noticias y las de varias presas que hicieron de algunos buques españoles ricamente cargados, le forzaron a tomar precauciones extraordinarias.
Situó dos navíos en Boca Chica, paso obligado para entrar en la rada, serró la entrada con dos cadenas tendidas por fuera de los buques, para impedir la llegada hasta ellos de los brulotes con que pudieran atacarlos, y puso en estado de defensa los castillos que guardaban aquélla.
El Gobernador de la plaza había muerto el 23 de febrero. Por lo que el general Lezo tomó todas las disposiciones conducentes a la defensa.
Esta plaza como todas las de América, estaban muy abandonadas; Dos condestables de la escuadra reconocieron la artillería de la plaza y hallaron los cañones incapaces de disparar diez tiros, sin repuesto de balas y tan sólo con 3.300 libras de pólvora.
El 13 de marzo de 1740 se presentaron ante Cartagena de Indias ocho navíos enemigos con dos brulotes, dos bombardas y un paquebote; fondearon a unas dos leguas al oesnoroeste de la ciudad; después de reconocer la costa y tomar las sondas convenientes y establecer el bloqueo, se acercaron las bombardas, situándose este-oeste del convento de la Merced, empezando la ejecución de un tiro con materias incendiarias, con lo que quemaron varias casas y edificios; los cañones de la defensa no llegaban a las bombardas con sus tiros y así continuaron éstos haciendo fuego durante los días 18 y 19; Lezo mandó desembarcar un cañón de 18 que puso en tierra, ahuyentó a las bombardas, con sus certeros disparos.
Toda la escuadra británica levó y se retiró a Jamaica, quedando dos navíos bloqueando a Cartagena; hicieron los británicos una segunda tentativa, avistándose desde Cartagena trece navíos y una bombarda, que reconocieron la ensenada de Barú; Lezo formó con otros dos navíos, otra segunda línea de defensa de Boca-Chica; viendo los británicos esta vigilancia y preparativos, regresaron a Jamaica sin atacar.
El 31 de octubre había llegado de España una escuadra de diez navíos, mandada por el general Rodrigo de Torres, que facilitó algunos auxilios y permaneció en Cartagena de Indias hasta el 8 de febrero de 1741, que salió con destino a La Habana, también amenazada por los británicos.
Se personó en Cartagena el virrey del Nuevo Reino de Granada, Sebastián de Eslava, general muy acreditado por su valor y por su inteligencia.
> Sello conmemorativo de la figura de Blas de Lezo. España. Fuente: todocolecciones.net.
Entre él y Lezo tomaron las medidas, de mar y tierra, conducentes a la defensa, si bien Eslava se encontraba reacio a ello, como acreditan las quejas de que Lezo expuso posteriormente para que, por el marqués de Villadarias fuesen elevadas al Rey. Acusa a Eslava entre otras cosas de poca previsión en el acopio de víveres, así como de que despreciaba los avisos del ataque, que se proyectaba, que a Lezo daban sus espías y que después la experiencia demostró tan oportunos. No obstante las diferencias de apreciaciones que pudiesen haber, obedientes ambos a las ordenes que tenían, de colaborar, en todo momento, una vez empezó el ataque, mantuvieron una buena coordinación de esfuerzos. Lezo puso su alma en la empresa e imbuyó el mayor entusiasmo a su gente, que fue la que llevó casi todo el peso en el combate. Cartagena de Indias la Gloria para la Eternidad.
Algunos años después se concedió a la familia de Lezo el marquesado de la Real Defensa, quedando perpetuada de este modo, sus hazañas en Cartagena de Indias.
> Monumento a don Blas de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia). Aunque después se recordaría la memoria de Lezo, este fue enterrado en una fosa común, por lo que su cuerpo no pudo ser enterrado en las condiciones que merecía.
En 1737 Blas capturo a un famoso pirata ingles Robert Jenkins, Blas le corto la oreja y le dijo: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve" después de esto Inglaterra decide mandar a su mayor armada, mucho mayor que la armada invencible, de hecho después del desembarco de Normandia fue la mayor armada de la historia, en total 168 barcos y 27.600 hombres dirigidos por el almirante Edward Vernon a quien mandaron a la conquista de Cartagena de Indias (Que pertenecía a España), con tal armada, tal era su convencimiento de la victoria que pusieron monedas en circulación que decían "Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741" y "El orgullo español humillado por Vernon" Blas de Lezo encargado de la defensa de Cartagena, que solo contaba con 6 Barcos y 3.000 hombres, los borro del mapa, los derroto demostrando una gran capacidad estratega y gran ingenio, derrotando a los ingleses de manera aplastante. Tal fue la derrota de los ingleses que aseguro el dominio español de los mares durante medio siglo, el propio Rey de Inglaterra Jorge II ante tal humillación prohibió que se hablase de aquello o se escribiese crónica alguna.
La figura del almirante Blas de Lezo gran estratega español también conocido como Patapalo y Mediohombre, se presentó en el Museo de Cera de Madrid el 20 de mayo 2014
Injustamente olvidado, Don Blas de Lezo fue uno de los mejores marinos y estrategas militares con que ha contado jamás la Armada española. Afortunadamente en la actualidad su figura está alcanzando un merecido reconocimiento, de la que es buen botón de muestra el acto de presentación de la efigie en cera del insigne personaje el 20 de mayo de 2014 en el Museo de Cera de Madrid, en un emotivo encuentro al que asistieron entre otras personalidades, los descendientes del ilustre militar, representantes de la Armada Española, de la Real Academia de la Historia y el Delegado del Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Además, una magnífica exposición en el Museo Naval de Madrid sobre la biografía de Lezo y una semblanza del tiempo histórico que le tocó vivir, han puesto al marino en el lugar que, por justicia, le corresponde en la Historia. La exposición llegó tras seis meses de muestra en Madrid, a Cádiz, donde ha permanecido en la Casa de América hasta el 12 de mayo de 2014. El Ayuntamiento de Madrid, el Museo de Cera, la Real Academia de Historia, el Museo Naval y la Armada, junto con otras instituciones, han conseguido poner en el punto de mira del público la figura de Blas de Lezo. Para octubre de 2014, el Ayuntamiento madrileño tiene prevista la inauguración de una estatua del ilustre marino en los Jardines del Descubrimiento, en la plaza de Colón de Madrid. La escultura ha sido sufragada por suscripción popular. Asimismo, la Armada española cuenta en la actualidad dentro de sus unidades con la fragata F-103, que porta el nombre de Blas de Lezo.
Blas de Lezo y Olabarrieta nació en 1689, en Pasajes (Guipúzcoa), y falleció en 1741, en Cartagena de Indias (Colombia). Ostentó el cargo de Almirante de la Armada española y debido a las gravísimas e incapacitantes heridas de guerra que sufrió en los inicios de su azarosa vida, fue conocido entre sus contemporáneos como Patapalo yMediohombre, y gozó de justa y merecida fama en su tiempo.
Durante el siglo XVIII, Gran Bretaña incrementó su poderío marítimo y comercial, y se convirtió en el máximo adversario del imperio español, una rivalidad que se trasladó a todos los rincones del orbe. Gran Bretaña intentaba romper por todos los medios el monopolio comercial de la metrópoli hispana con sus colonias, sobre todo con el gran mercado americano. Y lo hacía en forma de contrabando, a través de buques con patente de corso, y desatando conflictos de baja intensidad, cuando no originando una guerra abierta. Ambas potencias marítimas practicaban el mercantilismo económico, pero poco a poco se internaban cada vez más dentro del libre comercio. Tanto una como otra practicaban el monopolio con sus colonias, alejando a las demás potencias europeas de los beneficios ocasionados por el fructífero comercio estatal con los territorios ultramarinos. En los conflictos que asolaron Europa durante el siglo de la Ilustración, España y Gran Bretaña estuvieron siempre enfrentadas, con aliados ocasionales a veces, en otras más sólidos y fieles, como la enraizada amistad francoespañola desarrollada en esta centuria y cimentada en los Pactos de Familia firmados entre las dos ramas de Borbones, reinantes a ambos lados de los Pirineos.
En esta época y en este ambiente de confrontación entre los dos imperios marítimos que luchan por romper los respectivos monopolios comerciales, Blas de Lezo ingresó en la Marina con 15 años, destacando inmediatamente por su enorme coraje y audacia, y forjándose como militar. Intervino en la Guerra de Sucesión que se desató en España a la muerte de Carlos II, el último representante de los Austrias españoles. Participó en la batalla de Vélez-Málaga(1704), donde según las crónicas, una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, siendo necesaria su amputación sin anestesia por debajo de la rodilla, y durante la cual no profirió lamento alguno. Tomó parte en las operaciones de ayuda a la ciudad levantina de Peñíscola y a la siciliana de Palermo, estuvo presente en los dos asedios de Barcelona (1706 y 1714, durante el cual recibe un balazo en el antebrazo derecho, que le deja manco de por vida) y en el sitio de Tolón (1707), donde pierde el ojo izquierdo. Durante el desarrollo del conflicto, con 23 años ascendió al empleo de capitán de navío. Y con tan sólo 25 recibía ya el apodo de Mediohombre a consecuencia de las numerosas heridas recibidas en los múltiples combates librados a tan temprana edad, las cuales le había dejado cojo, tuerto y manco.
Lezo combatió tras la Guerra de Sucesión en todos los escenarios en los que se enfrentaron el imperio español y sus enemigos, sobre todo los británicos y sus aliados. Durante el reinado del primer Borbón, Felipe V, la Corona trató de potenciar la Armada española como el medio más eficaz para recuperar los territorios perdidos a consecuencia del Tratado de Utrecht, que puso fin a la guerra sucesoria. Así, fue creada la Real Armada en 1714 y se publicaron las primeras Ordenanzas en 1717. La administración peninsular y colonial fue reorganizada, lo que contribuyó a mejorar la eficacia de los astilleros en la construcción naval y de la industria complementaria. Además se impulsó el adiestramiento de oficiales técnicos y científicos, con la creación del Colegio y la Compañía de Guardiamarinas.
Finalizada la Guerra de Sucesión, es dentro de las nuevas directrices políticas de Felipe V, encaminadas sobre todo a recobrar las pérdidas españolas como consecuencia del Tratado de Utrecht, donde Blas de Lezo desarrollará sus actividades militares: lucha contra el contrabando y defensa del imperio colonial; intentos de recuperar Gibraltar, Menorca y Orán. Por ello, fue destinado en principio a la Escuadra del Mar del Sur, que operaba en el océano Pacífico, y luchó contra los corsarios ingleses y holandeses que hostigaban las costas de Chile y Perú.
En el Mediterráneo, al mando de la escuadra española en este escenario, organizó las expediciones contra Génova (1731) y Orán (1732), que fue conquistada. En 1734, fue nombrado teniente general, la más alta graduación de la Armada, durante su estancia en el Departamento de Cádiz, donde estuvo destinado seis años. Lezo fue hombre de confianza de José Patiño, secretario de Estado, quien le confió la defensa de Cartagena de Indias en 1736, y hacia donde zarpó en 1737. Esta plaza era pieza clave en el sistema militar español en América. Fue en las costas americanas, donde alcanzó fama imperecedera, al enfrentarse a una enorme flota inglesa, que trataba de ocupar Cartagena de Indias.
Ubicación:Madrid, Comunidad de Madrid
Categoría:Edad Moderna
El Almirante defendió en 1741 la ciudad con tan solo 6 barcos de guerra y unos 3000 hombres, que se enfrentaron a 180 barcos y más de 23000 combatientes británicos, dirigidos por el Almirante Vernon, que había saqueado hacía poco tiempo Portobelo, en Panamá, dando buena cuenta de una plaza fuerte mal defendida. Y pensó que Cartagena de Indias caería igualmente como fruta madura a sus pies. Esta acción de combate se incluye dentro del conflicto conocido como Guerra de la Oreja de Jenkins, un episodio más del enfrentamiento angloespañol a lo largo del siglo XVIII por la ruptura de los monopolios estatales del comercio americano. Esta lucha se desató a consecuencia del apresamiento de un barco corsario inglés comandado por Robert Jenkins, cerca de la costa de Florida. El capitán español Juan León Fandiño apresó el buque corsario y le rebanó la oreja a su capitán, inmediatamente interpretado por los ingleses comocasus belli. El mismo Jenkins denunció su caso delante de la Cámara de los Lores, llevando su oreja en la mano. De ahí el nombre con el que se conoció a esta guerra.
Pero la experiencia en más de 20 batallas de Blas de Lezo fue decisiva en el desarrollo del combate. Los defensores españoles hostigaron a los británicos en un primer momento desde el fuerte de San Luis de Bocachica, que hubo de ser abandonado a consecuencia del asedio inglés, y después desde el castillo de San Felipe de Barajas. La casi imposible defensa de Cartagena de Indias, frente a un enemigo tan superior en armas y hombres, sólo pudo llevarse a cabo gracias a la adecuada estrategia puesta en marcha por Lezo. Tanta confianza tenían los ingleses en su victoria, habida cuenta de la enorme superioridad numérica con que contaba su escuadra (la II Armada Invencible, fue denominada por algunos), que incluso se habían permitido la licencia de acuñar ya las medallas que conmemoraban el triunfo de Vernon. Las condecoraciones incorporaban una efigie en las que se observa al comandante español arrodillado y vencido a los pies del británico, y una leyenda en el anverso que decía: “Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741” y “El orgullo español humillado por Vernon”. Parece ser que el almirante británico, mientras se retiraba derrotado de la costa colombiana, gritó al viento y a quien quisiese escucharle, la frase: “God damn you, Lezo!” (¡Que Dios te maldiga Lezo!).
Detalle de la contra-medalla del Museo de Cera de Madrid, en la cual se ve de rodillas el Almirante Vernon ante Blas de Lezo.
Aunque tras conocerse en Londres el enorme fiasco y fracaso de las armas inglesas, el rey Jorge II ordenó hacer desaparecer esas medallas, han logrado sobrevivir al paso de los siglos, y algunas forman parte de la colección permanente del Museo Naval de Madrid. En esta batalla, Gran Bretaña sufrió quizás la derrota naval más severa de su historia, logrando los españoles conservar una ciudad considerada la llave de América, vital para los intereses de la Corona hispana en la zona. Es muy posible que la derrota inglesa en Cartagena de Indias asegurase el dominio marítimo español hasta el desastre de Trafalgar, en 1805.
En septiembre de 1741 muere Blas de Lezo en la misma ciudad que había defendido con tanto éxito semanas antes, a consecuencia de la epidemia de peste desatada por la descomposición de los cuerpos insepultos de los caídos en los combates, la mayor parte de ellos británicos. Fue enterrado en una tumba anónima, sin el debido reconocimiento, algo a lo que no debió ser ajeno el agrio enfrentamiento de Lezo con el virrey de Nueva Granada Sebastián de Eslava, quien le apartó de su puesto como comandante de la Escuadra de Cartagena de Indias, a pesar de la decisiva intervención de Mediohombre en la hábil estrategia defensiva que dio al traste con los planes de Vernon. Eslava había anunciado la victoria y recibió todos los parabienes y felicitaciones, enviando un escrito al rey Felipe atribuyéndose injustamente el triunfo contra la escuadra de Vernon, ocultando de esta forma una actitud cobarde y sus graves deficiencias como estratega militar. Mientras, Blas de Lezo quedó relegado de forma arbitraria al anonimato.
Aunque en su época fue todo un héroe, Lezo cayó muy pronto en el olvido, un olvido que se ha prolongado hasta nuestros días, y del que ha sido por fin rescatado.