La semana según Zeni (X)

PBits, lista de distribución.

La semana según Zeni.

10-16 abril, 1999

Se ha descubierto un sistema solar formado por al menos tres planetas que giran alrededor de una estrella distante 44 años-luz de la Tierra. A Zeni le gustaría que allá hubiera vida inteligente --aquí sigue la guerra. Eduard la ve así:

Sí que lo es, sí. Si nadie habla de una guerra, si nadie se acuerda, si nadie la fotografía o la describe, las "conciencias críticas" de la prensa y la televisión nos hacen sentir miserables con los reportajes dominicales sobre "las guerras olvidadas", las que no le interesan a Occidente, las guerras donde "no hay petróleo", en los que la "indiferencia internacional" es la causante casi directa del sufrimiento de miles de personas abandonadas a su suerte. Cuando no se las abandona a su suerte, y se hace la guerra para defenderlas, las mismas conciencias críticas (siempre por encima del bien y del mal) hablan de "guerra televisada", poco menos que un simple montaje comercial de la CNN para lucrarse; la "guerra espectáculo" en la que se masacra a la población civil para proporcionar unas imágenes con las que distraer al espectador occidental a la hora de la cena.

Y es cierto que se televisa, es cierto que se banaliza el sufrimiento y el horror cuando lo único que se muestra son las filmaciones electrónicas de los impactos de los "misiles inteligentes"; es cierto que la información independiente muere cuando empieza una guerra y no se permite la libre información periodística.

Pero a la guerra se va o no se va, y en ambos casos hay que asumir las consecuencias. Y las consecuencias de ir, se televise o no, se informe o no, es que habrá horror, porque la guerra es horror. Y que igual de valiosa es la vida de un civil como de un soldado, de uno y de otro bando; pero que la guerra consiste en matar al enemigo, hasta conseguir que se rinda. Matarlo. No podemos pretender ir a la guerra con buenas intenciones, porque la única intención de la guerra es esa, matar. Que los civiles no son el enemigo, pero están entre ellos, con lo que es imposible acabar una guerra sin haber matado civiles.

Yo estoy compungido. He oído al piloto de la OTAN que disparó contra un convoy de civiles explicar su error. Le compadezco, le compadezco profundamente. Casi tanto como a la gente a la que mató.

Todo el mundo sabe, o debería saber, qué es una guerra, y cuáles son sus consecuencias. Lo de menos son las imágenes que se ofrezcan de ella --son irrelevantes.

JAFR> ¿hasta que punto el papel de la `guerra televisada' no modifica y

JAFR> coacciona el actuar de las partes en conflicto? (no puedo evitar

JAFR> pensar en el principio de indeterminación de Heisenberg aquí,

JAFR> enunciado, a grandes rasgos como: el experimentador siempre afecta

JAFR> al resultado del experimento que realiza).

Cada bando intenta manipular a su opinión pública y a la de la parte enemiga con todos los medios a su alcance. No creo que la "guerra televisada" influya para nada en el discurrir de la guerra en el campo de batalla, pero sí para predisponer a la gente que no participa directamente a continuarla o a abandonarla.

Lo que es estúpido es dejarse manipular por los manipuladores (aunque es difícil resistirse). No hace ninguna falta a estas alturas demonizar a Milosevic, como si desconociéramos todo lo que ha hecho desde que subió al poder, y como si eso no fuera suficiente para cogerlo de los pulgares y colgarlo del revés. Ni hace ninguna falta mostrarnos cómo sufre la población que cada noche está expuesta a morir al cruzar un puente --ya lo sabemos, aunque no lo queramos ni imaginar.

Desde luego, no hay guerras bonitas, incruentas o indoloras. Pero parece que lo queremos todo. Y eso, por desgracia, no puede ser. Hay que elegir.

Toni acabó su primer traslado, y envió sus impresiones --Zeni piensa que fue una suerte que le saliera el grano que le originó la sinapsis retroactiva:

Ya estoy instalado en Golm. Estoy contento con el cambio. Ahora mismo está todo por medio y apenas se puede trabajar. He decidido escribir un mensaje a la lista.

Volví de Munich el sábado. No tenemos casa todavía pero las gestiones están iniciadas. La ciudad nos ha encantado. La cercanía de los Alpes también. Los precios no. :-)

Hace unos días me salió un tremendo grano en la pierna izquierda. Estaba infectado y supuraba. Finalmente se reventó, de manera natural, y como resultado me quedó un "enorme" boquete. Por alguna extraña conexión mental, el agujero me hizo pensar en uno de los mensajes de Eduard, en relación con la polémica discusión sobre la tenencia de armas de fuego de hace unas semanas. Eduard comentaba que una posible defensa ante un eventual ataque podría consistir en disparar a las piernas.

Yo sé perfectamente que no podría disparar ni a las piernas ni a ninguna otra parte. Tener un arma de fuego no me serviría absolutamente de nada. Sería robado, humillado, asesinado, en fin, cualquier barbaridad que se os pueda ocurrir.

Afortunadamente no he sufrido asaltos con armas de fuego (con ningún tipo de arma, para ser exactos) y mi comentario anterior se inscribe en un contexto puramente teórico. Uno podría argumentar que en una situación límite saldría a relucir el héroe que llevo dentro. Personalmente, lo dudo. En general creo que la postura de Eduard en este tema debe considerarse válida *sólo* teóricamente también.

En el supuesto en que uno actuara `valientemente' y disparara, el abanico de terroríficas posibilidades que se abre es tremendo. En particular, nunca se podría estar a salvo de posibles `represalias' del asaltante, una vez recuperado de sus lesiones, o de `colegas de fechorías'. El inevitable ajuste de cuentas estaría siempre en nuestras consciencias, cual espada de Damocles. La violencia iría, desgraciadamente y sin remisión, "in crescendo". [cuando escribo todo esto estoy pensando, asociando ideas, en la película "Perros de paja", creo que de Peckimpah, con un jovencito Dustin Hoffman. Esta película me impactó muchísimo, creo que la vi a una edad peligrosamente inmadura; mi padre la alquiló de manera casual. Desde entonces, y salvo contadas excepciones, rechazo automáticamente la violencia (gratuita) en el cine]

Unos compañeros del Departamento de Astronomía en Valencia vivieron el año pasado una experiencia terrible. Resulta que fueron a recoger a un invitado ruso (un célebre profesor de la Academia de Ciencias de Moscú) a la Estación del Norte. La hora era un poco intempestiva: medianoche. Al volver al parking a recoger el coche, dos individuos les asaltaron. Uno de ellos llevaba un cuchillo y el otro una pistola. Les hicieron subir al coche y comenzaron a dar una vuelta por la ciudad. El muchacho de la pistola actuaba de manera "profesional" pero el del cuchillo estaba muy nervioso y excitado. Sólo querían dinero pero la situación podía explotar en cualquier momento. El viajecito duró 30 minutos eternos. El profesor ruso no entendía nada. La (innecesaria) traducción de mis amigos sobre la, a todas luces, extraña situación, contribuía a incrementar la tensión: los "chorizos", sin entender inglés, recelaban de posibles consignas "secretas" para crear un plan de ataque. Al final, afortunadamente, todo quedó en casi nada: al profesor ruso le robaron las 20.000 ptas que, el pobre hombre había recibido días atrás en Barcelona (una verdadera fortuna en Rusia) y los abandonaron en un descampado a las afueras de Valencia. El coche, que estaba recién estrenado, no sufrió desperfectos. Mis amigos llegaron a pensar que aquella sería su última noche en la tierra.

Ramon continuó su reflexión sobre el tiempo:

Desde hace unos treinta años, soy un turista anual de Mallorca. Me molestan las cosas demasiado hiperbólicas, pero no puedo decir sino que, hasta hace poco, Mallorca me había fascinado. Viendo los pueblos, los campos, los caminos, estaba convencido de que los mallorquines tenían el sentido innato del buen gusto, el equilibrio, la medida, la oportunidad, la prudencia. De todo esto, ¿qué queda? Apenas unas ruinas que, si nadie lo remedia, no dejarán de ser sino atracción de alemanes y otros turistas.

En Barcelona, desde las largas vigilias olímpicas, la ciudad no sólo se ha transformado y ha mejorado: en una grandísima parte la veo como si hubiera sido sometida a un lifting profundo e implacable. Parece que el Ayuntamiento haya pretendido ser el inventor de la ciudad. La transformación es palpable, y se demuestra, si quieres, en nimiedades, como los bordillos de las aceras, detalles aparentemente triviales, etc. En mi calle, hace poco hicieron también unos arreglos. Poco después, paseando oí a un matrimonio que decía: "Fíjate, ¡si lo han dejado como la Villa Olímpica!".

Cuando hablaba de alimentación, ¿qué comen los chicos de quince a veinticinco años, sino, sobre todo, pizza, pans and company, macdonalds, etc.? Podríamos hablar de la manera de vestir, de divertirse, de lo que quieras: nada es lo que era.

Por otra parte, reconozco que el fenómeno no es particular, sino universal. Cada cual lo vive en su piel y como puede —siempre en el caso, claro está, de que se trate de alguien con una piel sensible a estas cuestiones..

Una vez, defendido mi postura en estas cosas del urbanismo y de Barcelona —sólo expresarla es tener que defenderla: no he encontrado prácticamente a nadie que comparta mis puntos de vista—, sugerí una comparación: ¿os gustaría que a vuestra madre le hicieran un tratamiento de belleza y que de sus sesenta, setenta u ochenta años, pasara a aparentar treinta? Una cosa es la higiene y el mantenimiento; otra, la arrogancia de atribuirse un papel semidivino de creación y regocijo públicos.

Creo que deberé seguir en otro momento. Por otra parte, es una suerte contestar, porque todo esto son cosas que pienso constantemente, cada día, y que, si bien creo que debo escribir, están flotando y perdiendo fuerza si no es pasando al papel --o a la pantalla.

Y Eduard se fue de festival:

Estos días se está celebrando aquí un festival de danzas folklóricas. Se hace cada dos años, y cada dos años, me emociono.

Vienen grupos de todo el mundo, que antes de bailar para el jurado en el Auditorium, actúan durante tres días en las plazas de Palma, durante media hora, cambiando de plaza después.

A mi, los espectáculos me calientan la cabeza. Soy incapaz de centrarme en lo que estoy viendo, y disfrutar tranquilo. Se me disparan los pensamientos, y las sensaciones --tanta gente reunida es una tentación demasiado grande como para dejar de analizar 8-) Si lo que veo me gusta, disfruto intranquilo, pero más placenteramente que si estuviera tranquilo. Y eso es lo que me pasa en el festival de danzas.

No me emociono por nada original, sino por lo que se podría esperar de un festival folklórico. Por la variedad racial (este año ha venido un grupo de Sudáfrica, compuesto de niños y niñas negrísimas y blanquísimas guapísimos todos). Por cómo se nota en el escenario que disfrutan (y mucho) haciendo lo que hacen. Por la variedad cultural (también ha venido un grupo de abuelitas y abuelitos daneses, que parecen sacados de un cuento de Andersen). Y por la belleza (suelo enamorarme de todos los chicos y las chicas que bailan con ganas, entrega y alegría --y este año especialmente me he enamorado de una albanesa pletórica y de una paraguaya imponente, que bailaba con un jarro en la cabeza).

Viéndolos actuar, se me ha planteado una duda. Una persona encima de un escenario ¿prefiere un público exigente o indulgente? ¿Puede ser que si ves que el público perdona los errores te sueltes más, te dejes llevar más, y por eso mismo que le hagas disfrutar más al transmitirle la emoción, y no la perfección del laboratorio? ¿No es primariamente el espectáculo una transacción de emociones? Y una persona del público, ¿prefiere una actuación perfecta y fría o una imperfecta pero cálida?

He visto algo que me ha gustado mucho: gente de los grupos entre el público, mirando la actuación de los grupos que les precedían. Siempre me ha disgustado lo poco que los artistas disfrutan de los otros artistas --parece como si se ignoraran, como si no les interesara lo que hacen los otros. Siempre me pregunto si no les gusta lo que hacen, o si sólo les gusta lo que hacen ellos. Aquí no había tonterías: esta gente disfruta bailando, y viendo bailar.

La sonrisa cuando bailan... Se nota quién se ríe porque lo está pasando bien bailando, y quién sonríe porque le han dicho que al bailar, hay que sonreír. Los que se ríen porque disfrutan te transmiten una alegría genuina e intensa. No están moviéndose según una secuencia aprendida. Están bailando: moviéndose según una cadencia sentida.

Saqué la Mavica y llené 4 disquetes: casi 70 fotos de gente feliz. Y pensé en cosas que hemos dicho por aquí sobre el significado de todo. Ellas y ellos y la gente normal no tienen tantos problemas como nosotros. El sentido de la vida está en bailar mientras no se trabaja; o en la cerveza del bar con los amigos al salir de la oficina; o en la excursión familiar de los sábados al hipermercado. Sólo los tontos nos complicamos la existencia.

Zeni quiere advertir que el administrador de la lista le ha aconsejado dejar para los diversos foros (de lenguas, de literatura, y de cine) los mensajes que traten de esos temas; y Zeni, no sin pesar por su parte, parece que tiene que seguir el consejo. Así que remite a tales foros a todos los lectores que estén interesados en lo que la gente de la lista comenta sobre los temas citados --Zeni recomienda su lectura. Julio se lanzó florecitas pero demostró que las merece, después:

Básicamente que soy un psicoanalista sensacional. En una sola sesión te he quitado tus tres problemas, y eso que del tercero casi no me has hablado. Lo de no tener problemas no te preocupe, el hombre tiende siempre hacia un equilibrio natural que incluye cierto número de problemas. Si hay demasiados, se resuelven algunos. Si hay pocos, se buscan más. No sabemos vivir sin problemas ni sin miedos

EF> ¡Sí, tienes toda la razón! Pero ¿por qué?

Bueno, haciendo una simplificación, yo me imagino los problemas, las inquietudes, los miedos, etc... apilados los unos sobre los otros como los discos de una torre en el juego de las tres de Hanoi, donde los discos grandes, al fondo, representan problemas grandes (tamaño completamente subjetivo), mientras que los pequeños representan cosas menos inquietantes o menos crónicas. Así, las discos pequeños están más cerca y nos entretienen más, y además tapan parcialmente a los discos mayores. Cuando uno resuelve pequeñas inquietudes y por tanto retira algunos discos, los de debajo vuelven a aparecer, siguen ahí, pero ahora están más cerca y son más visibles.

Y así, nos pasamos la vida poniendo y quitando discos, algunos los ponemos nosotros, otros nos los tiran los vecinos o incluso "los elementos", y hay algunos que jamás desaparecen y siempre están y han estado ahí. Nos acostumbramos a vivir con ellos y de vez en cuando hasta les guiñamos un ojo.

Y simplificando menos, más que al juego de las torres de Hanoi, se parecería al Mahjongg.

Aunque la respuesta es bonita y aguda, es de justicia hacer notar que no responde a la pregunta --explica el manejo de los problemas, pero no su supuesta necesidad. Mejor, opina Zeni: así se podrá replantear el tema en próximas, y abundosas, sesiones. De que es un buen psicoanalista dan fe Sonia...

A esto, Eduard, se le llama hacerse mayor. Cuando nos damos cuenta de que tenemos pasado y lo rememoramos (yo cada día lo hago más) es que nos acercamos a la madurez :-)

Yo acabo de descubrir (puede que gracias a Julio) que cada día recuerdo más cosas de mi niñez y que mi padre siempre me ha dicho que cuando más mayor te haces más atrás se traslada tu memoria..

... y Eduard:

Tener hijos o no.

Hasta hace muy poco, no era en absoluto un problema, porque nadie se hacía la pregunta. Si estabas casado, los hijos venían o no venían, y lo hacían cuando querían.

Ahora ya no. Ahora puedes plantearte con toda libertad tenerlos o no tenerlos. Y es una apuesta fuerte, porque la decisión es irrevocable e irreversible. Y nadie te puede aconsejar. Los que no son padres porque no lo son, los que lo son porque lo son. ¿Qué padre o madre te responderá que no a la pregunta de si se arrepiente de haber tenido hijos?

Por otra parte, todo te empuja a tenerlos, todo. Es una presión tan difícil de contrarrestar que te hace plantearte por qué no tenerlos.

Pero también cabe plantearse por qué tenerlos. Hacerse esa pregunta ya es ir contracorriente. Pero si todo el mundo los tiene por algo será, te dices... debe ser algo maravilloso.

También hay toda una mítica (reciente) de la paternidad y la maternidad.

Pero no sólo hay que tenerlos, hay que amamantarlos. Y preocuparse por ellos. A mi me preocupa preocuparme en exceso por ellos. Que mi vida se acabe cuando empiece la de ellos, o cuando acabe, si acaba antes (que todo es posible, por desgracia).

Y a uno, también lo han tenido. Quizás sea el argumento más poderoso para tenerlos.

¿Quién te cuidará en tu vejez si no los tienes? Morirás solo, dicen. Y eso asusta.

Asusta ir en contra de la sociedad, eso también, o sobre todo.

Es un problema porque es una decisión que hay que tomar, y pronto.

Aunque quizás se le olvidó a Eduard un pequeñito problema añadido... que tener hijos es cosa de dos... y eso implica sincronizar la resolución de las dudas... Sonia afirma rotunda:

RT>Estoy de acuerdo contigo en que deseamos la calma, pero no en demasiada RT>cantidad: cuando la tenemos, no paramos de revolvernos para cambiar a

RT>otra cosa. Es verdad!

Yo por mi parte, pienso que "DESEAMOS LA CALMA" (punto).

Lo que ocurre es que el ritmo de la sociedad en la que vivimos nos obliga a correr y por un simple tema de autodefensa y salud mental, nos convertimos en acumuladores de experiencias, de conocimientos, de relaciones, de todo. Hoy en día, el calificativo "vago/a" (je, je) es un estigma en todos las parcelas de tu vida. Y este calificativo se te asigna a la mínima. Si un día vienes cansado del trabajo y decides sentarte frente a la tele (sin hacer nada) te sientes culpable por no aprovechar el tiempo. (No olvidemos que el tiempo es oro y el oro es lo más valorado en este mundo). El hecho de estar siempre ocupado, de tener que mirar tu agenda para quedar con los amigos a cenar, etc. te da prestigio. (Para mi caer en esta trampa feroz es antinatural).

Es prácticamente imposible no moverte dentro de estas pautas (porque si lo haces te pierdes un montón de experiencias vitales!) ;-), Lo mejor es hacer que tu cerebro lo asimile y lo convierta en tu forma de ser. Cuando nos sentimos muy agobiados por esta velocidad nos damos un descanso, plenamente justificado porque llevamos un ritmo de vida frenético! (puag).

Muchas veces pienso que no somos conscientes de que nos vamos a morir y que lo único que debemos perseguir es la calidad de vida. Mucha o poca, pero satisfactoria. (Acumular equilibrio y paz!).

Almacenar insatisfacciones y esperar a ser libres gracias al INSERSO, está "Demodé" :-)

Y a Eduard no le queda más que asentir e ilustrar con una anécdota...

Estoy muy de acuerdo... tienes razón en todo.

Juan Carbonell me contó hace tiempo que estaba hablando con una amiga, y que los dos tenían los teléfonos móviles sobre la mesa. En eso, que la amiga le pregunta cuántos números tenía en la memoria del teléfono. Juan le contestó, no sé, unos doce o así... Y ella, toda ufana, con la típica sonrisa de la victoria, va y le suelta, pues yo cincuenta... 8-))))

... y después con otra (Zeni ha enmascarado el verdadero nombre de la protagonista y algún otro pequeño detalle):

S> ¿Que pasa? ¿No tienes suficiente tensión sexual en PBits? :-))))

No es que haya suficiente tensión sexual, es que no parece haber *ninguna* tensión sexual... Aunque no seré yo quien la reclame, porque cuando la he tenido me he *ag*** de miedo y he huido miserablemente.

Hace unos meses me envió un mensaje una tal Lidia Martínez, que me había encontrado en unas "páginas amarillas" electrónicas en las que en un momento alegre puse mis datos. LLevaba unos meses en Mallorca, me había visto allí y había decidido enviarme un email... Le contesté y empezó la "tensioncita" sexual... Era divertido, hasta el tercer mensaje o así, en que empezó a decir eso de "nos podríamos ver, ¿no te parece?", y claro, puedes dar largas en un mensaje, en dos, pero en algún momento tienes que decir "sí" o "no". Así que pensé, aterrado, mejor que una cita a ciegas, que venga al trabajo, tomamos un café y siempre le puedo decir a los 10 minutos "lo siento, me gustaría estar aquí contigo hasta la eternidad, pero tengo que volver al trabajo". Le digo que se pase una tarde, y no recibo respuesta por email. Me relajo, pienso que ya está, que ha encontrado a alguien real. Al cabo de unas semanas, llaman al trabajo:

YO --Biblioteca Martí i Pol, digui?

UNA VOZ FEMENINA --¿Eduard?

YO --Sí.

LA VOZ --Hola, soy Ana.

YO -- ¿Ana? (y al cabo de un segundo recuerdo, y empiezo a temblar ("¿Cómo sabe el teléfono, si nunca se lo he dado?").

LIDIA --Bla bla bla bla bla bla. Que no sé donde está la biblioteca... que me va mal ir por la tarde... que tal y que cual... QUE POR QUÉ NO TE VIENES A CENAR ESTA NOCHE A CASA...

YO -- Estoooooooo..... a tuuuuuuuuuu... casa??????

LIDIA --Sí, claro, mira, está en tal y tal, girando por tal y cual, etc.

YO (balbuceando) --Estoooo, es que hoy no puedo, tengo que... Pero TE PROMETO que te llamaré esta semana y quedamos...bien bien... hala adiós, adiós.

LIDIA --¿Pero querrás el número de teléfono, no? (mi plan por los suelos, que se le olvidara dármelo). No tengo teléfono en casa ahora, me he cambiado, por eso no puedo escribir mensajes. Te doy el del trabajo. Click.

Sudores fríos, palpitaciones, lividez. ¿Y ahora qué hago?????????????? Después de pensar y pensar, se me ocurre una idea genial: no la llamaré 8-), me comportaré como un cretino, le entrará el despecho y me olvidará.

Y pasó un mes y medio o así. Un día, suena el teléfono (el corazón estuvo un mes y medio saltando cada vez que sonaba el teléfono en el trabajo, eso no era vida ni nada).

YO --Biblioteca Martí i Pol, digui?

UNA VOZ FEMENINA --¿Eduard? Soy Lidia.

YO --¿Lidia? (palpitaciones instantáneas) Ostras Lidia ¡¡CUANTO ME ALEGRO QUE ME HAYAS LLAMADO!! ¡Perdí tu teléfono! [yo siempre tan original en mis excusas] Lo siento. Pero no te vas a creer lo que me ha pasado. He conseguido un trabajo por las noches, de conserje de hotel. Así que salgo de trabajar de aquí a las diez y entro en el hotel a las 11:00, para hacer el turno de noche. Y claro, por las mañanas tengo que dormir hasta las dos, para recuperarme. Y entonces ya, a comer para venirse aquí.

LIDIA --Ahhh, ya. Pues vas a ganar una pasta, ¿no?

YO --No, no creas... es que me voy a comprar un piso y necesito el dinero, ¿sabes?

LIDIA --Pues podríamos quedar un día que libres, ¿no?

YO --¿Unnnnn... díaaaaa... que libre...? [ostras, un mes y medio para pensar algo y se me escapa esa posibilidad] SIIIIIIIIIIIIIII, clarooooooooooooooooooo, un día que libre, claro. Ya te llamaré 8-)

LIDIA --Sí, sí... mira, ya tengo teléfono en casa y todo... es el tal tal.

YO (en un ataque de improvisación, esta vez genial, y que fue lo que me salvó) --¿¿¿¿Ah, sí???? ¿Y cómo así no me has enviado ningún mensaje?

O sea: ¿qué hay de la comunicación pura y sentimental? Es decir: ¿qué hay del amor y del romance, animal sexual?

No la llamé (dos veces lo prometí, vergüenza para mí). Pero no ha vuelto a llamar.

Aunque aún tiemblo un poquito cada vez que cojo el teléfono y una voz femenina dice "¿Eduard?".

Volviendo al cambio, ya sin historietas, Eduard dijo:

Y más en Internet. Una de las características de Internet más difíciles de asimilar no es sólo que acelera inmensamente el ritmo del cambio, sino que lo anula. No hay cambio porque no hay estado fijo.

El otro día recibí un email de MallorcaWeb (muchas gracias, por cierto, por pasarles la dirección de mi página). Muy amablemente, me decían que iban a incluir el link de la página ¡en la próxima edición de MallorcaWeb! ¡Cómo si fueran una editorial que hasta que la prensa no se pone otra vez en marcha no pueden modificar las ediciones anteriores! Eso es resistencia --aplicar esquemas del mundo real al mundo virtual.

En cambio, estos días me ha tenido pensando un poco Quim Monzó con su recopilación de cuentos. No sólo los ha seleccionado en un volumen (perfectamente legítimo) sino que ha reescrito algunos. Y eso, que es lo necesario en el mundo virtual (no hay versión final, sino simplemente proceso) es sobrante (desde mi punto de vista) en el mundo real --crea incertidumbre (ya no puedo comentar un cuento de Monzó contigo, por ejemplo, porque ya no sé si habremos leído lo mismo o no, aunque tenga el mismo título).

RT> La cosa no va directamente por aquí, pero acabo de poner un mensaje con

RT> un link a un texto sobre la decadencia del trabajo que me ha producido

RT> un interés cierto.

Lo he leído. Enrique Gil Calvo me pone un poco nervioso siempre al leerlo, porque en cada frase hay, como mínimo, referencias a tres autores distintos y a dos ideas implícitas 8-) (por cierto, déjame que lo diga o reviento --fue profesor mío y me puso muy buena nota en un trabajo sobre... Conflicto lingüístico en el País Valenciano, je je). Se puede decir lo que dice, y lo contrario también. Esa es la ventaja de ser sociólogo: que no hay que demostrar nada 8-) De todas formas, para ilustrar la tesis de la ética del ocio, en contraposición a la ética "estajonivista" (¿se dice así?) del trabajo, yo no encuentro una lectura mejor (y más interesante) que la de Luis Racionero en "Del paro al ocio". Irreal, voluntarioso, pero atrayente en grado extremo. Y quizás posible, quien sabe.

RT> http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/7864/placons.html

También he ido 8-) (no me pierdo un link ni por asomo). Es bueno, es bueno. El problema es que ser conservador, desde mi punto de vista, no significa no mirar hacia atrás y conservar lo que se estima valioso, sino mirar hacia atrás porque no se tiene el valor de plantearse el presente y (intentar) modificar el futuro, con lo que sólo es permisible repetir el pasado.

Yo no me considero en absoluto conservador pero no sabría vivir sin el pasado.

RT> Una cosa es la higiene y el

RT> mantenimiento; otra, la arrogancia de atribuirse un papel semidivino

RT> de creación y regocijo públicos.

Tu opinión es original e interesante. La verdad es que no sé qué opino al respecto --las cuestiones urbanísticas me marean un poco. Todavía no sé si estoy a favor o en contra de los planes urbanísticos, de la clasificación de los terrenos... incluso no sé si hay que respetar los vestigios antiguos de la ciudad o, como nuestros antepasados, hay que construir sobre ellos...

Y ciertamente, la opinión de Ramon es como la describe Eduard --sólo hay que leer su siguiente réplica:

Lo que yo sugería, más que el dilema entre calma e inquietud, era la gran aceptación de toda novedad, con lo que esto tiene de destrucción del pasado.

Eduard, por su parte, también ha dicho algo de mucho fondo: ¿qué pasa con el pasado? ¿Acaso las generaciones anteriores no construyeron sobre lo que fueron encontrando? ¿No encontramos una catedral bajo otra?

En contrapartida, uno de los estigmas de la arquitectura de hoy es la *rehabilitación" y sus derivados. Sí, se construyen grandes estructuras, pero lo que domina es la reconversión. Encontraremos un convento convertido en "centro lúdico", "equipamiento para la tercera edad", etc. —la terminología también es muy expresiva. Nada es lo que era. Se les ocurrirá "salvar" una casa de vecinos de cierto interés histórico y, ¿qué quedará de la casa? La fachada. El interior, que considero que puede ser tan expresivo como el exterior —por no decir que puede serlo más— se habrá convertido en una serie de habitáculos que, por proporciones, no tendrán nada que ver con lo que había sido el edificio. ¿Qué nombre podría darse a este tipo de política urbanístico-arquitectónica? "Rehabilitación" desde luego es una ambigüedad que salva la papeleta. Yo, en todo caso, no dejo de ver en estos resultados algo de prostitución o falseamiento, sofisticación en sentido literal...

Julito comentó algunas películas y sobre una de ellas dijo (el resto de su crítica se puede leer en el foro de cine):

Es una magnífica (y arriesgada) combinación de humor y tristeza (quizás como la vida, pero algo más optimista), y no me sorprende que ese enfoque tan dicharachero de un asunto tan delicado provoque las iras de tanta gente (a mí personalmente me ha encantado). En ese sentido, esta fábula se parece mucho a Pulp Fiction, en la que la frivolidad, el humor ácido y la cotidianidad con los que se trata la violencia la convierten en el blanco perfecto para que todos los puristas del "bien", comprometidos sociales y ángeles declarados la señalen con el dedo y suelten un discurso. Acabo aquí que me estoy poniendo violento :-)))

Que consiguió encender a Eduard...

..me encanta esto que dices y cómo lo dices, porque ese tipo de gente es insoportable... sobre todo los que pontifican, los santones de la prensa, los pepitos grillos que te hacen sentir que eres basura, que sólo encuentran culpa y culpa y culpa occidental o consumista o capitalista o lo que sea, los salvadores del mundo, las conciencias puras, los que siempre sabían que "eso iba a pasar" pero no lo dicen hasta que ha pasado... mentecatos soberbios estúpidos e hipócritas, falsos y oportunistas, y yo también me callo porque también me estoy poniendo violento... 8-)

...que además cogió un poema magnífico de Kavafis, lo banalizó y bastante misántropamente escribió :

Y es que tiene razón Kavafis... Muchas de las cosas que decimos las decimos para justificarnos ante los otros, para afirmarnos entre ellos, para oírnos decir las cosas que necesitamos creer... La única respuesta que esperamos es el asentimiento --que no cuestionen en ninguna manera peligrosa o inquietante la imagen que queremos dar de nosotros mismos. No exigimos que escuchen --basta con que lo aparenten. La mayor parte de conversaciones se pueden entender como un servicio mutuo: yo me callo mientras tú te justificas y tú te callas mientras yo me justifico. Cuando la necesidad de ambos está satisfecha, elegimos otro interlocutor y la renovamos.

Y cómo no sabemos mejor manera de afirmarnos que denigrando las vidas de los otros (excepto la del interlocutor, claro, hasta que lo cambiamos por otro) pues por eso la mayoría de conversaciones tratan sólo de nosotros y hablan sólo de los otros. Y cuando ya estamos suficientemente afirmados, empezamos el relato de dos horas en que contamos todo lo que hemos hecho desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, sin ahorrarnos detalles esenciales como lo que hemos comido, plato a plato, o la película que hemos visto en la tele, escena por escena.

Saludos 8-)

Y con perdón para el responsable del foro de literatura, el poema, cortesía de Ramon Torrents, era éste:

I si, doncs, no pots fer la teva vida com la vols,

això almenys procura

en tant que puguis: no l'abarateixis

amb massa contacte del mon,

amb molts moviments i converses.

No, no l'abarateixis agafant-la,

rodant sovint amb ella i exposant-la

a la diària bajania

de les relacions i els intercanvis

fins que es torni com una forastera enfadosa.